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                                                                                                                                La búsqueda de un tupamaro desaparecido en Colombia

                                                                                                                                María José Rodríguez Lahourguette lleva varios años siguiendo el rastro de su padre José Washington, un ciudadano uruguayo que perteneció al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros y salió exiliado en 1973. Sus pesquisas llegaron a Colombia, a donde su padre llegó para integrar el M-19. Se sabe que murió en un ataque del Ejército. Su caso está en la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos.

                                                                                                                                Carolina Ávila Cortés / @lacaroa08

                                                                                                                                Periodista Colombia 2020
                                                                                                                                María José Rodríguez ha hecho la búsqueda desde Uruguay. En Colombia ha encontrado el apoyo de organizaciones sociales.
                                                                                                                                Foto: Archivo particular
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Le recomendamos: La unión de ciencias que ayudaría a encontrar los desaparecidos en ríos.

                                                                                                                                Pero descubrir la verdad que había detrás le tomó algunos años y muchos silencios. En realidad, María José y Nilda asistían a estas marchas, tan comunes durante las décadas de los setenta y ochenta en las dictaduras en el cono sur de América Latina, porque su padre, José Washington Rodríguez Rocca, era también un desaparecido.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                A sus 12 años, en 1985, terminó la dictadura y empezaron a surgir las respuestas. En su adolescencia su madre le contó la historia de cómo José había desaparecido de sus vidas. “No fue fácil para nada. En la cabeza de una adolescente, en esa edad que hay mucha bronca y rebeldía, me pasaba que no lo podía conversar con nadie, no lo podía exteriorizar. Era tal el silencio y el hermetismo en mi familia, que no nos permitíamos asumirlo”, recuerda María José.

                                                                                                                                José pasó a la clandestinidad el 8 de junio de 1972, cuando las Fuerzas Conjuntas fueron a preguntarlo a su casa. Un familiar llegó hasta la Fábrica Uruguaya de Neumáticos S. A., donde trabajaba, y lo alertó para que no regresara. Desde ahí decidió alejarse de su familia y amigos para convertirse en un perfecto desconocido en su país y sobrevivir.

                                                                                                                                Nilda y José se conocían desde el barrio. La relación comenzó también en los setenta. Ella sabía que él estaba en el Movimiento, que era un militante de base, de los comandos de apoyo para cualquier actividad que hicieran los Tupamaros contra el gobierno. En tiempos de clandestinidad, acordaban con sigilo un punto de encuentro. O él la llamaba o le mandaba la razón con alguien. Y entonces el día del encuentro José llegaba con el pelo teñido, bigotes y gafas para no ser reconocido.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                José formó parte de este último grupo. El 13 de abril de 1973 salió de Uruguay hacia Mendoza (Argentina) bajo del nombre de Juan Edgardo García Pazos. De allí cruzó a Chile, luego a Cuba y finalmente terminó en Colombia, a comienzos de los ochenta, para integrar la guerrilla del M-19.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                El vacío de la figura paterna siempre la llenó de preguntas. Desde joven empezó a organizar un rompecabezas con la vida de su padre: quién fue él, cómo era, qué tal era su personalidad, qué ideales tenía. Dice que nunca lo ha juzgado por sus decisiones, al contrario, tiene un profundo respeto por sus convicciones.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                La mujer la vinculó con Raúl Olivera, coordinador del Observatorio Luz Ibarburu, una red de organizaciones de la sociedad civil que se encarga en Uruguay de monitorear el cumplimiento de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos con relación a los delitos cometidos en la dictadura. Ambos pudieron dar con la ruta que José tomó luego del exilio hasta su llegada a Colombia. Fue un trabajo de años y muchos obstáculos.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                De acuerdo con la organización Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, la dictadura dejó 197 casos de personas de las que no se sabe su paradero. Pero claro, así como lo señala Olivera, hay un subregistro. En Colombia esa cifra es superada de lejos. La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) estima que son más de 120.000 las y los colombianos desaparecidos a causa de un conflicto armado de más de 52 años.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “José fue un estafeta en la organización. Era el que llevaba los casetes y mensajes, y volvía cada ocho o 15 días a nuestro campamento. Él se podía movilizar sin ningún problema por todo el país porque tenía sus papeles al día. Con él nos conectamos mucho. Él siempre me cambiaba cigarrillos por galletas”, describe Héctor.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Para María José y Nilda enterarse de la muerte de su padre fue una mezcla de sentimientos. De cierta forma les dio tranquilidad, porque eso significó que él no las abandonó. “Lo que creemos es que murió por lo que quería, en la lucha por la igualdad y la justicia. Quizás es el consuelo del tonto, pero es así”, justifica.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                En febrero de 2020, Hasta Encontrarlos y Héctor confirmaron el sitio donde fue enterrado, es decir, que el árbol de caucho y las señales que recuerda Héctor siguieran intactos. Esta información se la entregaron a la Unidad y el 8 de diciembre de 2020 fue una comisión territorial a hacer la verificación del sitio.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Hoy hay dos opciones: que el cuerpo de José Washington siga enterrado en ese sitio y pueda ser recuperado o que efectivamente militares lo hayan sacado del lugar. En las dos vías tiene que trabajar la UBPD para darle una respuesta a María José. Ella está a la espera de una pronta reunión para definir la fecha en la que se hará la prospección del cuerpo, pero espera que sea en febrero. En caso dado de que el cuerpo no esté, la Unidad tendrá que acudir a información del Ejército de la época para dar con el lugar donde fue enterrado.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Los primeros signos para identificar el cuerpo de José serían la hebilla en forma de ancla que llevaba ese día y, recuerda Héctor, la incrustación de oro que tenía en el diente incisivo derecho o la falta de un dedo que le fue mutilado en la mano izquierda. “Mi mamá no sabe lo que se viene, se quedó solamente en la petición que le hice a la UBPD, pero no sabe del lugar y la prospección porque ella ya es de edad y es injusto crearle expectativas. Para ella todo esto ha sido remover algo que tenía guardado, pero no ha sanado”, sostiene.

                                                                                                                                La UBPD busca en Colombia a 15 personas de nacionalidad extranjera desaparecidas posiblemente por el conflicto armado. Diez de ellas son hombres, tres mujeres y dos personas de sexo desconocido. Ocho son ecuatorianas, dos venezolanas, una israelí, una marroquí, una peruana, una dominicana y una uruguaya.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                María José está escribiendo un libro de un solo ejemplar para dejárselo a sus hijos, de 19 y 13 años, por si ellos en algún momento quieren recurrir a su abuelo. Ahí podrán encontrarlo. Le ayudó a encajar muchas piezas del rompecabezas, descubrir la infancia y vida de su padre a través de quienes lo conocieron. Terminar el libro le llevará un rato más, ya que espera el resultado de la búsqueda en Colombia. “Quiero que la última frase del libro sea ¡Lo logré!”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Lea también: La búsqueda de desaparecidos, una puerta que abrió el Acuerdo de Paz

                                                                                                                                *El nombre fue cambiado por seguridad

                                                                                                                                **Nos abstenemos de revelar el sitio para no interferir en la búsqueda de su cuerpo.

                                                                                                                                María José Rodríguez ha hecho la búsqueda desde Uruguay. En Colombia ha encontrado el apoyo de organizaciones sociales.
                                                                                                                                Foto: Archivo particular
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Le recomendamos: La unión de ciencias que ayudaría a encontrar los desaparecidos en ríos.

                                                                                                                                Pero descubrir la verdad que había detrás le tomó algunos años y muchos silencios. En realidad, María José y Nilda asistían a estas marchas, tan comunes durante las décadas de los setenta y ochenta en las dictaduras en el cono sur de América Latina, porque su padre, José Washington Rodríguez Rocca, era también un desaparecido.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                A sus 12 años, en 1985, terminó la dictadura y empezaron a surgir las respuestas. En su adolescencia su madre le contó la historia de cómo José había desaparecido de sus vidas. “No fue fácil para nada. En la cabeza de una adolescente, en esa edad que hay mucha bronca y rebeldía, me pasaba que no lo podía conversar con nadie, no lo podía exteriorizar. Era tal el silencio y el hermetismo en mi familia, que no nos permitíamos asumirlo”, recuerda María José.

                                                                                                                                José pasó a la clandestinidad el 8 de junio de 1972, cuando las Fuerzas Conjuntas fueron a preguntarlo a su casa. Un familiar llegó hasta la Fábrica Uruguaya de Neumáticos S. A., donde trabajaba, y lo alertó para que no regresara. Desde ahí decidió alejarse de su familia y amigos para convertirse en un perfecto desconocido en su país y sobrevivir.

                                                                                                                                Nilda y José se conocían desde el barrio. La relación comenzó también en los setenta. Ella sabía que él estaba en el Movimiento, que era un militante de base, de los comandos de apoyo para cualquier actividad que hicieran los Tupamaros contra el gobierno. En tiempos de clandestinidad, acordaban con sigilo un punto de encuentro. O él la llamaba o le mandaba la razón con alguien. Y entonces el día del encuentro José llegaba con el pelo teñido, bigotes y gafas para no ser reconocido.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                José formó parte de este último grupo. El 13 de abril de 1973 salió de Uruguay hacia Mendoza (Argentina) bajo del nombre de Juan Edgardo García Pazos. De allí cruzó a Chile, luego a Cuba y finalmente terminó en Colombia, a comienzos de los ochenta, para integrar la guerrilla del M-19.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                El vacío de la figura paterna siempre la llenó de preguntas. Desde joven empezó a organizar un rompecabezas con la vida de su padre: quién fue él, cómo era, qué tal era su personalidad, qué ideales tenía. Dice que nunca lo ha juzgado por sus decisiones, al contrario, tiene un profundo respeto por sus convicciones.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                La mujer la vinculó con Raúl Olivera, coordinador del Observatorio Luz Ibarburu, una red de organizaciones de la sociedad civil que se encarga en Uruguay de monitorear el cumplimiento de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos con relación a los delitos cometidos en la dictadura. Ambos pudieron dar con la ruta que José tomó luego del exilio hasta su llegada a Colombia. Fue un trabajo de años y muchos obstáculos.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                De acuerdo con la organización Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, la dictadura dejó 197 casos de personas de las que no se sabe su paradero. Pero claro, así como lo señala Olivera, hay un subregistro. En Colombia esa cifra es superada de lejos. La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) estima que son más de 120.000 las y los colombianos desaparecidos a causa de un conflicto armado de más de 52 años.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “José fue un estafeta en la organización. Era el que llevaba los casetes y mensajes, y volvía cada ocho o 15 días a nuestro campamento. Él se podía movilizar sin ningún problema por todo el país porque tenía sus papeles al día. Con él nos conectamos mucho. Él siempre me cambiaba cigarrillos por galletas”, describe Héctor.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Para María José y Nilda enterarse de la muerte de su padre fue una mezcla de sentimientos. De cierta forma les dio tranquilidad, porque eso significó que él no las abandonó. “Lo que creemos es que murió por lo que quería, en la lucha por la igualdad y la justicia. Quizás es el consuelo del tonto, pero es así”, justifica.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                En febrero de 2020, Hasta Encontrarlos y Héctor confirmaron el sitio donde fue enterrado, es decir, que el árbol de caucho y las señales que recuerda Héctor siguieran intactos. Esta información se la entregaron a la Unidad y el 8 de diciembre de 2020 fue una comisión territorial a hacer la verificación del sitio.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                La UBPD busca en Colombia a 15 personas de nacionalidad extranjera desaparecidas posiblemente por el conflicto armado. Diez de ellas son hombres, tres mujeres y dos personas de sexo desconocido. Ocho son ecuatorianas, dos venezolanas, una israelí, una marroquí, una peruana, una dominicana y una uruguaya.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                María José está escribiendo un libro de un solo ejemplar para dejárselo a sus hijos, de 19 y 13 años, por si ellos en algún momento quieren recurrir a su abuelo. Ahí podrán encontrarlo. Le ayudó a encajar muchas piezas del rompecabezas, descubrir la infancia y vida de su padre a través de quienes lo conocieron. Terminar el libro le llevará un rato más, ya que espera el resultado de la búsqueda en Colombia. “Quiero que la última frase del libro sea ¡Lo logré!”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                *El nombre fue cambiado por seguridad

                                                                                                                                **Nos abstenemos de revelar el sitio para no interferir en la búsqueda de su cuerpo.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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