Colombia, Trump, guerras en Ucrania y Gaza: habla la mujer más poderosa de la ONU

Rosemary DiCarlo, secretaria General Adjunta de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz de la ONU estuvo en Colombia para la conmemoración de los ocho años del Acuerdo de Paz. En entrevista con El Espectador habló sobre la implementación del pacto de 2016, las guerra en Ucrania y Gaza, y la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.

25 de noviembre de 2024 - 09:48 p. m.
La secretaria general adjunta de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz de la ONU, Rosemary Dicarlo, habla durante la ceremonia de conmemoración del octavo aniversario de la firma de acuerdo de paz.
La secretaria general adjunta de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz de la ONU, Rosemary Dicarlo, habla durante la ceremonia de conmemoración del octavo aniversario de la firma de acuerdo de paz.
Foto: EFE - Carlos Ortega
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Rosemary DiCarlo, secretaria General Adjunta de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz de la ONU, estuvo en Colombia la semana pasada para la conmemoración de los ocho años del Acuerdo de Paz con las extintas FARC.

Su visita, dijo el comunicado oficial de la Misión de Verificación de la ONU “reitera” el apoyo de ese organismo al país en el proceso de implementación del Acuerdo y los esfuerzos de búsqueda de paz. “De igual manera, resalta la importancia que el proceso de paz de Colombia tiene a nivel internacional, por ser un ejemplo de cómo los conflictos se pueden resolver a través del diálogo y por el compromiso continuado de las partes con la implementación”, se leía en el comunicado.

DiCarlo estuvo presente en el evento central de la conmemoración de los ocho años, el jueves pasado, que contó por primera vez con la asistencia del presidente Gustavo Petro. En el encuentro dijo que la comunidad internacional sigue apoyando los esfuerzos de paz de Colombia y la implmentación del Acuerdo de 2016 que es ejemplo para el mundo.

“En tiempos difíciles, el proceso de paz de Colombia es de gran inspiración. Rara vez en los últimos años se ha resuelto un conflicto armado mediante negociaciones, incluso, cuando se han alcanzado acuerdos de paz, estos no han alcanzado la prueba del tiempo”, afirmó.

El Espectador habló con DiCarlo sobre sus perspectiva sobre la implementación del Acuerdo, la guerra en Ucrania y la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.

Desde su perspectiva en la ONU, ¿cómo evalúa los avances del Acuerdo de Paz de 2016 en términos de reconciliación y reintegración de excombatientes en Colombia?

El Acuerdo de Paz que alcanzó Colombia en 2016, y que hoy llega a su octavo año de implementación, es un ejemplo para el mundo de cómo los conflictos se pueden resolver a través del diálogo. Esto no es menor en un contexto internacional de crecientes crisis y conflictos. Tras 8 años, las partes firmantes del Acuerdo siguen comprometidas en su implementación, lo cual no es común (menos de la mitad de los acuerdos de paz en el mundo llegan al quinto año de implementación).

El Acuerdo de Paz permite extraer lecciones para todos, pues no se trata únicamente de acallar las armas, sino de superar las causas estructurales ligadas al conflicto y sentar las bases para la no repetición. Es una hoja de ruta para la transformación del país.

Relaciono esto último con su pregunta sobre reconciliación. En la medida en que el país siga implementando lo estipulado en el Acuerdo de Paz, el Estado reforzará su presencia en las regiones más afectadas por el conflicto y llegarán más oportunidades a las comunidades. De este modo, las bases de la reconciliación serán más firmes para que la sociedad en su conjunto avance en esa dirección. Sabemos que ninguna parte de Colombia se libró de los horrores del conflicto, y curar sus heridas involucra a toda la nación.

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Respecto al proceso de reincorporación, vemos que es uno de los aspectos del Acuerdo de Paz que ha tenido mayores avances. Para mí es muy significativo saber que más del 80 % de los excombatientes sigue comprometido con el proceso de reincorporación, ocho años después de la firma del Acuerdo. Sin duda, existen desafíos muy importantes como garantizar la seguridad de los firmantes y consolidar su reincorporación socioeconómica, pero este compromiso es ya una base sólida para seguir avanzando.

Con este gobierno, Colombia ha desarrollado una experiencia muy interesante en materia de reincorporación, incorporando un enfoque integral y comunitario, lo que se convierte en factor de sostenibilidad del proceso. Hay muchas lecciones que aprender también en este ámbito.

¿Cuál es su evaluación del trabajo de la Misión de Verificación en Colombia, en apoyar la implementación de los acuerdos? ¿Qué lecciones se pueden aplicar a otros contextos de construcción de paz?

Nos sentimos inmensamente orgullosos de esta Misión y de su liderazgo. La Misión de Verificación en Colombia es un caso ejemplar de cómo las Naciones Unidas pueden apoyar eficazmente un proceso de paz. Las partes firmantes del Acuerdo de Paz estudiaron otros procesos de paz en todo el mundo, conocieron la experiencia de la ONU en la verificación de los ceses al fuego y los acuerdos de paz. Estudiaron su trayectoria como tercera parte imparcial que podría ayudar a generar confianza y actuar con pleno respeto de la soberanía nacional. El Consejo de Seguridad actuó rápidamente y respondió de manera unánime a la solicitud de apoyo de Colombia.

Desde el mandato inicial de verificar el cese al fuego definitivo y la dejación de las armas por parte de las ex FARC-EP, el enfoque del monitoreo de la Misión se ha ampliado, siempre a petición de las partes colombianas.

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La Misión verifica hoy la reincorporación de los excombatientes, su seguridad y la de las comunidades afectadas por el conflicto; la justicia transicional; la reforma rural y el capítulo étnico.

Hoy, en el marco de la política de Paz Total articulada por el Presidente Petro, nuestro Representante Especial del Secretario General, Carlos Ruiz Massieu, respondiendo a las solicitudes de las partes, ha asumido el rol de acompañar los diálogos y la Misión recibió el mandato de monitorear y verificar el cese al fuego entre el Gobierno y el ELN.

El personal de la Misión trabaja en todo el país, en algunas de las zonas más remotas, en la primera línea de la paz. Verifican, acompañan a las partes e instituciones estatales en la implementación del Acuerdo de Paz. Asisten a las comunidades y acompañan a las mujeres, los pueblos étnicos, los jóvenes y las víctimas del conflicto.

Este modelo de acción de Naciones Unidas en Colombia es justamente una de las lecciones que extraemos de la experiencia en este país y que puede contribuir en otros contextos. Otras lecciones fundamentales tienen que ver con la integralidad del Acuerdo de Paz, con su estructuración como hoja de ruta para superar causas profundas del conflicto y avanzar en la consolidación de la paz.

El modelo colombiano brinda aprendizajes muy importantes relacionados también con el sistema de justicia transicional, que es único en el mundo; un sistema orientado a la búsqueda de la reconciliación, a través del balance entre paz y justicia, donde las víctimas ocupan un lugar central.

La inclusión de un capítulo que reconoce el profundo impacto que han sufrido los pueblos étnicos en el conflicto y establece salvaguardas a sus derechos, así como la inclusión de las mujeres y el enfoque de género del Acuerdo, son otras lecciones del proceso de paz colombiano.

Estamos conscientes que quedan desafíos significativos en el avance en este proceso, pero sin duda Colombia está marcando una pauta muy importante a nivel mundial y en esto cuenta con el apoyo y el acompañamiento de las Naciones Unidas y de la comunidad internacional.

Tras ocho años de la firma del acuerdo, ¿cuáles son los principales desafíos pendientes en la implementación?

Uno de los principales desafíos tiene que ver con llevar los dividendos de la paz a las regiones que aún los esperan, y esto implica superar los retos de seguridad para las comunidades, los líderes sociales y los excombatientes, pero también avanzar decididamente en disposiciones del Acuerdo que tienen un potencial transformador, como es la reforma rural.

Sigue siendo urgente y necesario que los campesinos sin tierra y los desposeídos de ella durante el conflicto, los pueblos afrocolombianos e indígenas, las mujeres, sean cobijados prontamente con las medidas previstas en el Acuerdo para garantizar sus derechos, reparar los daños que causó el conflicto y favorecer su participación y acceso a servicios del Estado.

Así mismo, el país está a la expectativa de las primeras sanciones a los máximos responsables de crímenes graves que emitirá la Jurisdicción Especial para la Paz, que seguramente permitirá continuar abonando el camino hacia la reconciliación mientras se protegen los derechos de las víctimas y la seguridad jurídica de los comparecientes.

La comunidad internacional, particularmente la ONU tiene varios frentes abiertos por la guerra en Ucrania y el conflicto en Israel, ¿sigue siendo importante o estando dentro de las prioridades lo que pasa con el Acuerdo de Paz de Colombia? Se lo digo porque ese acuerdo aún sigue atravesando dificultades y la ONU actúa casi como un garante de su implementación

Como mencionaba anteriormente, el proceso de paz de Colombia es fuente de inspiración para un mundo en conflicto y en crisis, en el que las noticias de paz son escasas, como Usted lo señala. Para nosotros, como Naciones Unidas, es un gran privilegio y una gran responsabilidad desempeñar este papel de acompañamiento en Colombia. Quisiera resaltar también el apoyo del Consejo de Seguridad al país. La implementación del Acuerdo de Paz es uno de los pocos asuntos que convoca de manera unánime su respaldo.

Cabe recordar la dimensión de la tarea transformadora que se propuso el Acuerdo. En este sentido los desafíos y obstáculos que aún se observan son entendibles en procesos de esta naturaleza. Sin embargo, desde Naciones Unidas seguimos viendo voluntad y determinación en las autoridades de todos los niveles y en los mismos excombatientes de seguir avanzando y cumplir con las promesas de paz del Acuerdo, así como una vocación irrefrenable en los colombianos y las colombianas por la búsqueda de la paz a través del diálogo.

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La participación de las mujeres fue clave en el diseño del Acuerdo de Paz. ¿Qué estrategias considera esenciales para garantizar su protagonismo continuo en la implementación y la consolidación de la paz?

Como Usted lo menciona, las organizaciones de mujeres insistieron firmemente en tener un lugar en la mesa de negociación entre el Gobierno y las antiguas FARC-EP. Se aseguraron de que el Acuerdo de Paz estableciera un estándar muy alto para la inclusión de las mujeres y la perspectiva de género en un proceso de paz. Este ha sido reconocido como otro hito del Acuerdo de Paz y un ejemplo para otras negociaciones.

Es esencial reconocer y garantizar la participación activa de las plataformas de mujeres y el vibrante movimiento feminista que hay en Colombia para avanzar en el cumplimiento de las disposiciones de género del Acuerdo de Paz y en los procesos de negociación de paz en curso; así como continuar favoreciendo su incidencia para que se materialice, con el concurso del Gobierno nacional, el primer plan de acción para la resolución 1325.

A la luz de la Agenda para la Paz de la ONU, ¿qué recomendaciones tendría para que Colombia avance hacia una paz más sostenible? Lo pregunto porque la Misión de la ONU acompaña varios de los procesos de la apuesta de paz total del presidente Gustavo Petro

La Agenda para la Paz recientemente adoptada por los Estados Miembros de las Naciones Unidas resalta el papel central que cumplen diversos actores de la sociedad civil, las organizaciones regionales e internacionales, el sector industrial y el sector privado, además de los gobiernos, para trabajar unidos y eficazmente frente a las amenazas a la paz y la seguridad. Esta visión aplica al caso colombiano que requiere el concurso solidario de todos los sectores de la sociedad para consolidar el proyecto transformador del Acuerdo de Paz, que se complementa con los esfuerzos de diálogo y negociación en curso para superar las violencias que siguen afectando a las regiones en el país.

De igual manera, la Agenda de Paz insiste en que la necesidad de alcanzar una paz integral y hacerla sostenible exige abordar la injusticia, la desigualdad y otras fuentes de conflicto. Desde esta perspectiva comprehensiva, se entiende la relevancia de profundizar la hoja de ruta de transformaciones que propone el Acuerdo de Paz, por una parte, y superar por la vía negociada los conflictos armados que aún persisten, por otra.

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Dada su experiencia en resolución de conflictos, ¿qué lecciones puede ofrecer Colombia al mundo en términos de manejo de conflictos y procesos de paz?

Uno de los grandes desafíos en la resolución de conflictos complejos y de larga duración es la persistencia en la búsqueda de salidas negociadas. Colombia, ha insistido en esta búsqueda desde hace décadas, y ha alcanzado acuerdos de paz, que han tenido resultados y desafíos diversos, y ha aprendido también en el camino. Hoy estamos conmemorando que el Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las ex FARC-EP llega a su octavo año de implementación; un logro importante considerando que la implementación de muchos acuerdos en el mundo se interrumpe al poco tiempo de haberlos concluido. Esto es el fruto notable de una apuesta colectiva de la sociedad y de sus instituciones por alcanzar la paz de manera negociada.

Rara vez en los últimos años se ha resuelto un conflicto armado de larga data mediante negociaciones. Incluso cuando se han alcanzado acuerdos de paz, estos a menudo no han resistido la prueba del tiempo. El caso de Colombia es una lección para el mundo.

Aquí, ustedes están escribiendo una historia diferente. Una historia sobre la expansión de la paz y la inclusión. Una paz amplia y duradera que, aunque aún no se ha logrado, sigue estando a su alcance, y siguen trabajando por ella. Este esfuerzo merece el acompañamiento y apoyo de la comunidad internacional, y se convierte en una lección importante sobre nuestro rol en estos procesos.

La otra lección que me gustaría destacar es la centralidad de la participación de la sociedad y de los sectores más afectados por los conflictos en la búsqueda e implementación de las soluciones. Sin la voz de los pueblos indígenas, las comunidades afrocolombianas, las mujeres, las y los campesinos, no se puede avanzar en procesos de paz sostenibles. Colombia ha entendido esto y está enseñando al mundo con su ejemplo, aún si hay muchos retos por superar para ampliar la incidencia de esta participación.

¿Qué rol ve para la ONU en los próximos años en Colombia, especialmente considerando los desafíos globales como el cambio climático y las desigualdades que afectan la construcción de paz?

La paz y la seguridad en el mundo exigen respuestas cada vez más innovadoras. Nuestro rol como ONU debe ser continuar apoyando al país en este sentido, frente a un mundo con desafíos cada vez más complejos, como los que Usted menciona.

La integración de enfoques ambientales dentro de los acuerdos de paz es crucial para garantizar su sostenibilidad. El Acuerdo de Paz de Colombia prioriza la transformación de los territorios afectados por los conflictos e incluye temas esenciales en esta relación paz y medio ambiente. Desde Naciones Unidas podemos aportar importantes experiencias acumuladas respecto a esta intersección entre clima, biodiversidad y conflicto.

Ucrania acusa a la comunidad de inacción ante las recientes amenazas de armas nucleares. ¿Qué queda por hacer en este momento no solo para evitar una escalada, sino revivir una esperanza real de paz?

El uso o la amenaza de uso de armas nucleares es inaceptable. De hecho, fue un tabú que se mantuvo durante décadas. El Secretario General y yo hemos condenado tales amenazas, incluso en declaraciones ante el Consejo de Seguridad. Muchos países también lo han hecho. Creo firmemente, aunque hoy pueda sonar ingenuo, que la clave para evitar una escalada y finalmente resolver el conflicto en Ucrania es volver a un estado de respeto de la Carta de las Naciones Unidas y del derecho internacional, como lo han reiterado la mayoría de los países en varias resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

¿Qué rol puede desempeñar América Latina para buscar salidas a la guerra en Medio Oriente? ¿Lo ha cumplido hasta ahora?

Francamente, ha habido – hasta ahora – poco margen para la diplomacia en la crisis de Medio Oriente. Hemos visto, por ejemplo, las divisiones en el Consejo de Seguridad. Concretamente sobre Gaza, el Secretario General ha sido muy claro en que es necesario un cese al fuego inmediato y la liberación inmediata de todos los rehenes. El enorme sufrimiento que la guerra ha causado y que continúa causando debe terminar. Creo que el cese al fuego y el regreso de todos los rehenes contribuiría a restaurar las condiciones para conversaciones serias sobre una solución de dos estados, que es la única manera para asegurar que habrá una paz duradera, así como seguridad y dignidad para palestinos e israelíes.

La guerra en Ucrania y en Medio Oriente, para muchos analistas y líderes, ha dejado ver las debilidades del sistema internacional, incluyendo a las propias Naciones Unidas. ¿De qué manera se puede empezar a hablar o buscar un cambio en la conformación del Consejo de Seguridad, por ejemplo?

Es una valoración con la que es difícil estar en desacuerdo. En su recién publicada “Nueva Agenda para la Paz”, el Secretario General António Guterres hace un llamado a los estados miembros de Naciones Unidas a reparar los fracturados sistemas que rigen la paz y seguridad internacionales. Y una de las maneras que él propone para ello es la reforma del Consejo de Seguridad. Por ejemplo, el Secretario General propone que los miembros permanentes del Consejo deberían rendir cuentas sobre la forma como usan su poder de veto. En el Pacto por el Futuro, adoptado en septiembre en Nueva York, los estados miembros respaldaron, entre otros asuntos, lo que creemos es el compromiso más progresista y concreto hacia la reforma del Consejo de Seguridad en décadas, con planes para mejorar la efectividad y representatividad del Consejo, incluyendo la rectificación de la histórica subrepresentación de África, como una prioridad.

Hay preocupación en distintos sectores por las políticas más severas que podría adoptar la entrante administración de Donald Trump, por ejemplo, en el tema migratorio. ¿Cuál es el llamado para Estados Unidos, pero también para el resto de países que son corresponsables, para evitar nuevas crisis humanitarias en esta materia?

Sin especular acerca de las políticas migratorias de ningún país, lo que insistimos es en el llamado a todos los países a cumplir sus obligaciones con el derecho internacional humanitario, el derecho de los refugiados y los derechos humanos. Y siempre ofrecemos nuestro apoyo a los estados miembros que lo solicitan para intentar cumplir con ello.

Por Cindy A. Morales Castillo

Periodista con posgrado en Estudios Internacionales. Actualmente es la editora de Colombia+20 de El Espectador y docente de Narrativas Digitales de la Universidad Javeriana.@cinmoralejacmorales@elespectador.com

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Aforado(47752)Hace 10 horas
Rosemary en este país bananero puede decir lo que quiera , vete a Israel para que la echen a patadas
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