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                                                                                                                                Diego Chica: el primer cuerpo que entrega la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos

                                                                                                                                Fue reclutado por las Farc a los 14 años. La Unidad de Búsqueda de Desaparecidos anunció la entrega de su cuerpo después de 18 años, gracias a la información aportada por excombatientes de las Farc.

                                                                                                                                Carolina Ávila Cortés - @lacaroa08

                                                                                                                                Diego Chica Tamayo fue reclutado en 2001 por miembros de las Farc que operaban en Caquetá. Su cuerpo fue entregado a María del Carmen, su madre, en diciembre de 2019. / Cortesía UBPD.
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                (Le puede interesar: Así se proyecta la justicia transicional para 2020)

                                                                                                                                “¿Que si sentía miedo? Sí, pero el dolor de haber perdido a mi hijo era tan inmenso, tan grande, que yo no medía las consecuencias. Me ganaba más el deseo de buscarlo y saber de él”, cuenta ella. A menudo iba hasta los campamentos de las Farc que operaban en Caquetá a preguntar por su hijo. 

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Estudió hasta noveno grado en Florencia (Caquetá), lejos del corregimiento en el que vivía María con sus tres hijos pequeños, porque allá había más oportunidades de estudio. En Navidad fue a visitar a su mamá. En ese momento le dijo que no se quería devolver porque quería apoyarla económicamente, así que ambos decidieron que él se tomaría un año lejos de los estudios para trabajar, ahorrar y así salir hacia un lugar con más oportunidades. 

                                                                                                                                Diego era un niño juicioso, estudioso, inteligente y muy noble, recuerda María. El sábado después de que lo reclutaron ella se enteró de que había un grupo de guerrilleros cerca y los alcanzó cuando pararon en la orilla del río. Allí iba Diego con otros jóvenes vestidos de camuflado. “Le grité y él volteó a mirar. En un barranquito que había cerca hablamos, pero estaba muy cambiado: nervioso, asustado, se estrujaba las manos. Le dije que huyéramos de ese lugar y que nos fuéramos a donde él quisiera, pero me respondió intimidado que lo dejara ir”. Esa fue la última vez que lo vio.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Volvió a saber de Diego hasta la Navidad de 2015, un día en el que él la llamó. Aunque hablaron muy poco, ella recuerda que su hijo estaba emocionado por el proceso de paz y que le había dicho que si todo salía bien él regresaría a casa. Un año después le enviaron una foto de él a Whatsapp y le contaron que había sido asesinado, entonces enfocó su búsqueda en recuperar su cuerpo. 

                                                                                                                                 

                                                                                                                                El día que la espera acabó 

                                                                                                                                 

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                María del Carmen les preguntaba a los habitantes de la vereda Montañita, en Caquetá, y a los excombatientes que viven en el espacio de reincorporación de esa zona si sabían de Diego. Dio con gente que estuvo en la guerra junto con él y que empezaron a darle información. “Encontré el lugar donde lo habían sepultado, pero sabía que exhumar su cuerpo era un proceso muy complejo y largo, así que busqué apoyo en el Comité Internacional de la Cruz Roja Internacional (CICR)”. Sin embargo, al llegar el sitio se dieron cuenta que estaba repleto de minas. El proceso se retrasó hasta el momento en el que, en compañía con excombatientes, desminaron la zona.  

                                                                                                                                (Lea también: En dos años la JEP ha realizado 82 audiencias y 429 versiones voluntarias)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En febrero de 2018, el cuerpo de Diego Chica fue exhumado en Puerto Tejada (Caquetá). Ahí llegó el turno de Medicina Legal para realizar la identificación y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) se encargó de acelerar este proceso que, por lo general, toma años en lanzar un resultado. De acuerdo con María, fue un antiguo comandante de las Farc en la zona, y de quien Diego era escolta, quien la enlazó con la UBPD en junio de 2018. 

                                                                                                                                La UBPD acompañó todo el proceso de entrega digna del cuerpo de Diego. En diciembre 14 de 2019 coordinaron la ceremonia. Esta fue privada, con María, sus hijos y algunos funcionarios. Ella lamentó los años perdidos junto a Diego, pero expresó la tranquilidad que sentía al saber que estaba con él de nuevo, a pesar de su muerte. Después del velorio lograron darle una sepultura digna en el cementerio. 

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Lo curioso es que en medio de este proceso y a través de información que le dieron las entidades, María se enteró de que Diego dejó una hija, que nueve años atrás puso la denuncia de la desaparición de su padre y había aceptado tomarse las pruebas de ADN. Dice, con anhelo, que ahora lo que viene es seguir averiguando por su nieta para ir juntas a visitar la tumba de Diego. 

                                                                                                                                “A mí me duele mucho la pérdida de mi hijo, pero digo que la paz existe en el corazón de cada persona. Aplaudo y celebro que las Farc hayan querido dejar todo lo malo atrás y ahora estén pidiendo perdón y quieran hacer las cosas bien. Yo no les tengo rabia, en este momento solo tengo paz conmigo misma. Esto fue una guerra sin sentido”.  

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El caso de Diego Chica es el primer resultado público de la labor humanitaria de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, de la efectividad que tiene la coordinación entre las instituciones encargadas de la búsqueda e identificación y por supuesto, del trabajo que están haciendo los excombatientes de las Farc para reparar a las víctimas y encontrar a los desaparecidos por el conflicto armado. 

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                De acuerdo con Luz Marina Monzón, directora de la UBPD, el trabajo humanitario abre un camino de diálogo y confianza con quienes tienen la información para que se puedan encontrar a quienes están desaparecidos o por lo menos, saber qué ocurrió con ellos. Los 276 casos que aportó las Farc en agosto de 2019 más la información de otras entidades como el CICR y organizaciones sociales están siendo contrastadas y en análisis para la construcción de los planes regionales de búsqueda en regiones como Chocó, Meta, Cundinamarca, Cesar, Caquetá, Cauca, Nariño y Antioquia. 

                                                                                                                                *Se reserva los detalles de su identidad por razones de seguridad.

                                                                                                                                **Los nombres de los lugares fueron reservados por petición de la familia. 

                                                                                                                                Diego Chica Tamayo fue reclutado en 2001 por miembros de las Farc que operaban en Caquetá. Su cuerpo fue entregado a María del Carmen, su madre, en diciembre de 2019. / Cortesía UBPD.
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                (Le puede interesar: Así se proyecta la justicia transicional para 2020)

                                                                                                                                “¿Que si sentía miedo? Sí, pero el dolor de haber perdido a mi hijo era tan inmenso, tan grande, que yo no medía las consecuencias. Me ganaba más el deseo de buscarlo y saber de él”, cuenta ella. A menudo iba hasta los campamentos de las Farc que operaban en Caquetá a preguntar por su hijo. 

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Estudió hasta noveno grado en Florencia (Caquetá), lejos del corregimiento en el que vivía María con sus tres hijos pequeños, porque allá había más oportunidades de estudio. En Navidad fue a visitar a su mamá. En ese momento le dijo que no se quería devolver porque quería apoyarla económicamente, así que ambos decidieron que él se tomaría un año lejos de los estudios para trabajar, ahorrar y así salir hacia un lugar con más oportunidades. 

                                                                                                                                Diego era un niño juicioso, estudioso, inteligente y muy noble, recuerda María. El sábado después de que lo reclutaron ella se enteró de que había un grupo de guerrilleros cerca y los alcanzó cuando pararon en la orilla del río. Allí iba Diego con otros jóvenes vestidos de camuflado. “Le grité y él volteó a mirar. En un barranquito que había cerca hablamos, pero estaba muy cambiado: nervioso, asustado, se estrujaba las manos. Le dije que huyéramos de ese lugar y que nos fuéramos a donde él quisiera, pero me respondió intimidado que lo dejara ir”. Esa fue la última vez que lo vio.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Volvió a saber de Diego hasta la Navidad de 2015, un día en el que él la llamó. Aunque hablaron muy poco, ella recuerda que su hijo estaba emocionado por el proceso de paz y que le había dicho que si todo salía bien él regresaría a casa. Un año después le enviaron una foto de él a Whatsapp y le contaron que había sido asesinado, entonces enfocó su búsqueda en recuperar su cuerpo. 

                                                                                                                                 

                                                                                                                                El día que la espera acabó 

                                                                                                                                 

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                María del Carmen les preguntaba a los habitantes de la vereda Montañita, en Caquetá, y a los excombatientes que viven en el espacio de reincorporación de esa zona si sabían de Diego. Dio con gente que estuvo en la guerra junto con él y que empezaron a darle información. “Encontré el lugar donde lo habían sepultado, pero sabía que exhumar su cuerpo era un proceso muy complejo y largo, así que busqué apoyo en el Comité Internacional de la Cruz Roja Internacional (CICR)”. Sin embargo, al llegar el sitio se dieron cuenta que estaba repleto de minas. El proceso se retrasó hasta el momento en el que, en compañía con excombatientes, desminaron la zona.  

                                                                                                                                (Lea también: En dos años la JEP ha realizado 82 audiencias y 429 versiones voluntarias)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En febrero de 2018, el cuerpo de Diego Chica fue exhumado en Puerto Tejada (Caquetá). Ahí llegó el turno de Medicina Legal para realizar la identificación y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) se encargó de acelerar este proceso que, por lo general, toma años en lanzar un resultado. De acuerdo con María, fue un antiguo comandante de las Farc en la zona, y de quien Diego era escolta, quien la enlazó con la UBPD en junio de 2018. 

                                                                                                                                La UBPD acompañó todo el proceso de entrega digna del cuerpo de Diego. En diciembre 14 de 2019 coordinaron la ceremonia. Esta fue privada, con María, sus hijos y algunos funcionarios. Ella lamentó los años perdidos junto a Diego, pero expresó la tranquilidad que sentía al saber que estaba con él de nuevo, a pesar de su muerte. Después del velorio lograron darle una sepultura digna en el cementerio. 

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Lo curioso es que en medio de este proceso y a través de información que le dieron las entidades, María se enteró de que Diego dejó una hija, que nueve años atrás puso la denuncia de la desaparición de su padre y había aceptado tomarse las pruebas de ADN. Dice, con anhelo, que ahora lo que viene es seguir averiguando por su nieta para ir juntas a visitar la tumba de Diego. 

                                                                                                                                “A mí me duele mucho la pérdida de mi hijo, pero digo que la paz existe en el corazón de cada persona. Aplaudo y celebro que las Farc hayan querido dejar todo lo malo atrás y ahora estén pidiendo perdón y quieran hacer las cosas bien. Yo no les tengo rabia, en este momento solo tengo paz conmigo misma. Esto fue una guerra sin sentido”.  

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El caso de Diego Chica es el primer resultado público de la labor humanitaria de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, de la efectividad que tiene la coordinación entre las instituciones encargadas de la búsqueda e identificación y por supuesto, del trabajo que están haciendo los excombatientes de las Farc para reparar a las víctimas y encontrar a los desaparecidos por el conflicto armado. 

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                De acuerdo con Luz Marina Monzón, directora de la UBPD, el trabajo humanitario abre un camino de diálogo y confianza con quienes tienen la información para que se puedan encontrar a quienes están desaparecidos o por lo menos, saber qué ocurrió con ellos. Los 276 casos que aportó las Farc en agosto de 2019 más la información de otras entidades como el CICR y organizaciones sociales están siendo contrastadas y en análisis para la construcción de los planes regionales de búsqueda en regiones como Chocó, Meta, Cundinamarca, Cesar, Caquetá, Cauca, Nariño y Antioquia. 

                                                                                                                                *Se reserva los detalles de su identidad por razones de seguridad.

                                                                                                                                **Los nombres de los lugares fueron reservados por petición de la familia. 

                                                                                                                                Por Carolina Ávila Cortés - @lacaroa08

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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