El rastro de los cuerpos desaparecidos en el Cauca, río declarado víctima por JEP
Los bomberos de pueblos como Marsella o Arauca rescataron por años cientos de cadáveres arrastrados por el caudal del Cauca. Las minutas donde anotaban los datos de cada levantamiento pueden ser clave en la búsqueda de personas desaparecidas. Hoy esas minutas están a punto de perderse para siempre. Esta investigación, publicada en 2020 por Rutas del Conflicto y Consejo de Redacción, es clave para entender por qué la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) declaró a ese río como víctima del conflicto.
Cuando el radioteléfono sonaba, los tres bomberos en Marsella sabían qué tenían que hacer. Sin decir mucho, buscaban la volqueta que les prestaba la Alcaldía para ir al rescate de un cuerpo que bajaba por el río Cauca, en la vereda Beltrán.
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Marsella está ubicado en el departamento de Risaralda, región del Eje Cafetero. En este municipio, como pasó con otros, los bomberos dejaron de lado su principal tarea de apagar incendios para rescatar los cuerpos que bajaban por el Cauca. En el cementerio de este lugar reposan los restos de más de 327 personas sin identificar que llegaron desde agua arriba.
Jairo Gómez, bombero de la Estación de Marsella, recuerda que agentes de la Policía los llamaban por radioteléfono desde la vereda Beltrán para que los acompañaran a rescatar un cuerpo en las aguas del río. Para la década de los ochenta y noventa, los bomberos, quienes usaban overol caqui y botas negras, se subían a la volqueta y viajaban 40 minutos, hasta llegar al lugar. Con lo que tuvieran a la mano, muchas veces sin protección alguna, sacaban los cuerpos y los llevaban al cementerio para el registro tanto de la Iglesia Católica como de Medicina Legal. Pero antes de ello, hacían anotaciones en sus libros de registro, o minutas, como ellos los llaman, de cómo habían encontrado el cadáver y cómo estaba vestido. Esos datos les permitía tener la información suficiente por si alguna vez un familiar de un desaparecido preguntaba en la estación.
En contexto: Trujillo, vestigios y verdades de una masacre en el Valle del Cauca
Palestina es un municipio del departamento de Caldas en el que sus habitantes vieron el paso de cuerpos o de algunas de sus partes en las aguas río Cauca. En el corregimiento de Arauca encallaron los cadáveres que venían desde el Valle del Cauca. Al igual que en Marsella, la tarea principal de los bomberos fue rescatar los cuerpos y hacer las anotaciones pertinentes. David Calle, bombero de Arauca, muestra en los libros de hojas amarillas las veces que escribieron: “Informan de un cadáver en las aguas del río Cauca. Salieron cinco unidades a su rescate”.
Libro de registro del Cuerpo de Bombero de Marsella, Risaralda.
Rutas del Conflicto y Consejo de Redacción crearon una base de datos con 93 registros de las minutas escritas por los bomberos de Arauca y Marsella. La información que contienen estos libros, recopilada desde 1985, puede ser la última pista que tenga un familiar de un desaparecido. Si los cuerpos no eran recuperados de los remolinos que se hacían en Arauca, conocido entre la comunidad como la Piedra del Ahogado, o en Marsella en el Remolino La Nona, el cauce del río los llevaba hasta el cañón y ahí se perdía toda esperanza de encontrarlos. Lo rápido y violento de las aguas acababan desintegrándolos.
Estos libros se encuentran sin ninguna medida de protección, están entre la humedad y el polvo en la oficina de cada estación de bomberos. Esta base de datos recopila parte de la información que juiciosamente realizaron los bomberos, pero que el paso del tiempo y el desinterés institucional han hecho que alguna se pierda y otra esté en peligro por falta de buenas prácticas de conservación. Aparte de los libros de registro, quien tenía toda la información de los cadáveres que llegaron desde el río y su posterior ubicación en el cementerio de Marsella era el sepulturero, Narcés Palacio. El 28 de noviembre de 2019 murió, y con él toda la información.
Los bomberos hablan de que rescataron cuerpos entre dos o más veces al día por cerca de 20 años; sin embargo, al revisar las minutas, no se pudo encontrar más de 92 registros. La información está desapareciendo. Para esta investigación se envió un derecho de petición a Medicina Legal preguntando por el registro de personas no identificadas rescatadas del río Cauca en Marsella desde los años ochenta hasta el 2000. La institución envió una base de datos, que contiene fecha de la necropsia; estado del cuerpo; fecha de entrada e inspección; posible estatura; y fecha en la que fue encontrado. Esta base de datos cuenta con más de 400 registros.
Lea también: En Marsella vuelven a rescatar del río muertos ajenos
La minuta de los bomberos no sobrepasa los 100 datos; sin embargo, ellos anotaron en los libros todos los cuerpos rescatados. Puesto que, la inspección de la Policía llamaba a los bomberos para rescatar el cuerpo, los bomberos lo sacaban de agua y lo llevaban al cementerio para que Medicina Legal hiciera el procedimiento y fuera enterrado en una fosa común. La diferencia entre la base de datos de la entidad y los libros de registros es que los bomberos anotaban cualquier otro detalle, desde la ropa hasta cicatrices, lo que podría dar pistas para la identificación de un familiar desaparecido.
Ginna Camacho, investigadora de Equitas, una organización independiente conformada por un equipo forense para investigar la violación de derechos humanos en especial la desaparición, afirmó que las minutas de los bomberos son un elemento clave para la caracterización individual de personas dadas por desaparecidas. “Esta información como la ropa que llevaban, lesiones óseas y cicatrices son clave para ayudar en la búsqueda, recuperación e identificación de familiares”, afirmó. Además, las minutas permiten nutrir las cartografías de Equitas ya que se puede hacer un análisis histórico, de contexto, de lugares de posibles desapariciones y de violencias en los cuerpos.
Estas anotaciones muestran que el periodo en el que más rescataron cuerpos fue entre 1982 y 1992. Jorge, un habitante de Arauca, que transporta personas de vereda en vereda, avisó decenas de veces a los bomberos que había cadáveres flotando en el río. “Los cuerpos bajaban como arroz”. Él no habla mucho, pero recuerda que, en estos años, vio el paso de los cadáveres en la Piedra del Ahogado, un tramo del río en el que la corriente es tan fuerte que hace que los cadáveres queden atrapados en unas piedras que pueden medir entre 10 y 15 metros. Fue durante las disputas entre narcotraficantes del Cartel de Cali y el Cartel de Medellín.
El diario El Tiempo, en 1991, publicó un artículo titulado “El río Cauca también es una tumba”, en el que el entonces consejero para la Seguridad del Valle del Cauca, Raúl Caicedo Lourido, afirmó que muchos de los cuerpos que llegaban a Risaralda eran o por ajuste de cuentas o por homicidios a causa del narcotráfico. En esta época en Trujillo, Valle del Cauca, la comunidad vivió sus peores años. Se estima que la masacre perpetrada entre 1986 y 1994 dejó más de 240 víctimas, entre personas desaparecidas, torturadas y asesinadas presuntamente por la alianza entre agentes del Estado, el narcotráfico y paramilitarismo en cabeza de Henry Loaiza, alias “El Alacrán”, y Diego Montoya.
La Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo (Afavit) ha seguido durante décadas el recorrido de los cuerpos que se arrojaron en el río Cauca. Como lo relata el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) sobre la Masacre de Trujillo, muchas víctimas fueron torturadas y asesinadas en la hacienda Villa Paola, propiedad de Henry Loaiza, que era próxima al río Cauca, lo que les permitía deshacerse con mayor facilidad de los cuerpos de sus víctimas. Estos seguían el cauce hasta llegar al Remolino La Nona, en Marsella.
Como lo recuerda Nelson Fernández, representante legal de Afavit, la recuperación de los cuerpos tenía múltiples dificultades, no solo por lo complejo de sacarlos del río debido a las fuertes corrientes, sino porque significaba volverse objetivo de un actor armado. “En Marsella tuvieron la precaución de rescatarlos y de escribir las fechas de cuándo los sacaban”, afirma.
Jairo, el bombero de Marsella, comenta que mientras realizaban el rescate del cuerpo eran cuidadosos al hacer las anotaciones; llevarlos al cementerio y sepultarlos en una fosa común, donde escribían en cemento la fecha en la que fueron encontrados. En julio de 2018, se conformó una comisión integrada por víctimas de Trujillo para seguir con el proceso de búsqueda, que duró una semana, se agilizó gracias a las minutas de los bomberos. “La fecha ha sido clave para la búsqueda”, afirma el representante de Afavit.
(Vea: (Pódcast): Las memorias que se llevó el río Cauca)
La Fiscalía está en proceso de identificación del ADN de 66 restos para confirmar que hacen parte de la comunidad de Trujillo. Afavit con la compañia de Unidad de Búsqueda para Personas dadas por Desaparecidas realizaron ejercicios de identificación en 10 fosas comunes.
El informe del CNMH, titulado “Hasta encontrarlos. El drama de la desaparición”, publicado en 2016, confirma la precariedad de la información para construir los perfiles de las víctimas. Ningún registro de las minutas de los bomberos hace referencia a algún tipo de documento que llevara a la identificación del cuerpo. Además, al no contar con un perfil de la víctima de manera sólida, impide identificar patrones en las prácticas de los actores del conflicto.
Como lo muestra la investigación, con los datos conocidos, de los 1.080 cuerpos recuperados en los ríos de Colombia el 33,3% tenían, aproximadamente, entre 18 y 35 años. En las minutas de los bomberos 17 cuerpos estaban en este rango de edad. Por ejemplo, en Arauca, el 26 de abril de 1999, escribieron “Informaron de un cuerpo ahogado en las aguas del río Cauca. Hombre que usaba camiseta a rayas amarillas, pantalón corto azul. Pelo negro y lacio. Edad 26 años”.
Este mismo informe registra que el 15.9% de los desaparecidos eran menores de edad. En la base de datos de los 93 registros cuatro tenían menos de 18 años. Los bomberos se referían al cuerpo encontrado en el río como el ahogado, aunque muchas veces describieron signos de tortura o disparos. En el caso concreto de los menores no se menciona el estado del cuerpo, lo que dificulta saber si, efectivamente, se ahogó en medio de un accidente o fue arrojado al río.
Para esta investigación se contactó a la oficina de prensa de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) para concretar una entrevista con su directora Luz Marina Monzón, pero la entidad prefirió responder vía correo electrónico. Al preguntarle a la Unidad por la protección de la información que recopilaron los bomberos en cercanías al río Cauca desde 1985, respondieron que “La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) pidió información a diferentes organismos, para consolidarla, contrastar y analizarla. En el contexto de las medidas cautelares solicitadas por el Movice (Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado) en 17 lugares en donde están personas desaparecidas y los cuales estarían en riesgos. En ese sentido, la UBPD como parte de la mesa técnica accede a la información”. Por otra parte, la entidad afirmó que la información que tienen los bomberos debió ser entregada en su momento al Instituto de Medicina Legal, ya que la institución era la encargada del tratamiento de datos de personas no identificadas.
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A su vez, esta investigación logró determinar que Medicina Legal tiene en su poder la información de los cuerpos rescatados del río Cauca que llegaron a la institución y fueron clasificados por la doctora Luz María Ortiz y el asistente Carlos Arturo Ramírez. Pero, como lo manifestaron los bomberos de Marsella y Arauca, ninguna institución estatal tenía conocimiento de sus registros y, por lo tanto, las minutas nunca fueron pedidas.
Además, los cementerios de Arauca y Marsella, según el Movice, no se encuentran entre los 17 lugares de protección y no tenían conocimiento de las minutas e información que recopilaron los bomberos durante más de 40 años en ambos municipios. Mientras que las instituciones estatales determinan de quién es la competencia de recoger y sistematizar la información que contienen las minutas, tras descubrirse su existencia, esta se pierde entre el polvo, la humedad y el paso del tiempo en las estaciones de bomberos de Risaralda.
*Este texto fue publicado originalmente el 25 de mayo del 2020.
**Esta investigación fue realizada por el medio independiente Rutas del Conflicto y hace parte del especial periodístico ‘Conflicto y corrupción, tres historias con sello CDR’, realizado bajo el proyecto ‘Becas CDR’ de Consejo de Redacción.
Cuando el radioteléfono sonaba, los tres bomberos en Marsella sabían qué tenían que hacer. Sin decir mucho, buscaban la volqueta que les prestaba la Alcaldía para ir al rescate de un cuerpo que bajaba por el río Cauca, en la vereda Beltrán.
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Marsella está ubicado en el departamento de Risaralda, región del Eje Cafetero. En este municipio, como pasó con otros, los bomberos dejaron de lado su principal tarea de apagar incendios para rescatar los cuerpos que bajaban por el Cauca. En el cementerio de este lugar reposan los restos de más de 327 personas sin identificar que llegaron desde agua arriba.
Jairo Gómez, bombero de la Estación de Marsella, recuerda que agentes de la Policía los llamaban por radioteléfono desde la vereda Beltrán para que los acompañaran a rescatar un cuerpo en las aguas del río. Para la década de los ochenta y noventa, los bomberos, quienes usaban overol caqui y botas negras, se subían a la volqueta y viajaban 40 minutos, hasta llegar al lugar. Con lo que tuvieran a la mano, muchas veces sin protección alguna, sacaban los cuerpos y los llevaban al cementerio para el registro tanto de la Iglesia Católica como de Medicina Legal. Pero antes de ello, hacían anotaciones en sus libros de registro, o minutas, como ellos los llaman, de cómo habían encontrado el cadáver y cómo estaba vestido. Esos datos les permitía tener la información suficiente por si alguna vez un familiar de un desaparecido preguntaba en la estación.
En contexto: Trujillo, vestigios y verdades de una masacre en el Valle del Cauca
Palestina es un municipio del departamento de Caldas en el que sus habitantes vieron el paso de cuerpos o de algunas de sus partes en las aguas río Cauca. En el corregimiento de Arauca encallaron los cadáveres que venían desde el Valle del Cauca. Al igual que en Marsella, la tarea principal de los bomberos fue rescatar los cuerpos y hacer las anotaciones pertinentes. David Calle, bombero de Arauca, muestra en los libros de hojas amarillas las veces que escribieron: “Informan de un cadáver en las aguas del río Cauca. Salieron cinco unidades a su rescate”.
Libro de registro del Cuerpo de Bombero de Marsella, Risaralda.
Rutas del Conflicto y Consejo de Redacción crearon una base de datos con 93 registros de las minutas escritas por los bomberos de Arauca y Marsella. La información que contienen estos libros, recopilada desde 1985, puede ser la última pista que tenga un familiar de un desaparecido. Si los cuerpos no eran recuperados de los remolinos que se hacían en Arauca, conocido entre la comunidad como la Piedra del Ahogado, o en Marsella en el Remolino La Nona, el cauce del río los llevaba hasta el cañón y ahí se perdía toda esperanza de encontrarlos. Lo rápido y violento de las aguas acababan desintegrándolos.
Estos libros se encuentran sin ninguna medida de protección, están entre la humedad y el polvo en la oficina de cada estación de bomberos. Esta base de datos recopila parte de la información que juiciosamente realizaron los bomberos, pero que el paso del tiempo y el desinterés institucional han hecho que alguna se pierda y otra esté en peligro por falta de buenas prácticas de conservación. Aparte de los libros de registro, quien tenía toda la información de los cadáveres que llegaron desde el río y su posterior ubicación en el cementerio de Marsella era el sepulturero, Narcés Palacio. El 28 de noviembre de 2019 murió, y con él toda la información.
Los bomberos hablan de que rescataron cuerpos entre dos o más veces al día por cerca de 20 años; sin embargo, al revisar las minutas, no se pudo encontrar más de 92 registros. La información está desapareciendo. Para esta investigación se envió un derecho de petición a Medicina Legal preguntando por el registro de personas no identificadas rescatadas del río Cauca en Marsella desde los años ochenta hasta el 2000. La institución envió una base de datos, que contiene fecha de la necropsia; estado del cuerpo; fecha de entrada e inspección; posible estatura; y fecha en la que fue encontrado. Esta base de datos cuenta con más de 400 registros.
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La minuta de los bomberos no sobrepasa los 100 datos; sin embargo, ellos anotaron en los libros todos los cuerpos rescatados. Puesto que, la inspección de la Policía llamaba a los bomberos para rescatar el cuerpo, los bomberos lo sacaban de agua y lo llevaban al cementerio para que Medicina Legal hiciera el procedimiento y fuera enterrado en una fosa común. La diferencia entre la base de datos de la entidad y los libros de registros es que los bomberos anotaban cualquier otro detalle, desde la ropa hasta cicatrices, lo que podría dar pistas para la identificación de un familiar desaparecido.
Ginna Camacho, investigadora de Equitas, una organización independiente conformada por un equipo forense para investigar la violación de derechos humanos en especial la desaparición, afirmó que las minutas de los bomberos son un elemento clave para la caracterización individual de personas dadas por desaparecidas. “Esta información como la ropa que llevaban, lesiones óseas y cicatrices son clave para ayudar en la búsqueda, recuperación e identificación de familiares”, afirmó. Además, las minutas permiten nutrir las cartografías de Equitas ya que se puede hacer un análisis histórico, de contexto, de lugares de posibles desapariciones y de violencias en los cuerpos.
Estas anotaciones muestran que el periodo en el que más rescataron cuerpos fue entre 1982 y 1992. Jorge, un habitante de Arauca, que transporta personas de vereda en vereda, avisó decenas de veces a los bomberos que había cadáveres flotando en el río. “Los cuerpos bajaban como arroz”. Él no habla mucho, pero recuerda que, en estos años, vio el paso de los cadáveres en la Piedra del Ahogado, un tramo del río en el que la corriente es tan fuerte que hace que los cadáveres queden atrapados en unas piedras que pueden medir entre 10 y 15 metros. Fue durante las disputas entre narcotraficantes del Cartel de Cali y el Cartel de Medellín.
El diario El Tiempo, en 1991, publicó un artículo titulado “El río Cauca también es una tumba”, en el que el entonces consejero para la Seguridad del Valle del Cauca, Raúl Caicedo Lourido, afirmó que muchos de los cuerpos que llegaban a Risaralda eran o por ajuste de cuentas o por homicidios a causa del narcotráfico. En esta época en Trujillo, Valle del Cauca, la comunidad vivió sus peores años. Se estima que la masacre perpetrada entre 1986 y 1994 dejó más de 240 víctimas, entre personas desaparecidas, torturadas y asesinadas presuntamente por la alianza entre agentes del Estado, el narcotráfico y paramilitarismo en cabeza de Henry Loaiza, alias “El Alacrán”, y Diego Montoya.
La Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo (Afavit) ha seguido durante décadas el recorrido de los cuerpos que se arrojaron en el río Cauca. Como lo relata el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) sobre la Masacre de Trujillo, muchas víctimas fueron torturadas y asesinadas en la hacienda Villa Paola, propiedad de Henry Loaiza, que era próxima al río Cauca, lo que les permitía deshacerse con mayor facilidad de los cuerpos de sus víctimas. Estos seguían el cauce hasta llegar al Remolino La Nona, en Marsella.
Como lo recuerda Nelson Fernández, representante legal de Afavit, la recuperación de los cuerpos tenía múltiples dificultades, no solo por lo complejo de sacarlos del río debido a las fuertes corrientes, sino porque significaba volverse objetivo de un actor armado. “En Marsella tuvieron la precaución de rescatarlos y de escribir las fechas de cuándo los sacaban”, afirma.
Jairo, el bombero de Marsella, comenta que mientras realizaban el rescate del cuerpo eran cuidadosos al hacer las anotaciones; llevarlos al cementerio y sepultarlos en una fosa común, donde escribían en cemento la fecha en la que fueron encontrados. En julio de 2018, se conformó una comisión integrada por víctimas de Trujillo para seguir con el proceso de búsqueda, que duró una semana, se agilizó gracias a las minutas de los bomberos. “La fecha ha sido clave para la búsqueda”, afirma el representante de Afavit.
(Vea: (Pódcast): Las memorias que se llevó el río Cauca)
La Fiscalía está en proceso de identificación del ADN de 66 restos para confirmar que hacen parte de la comunidad de Trujillo. Afavit con la compañia de Unidad de Búsqueda para Personas dadas por Desaparecidas realizaron ejercicios de identificación en 10 fosas comunes.
El informe del CNMH, titulado “Hasta encontrarlos. El drama de la desaparición”, publicado en 2016, confirma la precariedad de la información para construir los perfiles de las víctimas. Ningún registro de las minutas de los bomberos hace referencia a algún tipo de documento que llevara a la identificación del cuerpo. Además, al no contar con un perfil de la víctima de manera sólida, impide identificar patrones en las prácticas de los actores del conflicto.
Como lo muestra la investigación, con los datos conocidos, de los 1.080 cuerpos recuperados en los ríos de Colombia el 33,3% tenían, aproximadamente, entre 18 y 35 años. En las minutas de los bomberos 17 cuerpos estaban en este rango de edad. Por ejemplo, en Arauca, el 26 de abril de 1999, escribieron “Informaron de un cuerpo ahogado en las aguas del río Cauca. Hombre que usaba camiseta a rayas amarillas, pantalón corto azul. Pelo negro y lacio. Edad 26 años”.
Este mismo informe registra que el 15.9% de los desaparecidos eran menores de edad. En la base de datos de los 93 registros cuatro tenían menos de 18 años. Los bomberos se referían al cuerpo encontrado en el río como el ahogado, aunque muchas veces describieron signos de tortura o disparos. En el caso concreto de los menores no se menciona el estado del cuerpo, lo que dificulta saber si, efectivamente, se ahogó en medio de un accidente o fue arrojado al río.
Para esta investigación se contactó a la oficina de prensa de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) para concretar una entrevista con su directora Luz Marina Monzón, pero la entidad prefirió responder vía correo electrónico. Al preguntarle a la Unidad por la protección de la información que recopilaron los bomberos en cercanías al río Cauca desde 1985, respondieron que “La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) pidió información a diferentes organismos, para consolidarla, contrastar y analizarla. En el contexto de las medidas cautelares solicitadas por el Movice (Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado) en 17 lugares en donde están personas desaparecidas y los cuales estarían en riesgos. En ese sentido, la UBPD como parte de la mesa técnica accede a la información”. Por otra parte, la entidad afirmó que la información que tienen los bomberos debió ser entregada en su momento al Instituto de Medicina Legal, ya que la institución era la encargada del tratamiento de datos de personas no identificadas.
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A su vez, esta investigación logró determinar que Medicina Legal tiene en su poder la información de los cuerpos rescatados del río Cauca que llegaron a la institución y fueron clasificados por la doctora Luz María Ortiz y el asistente Carlos Arturo Ramírez. Pero, como lo manifestaron los bomberos de Marsella y Arauca, ninguna institución estatal tenía conocimiento de sus registros y, por lo tanto, las minutas nunca fueron pedidas.
Además, los cementerios de Arauca y Marsella, según el Movice, no se encuentran entre los 17 lugares de protección y no tenían conocimiento de las minutas e información que recopilaron los bomberos durante más de 40 años en ambos municipios. Mientras que las instituciones estatales determinan de quién es la competencia de recoger y sistematizar la información que contienen las minutas, tras descubrirse su existencia, esta se pierde entre el polvo, la humedad y el paso del tiempo en las estaciones de bomberos de Risaralda.
*Este texto fue publicado originalmente el 25 de mayo del 2020.
**Esta investigación fue realizada por el medio independiente Rutas del Conflicto y hace parte del especial periodístico ‘Conflicto y corrupción, tres historias con sello CDR’, realizado bajo el proyecto ‘Becas CDR’ de Consejo de Redacción.