Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Fueron 25 horas de viaje por tierra las que le tomaron al equipo de fútbol femenino JAC Las Vegas del Valle del Guamuéz, del departamento de Putumayo, llegar hasta Medellín. A las 8 de la mañana del 22 de abril, ya sus siete integrantes se encontraban en una cancha de fútbol, instalada cerca a la Alcaldía de esa ciudad y la Gobernación de Antioquia, para cumplir el propósito de su travesía: participar de la primera Copa Mundial de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) realizada en Latinoamérica.
Las integrantes de JAC Las Vegas realizaron actividades comunitarias para reunir parte del dinero que les permitiría llegar a Medellín. Para muchas fue la primera vez que salieron de su departamento. Otras, incluso, tuvieron que desplazarse con sus hijos pequeños; no podían abandonarlos porque estaban en periodo de lactancia.
Las participantes de los otros 17 equipos viajaron desde otros departamentos del país para hacer parte del torneo, que fue patrocinado por Impact HUB Medellín, Gol 2 Soul, ACEIS y la Universidad Pontificia Bolivariana. Llegaron equipos del Urabá, Medellín y otras regiones del país.
La copa quería resaltar el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 5, que habla de igualdad de género en mujeres y niñas: facilitar su acceso en salud, educación, empleo y representación en decisiones de políticas públicas. No obstante, cada equipo representaba alguno de los demás ODS.
JAC Las Vegas representó el objetivo número 16, que habla de paz, justicia e instituciones sólidas, pues su departamento de origen, el Putumayo, ha sufrido el conflicto armado durante décadas
Lea también: En cifras, el conflicto en Putumayo después del Acuerdo de Paz
La capitana del equipo, Leidy Cuarán, juega fútbol desde los 14 años. Actualmente tiene 29 y, desde la Plaza de la Libertad en Medellín, cerca a la cancha de fútbol donde se realizó la copa de los ODS, le dijo a El Espectador que las disputas en su territorio dejaron “heridas dolorosas y profundas, desde niñas fuimos testigos de cómo esta violencia despiadada nos quiso arrebatar todo”.
Entre otros hechos victimizantes, el Putumayo ha sido territorio de múltiples masacres. Una de ellas, quizás de la que más se ha hablado, ocurrió el 9 de enero de 1999 en el corregimiento de El Tigre. Hasta allí llegó un grupo de paramilitares, quienes asesinaron a 29 personas, además cometieron actos de violencia sexual y obligaron a desplazarse a otros integrantes de la población (Lea también: Los perseguidos: masacre de El Tigre (parte 1).
Años después, algunas mujeres que sobrevivieron a lo ocurrido en El Tigre se encargaron de preservar la memoria de lo ocurrido y hacer procesos de catarsis. Es por eso que el embajador de la Unión Europea en Colombia, Gilles Bertrand, dijo que “a través de las historias de las futbolistas femeninas de las diversas veredas del Putumayo, estamos construyendo paz en un territorio que ha sido golpeado por la violencia armada y que todavía tiene enfrentamientos de grupos ilegales por el control del territorio”.
El Fondo Europeo para la Paz, un mecanismo de cooperación de la Unión Europea creado para acompañar al gobierno colombiano en la implementación del Acuerdo de Paz de La Habana, ha sido el principal patrocinador del equipo JAC Las Vegas.
El Fondo ha puesto en marcha 31 intervenciones que pretenden contribuir a la reconciliación de la sociedad colombiana, la reincorporación social y económica de excombatientes, la equidad de género y la inclusión de sectores vulnerables. Su cobertura geográfica abarca 147 municipios de Colombia y 28 departamentos, entre ellos el Putumayo.
Según Bertrand, este territorio tiene complejidades que lo diferencian de los demás. Uno de ellos es la frontera que comparte con Ecuador, también que es departamento clave en los problemas medioambientales relacionados con el conflicto armado, como la deforestación.
“En el resto del país, la deforestación no ocurre por los cultivos de coca sino por otros motivos, como la ganadería y la apropiación de tierras”, puntualiza el embajador, “pero en este departamento todavía se tumban árboles para sembrar coca”.
Sin embargo, Bertrand resalta que, además de los episodios de conflicto, la labor del Fondo Europeo para la Paz es narrar los relatos de resistencia, resiliencia y reconciliación. “Nos parece importante contar la otra parte de la historia”, explica el embajador, quien resalta, también, la existencia del gran potencial ecoturísitco y agrícola del Putumayo.
Dentro de este potencial está la enorme riqueza de biodiversidad, este departamento tiene más de mil especies de aves, lo que concentra el 50% total del país según el Instituto Humboldt.
Por la misma línea, María Iraizoz, de la Unión Europea, cuenta que la presencia de esta entidad internacional en el Putumayo se registra desde 2018. “Nos parecía crucial demostrarle al resto de Colombia que este departamento existe, que tiene unas mujeres fantásticas, y que allí no solamente permanece el conflicto, sino también las ganas de transformar el país”.
El apoyo en la cancha
Tejedoras de Vida del Putumayo, otra organización de mujeres del Putumayo, también apoyó al equipo JAC Las Vegas. De hecho, una batucada compuesta por un grupo de mujeres que tocan tambores y cantan arengas, viajó con las jugadoras con el propósito de alentarlas durante sus partidos en Medellín (Vaya al especial “Caminos de Paz”).
Además de su capitana, Leidy Cuarán, las otras integrantes de JAC Las Vegas son Sandra Cuarán, Maribel Guapucal, Vanessa Cuarán, Gabriela Mosquera, Mary Caicedo y Yessika Buriticá.
María Luisa Ortíz, embajadora de buena voluntad de la Unión Europea, diseñó el uniforme con el que las jugadoras se presentaron este 22 de abril. Su insignia principal estaba en el color amarillo y la imagen de una mujer indígena dibujada en el pecho. En la espalda se veía la silueta de tres mujeres jugando fútbol entre un bosque y una cuenca de agua. Con esa camiseta, las mujeres de JAC Las Vegas jugaron en la cancha: los enfrentamientos con los equipos contrincantes fueron cortos, decisivos, de apenas 6 minutos.
Aunque no lograron llevarse el premio final, al terminar la jornada las integrantes lograron llegar hasta la semifinal de la Copa de los ODS, entre los tambores y arengas de la batucada que las acompañó desde el Putumayo. “Somos sobrevivientes de una guerra absurda”, afirmó la capitana Cuerán. “Es por eso que nos hemos comprometido a construir un futuro distinto, un futuro de paz y con mejores oportunidades”.