Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La Fundación Afrocolombiana Arcoíris ha trabajado durante 10 años por el reconocimiento de los derechos, la inclusión y la protección de la comunidad LGBTI en 11 municipios del Pacífico nariñense: Barbacoas, El Charco, Francisco Pizarro, Olaya Herrera, Roberto Payán, Magüí, Ricaurte, La Tola, Mosquera y Santa Bárbara.
Arcoíris nació en junio de 2012 en Tumaco, a orillas del océano Pacífico en Nariño, bajo el lema “Bogando hacia el reconocimiento de nuestros derechos”, con el fin de proteger la vida, los derechos y la integridad de la población diversa en esta región. Inició con un grupo de 10 lesbianas, gais, bisexuales y trans que decidieron unirse para frenar esta situación y respaldar y defender los derechos de su comunidad.
“Ser negro, ser gay, lesbiana o trans, ser pobre y sin educación, lo vuelve a uno mucho más vulnerable, y por eso nos dimos a la tarea de iniciar el proceso de poner en la agenda pública que debido al conflicto armado hubo y hay muchas víctimas afro LGBTI”, expresó Nixon Ortiz, presidente de la Fundación Afrocolombiana Arcoíris.
Aunque su trabajo inició en Tumaco, su visión era regional y lograron expandirse a los demás municipios que componen la región del Pacífico nariñense. En 2020 lograron consolidar cinco colectivos de población diversa para respaldar a la comunidad LGBTI y adelantar procesos inclusivos y de participación, de los cuales se benefician más de 280 personas. “Los líderes en Barbacoas, Olaya Herrera, El Charco, Ricaurte y Francisco Pizarro le ponen el pecho y enfrentan todo tipo de acciones negativas en contra de la población y colectivos afros LGBTI en nuestros municipios”, afirmó el presidente.
Linda Sevillano, coordinadora técnica de la Fundación, resalta que “un claro ejemplo de los logros fue la incidencia juvenil y el empoderamiento que hemos hecho a lo largo de todos estos años”. Uno de sus representantes es Wilber Quiñónez, quien fue el primero en ocupar un espacio en la plataforma de juventud de Tumaco, en el Comité Municipal de Política Pública y en el Consejo Territorial de Paz, donde se promueve el diálogo sobre la población diversa en la región.
Lea también: Voto por la Igualdad: la diversidad con más sillas en el Congreso
Estos espacios han sido muy importantes para la población diversa, porque según algunos, el Estado colombiano todavía no ha legislado para ellos, y tener esta posibilidad permite un diálogo y conexión real con las instituciones locales, como las alcaldías. “Hemos podido dar nuestros aportes para que en los planes de desarrollo se incluyan acciones para abordar el tema afro LGBTI”, comentó Nixon Ortiz. Aunque han tenido un impacto principalmente local, Arcoíris también es parte de la Red Afro-LGBT de América Latina y el Caribe que lucha contra la discriminación racial y de género.
A lo largo de estos 10 años de trabajo han realizado capacitaciones, talleres y jornadas de sensibilización para enseñarle a la población civil que las personas diversas tienen derechos, merecen ser incluidas en la comunidad y no ser violentadas. Javier Quiñónez, abogado e integrante de Arcoíris, comentó que “desde la Fundación realizamos visitas a los padres de familia, hacemos sensibilización desde la comunidad acompañando procesos y demostrando a los padres que no nos miren como algo negativo, como un error, sino que nos miren como un espacio para solventar las problemáticas y transformar el pensamiento violento hacia la comunidad LGBTI. No ha sido fácil, pero seguimos trabajando para lograrlo y avanzar”.
Los hogares se identificaron como uno de los lugares más violentos y peligrosos para la población LGBTI en el Pacífico nariñense, y durante la pandemia los casos aumentaron. Entre 2020 y 2021, la Fundación registró más de 25 casos de violencia, y para hacerle frente a esta situación crearon la “Cartilla de autoprotección para población LGBTI del Pacífico nariñense”. “Creamos unos mecanismos y recomendaciones de protección y también unos protocolos de atención en salud integral para la población LGBTI, primero en Tumaco y en los municipios costeros. Hemos podido crear una junta de prevención de violencia para esa población que está aprobada y avalada por entidades como la Defensoría del Pueblo y las alcaldías municipales”, resaltó Linda Sevillano, coordinadora técnica de la Fundación.
Le puede interesar: Dos nuevos informes para pedirle a la JEP que le dé prioridad a casos LGBT
Además de las medidas de autoprotección, la cartilla impulsa a la consolidación de liderazgos de la población diversa en cada municipio para mitigar las barreras de acceso a derechos y se dé una representatividad y respaldo a las personas diversas de la región. El director de la Fundación enfatizó que están “convencidos de que haciendo alianzas en el territorio podemos tener una mayor incidencia y que la población diversa de la región sea reconocida”.
Los resultados de su trabajo con las comunidades y sus peticiones han llegado a instancias como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Comisión de la Verdad y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). En 2021 entregaron los informes “Tras de negras, maricas” y “Contar para vivir”, donde condensan las experiencias e impactos que ha vivido la población afro LGBTI durante el conflicto armado. Para los y las integrantes de Arcoíris estos informes son un aporte a la construcción de paz, al igual que sus labores de sensibilización y pedagogía, porque luchan por erradicar la violencia y promover el diálogo y el respeto.
El abogado de la Fundación también resalta que ante la JEP presentaron 15 casos y las personas involucradas están dentro del marco de atención del Sistema Integral de Justicia, Verdad, Reparación y No Repetición, pero sin muchas respuestas satisfactorias. “Lamentablemente no se ha llegado a acciones concretas y llevamos más de un año haciendo toda la tramitología que es necesaria para poder llegar a la etapa de reparación y que se dé de forma efectiva, pues para nuestro proceso hemos estado muy apegados al Acuerdo de Paz para respaldar nuestro actuar”, resaltó.
La Fundación ha resultado ser una esperanza para toda la población LGBTI del Pacífico que antes no contaba con un respaldo, con un grupo social y un equipo profesional que pudiese trabajar por la protección de sus derechos y esto ha representado una gran luz de esperanza para la comunidad”, comentó un integrante sobre cómo percibe el impacto del accionar de la Fundación en su comunidad.
Lea: JEP: una justicia transicional que prioriza lo étnico, las mujeres y la población LGBT
El sueño de la Fundación Afrocolombiana Arcoíris es posicionarse como la organización número uno en todo el Pacífico colombiano que trabaja por la protección de los derechos humanos y la inclusión. “Nosotros soñamos con una fundación de puertas abiertas, donde la gente venga, conozca lo que hacemos, escuchar sus experiencias y decirles que no están solos”.
Este texto hace parte del gran especial de aniversario de los 135 años de El Espectador, que analiza cómo podemos tener un futuro más sostenible. Encuentre aquí el especial completo.