En busca de los desaparecidos de la operación Berlín
Durante tres días, 50 excombatientes de las Farc se reunieron con la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos para reconstruir este operativo, en el que murieron al menos 74 guerrilleros menores de edad. Cerca de 100 personas aún están desaparecidas. Las están buscando y piden ayuda a los militares.
Gloria Castrillón Pulido
Ubaldino dice que pidió ingreso a las Farc a los 10 años de edad. Llegó a un campamento de la guerrilla en el Huila, buscando a sus dos hermanos mayores. Recuerda que el comandante de la unidad lo mandó para la casa varias veces, pero que él no quiso, así que sus hermanos se hicieron responsables de su estadía mientras podía ingresar formalmente. Lo hizo en el naciente frente 26 que surgió en el Meta. Muy joven vio nacer el Bloque Oriental por iniciativa del Mono Jojoy, Pastor Alape y Timoleón Jiménez. Fue conformado con 27 frentes y varias unidades móviles. Después de estar en la guardia de Raúl Reyes, integró la Fuerza Especial comandada por el jefe máximo, Manuel Marulanda Vélez. En esa unidad enfrentó el ataque a Casa Verde, ofició como parte del primer anillo de seguridad de la Octava Conferencia y luego pasó a órdenes del Mono Jojoy hasta el año 2000. En mayo de ese año, en la zona de distensión del Caguán se desarrolló el Pleno del Estado Mayor Central, en el que la dirigencia decidió conformar una columna móvil que les diera apoyo a los guerrilleros que estaban enfrentando la guerra contra los paramilitares en el Catatumbo.
Por su experiencia, Ubaldino fue encargado de dirigir una de las nueve compañías que integraron la columna móvil Arturo Ruiz, que debía moverse desde el Meta hasta el Catatumbo. “Nos desplazamos desde el campamento El Borugo, que estaba en las sabanas del Yarí, cruzamos por Meta, Guaviare, Guainía, Vichada, Casanare, Boyacá, Santander y Norte de Santander, fue un desplazamiento que tardó entre seis y ocho meses. En ese desplazamiento fuimos víctimas de la Operación Berlín”.
La Operación Berlín, denominada así por los militares de la Quinta Brigada del Ejército, al mando del general Martín Orlando Carreño, fue el ataque de las Fuerzas Militares para evitar el avance de la columna móvil Arturo Ruiz. Los combates empezaron en noviembre de 2000, en el corregimiento Turbay, municipio de Suratá (Santander), en inmediaciones del páramo Berlín, y se extendieron casi por dos meses. Se cree que en los combates murieron unos 74 menores de edad de los 150 que integraban la columna Arturo Ruiz.
(Lea también: Operación Berlín: el calvario de los niños reclutados por las Farc)
La travesía fue muy dura, cruenta, inhumana. Ubaldino reconoce que las unidades que les asignaron eran muy jóvenes, no tenían el entrenamiento adecuado para enfrentar esa misión. Hubo muchas fallas. Admite que subestimaron al enemigo y, además, se rompió el secreto, ya que los muchachos les contaron a sus familias y conocidos para dónde y a qué iban. No tenían ropa adecuada para atravesar el páramo, no conocían el terreno y pronto se desmoralizaron.
“Éramos 365 personas. Tres de las compañías se tuvieron que regresar y se unieron al frente 10. Seguimos cuatro. Una al mando del Negro Luis, otra al mando de Milton, otra al mando de Fredy y la otra de mi persona. Las cuatro cruzamos la cordillera y caímos en la Operación Berlín. Fueron 22 mil militares con toda su fuerza, cuyo objetivo era destruirnos”.
Solo 120 personas llegaron al Catatumbo con vida. El resto desertaron, murieron, fueron capturados; de muchos de ellos y ellas se perdió el rastro. Testimonios recogidos por la Fundación Benposta, Human Rights Watch, la Unidad de Víctimas, e incluso en una reconstrucción hecha por Colombia+20, dan cuenta de torturas, violaciones sexuales y ejecuciones extrajudiciales por parte del Ejército durante la Operación Berlín.
Por eso Ubaldino y cerca de medio centenar de sobrevivientes de este operativo se reunieron durante tres días en Bogotá, la semana pasada, convocados por la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas (UBPD), para reconstruir esos días en los que el hambre, el frío, el miedo y la muerte los cercaron hasta sellar una de las derrotas más estruendosas de las Farc en la guerra.
“Queremos saber qué pasó con nuestros compañeros y compañeras. Estamos dando cumplimiento al comunicado 62 del 17 de octubre de 2015, que establece la búsqueda de personas dadas por desaparecidas en el marco del conflicto. De nuestra parte hemos estado aportando a la verdad para darles respuestas a las familias que nos piden a nosotros y a los militares que les demos información para entregar los restos a sus seres queridos”, dice Ubaldino, quien hace parte de la Comisión Nacional de Búsqueda que la exguerrilla de las Farc creó para esta labor humanitaria.
(Le recomendamos: Reclutamiento forzado: un delito que ningún grupo armado ha reconocido en Colombia)
Esta Comisión está integrada por un centenar de hombres y mujeres que recibieron capacitación con el Comité Internacional de la Cruz Internacional (CICR) y se han dedicado durante estos seis años a buscar y entregar información para la localización de cuerpos de civiles, militares, paramilitares y guerrilleros de los que tienen conocimiento de su ubicación. “Ya tenemos 500 formatos con información para la ubicación de igual número de cuerpos que le entregamos a la Unidad de Búsqueda”, precisa Ubaldino.
Este jueves 17 de junio, en un evento público, los exjefes de las Farc, encabezados por Rodrigo Londoño, y la Unidad de Búsqueda anunciarán nuevos acuerdos para continuar en esta labor humanitaria prevista en el Acuerdo de Paz.
La galería de la memoria
Un mar de emociones se desató entre los participantes del encuentro. Eso de remover los recuerdos más duros de la guerra resultó doloroso. Por estos días se cumplen 21 años del momento en el que recibieron la orden de partir desde La Macarena, Meta, en esa travesía inverosímil. Hay recuerdos que se pierden y se niegan a volver, pero hacer ese ejercicio de memoria les llenó de esperanza ante la idea de saber qué pasó con sus compañeros y compañeras.
Con ese sentimiento recorrieron varias veces una galería de fotos y de información de algo más de 100 personas que partieron con ellos en esa absurda misión. Miraron los rostros una y otra vez para reconocerlos, precisar cuándo y dónde los vieron por última vez o para buscar en la memoria algún dato de sus familias.
En este proceso tuvieron el apoyo de la UBPD, entidad que además de proveer la logística del encuentro, se encargó de la reconstrucción de la estructura, “con fines de individualización e identificación, con el propósito de precisar qué personas pudieron morir durante las hostilidades (universo de personas dadas por desaparecidas). Luego, se aplicó la metodología de cartografía para comprender la ruta por la que se desplazó la columna, y así identificar los posibles lugares donde ocurrieron los combates y/o donde pudieron haber inhumado personas que presuntamente perdieron la vida en el marco de esa operación y de otras acciones militares en la región del Catatumbo (registro de fosas, cementerios y sepulturas ilegales)”.
En medio del dolor y la nostalgia, e incluso de la alegría por los reencuentros, transcurrieron tres días de trabajo en los que se recolectó información para que la Unidad adelante la investigación, localización y eventual recuperación de cuerpos que puedan ser sometidos a identificación y entregados dignamente a sus familiares.
Yemerson fue uno de los que salieron más emocionados del encuentro. Dice que tal vez ahora sí pueda encontrar los cuerpos de sus tres hermanos, dos de ellos sobrevivieron como él a la Operación Berlín, pero murieron días después en combates en el Catatumbo; el mayor murió en combates con el Ejército en 1998. Aunque eso no es lo único que lo mueve. Por su memoria pasan varios de sus compañeros, que asustados huyeron en medio de los combates o que fueron capturados por el Ejército y de los que quiere entregarles información a las familias que le siguen preguntando por ellos.
(Le puede interesar: La comisión de Farc que busca a los desaparecidos)
Su historia es como la de muchos niños y niñas que decidieron buscar una oportunidad de vida en la guerrilla. Contrario al caso de Ubaldino, Yemerson fue el primero de los cuatro hermanos varones (una hermana se quedó con los padres) en ingresar a las Farc. Lo hizo como miliciano, tenía 14 años. Nació en la inspección de La Julia, en Uribe, Meta, creció sin oportunidad de estudiar y con la imagen de tres tíos y tres primos que habían ingresado también siendo muy jóvenes.
Con el tiempo, los tres hermanos quedaron al mando de Rogelio, un comandante que luego lideraría la columna Arturo Ruiz. Cuando llegó la misión para ir al Catatumbo, Yemerson fue elegido; sus hermanos quisieron irse con él, así que intercedió con el mando y logró que los tres se embarcaran en la travesía, aunque en compañías diferentes.
“Los tres llegamos al Catatumbo a enfrentar la oleada paramilitar, que fue aterradora, tuvimos que contenerlos y tratar de salvaguardar la poca gente que quedaba”, recuerda sobre la guerra que fueron a librar en selvas lejanas y desconocidas. Una guerra que solo por mencionar dos cifras del Centro Nacional de Memoria Histórica dejó entre 1999 y 2006 cerca de 100.000 desplazados, cerca de 60 % del total de la población desplazada entre 1985 y 2017. Y un total de 599 personas asesinadas en masacres, en el mismo período.
Los responsables
“Sí, se violaron las normas de reclutamiento. Toca decir las verdades. Se dice que los que veníamos de comandantes somos los que debemos responder a la JEP en el caso 07 (Reclutamiento y uso de niños y niñas en el conflicto armado), pero las unidades no las ingresamos nosotros. Fueron cuotas de los frentes 27, 44, 40, 7 y algunas unidades del 1°. Yo venía de la fuerza especial, no participé de la elección”, dice Ubaldino.
Ante la pregunta de quiénes deben responder por haber puesto a menores de edad sin entrenamiento como carne de cañón en esta situación, Ubaldino responde: “Los responsables fueron los comandantes de esos frentes y otros mandos que no tuvieron precauciones para tomar esas decisiones. Nosotros pagamos los platos rotos, pero ya teníamos misión encima y tocaba cumplirla, era tropa que no conocíamos, la conocimos por el camino”.
Rodrigo Londoño, jefe máximo de la exguerrilla hasta su desarme y quien iba a recibir el apoyo de la columna móvil Arturo Ruiz, rememora que en el año 2000 viajó al Caguán, allá se encontró con el Mono Jojoy y trazaron planes militares a futuro. “El Bloque Magdalena Medio era una estructura pequeña, teníamos información de unos objetivos militares, pero a nosotros nos faltaba fuerza, y en el pleno se decidió que del Oriental nos mandarían unos 600 hombres para que me apoyaran por un año en el Catatumbo”.
(Lea también: Tres exguerrilleras que lideran la búsqueda de los desaparecidos en el conflicto)
Londoño, quien acompañó el encuentro de sobrevivientes, dijo a Colombia+20 que él se enteró de la operación Berlín después de que ocurrieron los hechos. “Yo pensé que era tropa mejor entrenada. En las evaluaciones posteriores se vio que se cometieron varios errores, pero en desarrollo de la marcha fueron atacados en el páramo, en una condición desventajosa, no tenían ropa adecuada, venían de clima cálido; estaban sin comida, pasaron muchas desgracias”.
Y dice que en este ejercicio no se trata de buscar responsables. “La historia decantará y dirá lo qué sucedió, ahora nos toca ver cómo buscar y encontrar la gente que no aparece”. Recalca que él ya dio su aporte en la JEP en el caso 07, que respondió un largo interrogatorio sobre este caso, que hizo lo propio en la Comisión de la Verdad y que ha trabajado con muchachos de la fundación Benposta, reconstruyendo los hechos para buscar a los que no aparecen.
En su opinión, el ahora partido Comunes se ha demorado en esta reconstrucción. “Yo le había dicho a la gente en los ETCR que reconstruyeran antes de que nos dispersáramos, toca decir qué sabe cada uno de los caídos en combate, si saben el nombre propio, si saben de la familia. Pero bueno se está haciendo, todavía hay comunicación, toca ir a buscarlos, es complejo, se necesitan recursos y decisión política. Hay gente que vive del día a día, no pueden parar y sacar tiempo y recursos para la búsqueda”.
¿Qué sigue ahora?
La UBPD explicó que la información recolectada debe sistematizarse para construir el universo de personas dadas por desaparecidas en la Operación Berlín. Luego vendrá el análisis y cruce de información en bases de datos del Instituto de Medicina Legal en tres vías: los cuerpos que ingresaron a los laboratorios de Cúcuta y Bucaramanga en el año 2000; la revisión de las necropsias y las actas de defunción; el cruce de esta información con la sistematización y organización de expedientes forenses que se ha venido haciendo con Medicina Legal.
Le recomendamos leer y escuchar:
*(Pódcast) La verdad de los desaparecidos que guardan los cementerios de los Llanos.
*Este especial sobre mujeres buscadoras de desaparecidos en Colombia.
*Las familias que buscan a sus desaparecidos se están muriendo sin encontrarlos: Equitas.
Ubaldino dice que pidió ingreso a las Farc a los 10 años de edad. Llegó a un campamento de la guerrilla en el Huila, buscando a sus dos hermanos mayores. Recuerda que el comandante de la unidad lo mandó para la casa varias veces, pero que él no quiso, así que sus hermanos se hicieron responsables de su estadía mientras podía ingresar formalmente. Lo hizo en el naciente frente 26 que surgió en el Meta. Muy joven vio nacer el Bloque Oriental por iniciativa del Mono Jojoy, Pastor Alape y Timoleón Jiménez. Fue conformado con 27 frentes y varias unidades móviles. Después de estar en la guardia de Raúl Reyes, integró la Fuerza Especial comandada por el jefe máximo, Manuel Marulanda Vélez. En esa unidad enfrentó el ataque a Casa Verde, ofició como parte del primer anillo de seguridad de la Octava Conferencia y luego pasó a órdenes del Mono Jojoy hasta el año 2000. En mayo de ese año, en la zona de distensión del Caguán se desarrolló el Pleno del Estado Mayor Central, en el que la dirigencia decidió conformar una columna móvil que les diera apoyo a los guerrilleros que estaban enfrentando la guerra contra los paramilitares en el Catatumbo.
Por su experiencia, Ubaldino fue encargado de dirigir una de las nueve compañías que integraron la columna móvil Arturo Ruiz, que debía moverse desde el Meta hasta el Catatumbo. “Nos desplazamos desde el campamento El Borugo, que estaba en las sabanas del Yarí, cruzamos por Meta, Guaviare, Guainía, Vichada, Casanare, Boyacá, Santander y Norte de Santander, fue un desplazamiento que tardó entre seis y ocho meses. En ese desplazamiento fuimos víctimas de la Operación Berlín”.
La Operación Berlín, denominada así por los militares de la Quinta Brigada del Ejército, al mando del general Martín Orlando Carreño, fue el ataque de las Fuerzas Militares para evitar el avance de la columna móvil Arturo Ruiz. Los combates empezaron en noviembre de 2000, en el corregimiento Turbay, municipio de Suratá (Santander), en inmediaciones del páramo Berlín, y se extendieron casi por dos meses. Se cree que en los combates murieron unos 74 menores de edad de los 150 que integraban la columna Arturo Ruiz.
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La travesía fue muy dura, cruenta, inhumana. Ubaldino reconoce que las unidades que les asignaron eran muy jóvenes, no tenían el entrenamiento adecuado para enfrentar esa misión. Hubo muchas fallas. Admite que subestimaron al enemigo y, además, se rompió el secreto, ya que los muchachos les contaron a sus familias y conocidos para dónde y a qué iban. No tenían ropa adecuada para atravesar el páramo, no conocían el terreno y pronto se desmoralizaron.
“Éramos 365 personas. Tres de las compañías se tuvieron que regresar y se unieron al frente 10. Seguimos cuatro. Una al mando del Negro Luis, otra al mando de Milton, otra al mando de Fredy y la otra de mi persona. Las cuatro cruzamos la cordillera y caímos en la Operación Berlín. Fueron 22 mil militares con toda su fuerza, cuyo objetivo era destruirnos”.
Solo 120 personas llegaron al Catatumbo con vida. El resto desertaron, murieron, fueron capturados; de muchos de ellos y ellas se perdió el rastro. Testimonios recogidos por la Fundación Benposta, Human Rights Watch, la Unidad de Víctimas, e incluso en una reconstrucción hecha por Colombia+20, dan cuenta de torturas, violaciones sexuales y ejecuciones extrajudiciales por parte del Ejército durante la Operación Berlín.
Por eso Ubaldino y cerca de medio centenar de sobrevivientes de este operativo se reunieron durante tres días en Bogotá, la semana pasada, convocados por la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas (UBPD), para reconstruir esos días en los que el hambre, el frío, el miedo y la muerte los cercaron hasta sellar una de las derrotas más estruendosas de las Farc en la guerra.
“Queremos saber qué pasó con nuestros compañeros y compañeras. Estamos dando cumplimiento al comunicado 62 del 17 de octubre de 2015, que establece la búsqueda de personas dadas por desaparecidas en el marco del conflicto. De nuestra parte hemos estado aportando a la verdad para darles respuestas a las familias que nos piden a nosotros y a los militares que les demos información para entregar los restos a sus seres queridos”, dice Ubaldino, quien hace parte de la Comisión Nacional de Búsqueda que la exguerrilla de las Farc creó para esta labor humanitaria.
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Esta Comisión está integrada por un centenar de hombres y mujeres que recibieron capacitación con el Comité Internacional de la Cruz Internacional (CICR) y se han dedicado durante estos seis años a buscar y entregar información para la localización de cuerpos de civiles, militares, paramilitares y guerrilleros de los que tienen conocimiento de su ubicación. “Ya tenemos 500 formatos con información para la ubicación de igual número de cuerpos que le entregamos a la Unidad de Búsqueda”, precisa Ubaldino.
Este jueves 17 de junio, en un evento público, los exjefes de las Farc, encabezados por Rodrigo Londoño, y la Unidad de Búsqueda anunciarán nuevos acuerdos para continuar en esta labor humanitaria prevista en el Acuerdo de Paz.
La galería de la memoria
Un mar de emociones se desató entre los participantes del encuentro. Eso de remover los recuerdos más duros de la guerra resultó doloroso. Por estos días se cumplen 21 años del momento en el que recibieron la orden de partir desde La Macarena, Meta, en esa travesía inverosímil. Hay recuerdos que se pierden y se niegan a volver, pero hacer ese ejercicio de memoria les llenó de esperanza ante la idea de saber qué pasó con sus compañeros y compañeras.
Con ese sentimiento recorrieron varias veces una galería de fotos y de información de algo más de 100 personas que partieron con ellos en esa absurda misión. Miraron los rostros una y otra vez para reconocerlos, precisar cuándo y dónde los vieron por última vez o para buscar en la memoria algún dato de sus familias.
En este proceso tuvieron el apoyo de la UBPD, entidad que además de proveer la logística del encuentro, se encargó de la reconstrucción de la estructura, “con fines de individualización e identificación, con el propósito de precisar qué personas pudieron morir durante las hostilidades (universo de personas dadas por desaparecidas). Luego, se aplicó la metodología de cartografía para comprender la ruta por la que se desplazó la columna, y así identificar los posibles lugares donde ocurrieron los combates y/o donde pudieron haber inhumado personas que presuntamente perdieron la vida en el marco de esa operación y de otras acciones militares en la región del Catatumbo (registro de fosas, cementerios y sepulturas ilegales)”.
En medio del dolor y la nostalgia, e incluso de la alegría por los reencuentros, transcurrieron tres días de trabajo en los que se recolectó información para que la Unidad adelante la investigación, localización y eventual recuperación de cuerpos que puedan ser sometidos a identificación y entregados dignamente a sus familiares.
Yemerson fue uno de los que salieron más emocionados del encuentro. Dice que tal vez ahora sí pueda encontrar los cuerpos de sus tres hermanos, dos de ellos sobrevivieron como él a la Operación Berlín, pero murieron días después en combates en el Catatumbo; el mayor murió en combates con el Ejército en 1998. Aunque eso no es lo único que lo mueve. Por su memoria pasan varios de sus compañeros, que asustados huyeron en medio de los combates o que fueron capturados por el Ejército y de los que quiere entregarles información a las familias que le siguen preguntando por ellos.
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Su historia es como la de muchos niños y niñas que decidieron buscar una oportunidad de vida en la guerrilla. Contrario al caso de Ubaldino, Yemerson fue el primero de los cuatro hermanos varones (una hermana se quedó con los padres) en ingresar a las Farc. Lo hizo como miliciano, tenía 14 años. Nació en la inspección de La Julia, en Uribe, Meta, creció sin oportunidad de estudiar y con la imagen de tres tíos y tres primos que habían ingresado también siendo muy jóvenes.
Con el tiempo, los tres hermanos quedaron al mando de Rogelio, un comandante que luego lideraría la columna Arturo Ruiz. Cuando llegó la misión para ir al Catatumbo, Yemerson fue elegido; sus hermanos quisieron irse con él, así que intercedió con el mando y logró que los tres se embarcaran en la travesía, aunque en compañías diferentes.
“Los tres llegamos al Catatumbo a enfrentar la oleada paramilitar, que fue aterradora, tuvimos que contenerlos y tratar de salvaguardar la poca gente que quedaba”, recuerda sobre la guerra que fueron a librar en selvas lejanas y desconocidas. Una guerra que solo por mencionar dos cifras del Centro Nacional de Memoria Histórica dejó entre 1999 y 2006 cerca de 100.000 desplazados, cerca de 60 % del total de la población desplazada entre 1985 y 2017. Y un total de 599 personas asesinadas en masacres, en el mismo período.
Los responsables
“Sí, se violaron las normas de reclutamiento. Toca decir las verdades. Se dice que los que veníamos de comandantes somos los que debemos responder a la JEP en el caso 07 (Reclutamiento y uso de niños y niñas en el conflicto armado), pero las unidades no las ingresamos nosotros. Fueron cuotas de los frentes 27, 44, 40, 7 y algunas unidades del 1°. Yo venía de la fuerza especial, no participé de la elección”, dice Ubaldino.
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Y dice que en este ejercicio no se trata de buscar responsables. “La historia decantará y dirá lo qué sucedió, ahora nos toca ver cómo buscar y encontrar la gente que no aparece”. Recalca que él ya dio su aporte en la JEP en el caso 07, que respondió un largo interrogatorio sobre este caso, que hizo lo propio en la Comisión de la Verdad y que ha trabajado con muchachos de la fundación Benposta, reconstruyendo los hechos para buscar a los que no aparecen.
En su opinión, el ahora partido Comunes se ha demorado en esta reconstrucción. “Yo le había dicho a la gente en los ETCR que reconstruyeran antes de que nos dispersáramos, toca decir qué sabe cada uno de los caídos en combate, si saben el nombre propio, si saben de la familia. Pero bueno se está haciendo, todavía hay comunicación, toca ir a buscarlos, es complejo, se necesitan recursos y decisión política. Hay gente que vive del día a día, no pueden parar y sacar tiempo y recursos para la búsqueda”.
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