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Quizás no hacía falta, pero ahora sí que es cierto que la voz de Leonard Rentería se escucha en todo el puerto de Buenaventura y más allá. Este joven menudo, bajito y de sonrisa amplia es, desde hace más de una década, un referente del liderazgo social en el puerto y hoy se consolida como el director de la emisora de paz de Buenaventura, que fue inaugurada junto a otras tres el mes pasado. Con esas nuevas emisoras se alcanzó en un 100 por ciento el punto 6,5 del Acuerdo de Paz de 2016.
“Tener a cargo la emisora de paz ha sido una experiencia significativa. Tengo la responsabilidad de garantizar que pueda abrir sus puertas a los procesos comunitarios y empezar a entretejer ese diálogo entre la comunidad alrededor de la construcción de paz. Yo suelo decir que la violencia siempre se encargó de silenciar las voces, incluso las voces más fuertes, las voces que representan cambio. Entonces la emisora tiene la responsabilidad ahora de poner a conversar a la gente por más diferente que sea alrededor del tema de la paz, que creo que es nuestra misión: ser ese eje de construcción, a partir de la palabra”, le dijo Rentería a Colombia+20.
Su verbo rápido y agudo le sirven en este nuevo desafío. La emisora tiene 24 horas de programación, aunque su parrilla se nutre con los programas que hacen las otras 19 emisoras de paz que hay en el país y con el trabajo de la Radio Nacional de Colombia.
Rentería está al frente de todo: llega sobre las 10 de la mañana, habla con los periodistas, sugiere varios temas y entrevistas y hasta la música -especialmente del Pacífico y de jóvenes que emergen con sus ritmos- y dirige el noticiero que se emite entre las 12 y la 1 p. m. En la tarde, vuelven a tener un espacio y la jornada se repite.
Quiero que cuando la gente piense en la emisora, piense que es el sitio protector, el espacio de convergencia, el punto de diálogo. Lo que hay que hacer es centrarnos en los puntos que tenemos en común, y ese punto en común se llama Buenaventura
Leonard Rentería
Sus días empiezan más temprano. “No puedo descuidar el proceso con la comunidad entonces en las mañanas, tempranito, me levanto y dejo cosas cuadradas con los muchachos. Eso no se puede dejar”, dice.
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La reivindicación como consigna
La lucha incansable de Rentería empezó a resonar con fuerza en el país desde que en 2016 le hizo frente al expresidente Álvaro Uribe, que llegó a ese municipio del Valle del Cauca a hacer campaña por el No al plebiscito.
Entonces, apenas con 25 años, Rentería levantó su mano y dijo: “¿Quiénes son los soldados del Ejército colombiano? Muchachos pobres, porque los hijos de los ricos no van a la guerra. A la guerra vamos nosotros”.
Dice que el Leonard de ese momento ha cambiado, pero solo para humanizarse más. “Mis principios siguen intactos. Yo estudié Psicología no para ejercer, sino para entender mis procesos y para aprender a sentarme con los opuestos y a humanizarme. Eso no me va a cambiar lo que yo pienso y quizás a esa persona tampoco, pero sí coincidimos en el amor por el país podemos conversar, eso no significa que vamos a ser mejor amigos, pero al menos podemos conversar”, afirma.
Eso sí, su trabajo y reconocimiento venía de mucho antes. En redes sociales hacía videos para denunciar la corrupción en Buenaventura y creó Alturas Hip Hop, el primer festival de ese género que se realizó en el puerto.
En 2017, su voz otra vez trascendió las fronteras de su comunidad cuando se convirtió en uno de los voceros más destacados de las protestas del Paro Cívico en Buenaventura, una movilización histórica movida por los jóvenes, especialmente por la Mesa de Juventud donde estaba Rentería y que dejó como resultado la creación de la Ley 1872, mediante la cual se estableció el Fondo de Buenaventura para el Desarrollo Social y Económico del municipio.
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Estas movilizaciones, que congregaron a miles de personas en una demostración sin precedentes de unidad y resistencia pacífica, exigían al Gobierno colombiano soluciones estructurales a los problemas históricos de la región. Leonard, con su elocuencia y pasión, se convirtió en una de las caras visibles del movimiento, logrando captar la atención de los medios y sensibilizar a la opinión pública sobre la situación de Buenaventura.
En 2021 también participó de una protesta pacífica en el puente El Piñal, que también paralizó al puerto -que mueve casi el 63 % de las exportaciones e importaciones del país- y ahí su voz otra vez se escuchó cuando cuestionó a la analista radial Paola Ochoa, quien lo increpó por las consecuencias de esa parálisis.
Sus palabras se hicieron virales y resonaron, entre muchas cosas, por mostrar sin eufemismos la desigualdad del puerto. “Mientras ustedes están en la comodidad de su casa, comiendo rico, viviendo bien, tranquilos, nosotros, los que movemos el puerto, los que trabajamos acá, no tenemos buen pago, no tenemos condiciones de vida, vivimos en la pobreza y ¿entonces les parece que sea mal que taponemos para que ustedes nos puedan prestar atención?”, dijo entonces.
Un espacio de convergencia
Ahora que estará del otro lado, al frente de los micrófonos, dice que se ha venido preparando.
“La ventaja que tengo es que conozco los procesos de base, el haber caminado eso me permite entender y también ser muy cuidadoso con el lenguaje. Evidentemente, toca humanizar lo más que se pueda el ejercicio de la radio, de lo que se vaya a hacer aquí. Humanizar es, ¿cómo hago para narrar al otro o a la otra sin que eso signifique pasar por encima o decir cosas que no estén conectadas? Entonces, la gran misión es lograr humanizar el ejercicio periodístico”.
¿Le sería difícil hablar con alguien en particular ahora en la emisora?, le pregunto.
Se ríe y lo piensa un rato. “Yo pienso que difícil difícil podría ser alguien como María Fernanda Cabal o Miguel Polo Polo. Por ejemplo, Polo Polo con eso que dijo de las Madres de Soacha, me parece inconcebible. Me cuesta que una persona juegue con el dolor de alguien, pero intentaría darle el espacio. Creo que cuando digo que sería difícil es cuando uno encuentra a un interlocutor que escucha para responder y no para reflexionar. Cuando la gente escucha para responder no te está escuchando, en últimas está mirando cómo reacciona frente a lo que dices. Eso no es una conversación y creo que con ellos pasaría eso”, afirma.
Rentería, ahora de 32 años, nació en el barrio San Francisco de Asís, en pleno corazón de Buenaventura, una región marcada por profundas desigualdades y azotada durante décadas por la violencia armada y creció, como tantas niñas, niños y jóvenes rodeado de las dificultades propias de un territorio donde la falta de oportunidades y la presencia de grupos armados ilegales moldeaban la realidad cotidiana.
Sobre los actuales diálogos con las dos bandas criminales que ejercen control en Buenaventura -Los Shottas y Espartanos-, dice que tiene esperanza en que el proceso dé frutos.
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“Necesitamos que eso salga adelante, porque la necesidad más valiosa que tenemos aquí es mantener la vida, mantenerse vivo. El principal desafío es empezar a hacerle frente a la pobreza no porque eso sea una justificación para los chicos que se involucran en la guerra, sino porque la realidad del contexto lo muestra. No hay otra cosa más dura, y creo que los que hemos sufrido en algún momento eso lo podemos decir, que tener hambre. El hambre es la cosa más horrorosa que le puede ocurrir a cualquier persona”, dice.
Varios jóvenes de Buenaventura lo califican como alguien cuyo don natural es unir a las personas. “Hablar con él es como sentir un abrazo largo”, dice uno de ellos. Ese talento natural para la oratoria y su habilidad para conectar con las personas le han servido como herramientas para generar conciencia sobre los históricos problemas que aqueja su comunidad.
Ese don, capaz encender la chispa de quienes están al lado, es también parte del sello que le quiere imprimir a la dirección de la emisora.
“Yo quiero que cuando la gente piense en la emisora, piense que es el sitio protector, el espacio de convergencia, el punto de diálogo. Esa convergencia no tiene nada que ver con pensar igual, sino respetar al que piensa diferente. Lo que hay que hacer es centrarnos en los puntos que tenemos en común, que es lo que más me interesa, y ese punto en común se llama Buenaventura. El amor que tenemos en común por ese territorio nos tiene que llevar a consolidar escenarios de paz como los que se van a proponer en la emisora. Yo quiero que seamos eso. Si no somos capaces de unirnos ahí no podemos hacer nada por este bello territorio”, afirma.
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Como, además de todo, rapea con el estilo y el flow del Pacífico, también quiere llevar eso a la emisora, consciente del poder de la música, el arte y los medios de comunicación para movilizar a las comunidades.
Su historia no solo inspira a quienes lo conocen, sino que también representa de esperanza para todas aquellas comunidades que enfrentan retos similares en el país. Rentería dice que sabe que el camino por recorrer aún es largo y que le teme a lo que pueda ocurrir con el puerto y con las emisoras de paz en un próximo gobierno, pero de lo que no hay duda es de que el legado de este bonaverense ya está dejando una huella imborrable en la historia de su región.
*Esta pieza periodística hace parte de la iniciativa “Comunidades que Transforman” de El Espectador, el Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ por su sigla en inglés) y la Embajada de la Unión Europea. Esta es una alianza para producir contenidos que narran los esfuerzos de las organizaciones comunitarias, las autoridades y el sector privado en la construcción de paz.
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