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                                                                                                                                Los desaparecidos de Viotá

                                                                                                                                Desde finales de los años 90, el municipio fue el fortín de las Farc, así como de las Autodefensas Campesinas del Casanare, que llegaron a comienzos de la década siguiente. Ambos dejaron 113 desaparecidos y decenas de fosas comunes, por lo que sus habitantes hoy buscan la verdad y a sus víctimas.

                                                                                                                                Mónica Rivera Rueda

                                                                                                                                Editora de la sección Colombia
                                                                                                                                Desaparecido en Viot·
                                                                                                                                Foto: Jose Vargas Esguerra
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La lista es larga. Además de la persecución política a miembros del Partido Comunista y de la Unión Patriótica (UP), vivieron masacres, como la ocurrida en 1997 en el caserío La Horqueta; desplazamientos masivos, como el que se dio en 2003 en la vereda Brasil por cuenta del asesinato y la desaparición forzada, que tan solo ese año dejó 26 víctimas, de acuerdo con datos del Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica.

                                                                                                                                La foto más reciente que la familia Leyva conserva de Jorge es una fotocopia que se comparte en redes sociales. El resto de las imágenes las entregaron a la Fiscalía como parte de la investigación. /Archivo familiar.
                                                                                                                                Foto: Archivo familiar
                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Jorge no llegó a la hora del almuerzo. Aunque Ana lo esperó porque sabía que su hijo tenía que entregar un encargo de panes, ya entrada la tarde decidió salir a llevarle la comida. “Él no ha venido hoy”, le dijo el dueño de la panadería. Era 30 de junio de 2003, el son de las fiestas se escuchaba en cada esquina, pues Viotá estaba en plena celebración del Reinado Departamental del Café; por eso, Ana no dudó en ir al billar y a la piscina municipal, pero allá tampoco estaba.

                                                                                                                                A las cinco y treinta de la tarde, y con resignación, Ana dejó de buscarlo, porque a las seis comenzaba el toque de queda que habían impuesto los paramilitares. Ya acompañada de su hija Paola, la llamada de un vecino las alertó para que hablaran con el señor Navarro, quien vivía a unos cuantos metros de su finca y un momento después les dijo: “A Jorge lo recogieron los paras esta mañana al pie de la bomba y lo obligaron a subirse a un jeep”.

                                                                                                                                Leydi, su hermana menor, recuerda: “Esa mañana Jorge llevaba un blue jean y un saco rojo con números en el pecho que mi mamá le regaló unos días antes para su cumpleaños. Él entró a la cocina y le dijo a ella que no se demoraba, que solo iba a hacer un pan. Él se acercó y me dijo ‘adiós, chiquitina’ y salió por la puerta, tomó la vía y se fue caminando al pueblo”.

                                                                                                                                Ella hacía el mismo recorrido todos los días para llevarle el almuerzo. En ese entonces, la familia vivía en una finca en las afueras del casco urbano de Viotá, por la vía que comunica al municipio con Mesitas del Colegio, y por la cual, si se sigue directo, se llega en dos horas a Bogotá. No eran más de 15 minutos los que se demoraba en caminar por la carretera, cruzar el puente que atraviesa el río y recorrer las cinco cuadras hasta la panadería donde trabajaba Jorge. “Él me esperaba todos los días con un pan especial lleno de queso, arequipe y bocadillo. Unos días eran largos como un cocodrilo, y otros, redondos como tortugas; a veces les ponía detalles, como brevas en los ojos”, narra Leydi.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Jose Vargas Esguerra
                                                                                                                                Entre los lugares en los que buscaron a Jorge estaba el billar, en el que hoy queda una panadería.
                                                                                                                                Jose Vargas Esguerra
                                                                                                                                En la estación de gasolina, que se encuentra sobre la vía que comunica a Viotá con Mesitas del Colegio, fue donde los paramilitares obligaron a Jorge Leyva a subirse a un vehículo.
                                                                                                                                Jose Vargas Esguerra
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Por eso, los pobladores se cuestionan por qué se lo llevaron. Vicente asegura que para esa época todo cambió. Durante más de una década, los frentes 22 y luego el 42 de las Farc se ubicaron en la zona rural del municipio, como lo indicó en su momento el Observatorio de Violencia de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y, posteriormente, múltiples informes, entre ellos ‘Memoria histórica del conflicto en Cundinamarca’. Según relata Vicente, estos grupos no solamente tenían el control de lo que pasaba en Viotá, sino que además cobraban vacunas e impedían la comercialización de cualquier bebida diferente a la gaseosa Sol o a la cerveza venezolana Polar. “Yo me acuerdo de un viejito que con mucho esfuerzo llegó a la plaza a vender una canasta de Águila. Los guerrilleros lo vieron y le rompieron todas las botellas”.

                                                                                                                                Para los primeros años de 2000 ocurrió un cambio por la llegada de las Autodefensas Campesinas del Casanare que, comandados por Martín Llanos, comenzaron a perseguir a la guerrilla. Así lo expusieron ante los tribunales de Justicia y Paz los paramilitares Ágapo Gamboa Daza, alias César (comandante del frente), y Rafael Antonio Sáenz, alias el Diablo (coordinador de finanzas y en ese momento encargado de las relaciones con la fuerza pública en Viotá), quienes aseguraron que su llegada al municipio fue para hacerle frente a la guerrilla e iniciar la ‘limpieza social’, por lo que castigaban, con la muerte y la desaparición, a todo el que fuera colaborador o tuviera vínculos con las Farc.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La búsqueda siguió por dos años. No obstante, así como el hostigamiento del grupo armado contra la población fue intenso en 2003, las amenazas hacia la familia no se hicieron esperar, y a los cinco meses Ana tuvo que salir desplazada con sus dos hijas a Bogotá. “Uno les tenía miedo porque mataron mucha gente, como al alcalde y al registrador, y además perseguían bastante a las niñas. Yo me tuve que ir con mis dos hijas para Bogotá, donde una hermana en Fontibón, y solo hasta 2007 me atreví a denunciar”.

                                                                                                                                La panadería en la que trabajaba Jorge era la única que existía en 2003 en el pueblo. Ahora hay una carnicería en ese lugar.
                                                                                                                                Foto: Jose Vargas Esguerra
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El proceso fue largo. Gracias a una tutela, el Estado tuvo que reconocer a Ana y a su familia como víctimas indirectas de desaparición forzada. Y en 2013, la Unidad para las Víctimas los ingresó a los registros por lo que le pasó a Jorge, pero no por el desplazamiento del municipio. “Me hicieron ir muchas veces a Soacha, al barrio Lincoln, y lo único que decían es que esperara. Finalmente, solo me llamaron una vez que encontraron unos restos en Boyacá, para comparar el ADN. Me tomaron la muestra y los resultados fueron negativos”.

                                                                                                                                De vuelta en Viotá, la familia ha buscado la paz a su manera. Después de un tiempo, Ana soñó con Jorge. “Yo le pedía mucho a Dios que me dejara ver qué pasó con mi hijo, porque casi me vuelvo loca. Un día, en un sueño, mi hijo me dijo que estaba en un sitio muy bien y que no llorara; ahí entendí que él ya no estaba. Aunque no sé dónde me lo dejaron”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                El pueblo rojo

                                                                                                                                En Viotá hace calor. No igual que en otros municipios turísticos como Girardot o Melgar, pero sí lo suficiente como para permitirle ser un territorio cafetero. A esto también le ayuda la altura, pues está incrustado en el piedemonte de la cordillera Oriental, por lo que desde el pueblo, a cualquier lado adonde se mire, se ven grandes montañas, y muy seguramente se oye alguno de los tres afluentes que lo atraviesan (La Pilama, Viotá y Calandaima).

                                                                                                                                Antes del desplazamiento, la familia Leyva vivía en una finca sobre la vía, a 100 metros de la estación de gasolina donde Jorge fue visto por última vez.
                                                                                                                                Foto: Jose Vargas Esguerra
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En buena medida, estas características fueron las que llamaron la atención de los actores armados que se asentaron en el municipio, ubicado a 86 kilómetros al suroccidente de Bogotá. Viotá fue dominado por grandes latifundistas que se dedicaron al cultivo del café; aunque, según explica Julio Cepeda-Landiño en “Una aproximación histórica al municipio de Viotá”, la gran influencia del Partido Comunista llevó a que se gestara una reforma agraria que “hizo que las haciendas cafeteras como modelo de producción entraran en decadencia y dieran un paso a las pequeñas unidades cafeteras con formas capitalistas en sus unidades productivas”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Para el año 2000, las fuerzas comenzaron a cambiar. En septiembre de ese año, dos sicarios asesinaron al entonces alcalde Rútber José Navarro Grisales, quien llegó al cargo de la mano del Partido Liberal. Algunos habitantes del municipio aseguran que los asesinos esparcieron calendarios alusivos a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) antes de escapar; sin embargo, aún no hay certeza de que se trataba de ellos.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Éramos comerciantes y a él le picó el bicho de la política. Yo no quería y le dije que en eso era mejor ver los toros desde la barrera, pero me pidió que lo ayudara a hacerlo bien, y ahí comencé a recorrer las veredas, casa a casa, haciendo campaña”, recuerda Luz Dary López, viuda del alcalde Navarro, quien afirma que para ese entonces se dio el tránsito entre los dos frentes.

                                                                                                                                Nada se hacía sin la autorización de la guerrilla. De hecho, meses antes del asesinato, Navarro le dijo a Luz Dary que creía que era tal su compromiso que lo iban a matar. “Estaba tomándose un tinto con el hermano y escuchando Cristalina —una emisora de la provincia—. Acababan de echarles gasolina a los carros en la bomba, cuando llegó un amigo que les insistió que fueran a la cafetería, y ahí fue donde llegaron los tipos y lo mataron”, relata Luz Dary.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La llegada de los paramilitares al pueblo habría sido una respuesta a que los comerciantes de la región ya estaban cansados de la presión que ejercía la guerrilla. Según Sara Dávila Mesa, abogada de la Corporación Jurídica Yira Castro, esta versión forma parte de lo que se cuenta en el pueblo, aunque está claro que la más grande incursión de los paramilitares fue en 2003: “El periodo más violento fue el primer trimestre de ese año, cuando fueron desplazadas más de 1000 personas y comenzó esa historia de persecución firmada por las Autodefensas Campesinas del Casanare (ACC), en una presunta alianza que hubo con algunos miembros del Batallón Colombia”.

                                                                                                                                Esto se relaciona con la operación Libertad I, liderada por las Fuerzas Militares y que, de acuerdo con el Codhes, tenía como objetivo desmantelar los dos frentes de las Farc que estaban en el noroccidente de Cundinamarca y que le hacían cerco a Bogotá. Esto se desarrolló en el marco del Plan Patriota, que se intensificó entre el primero de junio y el 31 de diciembre de 2003, momento en que lograron el repliegue de la guerrilla al Caguán y a la cuenca del río Ariari.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                La abogada Dávila Mesa expone que, para 2003, las desapariciones forzadas fueron una de las tácticas más recurrentes contra la población civil: “Se llevaban a las personas, pero más adelante, los cuerpos eran encontrados desmembrados, con lo que, en el contexto, se ejercía un tema de control social con un mensaje de dominio y terror para la comunidad”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Los líderes paramilitares Ágapo Gamboa Daza, alias César, comandante del frente, y Rafael Antonio Sáenz, alias el Diablo, aseguraron en medio del proceso en su contra por la desaparición de dos jóvenes en el municipio que, cuando entraron a Viotá, contaban con el apoyo de población civil, grandes hacendados y el Batallón de Infantería N.° 28 Colombia, que para entonces era comandando por el capitán Édgar Arbeláez Sánchez, quien estableció su base en Viotá en marzo de 2003.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Otro condenado con responsabilidades en los crímenes cometidos en ese municipio es el sargento Harold William Pejendino Madroñero, a quien acusaron de formar parte de las ACC y de ser el encargado de las labores de inteligencia para encontrar a los presuntos colaboradores de la guerrilla. Por ello, el Tribunal de Cundinamarca lo condenó a 40 años de prisión por los delitos de homicidio agravado (en concurso homogéneo), desaparición forzada, secuestro simple agravado, desplazamiento forzado, y concierto para delinquir agravado en Viotá.

                                                                                                                                ¿Dónde está la justicia?

                                                                                                                                Viotá es uno de los municipios más golpeados por la violencia en Cundinamarca. Para hacer un comparativo de cifras, mientras que en otros pueblos del departamento, en promedio seis de 100 habitantes fueron víctimas del conflicto armado, en Viotá lo fueron 60 de cada 100, por lo que distintas organizaciones sociales y organismos del Estado han priorizado algunas acciones como la instalación de la Unidad de Víctimas local.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En cuanto a los desaparecidos, un diagnóstico sobre las víctimas en el departamento, elaborado por la Gobernación, señala que durante 2007 se hallaron nueve fosas comunes con igual número de restos, pero se presume que podrían ser más de 300 fosas con al menos 700 cuerpos de personas desaparecidas en la región, tanto por las Farc como por los paramilitares.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Desde el Gobierno departamental, Sara García, directora de Atención a Víctimas de la Secretaría de Gobierno, asegura que se ha fortalecido la Mesa Regional de Paz, Reconciliación y Convivencia, en la que confluyen diferentes actores sociales. Así mismo, indica que se han entregado herramientas e insumos a las víctimas para que desarrollen sus procesos productivos.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Sumado a esto, el 19 de noviembre del año pasado, la Corporación Yira Castro presentó ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) un informe sobre la persecución política y las violaciones a derechos humanos que cometieron tanto la guerrilla de las Farc como las Autodefensas Campesinas del Casanare (ACC) entre 1989 y 2004, en el que evidencian que entre 2003 y 2004 la violencia aumentó tras la presunta alianza militar-paramilitar que llevó a crímenes contra la población civil.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El alcalde Gómez señala que en este momento es diferente gobernar Viotá a cualquier otro municipio, no solo por las características del conflicto, sino además porque ahora confluyen en él tanto víctimas como desmovilizados de las AUC y las Farc. Aunque la vida es más armoniosa para sus habitantes, que buscan la reconstrucción mediante el fortalecimiento de cultivos del café y del turismo, los líderes sociales temen que la aparición de panfletos firmados por las Águilas Negras vuelva a victimizar y estigmatizar el municipio. Por lo anterior, es urgente que haya respuestas eficaces de la Justicia, pero en especial, reconocimiento del Estado.

                                                                                                                                Esta historia fue elaborada con el apoyo de Consejo de Redacción (CdR), la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), como parte del proyecto ‘Diálogos con la ausencia. Formación virtual para periodistas que cubren la desaparición en el marco del conflicto armado y la búsqueda de personas’.

                                                                                                                                Desaparecido en Viot·
                                                                                                                                Foto: Jose Vargas Esguerra
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La lista es larga. Además de la persecución política a miembros del Partido Comunista y de la Unión Patriótica (UP), vivieron masacres, como la ocurrida en 1997 en el caserío La Horqueta; desplazamientos masivos, como el que se dio en 2003 en la vereda Brasil por cuenta del asesinato y la desaparición forzada, que tan solo ese año dejó 26 víctimas, de acuerdo con datos del Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica.

                                                                                                                                La foto más reciente que la familia Leyva conserva de Jorge es una fotocopia que se comparte en redes sociales. El resto de las imágenes las entregaron a la Fiscalía como parte de la investigación. /Archivo familiar.
                                                                                                                                Foto: Archivo familiar
                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                A las cinco y treinta de la tarde, y con resignación, Ana dejó de buscarlo, porque a las seis comenzaba el toque de queda que habían impuesto los paramilitares. Ya acompañada de su hija Paola, la llamada de un vecino las alertó para que hablaran con el señor Navarro, quien vivía a unos cuantos metros de su finca y un momento después les dijo: “A Jorge lo recogieron los paras esta mañana al pie de la bomba y lo obligaron a subirse a un jeep”.

                                                                                                                                Leydi, su hermana menor, recuerda: “Esa mañana Jorge llevaba un blue jean y un saco rojo con números en el pecho que mi mamá le regaló unos días antes para su cumpleaños. Él entró a la cocina y le dijo a ella que no se demoraba, que solo iba a hacer un pan. Él se acercó y me dijo ‘adiós, chiquitina’ y salió por la puerta, tomó la vía y se fue caminando al pueblo”.

                                                                                                                                Ella hacía el mismo recorrido todos los días para llevarle el almuerzo. En ese entonces, la familia vivía en una finca en las afueras del casco urbano de Viotá, por la vía que comunica al municipio con Mesitas del Colegio, y por la cual, si se sigue directo, se llega en dos horas a Bogotá. No eran más de 15 minutos los que se demoraba en caminar por la carretera, cruzar el puente que atraviesa el río y recorrer las cinco cuadras hasta la panadería donde trabajaba Jorge. “Él me esperaba todos los días con un pan especial lleno de queso, arequipe y bocadillo. Unos días eran largos como un cocodrilo, y otros, redondos como tortugas; a veces les ponía detalles, como brevas en los ojos”, narra Leydi.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Jose Vargas Esguerra
                                                                                                                                Entre los lugares en los que buscaron a Jorge estaba el billar, en el que hoy queda una panadería.
                                                                                                                                Jose Vargas Esguerra
                                                                                                                                En la estación de gasolina, que se encuentra sobre la vía que comunica a Viotá con Mesitas del Colegio, fue donde los paramilitares obligaron a Jorge Leyva a subirse a un vehículo.
                                                                                                                                Jose Vargas Esguerra
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Por eso, los pobladores se cuestionan por qué se lo llevaron. Vicente asegura que para esa época todo cambió. Durante más de una década, los frentes 22 y luego el 42 de las Farc se ubicaron en la zona rural del municipio, como lo indicó en su momento el Observatorio de Violencia de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y, posteriormente, múltiples informes, entre ellos ‘Memoria histórica del conflicto en Cundinamarca’. Según relata Vicente, estos grupos no solamente tenían el control de lo que pasaba en Viotá, sino que además cobraban vacunas e impedían la comercialización de cualquier bebida diferente a la gaseosa Sol o a la cerveza venezolana Polar. “Yo me acuerdo de un viejito que con mucho esfuerzo llegó a la plaza a vender una canasta de Águila. Los guerrilleros lo vieron y le rompieron todas las botellas”.

                                                                                                                                Para los primeros años de 2000 ocurrió un cambio por la llegada de las Autodefensas Campesinas del Casanare que, comandados por Martín Llanos, comenzaron a perseguir a la guerrilla. Así lo expusieron ante los tribunales de Justicia y Paz los paramilitares Ágapo Gamboa Daza, alias César (comandante del frente), y Rafael Antonio Sáenz, alias el Diablo (coordinador de finanzas y en ese momento encargado de las relaciones con la fuerza pública en Viotá), quienes aseguraron que su llegada al municipio fue para hacerle frente a la guerrilla e iniciar la ‘limpieza social’, por lo que castigaban, con la muerte y la desaparición, a todo el que fuera colaborador o tuviera vínculos con las Farc.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                La panadería en la que trabajaba Jorge era la única que existía en 2003 en el pueblo. Ahora hay una carnicería en ese lugar.
                                                                                                                                Foto: Jose Vargas Esguerra
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El proceso fue largo. Gracias a una tutela, el Estado tuvo que reconocer a Ana y a su familia como víctimas indirectas de desaparición forzada. Y en 2013, la Unidad para las Víctimas los ingresó a los registros por lo que le pasó a Jorge, pero no por el desplazamiento del municipio. “Me hicieron ir muchas veces a Soacha, al barrio Lincoln, y lo único que decían es que esperara. Finalmente, solo me llamaron una vez que encontraron unos restos en Boyacá, para comparar el ADN. Me tomaron la muestra y los resultados fueron negativos”.

                                                                                                                                De vuelta en Viotá, la familia ha buscado la paz a su manera. Después de un tiempo, Ana soñó con Jorge. “Yo le pedía mucho a Dios que me dejara ver qué pasó con mi hijo, porque casi me vuelvo loca. Un día, en un sueño, mi hijo me dijo que estaba en un sitio muy bien y que no llorara; ahí entendí que él ya no estaba. Aunque no sé dónde me lo dejaron”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                El pueblo rojo

                                                                                                                                En Viotá hace calor. No igual que en otros municipios turísticos como Girardot o Melgar, pero sí lo suficiente como para permitirle ser un territorio cafetero. A esto también le ayuda la altura, pues está incrustado en el piedemonte de la cordillera Oriental, por lo que desde el pueblo, a cualquier lado adonde se mire, se ven grandes montañas, y muy seguramente se oye alguno de los tres afluentes que lo atraviesan (La Pilama, Viotá y Calandaima).

                                                                                                                                Antes del desplazamiento, la familia Leyva vivía en una finca sobre la vía, a 100 metros de la estación de gasolina donde Jorge fue visto por última vez.
                                                                                                                                Foto: Jose Vargas Esguerra
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En buena medida, estas características fueron las que llamaron la atención de los actores armados que se asentaron en el municipio, ubicado a 86 kilómetros al suroccidente de Bogotá. Viotá fue dominado por grandes latifundistas que se dedicaron al cultivo del café; aunque, según explica Julio Cepeda-Landiño en “Una aproximación histórica al municipio de Viotá”, la gran influencia del Partido Comunista llevó a que se gestara una reforma agraria que “hizo que las haciendas cafeteras como modelo de producción entraran en decadencia y dieran un paso a las pequeñas unidades cafeteras con formas capitalistas en sus unidades productivas”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Para el año 2000, las fuerzas comenzaron a cambiar. En septiembre de ese año, dos sicarios asesinaron al entonces alcalde Rútber José Navarro Grisales, quien llegó al cargo de la mano del Partido Liberal. Algunos habitantes del municipio aseguran que los asesinos esparcieron calendarios alusivos a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) antes de escapar; sin embargo, aún no hay certeza de que se trataba de ellos.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Nada se hacía sin la autorización de la guerrilla. De hecho, meses antes del asesinato, Navarro le dijo a Luz Dary que creía que era tal su compromiso que lo iban a matar. “Estaba tomándose un tinto con el hermano y escuchando Cristalina —una emisora de la provincia—. Acababan de echarles gasolina a los carros en la bomba, cuando llegó un amigo que les insistió que fueran a la cafetería, y ahí fue donde llegaron los tipos y lo mataron”, relata Luz Dary.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Esto se relaciona con la operación Libertad I, liderada por las Fuerzas Militares y que, de acuerdo con el Codhes, tenía como objetivo desmantelar los dos frentes de las Farc que estaban en el noroccidente de Cundinamarca y que le hacían cerco a Bogotá. Esto se desarrolló en el marco del Plan Patriota, que se intensificó entre el primero de junio y el 31 de diciembre de 2003, momento en que lograron el repliegue de la guerrilla al Caguán y a la cuenca del río Ariari.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                La abogada Dávila Mesa expone que, para 2003, las desapariciones forzadas fueron una de las tácticas más recurrentes contra la población civil: “Se llevaban a las personas, pero más adelante, los cuerpos eran encontrados desmembrados, con lo que, en el contexto, se ejercía un tema de control social con un mensaje de dominio y terror para la comunidad”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Los líderes paramilitares Ágapo Gamboa Daza, alias César, comandante del frente, y Rafael Antonio Sáenz, alias el Diablo, aseguraron en medio del proceso en su contra por la desaparición de dos jóvenes en el municipio que, cuando entraron a Viotá, contaban con el apoyo de población civil, grandes hacendados y el Batallón de Infantería N.° 28 Colombia, que para entonces era comandando por el capitán Édgar Arbeláez Sánchez, quien estableció su base en Viotá en marzo de 2003.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La relación de Arbeláez Sánchez con las autodefensas fue conocida públicamente por interceptaciones telefónicas realizadas en 2003, que dieron cuenta de su participación en la ejecución extrajudicial de dos vendedores ambulantes de Fusagasugá, asesinados en Viotá —suceso que encarna lo que los actores armados denominan ‘limpieza social’—. Por este hecho, el Tribunal Superior de Cundinamarca lo condenó en 2009 a 34 años de prisión. En 2017, el destituido capitán solicitó su ingreso a la JEP.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Otro condenado con responsabilidades en los crímenes cometidos en ese municipio es el sargento Harold William Pejendino Madroñero, a quien acusaron de formar parte de las ACC y de ser el encargado de las labores de inteligencia para encontrar a los presuntos colaboradores de la guerrilla. Por ello, el Tribunal de Cundinamarca lo condenó a 40 años de prisión por los delitos de homicidio agravado (en concurso homogéneo), desaparición forzada, secuestro simple agravado, desplazamiento forzado, y concierto para delinquir agravado en Viotá.

                                                                                                                                ¿Dónde está la justicia?

                                                                                                                                Viotá es uno de los municipios más golpeados por la violencia en Cundinamarca. Para hacer un comparativo de cifras, mientras que en otros pueblos del departamento, en promedio seis de 100 habitantes fueron víctimas del conflicto armado, en Viotá lo fueron 60 de cada 100, por lo que distintas organizaciones sociales y organismos del Estado han priorizado algunas acciones como la instalación de la Unidad de Víctimas local.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Desde el Gobierno departamental, Sara García, directora de Atención a Víctimas de la Secretaría de Gobierno, asegura que se ha fortalecido la Mesa Regional de Paz, Reconciliación y Convivencia, en la que confluyen diferentes actores sociales. Así mismo, indica que se han entregado herramientas e insumos a las víctimas para que desarrollen sus procesos productivos.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Sumado a esto, el 19 de noviembre del año pasado, la Corporación Yira Castro presentó ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) un informe sobre la persecución política y las violaciones a derechos humanos que cometieron tanto la guerrilla de las Farc como las Autodefensas Campesinas del Casanare (ACC) entre 1989 y 2004, en el que evidencian que entre 2003 y 2004 la violencia aumentó tras la presunta alianza militar-paramilitar que llevó a crímenes contra la población civil.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El alcalde Gómez señala que en este momento es diferente gobernar Viotá a cualquier otro municipio, no solo por las características del conflicto, sino además porque ahora confluyen en él tanto víctimas como desmovilizados de las AUC y las Farc. Aunque la vida es más armoniosa para sus habitantes, que buscan la reconstrucción mediante el fortalecimiento de cultivos del café y del turismo, los líderes sociales temen que la aparición de panfletos firmados por las Águilas Negras vuelva a victimizar y estigmatizar el municipio. Por lo anterior, es urgente que haya respuestas eficaces de la Justicia, pero en especial, reconocimiento del Estado.

                                                                                                                                Esta historia fue elaborada con el apoyo de Consejo de Redacción (CdR), la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), como parte del proyecto ‘Diálogos con la ausencia. Formación virtual para periodistas que cubren la desaparición en el marco del conflicto armado y la búsqueda de personas’.

                                                                                                                                Por Mónica Rivera Rueda

                                                                                                                                Periodista de planeación, hábitat, salud y educación. Estudiante de la maestría de análisis de problemas políticos, económicos e internacionales contemporáneos.@Yomonrivermrivera@elespectador.com
                                                                                                                                Ver todas las noticias
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