“General Santoyo debe contar la verdad sobre la desaparición forzada”
Adriana Quintero, hija de Ángel Quintero, desaparecido en Medellín en 2000, pide al general (r) de la Policía, condenado en Estados Unidos por apoyar a las AUC, que responda ante la justicia colombiana por estos crímenes.
Natalia Herrera Durán /@Natal1aH
Adriana Quintero tenía 20 años cuando su padre, Ángel Quintero, fue desaparecido forzadamante, junto con Claudia Monsalve. Los dos eran defensores de derechos humanos en Antioquia e integrantes de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes). Desde entonces, su familia se marchó al exilio en medio del más inmenso dolor e impotencia.
Es por este caso que el general (r) de la Policía Mauricio Santoyo fue capturado a su regreso a Colombia, el pasado 29 de abril. Su posible responsabilidad está relacionada con las interceptaciones ilegales que el Gaula (Grupo antisecuestro y antiextorsión) de la Policía de Medellín hizo de Asfaddes para la época en la que él era director.
En esos años, Asfaddes ya había recibido amenazas por parte de los paramilitares. Santoyo realizó un acuerdo con la justicia estadounidense y aceptó responsabilidad en proveer información y personal del Gaula para facilitar tareas del paramilitarismo, a cambio de que no lo condenaran por narcotráfico. Por esa razón fue condenado a 13 años, sin embargo, por su colaboración con la justicia de ese país solo cumplió 6 años y 8 meses.
Esta "colaboración" fue ratificada por diferentes comandantes paramilitares en sus versiones de Justicia y Paz. Fue el caso de Carlos Mario Jiménez, conocido en la guerra como Macaco; Salvatore Mancuso; Juan Carlos el Tuso Sierra y Diego Fernando Murillo o Don Berna.
De vuelta al país, Santoyo fue detenido y hace una semana, en indagatoria, se declaró inocente de cualquier delito de desaparición forzada. Quintero espera que, luego de 19 años, este episodio que rompió a su familia no siga en la impunidad.
¿Cómo recuerda a su papá?
Mi papá era un hombre solidario, pendiente de la gente. Era la alegría de la casa. Formó parte de la Unión Patriótica, pero también era el director del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, seccional Medellín, en el momento en que fue desaparecido. Y era familiar activo de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes). Tenía mucha información de hechos muy dolorosos y tristes, de masacres que ocurrieron en Urabá. Mi familia era parte de la Unión Patriótica, en la región de Urabá. Luego se desplazó a Medellín y allí nos tocó reubicarnos dos o tres veces.
¿Cuál es su mensaje al general ( r ) Mauricio Santoyo, quien fue capturado tras su llegada a Colombia?
Que nos diga la verdad de dónde está mi papá y que responda por lo que hizo, que no solo es el caso de mi papá, sino de varios más. Desde el exilio, como familia, continuamos exigiendo. Llevamos años esperando a que él responda ante la justicia.
¿Cómo recuerda la desaparición de su papá?
Hablé con él por última vez el miércoles 4 de octubre de 2000 en horas de la tarde. A mí papá ya le habían hecho un estudio de seguridad. Estaba la posibilidad de que debíamos cambiarnos de barrio. Incluso se había desplazado a Bogotá. Pero él regresó a Medellín porque desaparecieron a tres familiares más en agosto. Ellos, Rubén, Wilson y Arbey, desaparecieron el 5 de agosto del mismo año, a plena luz del día, en el centro de Medellín. Se los llevaron de un lugar público, los golpearon y los subieron a la fuerza a un carro. Entonces mi papá fue a ese sitio y recaudó información, hizo la tarea que debía hacer la Fiscalía. Y con eso fue al Gaula de la Policía. El 6 de octubre de ese año amplió su versión en la mañana y en la noche lo desaparecieron. ¿Qué información entregó? No lo sabemos aún.
Pero la historia de desaparición forzada en su familia no solo es la de su padre…
No, también fueron desaparecidos mi abuelo, mi tía, mis tíos y mi primo. En concreto, en el momento en que desaparecieron a mi papá ya había seis familiares desaparecidos más. A raíz de eso mi papá empezó la denuncia y se vinculó a Asfaddes.
En esa lucha por la verdad, ¿cómo ve el nuevo escenario de justicia transicional?
Esa es mi esperanza, que con el sistema integral se logren avances significativos, porque en la justicia ordinaria no tenemos ninguna esperanza. El caso pasó sin fiscal recientemente como seis meses. Qué se puede esperar, si poco después de denunciar el caso Santoyo fue nombrado jefe de seguridad del expresidente Álvaro Uribe y después fue ascendido a general.
¿Quiénes de su familia tuvieron que exiliarse?
Todos, mis hermanos y mi mamá. Todos tuvimos que salir. Mi mamá nunca ha hablado sobre lo que pasó. Duró un tiempo en el que no reía, no hablaba. Es como si te vaciaran, como si no tuvieras nada. No perteneces a ningún lugar. Volteas alrededor y no hay familia ni el lugar donde creciste. Es dejar todo, tener que reinventarte para continuar en la búsqueda, para no morir en la soledad. La gente debe conocer esa realidad y que se conozcan quiénes eran los desaparecidos, porque muchas veces se tergiversan sus perfiles y dicen que eran guerrilleros. Aunque no hay absolutamente nada que justifique una desaparición.
Adriana Quintero tenía 20 años cuando su padre, Ángel Quintero, fue desaparecido forzadamante, junto con Claudia Monsalve. Los dos eran defensores de derechos humanos en Antioquia e integrantes de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes). Desde entonces, su familia se marchó al exilio en medio del más inmenso dolor e impotencia.
Es por este caso que el general (r) de la Policía Mauricio Santoyo fue capturado a su regreso a Colombia, el pasado 29 de abril. Su posible responsabilidad está relacionada con las interceptaciones ilegales que el Gaula (Grupo antisecuestro y antiextorsión) de la Policía de Medellín hizo de Asfaddes para la época en la que él era director.
En esos años, Asfaddes ya había recibido amenazas por parte de los paramilitares. Santoyo realizó un acuerdo con la justicia estadounidense y aceptó responsabilidad en proveer información y personal del Gaula para facilitar tareas del paramilitarismo, a cambio de que no lo condenaran por narcotráfico. Por esa razón fue condenado a 13 años, sin embargo, por su colaboración con la justicia de ese país solo cumplió 6 años y 8 meses.
Esta "colaboración" fue ratificada por diferentes comandantes paramilitares en sus versiones de Justicia y Paz. Fue el caso de Carlos Mario Jiménez, conocido en la guerra como Macaco; Salvatore Mancuso; Juan Carlos el Tuso Sierra y Diego Fernando Murillo o Don Berna.
De vuelta al país, Santoyo fue detenido y hace una semana, en indagatoria, se declaró inocente de cualquier delito de desaparición forzada. Quintero espera que, luego de 19 años, este episodio que rompió a su familia no siga en la impunidad.
¿Cómo recuerda a su papá?
Mi papá era un hombre solidario, pendiente de la gente. Era la alegría de la casa. Formó parte de la Unión Patriótica, pero también era el director del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, seccional Medellín, en el momento en que fue desaparecido. Y era familiar activo de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes). Tenía mucha información de hechos muy dolorosos y tristes, de masacres que ocurrieron en Urabá. Mi familia era parte de la Unión Patriótica, en la región de Urabá. Luego se desplazó a Medellín y allí nos tocó reubicarnos dos o tres veces.
¿Cuál es su mensaje al general ( r ) Mauricio Santoyo, quien fue capturado tras su llegada a Colombia?
Que nos diga la verdad de dónde está mi papá y que responda por lo que hizo, que no solo es el caso de mi papá, sino de varios más. Desde el exilio, como familia, continuamos exigiendo. Llevamos años esperando a que él responda ante la justicia.
¿Cómo recuerda la desaparición de su papá?
Hablé con él por última vez el miércoles 4 de octubre de 2000 en horas de la tarde. A mí papá ya le habían hecho un estudio de seguridad. Estaba la posibilidad de que debíamos cambiarnos de barrio. Incluso se había desplazado a Bogotá. Pero él regresó a Medellín porque desaparecieron a tres familiares más en agosto. Ellos, Rubén, Wilson y Arbey, desaparecieron el 5 de agosto del mismo año, a plena luz del día, en el centro de Medellín. Se los llevaron de un lugar público, los golpearon y los subieron a la fuerza a un carro. Entonces mi papá fue a ese sitio y recaudó información, hizo la tarea que debía hacer la Fiscalía. Y con eso fue al Gaula de la Policía. El 6 de octubre de ese año amplió su versión en la mañana y en la noche lo desaparecieron. ¿Qué información entregó? No lo sabemos aún.
Pero la historia de desaparición forzada en su familia no solo es la de su padre…
No, también fueron desaparecidos mi abuelo, mi tía, mis tíos y mi primo. En concreto, en el momento en que desaparecieron a mi papá ya había seis familiares desaparecidos más. A raíz de eso mi papá empezó la denuncia y se vinculó a Asfaddes.
En esa lucha por la verdad, ¿cómo ve el nuevo escenario de justicia transicional?
Esa es mi esperanza, que con el sistema integral se logren avances significativos, porque en la justicia ordinaria no tenemos ninguna esperanza. El caso pasó sin fiscal recientemente como seis meses. Qué se puede esperar, si poco después de denunciar el caso Santoyo fue nombrado jefe de seguridad del expresidente Álvaro Uribe y después fue ascendido a general.
¿Quiénes de su familia tuvieron que exiliarse?
Todos, mis hermanos y mi mamá. Todos tuvimos que salir. Mi mamá nunca ha hablado sobre lo que pasó. Duró un tiempo en el que no reía, no hablaba. Es como si te vaciaran, como si no tuvieras nada. No perteneces a ningún lugar. Volteas alrededor y no hay familia ni el lugar donde creciste. Es dejar todo, tener que reinventarte para continuar en la búsqueda, para no morir en la soledad. La gente debe conocer esa realidad y que se conozcan quiénes eran los desaparecidos, porque muchas veces se tergiversan sus perfiles y dicen que eran guerrilleros. Aunque no hay absolutamente nada que justifique una desaparición.