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En Buenaventura, la guerra urbana a lo largo de las comunas 7, 8, 10, 11 y 12 no se ha ido y falta aún bastante para que eso suceda. Esta semana se cumplirán nueve meses desde que el Gobierno Nacional comenzó a llevar sus propuestas al puerto para negociar con bandas criminales y frenar tanta violencia.
Entre muestras volátiles de buena voluntad, acuerdos debilitados por irrespetos a pactos de no agresión y tasas de homicidio disparadas en mayo de 2023, hay una incertidumbre por saber si esta ciudad del Pacífico puede ser un “laboratorio para la paz”, como lo denominó el presidente Gustavo Petro, o un territorio en el que no se ha dimensionado del todo que hay un conflicto latente en las calles que va más allá de las dos bandas más grandes: Shottas y Espartanos.
El pasado 6 de junio, monseñor Rubén Darío Jaramillo -obispo de Buenaventura- anunció que la Iglesia acompañaría los nuevos acercamientos entre esas dos estructuras criminales y el Gobierno. El contexto allí apremiaba con urgencia un diálogo para frenar el accionar de estos grupos.
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Tan sólo en los primeros cinco meses de 2023, en Buenaventura se perpetraron 42 asesinatos a raíz de los enfrentamientos entre combos y pandillas. Sin embargo, el pedido generalizado desde organizaciones sociales, hasta el mismo despacho de monseñor Jaramillo, ha sido el de no descuidar las estructuras criminales que buscarían eventualmente ocupar los barrios de las dos bandas que entrarían en la Paz Total.
La Fundación Paz y Reconciliación (Pares) y el centro InSight Crime documentaron que tan sólo en mayo de 2023 se registraron 23 enfrentamientos en los barrios Juan XXIII, San Luis y Bellavista, tres de los grandes epicentros de la violencia urbana en el puerto. Lo que llamó la atención de esos hechos fueron los subregistros en la identificación de los responsables. Si bien más de la mitad de esos hechos fueron atribuidos a Shottas y Espartanos, hay sucesos sin esclarecer que apuntan a responsabilidad de otros grupos que han tomado fuerza desde que las dos grandes bandas del puerto entraron a fases exploratorias para negociar la paz.
Dennis Huffington, investigador de Pares, le dijo a Colombia+20 que no hay que sacar de la ecuación de la violencia en Buenaventura a nadie “por más pequeño que parezca”, pues, por pensar en que Shottas y Espartanos acaparan toda la violencia, en el puerto han aumentado delitos como la extorsión y asesinatos selectivos que no necesariamente llegan desde esos bandos.
“La desconfianza frente a la paz que ahora hay en Buenaventura obedece al sentimiento de venganza entre bandas por deudas antiguas, a las trabas que nunca se han quitado de encima la idea de Ley de Sometimiento y a la falta de claridad sobre varios hechos. Si bien los homicidios se han reducido en las comunas 7 y 8, las extorsiones han aumentado y las personas no pueden vivir en paz. Sin la tranquilidad de los ciudadanos en el día a día no hay canal de diálogo propuesto por el Gobierno Nacional que valga del todo”, agregó.
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Los Chiquillos y ¿los mexicanos?
En medio de las treguas parciales entre Shottas y Espartanos (que comenzaron el 7 de diciembre de 2022), la banda de Los Chiquillos caló en distintos barrios de Buenaventura para apoderarse de rentas de microtráfico y mover influencias locales por medio de la violencia armada.
El fin de semana volvieron a ser noticia, pues en un video circulado por redes sociales esta banda también conocida como “Los Roberts” amenazó con tomarse al distrito de Buenaventura en “defensa de la población” a raíz de la supuesta presencia de estructuras armadas como “Jalisco” (en alusión al cartel mexicano Jalisco Nueva Generación).
El mensaje de Los Chiquillos fue principalmente dirigido a los habitantes de los barrios Bello Horizonte, Carlos Holmes y Bahía (centro del distrito). Encapuchados frente a la cámara aseguraron que “nadie va a entrar a nuestro territorio. Defenderemos a sangre y fuego. Jalisco no existe, eso es en México”. Una nueva muestra de que en el puerto no hay total voluntad de ceder ante las confrontaciones por medio del diálogo.
Si bien hay poca documentación sobre quiénes son Los Chiquillos, cómo operan, cómo mantienen sus filas en los barrios, qué tipos de armas manejan o quiénes son sus aliados, su origen y obediencia de mando ha sido rastreado por la Fiscalía desde agosto de 2022.
Según un documento del ente investigador, conocido por este diario, Los Chiquillos comenzaron a operar en ese distrito cuando la banda criminal La Empresa se desintegró por las capturas y bajas de sus cabecillas.
Entre 2015 y 2021, Lo Chiquillos se disputaban la distribución de narcóticos en el oriente de Buenaventura con Shottas y Espartanos, lo que los consolidó como la tercera estructura con más fuerza en todo el puerto.
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Tanto fue así que ni Shottas ni Espartanos les arrebataron el control de barrios en las comunas 10, 13, 15 y 16, como el Retiro, El Vergel y Antonio Nariño, según un documento de la Fiscalía.
Los Chiquillos son herederos de Robert Daniel Quintana ‘Robert’ (capturado por la Policía en Buenaventura el 8 de abril de 2017) y desde 2022 retomaron con más fuerza su presencia en el oriente bonaverense, zona desde la cual tienen el control en los expendios de cocaína y bazuco.
Una lideresa social de la ciudad, que pidió no ser identificada, aseguró que si bien en las comunas del oriente de Buenaventura la gente sabe de las operaciones de Los Chiquillos y las “extorsiones son presentes y de conocimiento público”, el tema de una disputa con grupos mexicanos es un enigma, pues “en los barrios no se ha escuchado que lleguen personas desde Jalisco, como dijeron en ese video que se movió el fin de semana”.
El analista Huffington, en línea con eso, pide cautela para no arrojar impresiones apresuradas de si hay o no grupos armados mexicanos, ligados con el narcotráfico, en el puerto de Buenaventura.
“Se sabe que por la estrategia de enviar droga por el Pacífico puede ser tentador hacer presencia acá. Se ha hablado de grupos mexicanos desde hace tiempo, pero sin certeza de si hay, o cuántos son. Como puede que haya bandas asociadas a ellos, esto también podría ser una estrategia para asustar aún más a la gente”, concluyó el investigador que fue consultado por este medio en junio.
Hasta la fecha de publicación de este artículo, desde el Gobierno Nacional no ha habido una información oficial de incluir en la Paz Total a más bandas criminales diferentes a Shottas y Espartanos. Sin claridad alguna de cómo serían los alcances en un eventual sometimiento a la justicia, parece que la espera a treguas locales más fuertes entre bandas son la salida más viable a corto plazo para cesar hostilidades. Una apuesta que inquieta al personero del puerto, Edwin Patiño.
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Según el funcionario, por los niveles de tensión y zozobra no sería descabellado robustecer la presencia militar y de policía en los barrios más violentados de Buenaventura, principalmente ubicados en las comunas 7, 8, 9, 13 y 15.
“Se tiene que pensar en la intranquilidad que tanta gente está viviendo. Ha habido denuncias y Buenaventura aun así se mantiene en el olvido”, indicó.
Un líder social de la comuna 7 de Buenaventura aseguró que, además de encarrillar los esfuerzos para que la Paz Total vuelva a tomar rumbo en la ciudad, también impera la necesidad de investigar quién y cómo están armando a las bandas criminales.
“Leonard Rentería y más muchachos valientes han dicho una cantidad de veces que muchas extorsiones llegan desde la cárcel. Alias ‘Robert’ sigue manejando hilos desde allí y aquí no es un secreto para nadie que personajes como ‘Arley’, ‘Sixta’ o ‘Mi Niño’, pistoleros de ese señor y al servicio de Los Roberts también ordenan delitos. Como en Medellín tocará tener acá la referencia de las cárceles para que se negocie allí; saber qué quieren y cómo salimos de esta. También que se metan a más muchachos a las negociaciones, porque si sólo van los de las bandas grandes le dejan a la delincuencia organizada ‘pequeña’ un espacio enorme para ocupar actividades de delincuencia”, acotó.