Confirman identidad de la madre desaparecida de la lideresa Mayerlis Angarita
La lideresa social de Montes de María buscó durante 26 años a su madre Gloria Robles Sanguino, desaparecida por paramilitares en Montería. El pasado 31 de julio recibió por parte de la Fiscalía la confirmación de identidad de su madre. Tendrán que esperar que pase la pandemia para enterrar su cuerpo.
Carolina Ávila Cortés
“Había puesto la desaparición de mi mami como en una hoja en blanco”, confiesa Mayerlis Angarita, lideresa social de 40 años, nacida en San Juan Nepomuceno (Bolívar) y una de las fundadoras de Narrar para Vivir, un colectivo que acoge a mujeres víctimas del conflicto armado en Montes de María y que surgió en medio de los enfrentamientos entre las Autodefensas Unidas de Colombia y las Farc en el año 2000.
“En 2013 tomé la decisión de no buscar más a mi madre, no podía más con el dolor, tenía que continuar con mi proyecto de vida”, cuenta con la voz entrecortada. Para ese entonces ya llevaba 19 años averiguando sin ninguna respuesta qué le había pasado a su mamá desde ese octubre de 1994, cuando le dijo que se iba a Montería a visitar a una hermana y nunca más regresó.
Mayerlis no sabía que, dos años antes de tomar esa decisión, habían exhumado tres cuerpos de una fosa común en la finca El Caimán, en San Pedro de Urabá (Antioquia) por el testimonio de Justicia y Paz del exparamilitar Agustín Sánchez. Nueve años después la Fiscalía y Medicina Legal le confirmaron que uno de esos cuerpos era el de su madre Gloria Robles Sanguino.
El pasado 31 de julio recibió por parte del fiscal Miguel Durango el resultado oficial del cotejo genético que se hizo entre ella y el cuerpo, con el que verificaron que efectivamente es su madre. Sin embargo, es una confirmación que esperaba con ansias desde hace cinco meses, cuando la llamaron de Medicina Legal para decirle que había posibilidades de que fuera Gloria.
A pesar de que la noticia del viernes pasado generó alivio en ella y su familia, su abogada y la Fundación Nydia Érika Bautista tuvieron que presionar para conseguirla. No entendían cómo tardaron tanto en confirmar el resultado cuando ya se habían hecho todos los procedimientos para dar con la identificación.
“El fiscal nos decía que no había podido recibir el documento por la pandemia, pero no entendemos por qué fue así, si es un documento que se puede enviar por internet”, dice Yanette Bautista, directora de la Fundación.
En 2017 acogió el caso de Mayerlis para impulsarlo nuevamente en la justicia ordinaria y gracias a esto le tomaron por primera vez una muestra de ADN a mediados de 2018.
Tuvieron que hacer un derecho de petición ante la Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas para que el fiscal les diera la notificación formal. “La desaparición es un daño a la integridad mental de las familias y cada día que pasa es una tortura. Prorrogar ese sufrimiento después de 26 años de espera es inhumano y revictimizante. No es bueno que la Fiscalía y Medicina Legal se demoren tanto tiempo en buscarlos”, señala Bautista.
De acuerdo con la Fiscalía, a la fecha tienen 141 cuerpos identificados que serán entregados de manera digna a sus familiares una vez sea superada la pandemia. Le respondieron a este medio que dadas las medidas sanitarias y directrices nacionales se restringieron todos los desplazamientos de los funcionarios para no ponerlos en riesgo ni a ellos ni a las familias con diligencias de entrega. Sin embargo, no explicaron por qué hubo demoras en el procedimiento de verificación del caso de Gloria Robles Sanguino.
Para Yanette Bautista, la pandemia ha aplazado aún más para las familias la posibilidad de cerrar el duelo de sus seres queridos desaparecidos. Además, le preocupa que no es claro cómo se están disponiendo realmente lo cuerpos fallecidos por COVID-19.
(Lea también: Excavaciones en El Copey ponen en riesgo cuerpos de desaparecidos por el conflicto)
Ya sucedió en un terreno en El Copey (Cesar), donde el alcalde municipal mandó a excavar tumbas para muertos por coronavirus y encontró restos óseos humanos. Según organizaciones sociales, allí podrían haber enterradas entre 50 y 100 víctimas de desaparición forzada y posibles ejecuciones extrajudiciales que quedaron en riesgo por la decisión de la Alcaldía. “Es importante que haya una garantía por parte de las instituciones de que en el caso de Gloria Robles no va a ocurrir eso”, señala Bautista.
Según lo que le comunicó el fiscal a Mayerlis Angarita, el cuerpo de su madre reposa en el laboratorio de Antropología Forense de Medicina Legal en Medellín y allí estará protegido. Aunque ya están haciendo las diligencias para sacar el registro de defunción, tendrán que esperar a que pase la pandemia para poder hacer el funeral en Cartagena o en San Juan Nepomuceno con todos sus familiares, como se lo merece Gloria después de 26 años.
“A mí no me están devolviendo un cadáver, me están devolviendo a mi mamá. La van a devolver al lugar de donde no debió salir, con quienes la quieren. A pesar de que se nos atravesó el COVID-19, mi corazón ha descansado de una manera impresionante”, dice Mayerlis.
Ahora a buscar el porqué
Mayerlis tenía 14 años cuando su madre desapareció. Recuerda muy bien que con su papá y dos hermanos tuvieron que irse desplazados de Aguachica (Cesar) a Carmen de Bolívar por el temor de su padre de que también les hicieron algo a ellos. Un par de meses atrás, además, habían encontrado asesinado a uno de sus tíos en una finca que tenían que restituirles.
A esa edad, sin entender lo que significaba la desaparición forzada, Mayerlis pensó que su mamá los había abandonado. Incluso las autoridades se lo dijeron cuando pusieron la denuncia: que se había ido con otro, que abandonó su hogar. “Y nosotros antes teníamos que demostrarles que habían sido los ‘paras’”.
(Le recomendamos: Ser lideresa social en medio de amenazas)
Gloria tenía 35 años al momento de su desaparición y Mayerlis la recuerda como una mujer siempre dispuesta a ayudar a los demás. Cree que de ahí sacó su deseo de apoyar a víctimas y mujeres en Montes de María. “Es que al principio no podíamos ni mencionar que se habían llevado a mi mamá. Por eso es que Narrar para Vivir lleva ese nombre y la metodología comienza con contarles lo sucedido a otras mujeres. Es nuestro derecho a contar lo que nos hicieron y un reconocimiento de nuestro dolor”, agrega.
Se enteró de que se la habían llevado los paramilitares, porque escuchó que había sido en una de las jornadas de “limpieza social” que había ordenado en Montería Diego Murillo, más conocido como Don Berna. En Justicia y Paz insistió en varias ocasiones para hablar con él, pero lo extraditaron a Estados Unidos en mayo de 2008.
El hallazgo de su madre se dio por el testimonio de un exparamilitar llamado Agustín Sánchez, que fue expulsado de Justicia y Paz y poco o nada se sabe de él. Ahora que ya identificaron el cuerpo de su madre, Mayerlis piensa seguir moviéndose en la Fiscalía para saber quién dio la orden de desaparecerla y por qué. Su caso sigue en la impunidad.
“Había puesto la desaparición de mi mami como en una hoja en blanco”, confiesa Mayerlis Angarita, lideresa social de 40 años, nacida en San Juan Nepomuceno (Bolívar) y una de las fundadoras de Narrar para Vivir, un colectivo que acoge a mujeres víctimas del conflicto armado en Montes de María y que surgió en medio de los enfrentamientos entre las Autodefensas Unidas de Colombia y las Farc en el año 2000.
“En 2013 tomé la decisión de no buscar más a mi madre, no podía más con el dolor, tenía que continuar con mi proyecto de vida”, cuenta con la voz entrecortada. Para ese entonces ya llevaba 19 años averiguando sin ninguna respuesta qué le había pasado a su mamá desde ese octubre de 1994, cuando le dijo que se iba a Montería a visitar a una hermana y nunca más regresó.
Mayerlis no sabía que, dos años antes de tomar esa decisión, habían exhumado tres cuerpos de una fosa común en la finca El Caimán, en San Pedro de Urabá (Antioquia) por el testimonio de Justicia y Paz del exparamilitar Agustín Sánchez. Nueve años después la Fiscalía y Medicina Legal le confirmaron que uno de esos cuerpos era el de su madre Gloria Robles Sanguino.
El pasado 31 de julio recibió por parte del fiscal Miguel Durango el resultado oficial del cotejo genético que se hizo entre ella y el cuerpo, con el que verificaron que efectivamente es su madre. Sin embargo, es una confirmación que esperaba con ansias desde hace cinco meses, cuando la llamaron de Medicina Legal para decirle que había posibilidades de que fuera Gloria.
A pesar de que la noticia del viernes pasado generó alivio en ella y su familia, su abogada y la Fundación Nydia Érika Bautista tuvieron que presionar para conseguirla. No entendían cómo tardaron tanto en confirmar el resultado cuando ya se habían hecho todos los procedimientos para dar con la identificación.
“El fiscal nos decía que no había podido recibir el documento por la pandemia, pero no entendemos por qué fue así, si es un documento que se puede enviar por internet”, dice Yanette Bautista, directora de la Fundación.
En 2017 acogió el caso de Mayerlis para impulsarlo nuevamente en la justicia ordinaria y gracias a esto le tomaron por primera vez una muestra de ADN a mediados de 2018.
Tuvieron que hacer un derecho de petición ante la Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas para que el fiscal les diera la notificación formal. “La desaparición es un daño a la integridad mental de las familias y cada día que pasa es una tortura. Prorrogar ese sufrimiento después de 26 años de espera es inhumano y revictimizante. No es bueno que la Fiscalía y Medicina Legal se demoren tanto tiempo en buscarlos”, señala Bautista.
De acuerdo con la Fiscalía, a la fecha tienen 141 cuerpos identificados que serán entregados de manera digna a sus familiares una vez sea superada la pandemia. Le respondieron a este medio que dadas las medidas sanitarias y directrices nacionales se restringieron todos los desplazamientos de los funcionarios para no ponerlos en riesgo ni a ellos ni a las familias con diligencias de entrega. Sin embargo, no explicaron por qué hubo demoras en el procedimiento de verificación del caso de Gloria Robles Sanguino.
Para Yanette Bautista, la pandemia ha aplazado aún más para las familias la posibilidad de cerrar el duelo de sus seres queridos desaparecidos. Además, le preocupa que no es claro cómo se están disponiendo realmente lo cuerpos fallecidos por COVID-19.
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Ya sucedió en un terreno en El Copey (Cesar), donde el alcalde municipal mandó a excavar tumbas para muertos por coronavirus y encontró restos óseos humanos. Según organizaciones sociales, allí podrían haber enterradas entre 50 y 100 víctimas de desaparición forzada y posibles ejecuciones extrajudiciales que quedaron en riesgo por la decisión de la Alcaldía. “Es importante que haya una garantía por parte de las instituciones de que en el caso de Gloria Robles no va a ocurrir eso”, señala Bautista.
Según lo que le comunicó el fiscal a Mayerlis Angarita, el cuerpo de su madre reposa en el laboratorio de Antropología Forense de Medicina Legal en Medellín y allí estará protegido. Aunque ya están haciendo las diligencias para sacar el registro de defunción, tendrán que esperar a que pase la pandemia para poder hacer el funeral en Cartagena o en San Juan Nepomuceno con todos sus familiares, como se lo merece Gloria después de 26 años.
“A mí no me están devolviendo un cadáver, me están devolviendo a mi mamá. La van a devolver al lugar de donde no debió salir, con quienes la quieren. A pesar de que se nos atravesó el COVID-19, mi corazón ha descansado de una manera impresionante”, dice Mayerlis.
Ahora a buscar el porqué
Mayerlis tenía 14 años cuando su madre desapareció. Recuerda muy bien que con su papá y dos hermanos tuvieron que irse desplazados de Aguachica (Cesar) a Carmen de Bolívar por el temor de su padre de que también les hicieron algo a ellos. Un par de meses atrás, además, habían encontrado asesinado a uno de sus tíos en una finca que tenían que restituirles.
A esa edad, sin entender lo que significaba la desaparición forzada, Mayerlis pensó que su mamá los había abandonado. Incluso las autoridades se lo dijeron cuando pusieron la denuncia: que se había ido con otro, que abandonó su hogar. “Y nosotros antes teníamos que demostrarles que habían sido los ‘paras’”.
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Gloria tenía 35 años al momento de su desaparición y Mayerlis la recuerda como una mujer siempre dispuesta a ayudar a los demás. Cree que de ahí sacó su deseo de apoyar a víctimas y mujeres en Montes de María. “Es que al principio no podíamos ni mencionar que se habían llevado a mi mamá. Por eso es que Narrar para Vivir lleva ese nombre y la metodología comienza con contarles lo sucedido a otras mujeres. Es nuestro derecho a contar lo que nos hicieron y un reconocimiento de nuestro dolor”, agrega.
Se enteró de que se la habían llevado los paramilitares, porque escuchó que había sido en una de las jornadas de “limpieza social” que había ordenado en Montería Diego Murillo, más conocido como Don Berna. En Justicia y Paz insistió en varias ocasiones para hablar con él, pero lo extraditaron a Estados Unidos en mayo de 2008.
El hallazgo de su madre se dio por el testimonio de un exparamilitar llamado Agustín Sánchez, que fue expulsado de Justicia y Paz y poco o nada se sabe de él. Ahora que ya identificaron el cuerpo de su madre, Mayerlis piensa seguir moviéndose en la Fiscalía para saber quién dio la orden de desaparecerla y por qué. Su caso sigue en la impunidad.