Recobra la libertad Facundo Molares, el exguerrillero argentino de las Farc
Hizo parte de la Columna Móvil Teófilo Forero, hizo dejación de armas en 2017 y poco después salió del país. Nunca volvió a Colombia, pero la Fiscalía buscaba su extradición por un caso de secuestro que debe ser juzgado por la JEP.
Entre gritos de “el Facu no se va, el Facu en libertad”, activistas y manifestantes argentinos recibieron a la medianoche del miércoles a Facundo Molares a las puertas del penal de Ezeiza, en las afueras de Buenos Aires (Argentina). Con un caminar ágil y cargado de bolsas donde llevaba sus pertenencias, Molares alzó el puño antes de cruzar la puerta de la cárcel, donde estaba recluido desde hace ocho meses luego de que la Interpol activara una orden de captura internacional en su contra emitida por la Fiscalía colombiana con aval de un juzgado del Huila.
El argentino Facundo Molares es recordado por su militancia durante 15 años en las antiguas Farc. Dentro del grupo armando fue conocido con los nombres de ‘Camilo Fierro’ o ‘Camilo el Argentino’. Ingresó al Bloque Sur de esa guerrilla y estuvo bajo las órdenes de Hernán Velásquez ‘El Paisa’, comandante de la Columna Móvil Teófilo Forero.
En contexto: La última marcha de Facundo Molares, el exguerrillero argentino de las Farc
Molares se acogió al Acuerdo de Paz, pero mientras avanzaban los diálogos entró en hondas contradicciones con los comandantes de la guerrilla, que lo degradaron del mando y lo mantuvieron amarrado hasta los días de la concentración de las unidades guerrilleras en las Zonas Veredales. Facundo llegó con la mayoría de guerrilleros del Bloque Sur a la Zona Veredal de La Carmelita en el Putumayo. Las mismas Farc aseguraron que entregó su arma.
Aunque su nombre aparece en los listados de firmantes del Acuerdo de Paz, Molares no consiguió suscribir todos los trámites pertinentes, pues estaba como indocumentado. Poco tiempo después de la dejación de armas Facundo cruzó el río Putumayo y abandonó el país por tierra. Nunca regresó a Colombia, la Fiscalía tampoco pudo demostrar en su solicitud de extradición que hubiera cometido delitos en el país después de la firma del Acuerdo de Paz, como lo contó Colombia+20 en un reportaje donde analizó el expediente de 500 páginas con las pruebas en su contra.
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Esta última batalla judicial de Facundo Molares comenzó el 7 de noviembre de 2021 cuando a su casa en Argentina “llegó una delegación de Interpol con una orden de captura y un pedido de extradición”, según contó su padre Hugo Molares a este diario. Antes de eso había sido capturado en Bolivia en noviembre de 2019 en sucesos muy confusos ocurridos durante las revueltas en Santa Cruz de la Sierra contra el golpe de Estado propiciado por Jeaninne Áñez en ese país. De acuerdo con su familia, Molares se encontraba en Bolivia trabajando como reportero para una revista cuando resultó gravemente herido por arma de fuego y luego detenido.
Durante el cautiverio en Bolivia enfermó dos veces de Covid-19 y desarrolló una patología cardíaca que lo llevó al borde de la muerte. Su figura se convirtió en un símbolo del internacionalismo entre ciertos círculos de izquierda de la Argentina y otros países latinoamericanos, llegando a motivar campañas para exigir su libertad al gobierno de facto en Bolivia, finalmente la mediación diplomática logró su repatriación a la Argentina en diciembre de 2020. El caso había tomado tanta trascendencia que el gobierno de Alberto Fernández “mandó el avión presidencial a buscarlo”, según recordó su padre.
A la par de su detención en Bolivia, se incubaba en Colombia una investigación iniciada por Stein Tafur Peña, un fiscal de Florencia (Caquetá) quien recolectó durante tres años evidencia de la pertenencia de Molares a las Farc (algo que él jamás ha negado) y de su presunta participación en el secuestro del concejal Armando Acuña, cometido por la Columna Teófilo Forero de las Farc en 2009. Justamente Molares fue quien protagonizó la liberación de Acuña en las montañas del Caquetá en 2011, en una gestión mediada por la senadora Piedad Córdoba.
Lea: La última travesía del Bloque Sur
Las pesquisas del fiscal Tafur Peña derivaron en una extraña solicitud de extradición que luego la misma Fiscalía declinó, reconociendo que no era de su competencia investigar estos hechos, pues ocurrieron en el marco del conflicto armado y al ser Facundo un firmante del Acuerdo de Paz debían ser juzgados por la Justicia Especial para la Paz. La defensa de Molares ni siquiera se concentró en desvirtuar la participación de Molares en el secuestro de Acuña, sino que argumentó que ese presunto delito debía ser investigado y amnistiado por la Justicia Especial para la Paz, que en todo caso era la única entidad competente para juzgar a Molares.
“Tanto la Fiscalía de la Argentina como la defensa apelamos el fallo que emitió el juez que llevó el proceso, que decidió declarar procedente la extradición”, explica Gustavo Franquet, abogado de Molares. “Planteamos que hay que anular todo el proceso porque está basado en un pedido de extradición de una autoridad que no tiene competencia: la Fiscalía General de Colombia y una jueza de Garzón (Huila). La situación que se abre ahora es que la JEP asumió la competencia y la magistrada [Diana] Vega Laguna ordenó suspender el pedido de extradición”, agregó el abogado.
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En una resolución del 6 de julio la JEP concedió la libertad a Facundo Molares, con la condición de que firmara las actas de sometimiento a esa jurisdicción y coordinara una entrevista sobre su actividad y rol en las Farc. Su caso seguirá en esa jurisdicción, con la que Molares ya está colaborando.
Después de eso la Corte Suprema de la Argentina resolvió en un auto del 28 de julio la petición de excarcelación de Molares, bajo tres condicionantes: que “brinde promesa de someterse al procedimiento y de no obstaculizar la investigación”, también le prohíben salir de la Argentina y lo obligan a “presentarse ante la dependencia de la Policía Federal Argentina próxima a su domicilio una vez por mes”.
“Por fin atendieron los justos reclamos que estábamos haciendo”, declaró Hugo Molares, padre de Facundo. “Estamos muy contentos y esperando descansar unos días para recuperarnos”.
Conozca la decisión de la JEP aquí:
Entre gritos de “el Facu no se va, el Facu en libertad”, activistas y manifestantes argentinos recibieron a la medianoche del miércoles a Facundo Molares a las puertas del penal de Ezeiza, en las afueras de Buenos Aires (Argentina). Con un caminar ágil y cargado de bolsas donde llevaba sus pertenencias, Molares alzó el puño antes de cruzar la puerta de la cárcel, donde estaba recluido desde hace ocho meses luego de que la Interpol activara una orden de captura internacional en su contra emitida por la Fiscalía colombiana con aval de un juzgado del Huila.
El argentino Facundo Molares es recordado por su militancia durante 15 años en las antiguas Farc. Dentro del grupo armando fue conocido con los nombres de ‘Camilo Fierro’ o ‘Camilo el Argentino’. Ingresó al Bloque Sur de esa guerrilla y estuvo bajo las órdenes de Hernán Velásquez ‘El Paisa’, comandante de la Columna Móvil Teófilo Forero.
En contexto: La última marcha de Facundo Molares, el exguerrillero argentino de las Farc
Molares se acogió al Acuerdo de Paz, pero mientras avanzaban los diálogos entró en hondas contradicciones con los comandantes de la guerrilla, que lo degradaron del mando y lo mantuvieron amarrado hasta los días de la concentración de las unidades guerrilleras en las Zonas Veredales. Facundo llegó con la mayoría de guerrilleros del Bloque Sur a la Zona Veredal de La Carmelita en el Putumayo. Las mismas Farc aseguraron que entregó su arma.
Aunque su nombre aparece en los listados de firmantes del Acuerdo de Paz, Molares no consiguió suscribir todos los trámites pertinentes, pues estaba como indocumentado. Poco tiempo después de la dejación de armas Facundo cruzó el río Putumayo y abandonó el país por tierra. Nunca regresó a Colombia, la Fiscalía tampoco pudo demostrar en su solicitud de extradición que hubiera cometido delitos en el país después de la firma del Acuerdo de Paz, como lo contó Colombia+20 en un reportaje donde analizó el expediente de 500 páginas con las pruebas en su contra.
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Esta última batalla judicial de Facundo Molares comenzó el 7 de noviembre de 2021 cuando a su casa en Argentina “llegó una delegación de Interpol con una orden de captura y un pedido de extradición”, según contó su padre Hugo Molares a este diario. Antes de eso había sido capturado en Bolivia en noviembre de 2019 en sucesos muy confusos ocurridos durante las revueltas en Santa Cruz de la Sierra contra el golpe de Estado propiciado por Jeaninne Áñez en ese país. De acuerdo con su familia, Molares se encontraba en Bolivia trabajando como reportero para una revista cuando resultó gravemente herido por arma de fuego y luego detenido.
Durante el cautiverio en Bolivia enfermó dos veces de Covid-19 y desarrolló una patología cardíaca que lo llevó al borde de la muerte. Su figura se convirtió en un símbolo del internacionalismo entre ciertos círculos de izquierda de la Argentina y otros países latinoamericanos, llegando a motivar campañas para exigir su libertad al gobierno de facto en Bolivia, finalmente la mediación diplomática logró su repatriación a la Argentina en diciembre de 2020. El caso había tomado tanta trascendencia que el gobierno de Alberto Fernández “mandó el avión presidencial a buscarlo”, según recordó su padre.
A la par de su detención en Bolivia, se incubaba en Colombia una investigación iniciada por Stein Tafur Peña, un fiscal de Florencia (Caquetá) quien recolectó durante tres años evidencia de la pertenencia de Molares a las Farc (algo que él jamás ha negado) y de su presunta participación en el secuestro del concejal Armando Acuña, cometido por la Columna Teófilo Forero de las Farc en 2009. Justamente Molares fue quien protagonizó la liberación de Acuña en las montañas del Caquetá en 2011, en una gestión mediada por la senadora Piedad Córdoba.
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Las pesquisas del fiscal Tafur Peña derivaron en una extraña solicitud de extradición que luego la misma Fiscalía declinó, reconociendo que no era de su competencia investigar estos hechos, pues ocurrieron en el marco del conflicto armado y al ser Facundo un firmante del Acuerdo de Paz debían ser juzgados por la Justicia Especial para la Paz. La defensa de Molares ni siquiera se concentró en desvirtuar la participación de Molares en el secuestro de Acuña, sino que argumentó que ese presunto delito debía ser investigado y amnistiado por la Justicia Especial para la Paz, que en todo caso era la única entidad competente para juzgar a Molares.
“Tanto la Fiscalía de la Argentina como la defensa apelamos el fallo que emitió el juez que llevó el proceso, que decidió declarar procedente la extradición”, explica Gustavo Franquet, abogado de Molares. “Planteamos que hay que anular todo el proceso porque está basado en un pedido de extradición de una autoridad que no tiene competencia: la Fiscalía General de Colombia y una jueza de Garzón (Huila). La situación que se abre ahora es que la JEP asumió la competencia y la magistrada [Diana] Vega Laguna ordenó suspender el pedido de extradición”, agregó el abogado.
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En una resolución del 6 de julio la JEP concedió la libertad a Facundo Molares, con la condición de que firmara las actas de sometimiento a esa jurisdicción y coordinara una entrevista sobre su actividad y rol en las Farc. Su caso seguirá en esa jurisdicción, con la que Molares ya está colaborando.
Después de eso la Corte Suprema de la Argentina resolvió en un auto del 28 de julio la petición de excarcelación de Molares, bajo tres condicionantes: que “brinde promesa de someterse al procedimiento y de no obstaculizar la investigación”, también le prohíben salir de la Argentina y lo obligan a “presentarse ante la dependencia de la Policía Federal Argentina próxima a su domicilio una vez por mes”.
“Por fin atendieron los justos reclamos que estábamos haciendo”, declaró Hugo Molares, padre de Facundo. “Estamos muy contentos y esperando descansar unos días para recuperarnos”.
Conozca la decisión de la JEP aquí: