El regreso a casa: la historia de un cuerpo desaparecido que encontró a su familia
En los cementerios del país hay cuerpos plenamente identificados que todavía no han podido encontrar a sus familias. La UBPD hace un llamado para que entreguen información sobre sus seres queridos y sea posible el reencuentro. Esta es la historia de una búsqueda a la inversa.
Paulina Mesa Loaiza
Jesús* llevaba trazado en su cuerpo un mapa de regreso a casa. Las líneas de sus manos, las cicatrices en sus brazos y sus rasgos afro fueron la carta para navegar hasta su tierra en el Alto Baudó, a la que un día no pudo volver ni siquiera para deshacer sus pasos. Los ríos que lo despidieron hace 18 años lo verán regresar a su hogar, donde tantas noches lo esperó su madre con el alma lluviosa por su desaparición.
Los restos de Jesús reposaron en el cementerio de Santo Domingo, Antioquia, desde el año 2008, y aunque su madre trató de buscarlo desde el día en que no volvió a casa, nunca pudo encontrar una pista sobre su paradero. Pero 13 años después fue el cuerpo del joven el que comenzó a buscar a su familia.
Jesús desapareció en 2006. Para entonces, tenía 23 años. Su hermano Roberto* tiene la escena grabada en la cabeza y en el corazón. Cada tanto la recuerda con la misma nostalgia con la que se despidieron en el río.
Cuando intenta poner en palabras ese momento, Roberto suspira con fuerza y suelta un soplo. Dice que tiene marcado el día en que vio a Jesús por última vez y quiere que esa imagen no se le borre nunca.
“Ese día nos quedamos hablando hasta tarde, toda la noche. Recordamos los viejos momentos, cuando éramos niños. Fue un momento muy feliz. De los nueve hermanos, los dos siempre fuimos muy unidos”, relató y volvió a soltar el suspiro profundo.
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Entre sonrisas que hacen que la voz se le escuche cálida, Roberto cuenta que esa noche recordaron la casa en la que crecieron, una casa “grandototota para que todos pudieran llegar”.
Al día siguiente, después de reírse de las bañadas en el río y las travesuras, Jesús y Roberto se despidieron como siempre.
“Él se montó a la lancha. Yo me senté en el bordo del bote, nos despedimos y le dije que cuando volviera a subir a la casa seguíamos hablando, pero no nos vimos más”, cuenta, ahora con la voz apagada.
Ese día la casa grande se llenó de una ausencia que lo ocupó todo. Pasaron por lo menos dos semanas sin que supieran algo de Jesús, quien acostumbraba subir y bajar en el río frecuentemente. La mamá, que lo era todo para la familia, se ocupó de primera mano de la búsqueda.
Comenzó a preguntar en el pueblo si lo habían visto o sabían algo de él, “Jesús. Mide 1.70 cm. Delgado, afro, negro. Con un brazo medio quemado”, repetía, pero se preocupó más cuando nadie le daba razón de su muchacho.
En ese momento, recuerda Roberto, se acercaron a las autoridades para hacer la denuncia e iniciar el proceso de búsqueda. Pero en el 2018, su madre murió. Se fue con la esperanza viva de que se volvieran a encontrar. Falleció justo dos años antes de que la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) lo encontrara.
Encontrar a Jesús
En octubre de 2021, la UBPD inició un ejercicio de recuperación de cuerpos en el cementerio de Santo Domingo, en el nordeste antioqueño. Ese camposanto tenía por lo menos 50 bóvedas con cuerpos sin identificar, pero había un solo nombre que se escuchaba a voces en el municipio: Jesús.
Las autoridades locales y la parroquia de la zona le dijeron a la UBPD que había posibilidades que uno de esos cuerpos tuviera esa identidad. A partir de ese momento, la Unidad comenzó a rastrear información para cruzar con otras bases de datos sobre desaparecidos.
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En esa tarea fue que encontraron un único registro en el Sistema de Información de Desaparecidos y Cadáveres (Sirdec). Posteriormente, con ese código también encontraron una foto y algunas características físicas.
Ante la cantidad de indicios, la UBPD decidió comenzar a buscar a la familia de Jesús. La denuncia de su madre fue la primera pista.
“Teníamos el registro de una mamá, un teléfono, pero ya no estaba en funcionamiento, entonces empezamos a mirar de qué otros familiares teníamos información disponible y se logró un ejercicio con los hermanos que estaban aún con vida”, explicó Andrea Romero, investigadora de la UBPD.
Roberto recuerda un poco confundido el día que recibió una llamada de la Unidad de Búsqueda. Dice que “una doctora” se presentó con nombre y apellido y le comenzó a hacer preguntas sobre su hermano.
“Me hablaron de ese tema y la verdad yo dije uf, quedé como en shock en ese momento. ¿Será? ¿Está vivo? Uy qué rico. Mejor dicho me ericé en el instante porque la verdad nosotros siempre guardamos la esperanza de que estuviera por ahí, lo tuvieran por ahí”, relató Roberto.
Lo primero que le pidieron fue que hiciera un perfil detallado de su hermano, que contara las características que lo hacían único. Entonces él dijo que a Jesús cuando era niño se le cayó una olla de agua caliente encima y le quedaron unas quemaduras muy fuertes en la piel que incluso le imposibilitaba la movilidad completa del brazo. Roberto también contó que tenía media oreja quemada; que era alto, delgado, de piel negra.
Cuando el cuerpo de Jesús ingresó al cementerio de Santo Domingo, en el 2008, tenía una necropsia hecha. Las características que en su momento detallaron los médicos forenses eran las mismas que la familia de Jesús había descrito. Además, en la recuperación del cuerpo, si bien no se podía observar las quemaduras que dijo Roberto, sí se lograron identificar señales en los huesos por el traumatismo que tuvo durante su infancia. Esas características físicas, individualizantes y particulares, fueron las que posibilitaron la identificación de Jesús.
Con la investigación adelantada, el cuerpo fue entregado a Medicina Legal, y la UBPD le explicó a Roberto la situación real. Le pidió a él y a su familia que se acercaran a una oficina en Chocó para tomar las muestras de ADN.
“En Medicina Legal lograron hacer la identificación del cuerpo y nos confirmaron que sí correspondía a Jesús”, detalló Romero.
Aunque Roberto conservaba intacta la esperanza de encontrar vivo a su hermano, la noticia del hallazgo del cuerpo no lo desanimó: “De igual manera uno siente un poquito de alivio de poder hacer los rituales que hacemos acá para enterrar a nuestros seres queridos. Así vamos a hacer con Jesús el día que la UBPD nos lo entregue. Vamos a hacer como si estuviera todavía en carne”, dijo.
“Roberto, aquí está tu hermano”
Desde ese día, Roberto planea con toda su familia cuál será el recibimiento que le darán a Jesús cuando les entreguen el cuerpo y regrese a casa. Cuenta que a veces se tiene que armar de paciencia cuando le preguntan insistentemente cuándo van a ver a Jesús y entonces a él le toca responder que ese día llegará. “Ya esperamos lo mucho, ahora esperemos lo menos. Ya viene en camino”, dijo
Entre los planes de Roberto para Jesús está hacerle una misa con todo, lo van a llevar hasta la casa en la que vivían en el Alto Baudó: “Vamos a estar con Jesús como si fuera el último día”.
Aunque su mamá ya no está para verlo regresar, Roberto dice que ojalá desde arriba esté viendo, por fin, la misión cumplida que inició hace 18 años. “Desde que Jesús desapareció, no supimos más nada de él, para mi mamá eso fue subir escaleras, bajar escaleras, tocar puertas y hasta el último día ella estuvo esperando. No nos decía, pero uno se daba cuenta que en ocasiones se sentaba e iniciaba a llorar. Uno no preguntaba, pero cuando yo la veía así, mejor dicho, el corazón se me colocaba mal”, relató.
Aunque ya tiene casi todo preparado para la llegada de Jesús, Roberto todavía siente que todo parece un sueño, de los mismos que tenía cuando se despertaba a las dos o tres de la mañana pensando en él. “Después de muchos años que le digan a uno “Roberto, aquí está tu hermano” es prácticamente como si uno lo tuviera ahí físicamente para verlo y darle el último adiós que es lo que uno anhela”, añadió.
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Si bien todavía están en el proceso de entrega de los restos, que se espera sea en los próximos meses, Roberto y su familia ya tomaron la primera decisión: “Vamos a enterrar a Jesús al lado de mi madre, porque ellos eran muy unidos”.
“La entrega ha sido compleja, pero esperamos que sea pronto y se pueda cerrar el proceso que sigue abierto. La familia ya sabe que el cuerpo está, pero falta todo el ritual de entrega digna para hacer el duelo y todo el proceso que implica una pérdida”, concluyó Romero, investigadora de la UBPD.
Por ahora, lo único que queda es esperar. Y en esa espera que a veces se siente infinita, Roberto solo le pide fortaleza a Dios para sobrellevar el tema que por años le destrozó el corazón y por eso dice que ahora necesita más fuerza que nunca, para volverse a encontrar con Jesús y darle un cierre a esa conversación que un día se quedó en promesa y se fue con el río.
La búsqueda a la inversa en el país
En la intervención al cementerio de Santo Domingo, donde encontraron a Jesús, se recuperaron en total 18 cuerpos, pero solo dos están plenamente identificados. Con los demás cuerpos todavía continúa la investigación para saber quienes son y a qué familia pertenecen.
Una situación similar se reportó recientemente en la intervención al cementerio de Rionegro, Antioquia. En la primera fase, la UBPD recuperó 19 cuerpos que están en proceso de identificación para posteriormente encontrar a sus familias de las que se tienen indicios de que podrían estar en el oriente antioqueño.
“El ejercicio de la búsqueda no termina con el hallazgo del cuerpo. Es un ejercicio investigativo fuerte y por eso debemos seguir haciendo la sensibilización nacional porque hay personas que no saben que tienen familiares desaparecidos. Entonces no hay procesos ni reportes porque a veces la familia los da por muertos, pero no saben dónde están enterrados”, explicó Romero.
En ese contexto, el llamado principal de la Unidad es que los familiares que tengan un ser querido desaparecido se comuniquen con los funcionarios de la entidad e inicien el proceso formal de búsqueda. Para agilizar la tarea, por medio de un comunicado de prensa, la UBPD compartió los nombres de los municipios y las veredas de las que podrían ser provenientes los cuerpos. Entre ellos: Rionegro, San Francisco, Sonsón, Granada, San Carlos, San Luis, El Santuario, Cocorná, El Carmen de Viboral, Abejorral, Guatapé, Concepción, Dabeiba, La Ceja, Frontino, Guarne, La Unión, Anorí, Medellín, Argelia, San Vicente, Marinilla, Puerto Triunfo y San Rafael.
“Invitamos a las familias que tienen algún familiar desaparecido para que entreguen su muestra de ADN porque si no tenemos información por comparar, va a ser muy difícil identificar a esas personas. Si tenemos un banco de perfiles genéticos con los cuerpos que recuperamos pero si las familias no entregan su perfil entonces no tenemos con qué comparar y los cuerpos se van quedando represados”, dijo la investigadora Romero.
Este llamado no es gratuito. Es que si buscar a un desaparecido es complejo, encontrar a una familia es una tarea titánica. La búsqueda a la inversa es tratar de encontrar los datos de contacto en cualquier tipo de registro que exista y desde ahí empezar a jalar las pistas para poder llegar a algo. Ese es el reto.
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Cuando no hay solicitudes, no están en los listados de víctimas, entonces desde la UBPD recurren a otras fuentes de información donde se puedan recopilar datos de contacto para buscar a las familias: Sisben, centros de salud, Registraduría, bancos, redes sociales, en cualquier lugar donde se puedan conseguir datos personales.
Lo cierto es que en estos casos, los desaparecidos no pueden hablar de sus familias, no pueden entregar datos, direcciones o teléfonos más allá de las marcas en su cuerpo. “Esto es también lo bello del ejercicio. Aprender a leer el cuerpo, el contexto. En la búsqueda están los detalles. La cosa más mínima, como la marquilla de una camiseta, puede ser una pista gigantesca para poder buscar la identidad de un cuerpo o encontrar a una familia. Lo complicado es que la desaparición siempre es un fenómeno dinámico. Este es un reto como un rompecabezas, es un ejercicio de filigrana”, concluyó Romero.
En Colombia todavía hay muchos cuerpos identificados no reclamados en los cementerios. Son cuerpos que, como Jesús, están buscando regresar con sus familias.
*Los nombres de esta historia se cambiaron por protección de la fuente.
✉️ Si le interesan los temas de paz, conflicto y derechos humanos o tiene información que quiera compartirnos, puede escribirnos a: cmorales@elespectador.com; jrios@elespectador.com; pmesa@elespectador.com o aosorio@elespectador.com.
Jesús* llevaba trazado en su cuerpo un mapa de regreso a casa. Las líneas de sus manos, las cicatrices en sus brazos y sus rasgos afro fueron la carta para navegar hasta su tierra en el Alto Baudó, a la que un día no pudo volver ni siquiera para deshacer sus pasos. Los ríos que lo despidieron hace 18 años lo verán regresar a su hogar, donde tantas noches lo esperó su madre con el alma lluviosa por su desaparición.
Los restos de Jesús reposaron en el cementerio de Santo Domingo, Antioquia, desde el año 2008, y aunque su madre trató de buscarlo desde el día en que no volvió a casa, nunca pudo encontrar una pista sobre su paradero. Pero 13 años después fue el cuerpo del joven el que comenzó a buscar a su familia.
Jesús desapareció en 2006. Para entonces, tenía 23 años. Su hermano Roberto* tiene la escena grabada en la cabeza y en el corazón. Cada tanto la recuerda con la misma nostalgia con la que se despidieron en el río.
Cuando intenta poner en palabras ese momento, Roberto suspira con fuerza y suelta un soplo. Dice que tiene marcado el día en que vio a Jesús por última vez y quiere que esa imagen no se le borre nunca.
“Ese día nos quedamos hablando hasta tarde, toda la noche. Recordamos los viejos momentos, cuando éramos niños. Fue un momento muy feliz. De los nueve hermanos, los dos siempre fuimos muy unidos”, relató y volvió a soltar el suspiro profundo.
Lea también: Así se logró el grado de 8 estudiantes de la U. Nacional desaparecidos hace 42 años
Entre sonrisas que hacen que la voz se le escuche cálida, Roberto cuenta que esa noche recordaron la casa en la que crecieron, una casa “grandototota para que todos pudieran llegar”.
Al día siguiente, después de reírse de las bañadas en el río y las travesuras, Jesús y Roberto se despidieron como siempre.
“Él se montó a la lancha. Yo me senté en el bordo del bote, nos despedimos y le dije que cuando volviera a subir a la casa seguíamos hablando, pero no nos vimos más”, cuenta, ahora con la voz apagada.
Ese día la casa grande se llenó de una ausencia que lo ocupó todo. Pasaron por lo menos dos semanas sin que supieran algo de Jesús, quien acostumbraba subir y bajar en el río frecuentemente. La mamá, que lo era todo para la familia, se ocupó de primera mano de la búsqueda.
Comenzó a preguntar en el pueblo si lo habían visto o sabían algo de él, “Jesús. Mide 1.70 cm. Delgado, afro, negro. Con un brazo medio quemado”, repetía, pero se preocupó más cuando nadie le daba razón de su muchacho.
En ese momento, recuerda Roberto, se acercaron a las autoridades para hacer la denuncia e iniciar el proceso de búsqueda. Pero en el 2018, su madre murió. Se fue con la esperanza viva de que se volvieran a encontrar. Falleció justo dos años antes de que la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) lo encontrara.
Encontrar a Jesús
En octubre de 2021, la UBPD inició un ejercicio de recuperación de cuerpos en el cementerio de Santo Domingo, en el nordeste antioqueño. Ese camposanto tenía por lo menos 50 bóvedas con cuerpos sin identificar, pero había un solo nombre que se escuchaba a voces en el municipio: Jesús.
Las autoridades locales y la parroquia de la zona le dijeron a la UBPD que había posibilidades que uno de esos cuerpos tuviera esa identidad. A partir de ese momento, la Unidad comenzó a rastrear información para cruzar con otras bases de datos sobre desaparecidos.
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En esa tarea fue que encontraron un único registro en el Sistema de Información de Desaparecidos y Cadáveres (Sirdec). Posteriormente, con ese código también encontraron una foto y algunas características físicas.
Ante la cantidad de indicios, la UBPD decidió comenzar a buscar a la familia de Jesús. La denuncia de su madre fue la primera pista.
“Teníamos el registro de una mamá, un teléfono, pero ya no estaba en funcionamiento, entonces empezamos a mirar de qué otros familiares teníamos información disponible y se logró un ejercicio con los hermanos que estaban aún con vida”, explicó Andrea Romero, investigadora de la UBPD.
Roberto recuerda un poco confundido el día que recibió una llamada de la Unidad de Búsqueda. Dice que “una doctora” se presentó con nombre y apellido y le comenzó a hacer preguntas sobre su hermano.
“Me hablaron de ese tema y la verdad yo dije uf, quedé como en shock en ese momento. ¿Será? ¿Está vivo? Uy qué rico. Mejor dicho me ericé en el instante porque la verdad nosotros siempre guardamos la esperanza de que estuviera por ahí, lo tuvieran por ahí”, relató Roberto.
Lo primero que le pidieron fue que hiciera un perfil detallado de su hermano, que contara las características que lo hacían único. Entonces él dijo que a Jesús cuando era niño se le cayó una olla de agua caliente encima y le quedaron unas quemaduras muy fuertes en la piel que incluso le imposibilitaba la movilidad completa del brazo. Roberto también contó que tenía media oreja quemada; que era alto, delgado, de piel negra.
Cuando el cuerpo de Jesús ingresó al cementerio de Santo Domingo, en el 2008, tenía una necropsia hecha. Las características que en su momento detallaron los médicos forenses eran las mismas que la familia de Jesús había descrito. Además, en la recuperación del cuerpo, si bien no se podía observar las quemaduras que dijo Roberto, sí se lograron identificar señales en los huesos por el traumatismo que tuvo durante su infancia. Esas características físicas, individualizantes y particulares, fueron las que posibilitaron la identificación de Jesús.
Con la investigación adelantada, el cuerpo fue entregado a Medicina Legal, y la UBPD le explicó a Roberto la situación real. Le pidió a él y a su familia que se acercaran a una oficina en Chocó para tomar las muestras de ADN.
“En Medicina Legal lograron hacer la identificación del cuerpo y nos confirmaron que sí correspondía a Jesús”, detalló Romero.
Aunque Roberto conservaba intacta la esperanza de encontrar vivo a su hermano, la noticia del hallazgo del cuerpo no lo desanimó: “De igual manera uno siente un poquito de alivio de poder hacer los rituales que hacemos acá para enterrar a nuestros seres queridos. Así vamos a hacer con Jesús el día que la UBPD nos lo entregue. Vamos a hacer como si estuviera todavía en carne”, dijo.
“Roberto, aquí está tu hermano”
Desde ese día, Roberto planea con toda su familia cuál será el recibimiento que le darán a Jesús cuando les entreguen el cuerpo y regrese a casa. Cuenta que a veces se tiene que armar de paciencia cuando le preguntan insistentemente cuándo van a ver a Jesús y entonces a él le toca responder que ese día llegará. “Ya esperamos lo mucho, ahora esperemos lo menos. Ya viene en camino”, dijo
Entre los planes de Roberto para Jesús está hacerle una misa con todo, lo van a llevar hasta la casa en la que vivían en el Alto Baudó: “Vamos a estar con Jesús como si fuera el último día”.
Aunque su mamá ya no está para verlo regresar, Roberto dice que ojalá desde arriba esté viendo, por fin, la misión cumplida que inició hace 18 años. “Desde que Jesús desapareció, no supimos más nada de él, para mi mamá eso fue subir escaleras, bajar escaleras, tocar puertas y hasta el último día ella estuvo esperando. No nos decía, pero uno se daba cuenta que en ocasiones se sentaba e iniciaba a llorar. Uno no preguntaba, pero cuando yo la veía así, mejor dicho, el corazón se me colocaba mal”, relató.
Aunque ya tiene casi todo preparado para la llegada de Jesús, Roberto todavía siente que todo parece un sueño, de los mismos que tenía cuando se despertaba a las dos o tres de la mañana pensando en él. “Después de muchos años que le digan a uno “Roberto, aquí está tu hermano” es prácticamente como si uno lo tuviera ahí físicamente para verlo y darle el último adiós que es lo que uno anhela”, añadió.
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Si bien todavía están en el proceso de entrega de los restos, que se espera sea en los próximos meses, Roberto y su familia ya tomaron la primera decisión: “Vamos a enterrar a Jesús al lado de mi madre, porque ellos eran muy unidos”.
“La entrega ha sido compleja, pero esperamos que sea pronto y se pueda cerrar el proceso que sigue abierto. La familia ya sabe que el cuerpo está, pero falta todo el ritual de entrega digna para hacer el duelo y todo el proceso que implica una pérdida”, concluyó Romero, investigadora de la UBPD.
Por ahora, lo único que queda es esperar. Y en esa espera que a veces se siente infinita, Roberto solo le pide fortaleza a Dios para sobrellevar el tema que por años le destrozó el corazón y por eso dice que ahora necesita más fuerza que nunca, para volverse a encontrar con Jesús y darle un cierre a esa conversación que un día se quedó en promesa y se fue con el río.
La búsqueda a la inversa en el país
En la intervención al cementerio de Santo Domingo, donde encontraron a Jesús, se recuperaron en total 18 cuerpos, pero solo dos están plenamente identificados. Con los demás cuerpos todavía continúa la investigación para saber quienes son y a qué familia pertenecen.
Una situación similar se reportó recientemente en la intervención al cementerio de Rionegro, Antioquia. En la primera fase, la UBPD recuperó 19 cuerpos que están en proceso de identificación para posteriormente encontrar a sus familias de las que se tienen indicios de que podrían estar en el oriente antioqueño.
“El ejercicio de la búsqueda no termina con el hallazgo del cuerpo. Es un ejercicio investigativo fuerte y por eso debemos seguir haciendo la sensibilización nacional porque hay personas que no saben que tienen familiares desaparecidos. Entonces no hay procesos ni reportes porque a veces la familia los da por muertos, pero no saben dónde están enterrados”, explicó Romero.
En ese contexto, el llamado principal de la Unidad es que los familiares que tengan un ser querido desaparecido se comuniquen con los funcionarios de la entidad e inicien el proceso formal de búsqueda. Para agilizar la tarea, por medio de un comunicado de prensa, la UBPD compartió los nombres de los municipios y las veredas de las que podrían ser provenientes los cuerpos. Entre ellos: Rionegro, San Francisco, Sonsón, Granada, San Carlos, San Luis, El Santuario, Cocorná, El Carmen de Viboral, Abejorral, Guatapé, Concepción, Dabeiba, La Ceja, Frontino, Guarne, La Unión, Anorí, Medellín, Argelia, San Vicente, Marinilla, Puerto Triunfo y San Rafael.
“Invitamos a las familias que tienen algún familiar desaparecido para que entreguen su muestra de ADN porque si no tenemos información por comparar, va a ser muy difícil identificar a esas personas. Si tenemos un banco de perfiles genéticos con los cuerpos que recuperamos pero si las familias no entregan su perfil entonces no tenemos con qué comparar y los cuerpos se van quedando represados”, dijo la investigadora Romero.
Este llamado no es gratuito. Es que si buscar a un desaparecido es complejo, encontrar a una familia es una tarea titánica. La búsqueda a la inversa es tratar de encontrar los datos de contacto en cualquier tipo de registro que exista y desde ahí empezar a jalar las pistas para poder llegar a algo. Ese es el reto.
En contexto: Estos son los miembros de Comisión que guiará el Sistema Nacional de Búsqueda de desaparecidos
Cuando no hay solicitudes, no están en los listados de víctimas, entonces desde la UBPD recurren a otras fuentes de información donde se puedan recopilar datos de contacto para buscar a las familias: Sisben, centros de salud, Registraduría, bancos, redes sociales, en cualquier lugar donde se puedan conseguir datos personales.
Lo cierto es que en estos casos, los desaparecidos no pueden hablar de sus familias, no pueden entregar datos, direcciones o teléfonos más allá de las marcas en su cuerpo. “Esto es también lo bello del ejercicio. Aprender a leer el cuerpo, el contexto. En la búsqueda están los detalles. La cosa más mínima, como la marquilla de una camiseta, puede ser una pista gigantesca para poder buscar la identidad de un cuerpo o encontrar a una familia. Lo complicado es que la desaparición siempre es un fenómeno dinámico. Este es un reto como un rompecabezas, es un ejercicio de filigrana”, concluyó Romero.
En Colombia todavía hay muchos cuerpos identificados no reclamados en los cementerios. Son cuerpos que, como Jesús, están buscando regresar con sus familias.
*Los nombres de esta historia se cambiaron por protección de la fuente.
✉️ Si le interesan los temas de paz, conflicto y derechos humanos o tiene información que quiera compartirnos, puede escribirnos a: cmorales@elespectador.com; jrios@elespectador.com; pmesa@elespectador.com o aosorio@elespectador.com.