Los daños físicos y emocionales de buscar a los desaparecidos de los Llanos
Depresión, desintegración familiar, violencia sexual y miedo crónico son algunos de los daños y violencias que han sufrido las mujeres tras la desaparición de sus seres queridos y en sus labores de búsqueda. La Fundación Nydia Érika Bautista documentó 85 casos de desaparición forzada en Meta, Guaviare y Vichada junto a las afectaciones para las familias buscadoras.
“(…) yo me iba y cuando me decían «está en tal lado», entonces yo les llegaba allá [a los campamentos], ellos me decían «¿usted cómo llegó por acá?, ¿usted cómo entró?». Yo dejaba el caballo por allá amarrado y ahí les llegaba donde ellos estaban, y yo les rogaba, me les arrodillaba y suplicaba que me dijeran dónde estaba ella para yo enterrarla (…)”: testimonio de la hermana de una víctima.
Las mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos en Meta, Guaviare y Vichada durante años han padecido la incertidumbre de la desaparición, la impunidad y falta de interés por parte de la justicia; las violencias por parte de actores armados y los daños físicos, sociales y psicológicos que deja este crimen. Sin embargo, sus dolores han estado callados, porque su fin siempre ha sido encontrar a sus seres amados.
Y no son pocas las mujeres ni pocos los daños. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, en Meta hay 5.459 víctimas de desaparición; en Guaviare, 1.849; y en Vichada, 362. Fue en estos departamentos en los que la Fundación Nydia Érika Bautista, con apoyo del programa Propaz de la cooperación alemana GIZ, documentaron 85 casos de desapariciones forzadas y, además, sistematizaron las experiencias de búsqueda y de vida de 76 mujeres buscadoras.
(Lea también: Entregan 479 historias de violencia sexual a la Comisión de la Verdad)
En el informe “Nunca más el Olvido: Desapariciones forzadas, reclutamiento de menores y mujeres desaparecidas en los Llanos Orientales”, que entregaron a la Comisión de la Verdad y a la Unidad de Búsqueda de personas dadas por Desaparecidas, detallan y analizan las circunstancias de modo, tiempo y lugar de estos casos, así como la persistencia de las desapariciones, el reclutamiento de menores de edad que terminaba en desaparición, los tratos inhumanos, la violencia sexual e intimidaciones hacia las buscadoras y cómo ha operado la impunidad en estos casos.
En un evento virtual al que asistieron representantes de las instituciones y varias decenas de mujeres buscadoras ubicadas en Villavicencio, presentaron también el documento “Sistematización de las experiencias de búsqueda y resiliencia de las mujeres familiares de víctimas de desaparición forzada en los Llanos orientales”, un estudio que ahonda también en las afectaciones que ha dejado en ellas este delito y esta labor.
Yanette Bautista, directora de la Fundación, le dijo a Alejandro Castillejo, comisionado de la Verdad, y a Luz Marina Monzón, directora de la Unidad de Búsqueda, lo siguiente: “les entregamos nuestro dolor, nuestras lágrimas, nuestra lucha y nuestra conciencia de que como mujeres queremos aportar a la construcción de paz. Nuestra confianza está en los mecanismos de justicia transicional por los que tanto luchamos, pedimos y esperamos”.
Bautista, también mujer buscadora, presentó los hallazgos de esta investigación. “El costo político de la desaparición de los hombres recayó en las mujeres, que han sido cabezas de familia e invisibilizadas”, dijo, pues el 89% de los desaparecidos son hombres y el 11%, mujeres.
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También se refirió a que las desapariciones se dieron en contexto de un control territorial de los actores armados y alimentando el clima de terror que se vivía en los municipios. Además, la militarización de la vida civil se manifestó en el reclutamiento de niños y niñas para engrosar las filas de los actores armados. El informe también detalla mecanismos de imposición del terror, como la exhibición de los cadáveres de las personas asesinadas, así como las estrategias usadas para desaparecer a las víctimas: “acciones de inteligencia para ubicar a las víctimas, el traslado de las víctimas a lugares lejanos, la tortura, la ocupación de viviendas, los desplazamientos forzados”.
Las mujeres, cuando se enfrentaron a la búsqueda inicial de sus familiares, cuando fueron a preguntar por ellos, sufrieron secuestros durante días, semanas e incluso años. Y durante el cautiverio sufrieron también violencia sexual y física. "Todo esto se hizo para generar terror, para generar un mensaje de advertencia, para castigar a las mujeres por la búsqueda de sus familias o por su simpatía política o hacia partidos de izquierda, sobre todo cuando provenían de pueblos denominados “guerrilleros”, explicó Bautista.
Las buscadoras también se enfrentaron a amenazas, desplazamientos y la prohibición de seguir buscando a sus hijos, hermanos, padres o esposos. “Muchas madres se desplazaron buscando evitar una desaparición, pero en los lugares de destino los hijos fueron desaparecidos”, dijo la defensora de derechos humanos.
Otro caso que reseña este informe es el de los niños reclutados por las Farc. Por ejemplo, está el caso de Marilú López Sosa (13 años) y su hermano Jhon Haver López Sosa (12 años). Fueron reclutados y desaparecidos forzadamente por miembros del Frente 40 de las Farc, en la vereda Alto Raudal, del municipio de La Macarena (Meta). El informe dice que Marilú “fue sacada de la finca en donde residían a orillas del río Guayabero, por un grupo de guerrilleros, comandado por alias “Memin”, quien días antes había rodeado la casa y amenazado con reclutar a sus hijos”.
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La madre le reclamó al guerrillero que le devolviera a la niña, pero él la amenazó poniéndole una pistola en la cabeza. Tuvo que desplazarse, pero como no tenía dinero para llevarse a los hijos, entre esos a Jhon Haver, los dejó en una finca vecina. Allá fue “Memín” a llevarse al niño de 12 años. La información que recibió la madre fue que sus hijos habían sido ejecutados al intentar desertar de la guerrilla. El informe dice que “la madre ha intentado en múltiples ocasiones interrogar a Agustín Flórez alias Memín sobre su participación en los hechos, sin embargo, dicha persona ha negado su participación y ha emprendido intimidaciones contra ella”.
Bautista se refirió también a la impunidad. “Quiero que no haya más autoridades que se nieguen a recibir denuncias, que no haya más mecanismo de impunidad, que lo que estamos hablando y lo que les estamos entregando tenga un apartado especial en sus corazones, en sus cabezas, en el informe final de la Comisión de la Verdad, donde esperamos un capítulo especial para las desapariciones forzada”.
Luz Marina Monzón, directora de la Unidad de Búsqueda, dijo que reconocía “el enorme trabajo realizado desde y por las mujeres buscadoras de los Llanos Orientales y de la mano de la Fundación Nydia Érika Bautista. Este compromiso tan inmenso que han asumido en la búsqueda de los seres queridos, y esto quisiera remarcarlo, porque estos son los familiares de desaparecidos en este país: la manifestación del amor, de la solidaridad y de la red de apoyo en que se convierten, porque ninguna habla de la búsqueda solo de su ser querido, y aunque encuentren a su ser querido siguen esforzándose por apoyar la búsqueda de las otras”.
A su turno, el comisionado Alejandro Castillejo, destacó el trabajo de las mujeres. “Si no fuera por las mujeres, este país se hubiera destejido rápidamente”.
Las mujeres, desde Villavicencio, cantaron a sus seres queridos y llamaron a las instituciones a apoyarlas en la búsqueda de la verdad y la justicia.
“(…) yo me iba y cuando me decían «está en tal lado», entonces yo les llegaba allá [a los campamentos], ellos me decían «¿usted cómo llegó por acá?, ¿usted cómo entró?». Yo dejaba el caballo por allá amarrado y ahí les llegaba donde ellos estaban, y yo les rogaba, me les arrodillaba y suplicaba que me dijeran dónde estaba ella para yo enterrarla (…)”: testimonio de la hermana de una víctima.
Las mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos en Meta, Guaviare y Vichada durante años han padecido la incertidumbre de la desaparición, la impunidad y falta de interés por parte de la justicia; las violencias por parte de actores armados y los daños físicos, sociales y psicológicos que deja este crimen. Sin embargo, sus dolores han estado callados, porque su fin siempre ha sido encontrar a sus seres amados.
Y no son pocas las mujeres ni pocos los daños. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, en Meta hay 5.459 víctimas de desaparición; en Guaviare, 1.849; y en Vichada, 362. Fue en estos departamentos en los que la Fundación Nydia Érika Bautista, con apoyo del programa Propaz de la cooperación alemana GIZ, documentaron 85 casos de desapariciones forzadas y, además, sistematizaron las experiencias de búsqueda y de vida de 76 mujeres buscadoras.
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En el informe “Nunca más el Olvido: Desapariciones forzadas, reclutamiento de menores y mujeres desaparecidas en los Llanos Orientales”, que entregaron a la Comisión de la Verdad y a la Unidad de Búsqueda de personas dadas por Desaparecidas, detallan y analizan las circunstancias de modo, tiempo y lugar de estos casos, así como la persistencia de las desapariciones, el reclutamiento de menores de edad que terminaba en desaparición, los tratos inhumanos, la violencia sexual e intimidaciones hacia las buscadoras y cómo ha operado la impunidad en estos casos.
En un evento virtual al que asistieron representantes de las instituciones y varias decenas de mujeres buscadoras ubicadas en Villavicencio, presentaron también el documento “Sistematización de las experiencias de búsqueda y resiliencia de las mujeres familiares de víctimas de desaparición forzada en los Llanos orientales”, un estudio que ahonda también en las afectaciones que ha dejado en ellas este delito y esta labor.
Yanette Bautista, directora de la Fundación, le dijo a Alejandro Castillejo, comisionado de la Verdad, y a Luz Marina Monzón, directora de la Unidad de Búsqueda, lo siguiente: “les entregamos nuestro dolor, nuestras lágrimas, nuestra lucha y nuestra conciencia de que como mujeres queremos aportar a la construcción de paz. Nuestra confianza está en los mecanismos de justicia transicional por los que tanto luchamos, pedimos y esperamos”.
Bautista, también mujer buscadora, presentó los hallazgos de esta investigación. “El costo político de la desaparición de los hombres recayó en las mujeres, que han sido cabezas de familia e invisibilizadas”, dijo, pues el 89% de los desaparecidos son hombres y el 11%, mujeres.
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También se refirió a que las desapariciones se dieron en contexto de un control territorial de los actores armados y alimentando el clima de terror que se vivía en los municipios. Además, la militarización de la vida civil se manifestó en el reclutamiento de niños y niñas para engrosar las filas de los actores armados. El informe también detalla mecanismos de imposición del terror, como la exhibición de los cadáveres de las personas asesinadas, así como las estrategias usadas para desaparecer a las víctimas: “acciones de inteligencia para ubicar a las víctimas, el traslado de las víctimas a lugares lejanos, la tortura, la ocupación de viviendas, los desplazamientos forzados”.
Las mujeres, cuando se enfrentaron a la búsqueda inicial de sus familiares, cuando fueron a preguntar por ellos, sufrieron secuestros durante días, semanas e incluso años. Y durante el cautiverio sufrieron también violencia sexual y física. "Todo esto se hizo para generar terror, para generar un mensaje de advertencia, para castigar a las mujeres por la búsqueda de sus familias o por su simpatía política o hacia partidos de izquierda, sobre todo cuando provenían de pueblos denominados “guerrilleros”, explicó Bautista.
Las buscadoras también se enfrentaron a amenazas, desplazamientos y la prohibición de seguir buscando a sus hijos, hermanos, padres o esposos. “Muchas madres se desplazaron buscando evitar una desaparición, pero en los lugares de destino los hijos fueron desaparecidos”, dijo la defensora de derechos humanos.
Otro caso que reseña este informe es el de los niños reclutados por las Farc. Por ejemplo, está el caso de Marilú López Sosa (13 años) y su hermano Jhon Haver López Sosa (12 años). Fueron reclutados y desaparecidos forzadamente por miembros del Frente 40 de las Farc, en la vereda Alto Raudal, del municipio de La Macarena (Meta). El informe dice que Marilú “fue sacada de la finca en donde residían a orillas del río Guayabero, por un grupo de guerrilleros, comandado por alias “Memin”, quien días antes había rodeado la casa y amenazado con reclutar a sus hijos”.
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La madre le reclamó al guerrillero que le devolviera a la niña, pero él la amenazó poniéndole una pistola en la cabeza. Tuvo que desplazarse, pero como no tenía dinero para llevarse a los hijos, entre esos a Jhon Haver, los dejó en una finca vecina. Allá fue “Memín” a llevarse al niño de 12 años. La información que recibió la madre fue que sus hijos habían sido ejecutados al intentar desertar de la guerrilla. El informe dice que “la madre ha intentado en múltiples ocasiones interrogar a Agustín Flórez alias Memín sobre su participación en los hechos, sin embargo, dicha persona ha negado su participación y ha emprendido intimidaciones contra ella”.
Bautista se refirió también a la impunidad. “Quiero que no haya más autoridades que se nieguen a recibir denuncias, que no haya más mecanismo de impunidad, que lo que estamos hablando y lo que les estamos entregando tenga un apartado especial en sus corazones, en sus cabezas, en el informe final de la Comisión de la Verdad, donde esperamos un capítulo especial para las desapariciones forzada”.
Luz Marina Monzón, directora de la Unidad de Búsqueda, dijo que reconocía “el enorme trabajo realizado desde y por las mujeres buscadoras de los Llanos Orientales y de la mano de la Fundación Nydia Érika Bautista. Este compromiso tan inmenso que han asumido en la búsqueda de los seres queridos, y esto quisiera remarcarlo, porque estos son los familiares de desaparecidos en este país: la manifestación del amor, de la solidaridad y de la red de apoyo en que se convierten, porque ninguna habla de la búsqueda solo de su ser querido, y aunque encuentren a su ser querido siguen esforzándose por apoyar la búsqueda de las otras”.
A su turno, el comisionado Alejandro Castillejo, destacó el trabajo de las mujeres. “Si no fuera por las mujeres, este país se hubiera destejido rápidamente”.
Las mujeres, desde Villavicencio, cantaron a sus seres queridos y llamaron a las instituciones a apoyarlas en la búsqueda de la verdad y la justicia.