100 días de paz total de Petro: acelerador a fondo en las negociaciones con el Eln

Antes de posesionarse, el gobierno de Gustavo Petro emprendió acciones en varios frentes para reanudar las negociaciones con el Eln en tiempo récord. Venezuela, Cuba y el Congreso colombiano han sido los escenarios más importantes para convencer a esta guerrilla que vale la pena sentarse a dialogar.

Gloria Castrillón Pulido
14 de noviembre de 2022 - 02:00 p. m.
El ELN y el Gobierno de Colombia anuncian la vuelta al diálogo para noviembre. / EFE.
El ELN y el Gobierno de Colombia anuncian la vuelta al diálogo para noviembre. / EFE.
Foto: EFE - Miguel Gutiérrez
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Uno de los principales logros de la política de paz total del nuevo gobierno es el reinicio de las negociaciones con el Eln. Aunque aún no se conoce la fecha de instalación formal de la mesa de diálogo, al cierre de esta edición se esperaba que la Oficina del Alto Comisionado para la Paz oficializara la resolución que reconoce a los delegados de esta guerrilla. Este paso es indispensable para que la Fiscalía General de la Nación levante las órdenes de captura contra cerca de 20 miembros de este grupo insurgente y puedan participar en los diálogos.

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El esperado anuncio de la instalación de la mesa coincidirá con los primeros cien días del gobierno de Gustavo Petro, cumpliendo así un propósito que se trazó desde antes de asumir la presidencia. En su discurso de posesión Petro no se refirió específicamente al diálogo con el Eln, pero cuatro días antes de que tomaran posesión de sus cargos, el comisionado Danilo Rueda y el canciller Álvaro Leyva convocaron una reunión amplia, a instancias de la plataforma Defendamos la paz, en la que marcaron una ruta que han seguido de manera puntual.

Ese día, los designados funcionarios explicaron que el primer paso sería retomar los diálogos con el Eln en el punto en el que habían quedado en agosto de 2018, al finalizar el gobierno de Juan Manuel Santos, y eso significaba emprender varias acciones. La primera era restablecer el protocolo firmado por el Estado colombiano, la delegación de paz del Eln y los países garantes (Cuba, Venezuela, Noruega y Ecuador) en caso de ruptura de las negociaciones. La segunda era hacer un desagravio al gobierno cubano por la acusación del expresidente Iván Duque de que la isla era refugio de terroristas por no extraditar a los negociadores de la guerrilla. Leyva fue contundente ese 3 de agosto en el Hotel Tequendama: “la paz total empieza en Cuba”.

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Todo eso se cumplió ocho días después cuando una delegación del gobierno encabezada por Rueda y Leyva viajó a Cuba y se reunió con delegados del gobierno cubano y del Eln. Acompañados por monseñor Héctor Fabio Henao y el jefe de la Misión de Verificación de la ONU, Carlos Ruiz Massieu, entre otros, el canciller colombiano agradeció a la isla por acoger en su territorio a los delegados para el diálogo y rechazó la calificación que le otorgó Estados Unidos en 2021 como patrocinadora del terrorismo.

La celeridad de estas acciones fue aplaudida en su momento por el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez. “El hecho de que esta visita se realice a tan solo cuatro días de la toma de posesión del presidente Gustavo Petro tiene una alta significación para relanzar y profundizar las relaciones entre los gobiernos y los pueblos de Colombia y Cuba, que nos unen profundos lazos culturales e históricos”, dijo el diplomático.

Al día siguiente, después de una reunión con los delegados de paz del Eln, se acordó reactivar el famoso protocolo que permitía a los guerrilleros volver a Colombia, a través de Venezuela para hacer consultas con sus estructuras y nombrar su nuevo equipo negociador, con miras al reinicio de las negociaciones. El anuncio formal lo hizo el presidente Gustavo Petro el 12 de agosto cuando anunció que reconocía la legitimidad de la delegación del Eln y que adoptaría “todas las medidas políticas y jurídicas necesarias, en el marco del derecho interno y el derecho internacional, para garantizar las condiciones que permitan el reinicio de las conversaciones de paz con esa guerrilla, incluyendo los protocolos que el gobierno anterior intentó desconocer”.

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Y con este pronunciamiento del alto comisionado se confirmaba el reinicio apenas 12 días después de la asunción del nuevo gobierno: “Constatamos que el Eln comparte la voluntad de paz del Gobierno colombiano, que escuchan las voces de múltiples sectores de la sociedad… Las partes coincidimos en la necesidad de reiniciar un proceso de diálogo, con hechos que demuestren a la sociedad colombiana y al mundo que esta voluntad es real”.

Esos discursos se convirtieron en medidas concretas el 20 de agosto cuando el propio presidente Petro anunció la suspensión de las órdenes de captura y de extradición contra los integrantes de la delegación de paz del Eln y la reactivación de los protocolos desconocidos por el Gobierno Duque.

Otro frente: Venezuela

Mientras se cumplían estas “deudas pendientes” con Cuba para permitir la movilidad de los delegados guerrilleros, el gobierno de Petro trabajaba también en otro frente muy importante para la paz total: la reanudación de las relaciones con Venezuela que se rompieron durante el gobierno de Iván Duque. Fueron varias las acciones, entre ellas, una tempranera visita del designado canciller Álvaro Leyva al vecino país, el 28 de julio. Ese día firmó una declaración con el ministro de relaciones Exteriores venezolano Carlos Faría en el que se comprometieron a trabajar aceleradamente a partir del 7 de agosto para reactivar las relaciones entre los dos países.

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Dos meses después -el 26 de septiembre-, se anunció la reapertura de la frontera, lo cual significó un gran alivio para el comercio binacional, pero también significaba el regreso formal de Venezuela a la negociación con el Eln. El propio presidente Nicolás Maduro había aceptado unos días antes ser garante en este proceso de paz. “Una vez más, Venezuela acepta el carácter de garante de las negociaciones entre el Eln y el Gobierno por la paz de toda Colombia”, dijo al responder una carta de Petro en la que le pedía seguir siendo garante.

Esta reactivación de las relaciones fue el paso que permitió que la delegación de paz del Eln viajara a Venezuela el 2 de octubre. Ese día conocimos una foto que la propia guerrilla difundió y en la que aparecían 15 personas posando frente a un avión de Conviasa, la aerolínea adscrita al Ministerio del Poder Popular para Transporte Acuático y Aéreo, de Venezuela, en el aeropuerto José Martí de La Habana. “En el día de hoy, con el acompañamiento de los países Garantes: la República de Cuba, el Reino de Noruega y la República Bolivariana de Venezuela, se ha procedido al retorno de la Delegación de Diálogos con seguridad y garantías”, dijeron en un comunicado.

Dos días después anunciaron, junto al alto comisionado para la paz y delegados de la Misión de la Onu, de Noruega y de la Iglesia Católica, el reinicio formal de los diálogos. La mesa deberá instalarse antes de la primera semana de noviembre, dijeron en un comunicado conjunto.

Y mientras en Cuba y en Venezuela se apelaba a la diplomacia de alto nivel para abrir escenarios favorables, en el Congreso de la República el gobierno Petro libró una interesante “batalla” por la paz total para lograr la prórroga de la Ley de Orden público que le entrega al ejecutivo las herramientas necesarias para adelantar esta negociación y mostrarle al Eln que no estarán ni juntos ni revueltos con otros grupos armados con lo que esta guerrilla no quería juntarse.

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Los retos

Uno de los principales retos para la mesa que deberá instalarse en las próximas dos semanas, a más tardar, será retomar las negociaciones en el mismo punto en el que quedaron en agosto de 2018 ya que muchas cosas han cambiado en estos cuatro años. En primer lugar, hay un gobierno de izquierda que ha dicho que está dispuesto a implementar lo que se vaya acordando. El Eln también ha cambiado, así como las condiciones en las que se desarrolla el conflicto en ciertos territorios. En parte por el avance de las Agc en zonas como el Chocó, en las que prácticamente han cercado a los “elenos”, pero también con las fuertes disputas que se han generado con un sector de las disidencias de las Farc, especialmente en Arauca, Cauca y el Catatumbo.

Los avances que se habían hecho durante el gobierno Santos se circunscriben al punto 1 de participación de la sociedad civil y en un cese bilateral de fuego y hostilidades. ¿Esas seguirán siendo las prioridades para el Eln hoy? En este punto será importante conocer el resultado de las consultas que hicieron los delegados guerrilleros en sus diferentes estructuras.

Otro de los retos será disipar las desconfianzas que genera la presencia de Venezuela en la mesa como garante de la negociación. La fuerte presencia del Eln en el país vecino, las continuas acusaciones de que autoridades del gobierno de Maduro son cómplices en el actuar de esta guerrilla y otras estructuras residuales de las extintas Farc no dejan de abrir enormes interrogantes sobre el papel que jugará un vecino que para Colombia ha resultado conflictivo.

Hay que destacar que en este poco tiempo y en confidencialidad, el Eln y el Gobierno han trabajado en el ajuste de los protocolos de seguridad para permitir la movilización y las consultas de los elenos tanto en territorio colombiano como en Venezuela, lo cual es un avance en generación de confianza que seguramente redundará en un arranque exitoso.

Habrá que estar atentos a los discursos de las partes en la instalación de la mesa porque allí marcarán el tono y la posición que asumirán las delegaciones. Ese día sabremos realmente cómo empieza esta negociación a la que el gobierno Petro le ha hundido el acelerador desde antes de posesionarse.

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