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Los primeros lugares para buscar a los desaparecidos que dejó la guerra en Colombia son los cementerios. Allí están enterradas personas sin nombre, sin algún tipo de identificación que, probablemente, son buscadas por sus familias al otro lado del país desde hace décadas. Estas personas pudieron ser víctimas de ejecuciones extrajudiciales, secuestros, homicidios, reclutamientos y desapariciones forzadas, y llevan años enterradas sin que el Estado adelante acciones para buscarlas o, por lo menos, proteger los sitios donde yacen para que no se refundan entre más huesos.
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De acuerdo con el Ministerio del Interior, en 426 cementerios del país hay al menos 26.395 personas enterradas sin identidad. El Colectivo Orlando Fals Borda (OFB), junto con con la Subsecretaría de Paz y Derechos de la Gobernación de Nariño, la Mesa de Trabajo sobre Prevención y Asistencia a Víctimas de Desaparición y la Universidad de Nariño revelaron que sólo en cuatro cementerios de este departamento hay 757 personas sin identificación.
El documento llamado Propuesta de ruta metodológica para la Búsqueda de personas dadas por desaparecidas en los cementerios de Pasto, Tumaco e Ipiales en Nariño es una investigación de dos años hecha por estas entidades y organizaciones en los cementerios de Nuestra Señora del Carmen en Pasto, Cementerio Interparroquial La Catedral de Ipiales, Cementerio Distrital de Tumaco y Cementerio San Andrés S.A.S de Tumaco.
Durante este tiempo, las y los investigadores recopilaron los registros existentes de cuerpos ingresados a estos lugares para crear un Sistema de Información de Cementerios para Nariño. Analizaron y contrastaron cerca de 1.500 registros que, tras ser depurados, arrojaron la cifra de 757 personas no identificadas que ingresaron a estos cuatro cementerios entre 1987 y 2020. Pero el número puede ser mucho mayor, dado que son 64 los municipios de Nariño y en ellos hay más de un cementerio.
El periodo entre 2002 y 2010 es el que mayores registros presenta. En 2002 se reportaron 57 casos, y en 2004 y 2009 hubo 48 en cada uno. “De estas personas, 179 tendrían una identidad indiciaria. Dado que muchas de ellas presuntamente sufrieron muertes violentas, se cree que pudieron ser víctimas en el contexto del conflicto armado”, indica Zuly Bastidas, antropóloga del Colectivo OFB.
De acuerdo con el informe, 293 están en el cementerio de Pasto, 177 en el de Ipiales y 287 en los dos camposantos de Tumaco. De estos registros también se concluyó que 533 son hombres, 96 mujeres y en 129 casos no se ha determinado su sexo. También se determinaron sus edades: 333 corresponden a personas entre los 18 y los 39 años, 66 a personas entre los 40 y los 59 años, y 17 eran menores de edad.
Durante el trabajo de campo, en 258 casos los investigadores lograron observar y registrar la ubicación de las inhumaciones, la mayoría en tumbas y bóvedas. Sin embargo, “los cuerpos destinados a tierra son más difíciles de ubicar porque las marcas o referencias de nomenclatura, lápida o sectorización no están establecidas, variaron, o se perdieron con el tiempo. Aunado a esto, diversas prácticas funerarias en el transcurso de las décadas dificultan determinar para muchos casos (entre el 60% y el 90%) cuántas inhumaciones contendrían más de una víctima en el mismo espacio (inhumaciones colectivas)”, sostienen en el documento.
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Teniendo en cuenta que ya tienen la ubicación de algunos de estos cuerpos y que varios también tienen una “identidad indiciaria”, como el número de cédula, el Colectivo OFB le pide a organizaciones como la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), Fiscalía, Medicina Legal y a las respectivas alcaldías que empiecen con la búsqueda física de estos cuerpos, “pues ya hay identidades indiciarias logradas que se deben verificar, mientras paralelamente se puede adelantar la campaña de búsqueda de familiares”.
“Hay que aclarar que una cosa son los registros de los cuerpos que ingresaron y otra que todavía se encuentren ahí. Es muy importante la protección de estos sitios porque no más en la última visita de campo que hicimos en octubre vimos que se han movido cuerpos”, advierte Naya Parra, vocera del Colectivo OFB.
Junto con la Universidad de Nariño les propusieron a las instituciones estatales un sistema de clasificado rápido de los cuerpos que sea el mismo para todas las entidades. Que sea una ficha mucho más simplificada y ojalá se convierta en un software de fácil rellenado. Asimismo, la metodología con la que recogieron los 757 registros puede ser replicable en otros cementerios, “con la finalidad de que los camposantos sean reconocidos como lugares especiales para la búsqueda, pero también como sitios de consciencia y memoria”, explican en el documento.
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A noviembre de 2020, aseguran en el informe, se han reportado desapariciones de 3.850 personas en Nariño, de las cuales 3.100 continúan desaparecidas. Según el Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres (SIRDEC), también con corte a noviembre, los municipios con mayor afectación son Pasto, con 1.208 desapariciones reportadas y Tumaco, con 775. Otros municipios con altos registros de desaparición en el departamento son Barbacoas con 230 casos, Policarpa con 201 casos, Ipiales con 150 casos y Samaniego con 130 casos.