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                                                                                                                                El primer caso de afectación por glifosato que llegaría a la JEP

                                                                                                                                Un grupo de campesinos del sur de Bolívar, afectados por las fumigaciones aéreas, busca que su caso sea admitido por la Justicia Especial para la Paz. Sería el primero de su tipo en ser investigado por esa Jurisdicción y podría hacer historia.

                                                                                                                                Al menos 40 familias que no tenían coca fueron afectadas por las aspersiones aéreas con glifosato, entre 2001 y 2015, en el sur de Bolívar. / AP
                                                                                                                                Foto: ASSOCIATED PRESS - SCOTT DALTON
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Aldemar Granada es uno de los 146 campesinos cultivadores de cacao de la Asociación de Productores Agropecuarios de la Zona Alta de San Pablo (Asocazul), una organización que intentó entre 2005 y 2013 ofrecer a los habitantes de San Pablo, Cantagallo y Simití proyectos productivos que les permitieran abandonar la coca y las economías ilegales, de la mano del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio. Todo lo hicieron con apoyos de la cooperación internacional y un crédito colectivo con Bancolombia, que fue gestionado por ellos.

                                                                                                                                “Estábamos cansados con el conflicto armado que se genera con todo este tema de la coca”, asegura Manuel Durango, uno de los afiliados. “Lo que queríamos era salir en un proceso que nos permitiera criar a nuestros hijos de forma legal, garantizar el estudio, la alimentación de nuestros hijos”, añade.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                (Lea también: ‘Esperamos que la JEP reconozca los daños del reclutamiento sobre pueblos étnicos’)

                                                                                                                                Al menos 40 de estas familias que ya no tenían coca en sus fincas fueron afectadas por las aspersiones aéreas con glifosato, realizadas de manera ininterrumpida entre 2001 y 2015 en el sur de Bolívar.

                                                                                                                                En algunos casos, como el de Rosa Pineda, “fumigaron” sus cacaoteras hasta en tres oportunidades en años diferentes, con pérdidas totales para ella y su familia. En otros, como el de Diomedes Páez Tarazona, la fumigación ocurrió una sola vez y destruyó 5.500 colinos de cacao recién arriados hasta su finca “con cinco mulas”, cuando apenas llevaban una semana de haberse sembrado. Tras el paso de la avioneta “no quedaba nada”, explica Diomedes, quien finalmente abandonó la tierra.

                                                                                                                                En total, 118 hectáreas de cacao fueron arrasadas por las aspersiones con glifosato, afectando directamente a 42 familias, aunque a la postre todas las 146 familias terminaron pagando las consecuencias, pues la asociación no tuvo cómo afrontar el crédito con Bancolombia y el proyecto se vino abajo, según explica Esther Julia Cruz Celis, fundadora de Asocazul.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Fuentes de la JEP explican que en 2022 se abrirá un macrocaso sobre la responsabilidad de paramilitares, terceros y agentes del Estado en el conflicto, ahí cabría la denuncia de Asocazul, toda vez que las aspersiones fueron realizadas por la Policía Antinarcóticos, en el marco de la estrategia contrainsurgente del Plan Colombia. “Se debe reconocer que la responsabilidad fue del Estado, con ese precedente nosotros quedaríamos satisfechos, porque se sabría la verdad”, dice Mejía.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “Lo que se pretende es la descampesinización del campo en el marco de una política de Estado: limpiar los territorios”, asegura la abogada Rosa Mateus. “Son políticas para atacar y sacar a los campesinos, la política contra las drogas siempre ha sido perseguir al eslabón más débil de la cadena”.

                                                                                                                                Foto: El Espectador
                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Una nube de veneno

                                                                                                                                Aldemar Granada dice que el glifosato es como una neblina o “un vapor que quema”. Cuando cae, aparecen unas gotas aceitosas muy finas que lo impregnan todo, también a los animales y a las personas: “Después viene la rasquiña”, asegura. Él sufre una dermatitis crónica después de las fumigaciones, su padre Eleázar recibió el chorro de veneno en el cuerpo mientras trabajaba en un cultivo de cacao y murió de cáncer años después.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “No nos quedó sino mirar la avioneta tirándoles veneno a nuestros cultivos”, se queja Manuel Durango.

                                                                                                                                Hasta 2020 había un total de 263 demandas contra la nación por hechos similares, 41 a favor de campesinos y comunidades víctimas de las aspersiones, mientras que 57 favorecieron al Estado. Siguen 156 procesos sin resolverse, y uno corresponde a Asocazul.

                                                                                                                                Foto: El Espectador
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Según un informe de la Oficina en Washington para Asuntos de América Latina (WOLA), la propia Dirección Antinarcóticos admitió que en menos del 6 % de quejas recibidas se habían realizado visitas en campo y las compensaciones por daños no llegaban ni al 1 %.

                                                                                                                                “Este caso puede marcar un hito muy importante de cara a nuevas fumigaciones”, sostiene la abogada Rosa María Mateus. Si el fallo es favorable a los campesinos, en el Consejo de Estado y la JEP aquello podría “suspender o cancelar todos los planes que se tengan con aspersiones aéreas e incluso terrestres”, puntualiza la abogada.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                (Le puede interesar: ¿Qué hizo el Sistema Integral para la Paz en 2021?)

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Hasta su finca, en el corazón de la serranía de San Lucas, llegó el sacerdote Francisco de Roux cuando acompañaba el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio para escuchar su testimonio. “Yo estoy de acuerdo en que acaben la coca”, concluye Rafael Antonio, “pero que el Gobierno invierta”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Su reclamo condensa bien el brutal círculo vicioso de las aspersiones, que atacan a los campesinos, pero nunca resuelven el problema del narcotráfico: “Es un rencor grande, hay mucha gente que a través de esos atropellos del Gobierno han cogido las armas, cualquier grupo les echó mano”.

                                                                                                                                Al menos 40 familias que no tenían coca fueron afectadas por las aspersiones aéreas con glifosato, entre 2001 y 2015, en el sur de Bolívar. / AP
                                                                                                                                Foto: ASSOCIATED PRESS - SCOTT DALTON
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Aldemar Granada es uno de los 146 campesinos cultivadores de cacao de la Asociación de Productores Agropecuarios de la Zona Alta de San Pablo (Asocazul), una organización que intentó entre 2005 y 2013 ofrecer a los habitantes de San Pablo, Cantagallo y Simití proyectos productivos que les permitieran abandonar la coca y las economías ilegales, de la mano del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio. Todo lo hicieron con apoyos de la cooperación internacional y un crédito colectivo con Bancolombia, que fue gestionado por ellos.

                                                                                                                                “Estábamos cansados con el conflicto armado que se genera con todo este tema de la coca”, asegura Manuel Durango, uno de los afiliados. “Lo que queríamos era salir en un proceso que nos permitiera criar a nuestros hijos de forma legal, garantizar el estudio, la alimentación de nuestros hijos”, añade.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                (Lea también: ‘Esperamos que la JEP reconozca los daños del reclutamiento sobre pueblos étnicos’)

                                                                                                                                Al menos 40 de estas familias que ya no tenían coca en sus fincas fueron afectadas por las aspersiones aéreas con glifosato, realizadas de manera ininterrumpida entre 2001 y 2015 en el sur de Bolívar.

                                                                                                                                En algunos casos, como el de Rosa Pineda, “fumigaron” sus cacaoteras hasta en tres oportunidades en años diferentes, con pérdidas totales para ella y su familia. En otros, como el de Diomedes Páez Tarazona, la fumigación ocurrió una sola vez y destruyó 5.500 colinos de cacao recién arriados hasta su finca “con cinco mulas”, cuando apenas llevaban una semana de haberse sembrado. Tras el paso de la avioneta “no quedaba nada”, explica Diomedes, quien finalmente abandonó la tierra.

                                                                                                                                En total, 118 hectáreas de cacao fueron arrasadas por las aspersiones con glifosato, afectando directamente a 42 familias, aunque a la postre todas las 146 familias terminaron pagando las consecuencias, pues la asociación no tuvo cómo afrontar el crédito con Bancolombia y el proyecto se vino abajo, según explica Esther Julia Cruz Celis, fundadora de Asocazul.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Fuentes de la JEP explican que en 2022 se abrirá un macrocaso sobre la responsabilidad de paramilitares, terceros y agentes del Estado en el conflicto, ahí cabría la denuncia de Asocazul, toda vez que las aspersiones fueron realizadas por la Policía Antinarcóticos, en el marco de la estrategia contrainsurgente del Plan Colombia. “Se debe reconocer que la responsabilidad fue del Estado, con ese precedente nosotros quedaríamos satisfechos, porque se sabría la verdad”, dice Mejía.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “Lo que se pretende es la descampesinización del campo en el marco de una política de Estado: limpiar los territorios”, asegura la abogada Rosa Mateus. “Son políticas para atacar y sacar a los campesinos, la política contra las drogas siempre ha sido perseguir al eslabón más débil de la cadena”.

                                                                                                                                Foto: El Espectador
                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Una nube de veneno

                                                                                                                                Aldemar Granada dice que el glifosato es como una neblina o “un vapor que quema”. Cuando cae, aparecen unas gotas aceitosas muy finas que lo impregnan todo, también a los animales y a las personas: “Después viene la rasquiña”, asegura. Él sufre una dermatitis crónica después de las fumigaciones, su padre Eleázar recibió el chorro de veneno en el cuerpo mientras trabajaba en un cultivo de cacao y murió de cáncer años después.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “No nos quedó sino mirar la avioneta tirándoles veneno a nuestros cultivos”, se queja Manuel Durango.

                                                                                                                                Hasta 2020 había un total de 263 demandas contra la nación por hechos similares, 41 a favor de campesinos y comunidades víctimas de las aspersiones, mientras que 57 favorecieron al Estado. Siguen 156 procesos sin resolverse, y uno corresponde a Asocazul.

                                                                                                                                Foto: El Espectador
                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “Este caso puede marcar un hito muy importante de cara a nuevas fumigaciones”, sostiene la abogada Rosa María Mateus. Si el fallo es favorable a los campesinos, en el Consejo de Estado y la JEP aquello podría “suspender o cancelar todos los planes que se tengan con aspersiones aéreas e incluso terrestres”, puntualiza la abogada.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                (Le puede interesar: ¿Qué hizo el Sistema Integral para la Paz en 2021?)

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Hasta su finca, en el corazón de la serranía de San Lucas, llegó el sacerdote Francisco de Roux cuando acompañaba el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio para escuchar su testimonio. “Yo estoy de acuerdo en que acaben la coca”, concluye Rafael Antonio, “pero que el Gobierno invierta”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Su reclamo condensa bien el brutal círculo vicioso de las aspersiones, que atacan a los campesinos, pero nunca resuelven el problema del narcotráfico: “Es un rencor grande, hay mucha gente que a través de esos atropellos del Gobierno han cogido las armas, cualquier grupo les echó mano”.

                                                                                                                                Por Camilo Alzate González

                                                                                                                                Licenciado en literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira. Cubre temas relacionados con paz, derechos humanos y conflicto armado.@camilagrosocalzate@elespectador.com
                                                                                                                                Ver todas las noticias
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