“La nueva política de drogas debe usar como conejillo al cannabis”: Miguel Samper
El nuevo presidente del gremio del cannabis en Colombia asegura que el estado actual de la industria es grave por la falta de garantías para la comercialización y las barreras para los campesinos productores. Por ahora, dice que respalda la iniciativa de regular el cannabis recreativo en adultos.
Valentina Parada Lugo
Una de las propuestas más ambiciosas del nuevo gobierno es la nueva política de drogas, que busca pasar del prohibicionismo a la regulación para hacerle frente al narcotráfico. No es una idea nueva, como asegura Miguel Samper Strouss, el presidente de la Asociación Colombiana de Industrias de Cannabis, sino que es la tendencia en los países de la región que están apuntando a dejar a un lado la criminalización de los cultivadores y consumidores para avanzar en una política que permita regular el consumo y disminuir el mercado ilegal.
El nombramiento de Samper Strouss en el gremio del cannabis llegó justo en medio de los anuncios de respaldo de Estados Unidos a la propuesta de Gustavo Petro de cambiar el enfoque de la lucha contra las drogas. Anthony Blinken, el secretario de Estado de los Estados Unidos, en su paso por Colombia, dijo que respaldaban el enfoque “holístico” que quiere adoptar el nuevo gobierno “a través de la justicia, el desarrollo, la protección ambiental, la reducción de oferta y la demanda”.
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Tres días después de ese encuentro, Joe Biden aseguró a través de su cuenta de Twitter que otorgará el indulto a los delitos federales de simple posesión de marihuana y calificó como un “enfoque fallido” la persecución hacia los consumidores. El panorama parece alinearse a favor de la nueva política de drogas de Petro que, con la llegada de Samper, comenzó a tomar forma en la industria del cannabis.
También se da en medio de la histórica votación que el martes pasado recibió en segundo debate en la plenaria de la Cámara de Representantes el proyecto de Juan Carlos Losada sobre la regulación al cannabis de uso adulto. Aún le faltan seis debates para que ser aprobado, pero es la primera vez que una discusión sobre regulación pasa el debate en la plenaria de esa coorporación. El mismo Losado afirmó “Presidente Petro, acá estamos cumpliendo con su mandato para cambiar la política de drogas”, celebró Losada.
En contexto: Buena cara para regulación de cannabis: pasó segundo debate en Plenaria de Cámara
En diálogo con Colombia+20, Miguel Samper dice que llega a liderar una industria que, asegura, será protagonista en el cambio de enfoque en la lucha contra las drogas de Petro. Afirma que su experiencia por más de dos años en la Agencia Nacional de Tierras y en el Consejo Nacional de Estupefacientes le permiten asumir el cargo con grandes retos en materia de salud y justicia.
¿Por qué va a ser importante el rol de Asocolcanna en la nueva política de drogas?
Nuestra agenda va de la mano con esa apuesta por redireccionar la política de drogas en, básicamente, tres puntos fundamentales: primero, la apertura de mercados nacionales. En Colombia hay 6 millones de pacientes potenciales del cannabis medicinal que no han podido acceder a medicamentos, a fitomedicamentos (medicamentos extraídos de plantas), ni a dietarios o suplementos con cannabis que ya son permitidos a nivel mundial.
Todavía hay muchas barreras de acceso en materia de salud. El Invima nos está exigiendo unos exámenes de alto nivel como si fuéramos a sacar unos fármacos cuando en realidad deberían ser exigencias para fitomedicamentos. Son distintos. Y claro, el fortalecimiento de la industria. Mi papel como gremio va a ser ampliar la base productiva, apoyar a las familias productoras y lograr que se sumen más personas a esta industria.
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En este momento Asocolcanna se enfoca en el cannabis de uso medicinal, pero si llegaran a pasar esas dos iniciativas en el Congreso sobre cannabis de uso recreativo, ¿qué tan importante va ser ese respaldo para la industria?
Esa es otra de las apuestas en la agenda: apoyar los proyectos de ley que cursan en el Congreso de la República para regular el uso adulto del cannabis. Ese proyecto, por ejemplo, busca que la planta sea vista como una sustancia de uso adulto como el alcohol o el tabaco, para que su comercialización se dé a través de licencias o excepciones de uso. Si eso logra ser aprobado en el legislativo, ratificamos que el cannabis es el tren de aterrizaje de la política de drogas del gobierno Petro. Habría que modificar el artículo de la Constitución que prohíbe el porte de sustancias como el cannabis.
El segundo proyecto en curso es el del senador Gustavo Bolívar que busca reglamentar la cadena de producción, distribución y adquisición del cannabis para uso adulto. La apoyamos completamente y sería un camino valioso para esta industria poder avanzar de lo medicinal a lo recreativo regulado.
¿Usted cree que Colombia está preparada para esta transformación sobre el tema de drogas?
Este es un debate que debe darse un debate a consciencia y ojalá con mucha información, basado en la evidencia, pero entendiendo que el clima mundial sobre el tema. Esto es una tendencia a nivel mundial, Colombia no puede quedar rezagada con las ventajas comparativas que tenemos en el cultivo. Eso es algo que podría generar mucho desarrollo al campo.
Ahora, hay una segunda parte en aspectos regulatorios y es que, al regular la producción, podría aprovecharse otros derivados como el cáñamo, por ejemplo. De ahí se pueden sacar fibras para hacer artesanías, prendas o materiales de construcción. Del cáñamo podemos hacer una utilización industrial que sea rentable para los pequeños productores.
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¿Cuáles son los retos en materia de salud?
Hay que entablar una conversación con el Ministerio de Salud para lograr que el cannabis medicinal se incluya dentro del Plan de Beneficios de Salud para que todas las personas puedan tener acceso a estos medicamentos. La forma como funciona hoy es que a los pacientes les toca ir al médico con una fórmula magistral y con una cantidad de evidencias, entonces el producto sale supremamente costoso y esa es una barrera de acceso.
También debemos regular el tema de suplementos dietarios a base de cannabis para incorporar en alimentos y bebidas. Eso en países como Estados Unidos está completamente regulado. Eso deberíamos facilitarlo acá para que se pueda volver una realidad la materialización de la nueva política de drogas utilizando como conejillo de indias al cannabis.
En este momento, ¿en dónde están ubicadas esas familias que hacen parte del gremio del cannabis medicinal? ¿En qué regiones del país?
Primero decirte que son muy pocas en realidad. Todavía hay muchos obstáculos y la falta de voluntad política del anterior gobierno afectó mucho. En cifras te puedo decir que hay 960 empresas constituidas en Colombia con varias de las licencias, tienen presencia en 401 municipios del país y están en 24 departamentos. La cobertura podría ser casi la totalidad del territorio nacional pero muchas empresas se han ido quebrando o se han salido por la imposibilidad de vender estos productos. Por ejemplo, en el país no hay ninguna empresa que pueda ser catalogada ni siquiera como mediana. Todas son micro o pequeñas empresas.
En otros temas: Emociones entre armas: así trabaja una psicóloga en zonas de conflicto en Colombia
Sobre los cultivos ilícitos se han centrado muchos esfuerzos en la sustitución, pero no se ha incentivado tanto los derivados como el cannabis medicinal. ¿Cómo hacerle frente a eso?
Bueno, hoy en día los programas de sustitución están encaminados sobre todo a reemplazar la hoja de coca. En esos casos están planteando proyectos de sustitución, pero desde mi experiencia en la Agencia Nacional de Tierras, todas las formas de erradicación tienen un índice de reincidencia. Incluso el índice de reincidencia en la sustitución voluntaria de cultivos era del 30 %, siendo un proceso voluntario. En la erradicación forzosa el porcentaje es del 70 %, en la fumigación aérea es del 92%. Casi todos los campesinos volvían a sembrar tres meses después de que pasara la avioneta.
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La única fórmula que se probó y que es absolutamente efectiva fue entregarles los títulos de propiedad rural a los campesinos que se comprometían a dejar de sembrar coca. Ahí no hubo nunca una reincidencia, era del 0 %. Entonces yo creo que puede llegar a darse una discusión sobre mecanismos de sustitución y el papel que pueda jugar el cannabis ahí. Por ejemplo, llegar a sustituir cultivos de coca, pero esa discusión es posterior.
La discusión sobre los cultivos de coca en este momento, desde mi experiencia, debe centrarse en otorgar títulos de propiedad rural a los campesinos. Eso es lo más efectivo de todo. Más adelante podremos evaluar y conversar sobre si hay condiciones para sustituir la coca por cannabis o por otro producto legal.
Usted ya dijo que una de las alianzas más importantes será en materia de salud. ¿Con qué otras entidades se van a sentar para sacar adelante la política de drogas?
Definitivamente la prioridad y de meridiana urgencia y prioridad es el Ministerio de Salud y el Invima, pero también será interesante tener acercamientos con el Ministerio de Justicia y, por supuesto, con la nueva directora de drogas, Gloria Miranda, con quien ya he entablado conversaciones.
Es muy importante el sector de Agricultura también. La ministra Cecilia López está interesada en ver qué oportunidades hay para la ampliación de la base productiva. También sería valioso negociar con el Ministerio de Comercio para ver de qué manera podemos llegar a mercados internacionales. Esos son, sin duda, los prioritarios, pero también en la agenda está el Ministerio de Educación y el de Ciencia y Tecnología. Como puede ver, casi todos los sectores tienen que ver en la nueva política de drogas del presidente Petro.
Usted decía hace un momento que lograr obtener las licencias en esta industria es difícil y más aún para un campesino. ¿Cómo lograr hacer esos procesos menos engorrosos?
El día del nombramiento yo decía que llevamos seis años de lecciones aprendidas y ahora ponemos a disposición todo ese conocimiento para apoyar a nuevas personas que quieran meterse en esta industria. Es verdad, el proceso de licenciamiento no es sencillo: implica tramites, estudios técnicos y preparaciones, pero la tarea será allanar el camino para que los pequeños productores que hay en este momento puedan llegar a obtener sus licencias y que no queden en manos de los grandes siempre.
El Gobierno ha dicho que tiene la idea de levantar algunas de las licencias que se están exigiendo. Bienvenida esa discusión, aunque teniendo en cuenta que esto es un producto para consumo humano, tenemos que garantizar que haya ciertos estándares mínimos en la producción.
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Con todos los retos que ha enumerado, ¿usted cree que este Gobierno va lograr ese cambio en la política antidrogas?
Las condiciones son perfectas. Esta es la receta perfecta para que la nueva política de drogas sea un éxito empezando por el cannabis. Hay voluntad política, no como en el gobierno anterior, hay disposición a entablar un dialogo técnico basado en la evidencia y hay disposición a dar esta discusión fuera de las barreras de Colombia. Es la receta perfecta para que la nueva política de drogas con el aterrizaje en el cannabis le salga bien al nuevo gobierno.
Hay que entablar conversaciones sobre el estado actual de la industria. En este momento, el estado de esta industria en Colombia es crítico. Si no se avanza en este plan, este gremio se vería gravemente perjudicado y de manera permanente, sin vuelta atrás. Hay que movernos muy rápido y aprovechar los vientos a favor que soplan en este Gobierno.
Una de las propuestas más ambiciosas del nuevo gobierno es la nueva política de drogas, que busca pasar del prohibicionismo a la regulación para hacerle frente al narcotráfico. No es una idea nueva, como asegura Miguel Samper Strouss, el presidente de la Asociación Colombiana de Industrias de Cannabis, sino que es la tendencia en los países de la región que están apuntando a dejar a un lado la criminalización de los cultivadores y consumidores para avanzar en una política que permita regular el consumo y disminuir el mercado ilegal.
El nombramiento de Samper Strouss en el gremio del cannabis llegó justo en medio de los anuncios de respaldo de Estados Unidos a la propuesta de Gustavo Petro de cambiar el enfoque de la lucha contra las drogas. Anthony Blinken, el secretario de Estado de los Estados Unidos, en su paso por Colombia, dijo que respaldaban el enfoque “holístico” que quiere adoptar el nuevo gobierno “a través de la justicia, el desarrollo, la protección ambiental, la reducción de oferta y la demanda”.
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Tres días después de ese encuentro, Joe Biden aseguró a través de su cuenta de Twitter que otorgará el indulto a los delitos federales de simple posesión de marihuana y calificó como un “enfoque fallido” la persecución hacia los consumidores. El panorama parece alinearse a favor de la nueva política de drogas de Petro que, con la llegada de Samper, comenzó a tomar forma en la industria del cannabis.
También se da en medio de la histórica votación que el martes pasado recibió en segundo debate en la plenaria de la Cámara de Representantes el proyecto de Juan Carlos Losada sobre la regulación al cannabis de uso adulto. Aún le faltan seis debates para que ser aprobado, pero es la primera vez que una discusión sobre regulación pasa el debate en la plenaria de esa coorporación. El mismo Losado afirmó “Presidente Petro, acá estamos cumpliendo con su mandato para cambiar la política de drogas”, celebró Losada.
En contexto: Buena cara para regulación de cannabis: pasó segundo debate en Plenaria de Cámara
En diálogo con Colombia+20, Miguel Samper dice que llega a liderar una industria que, asegura, será protagonista en el cambio de enfoque en la lucha contra las drogas de Petro. Afirma que su experiencia por más de dos años en la Agencia Nacional de Tierras y en el Consejo Nacional de Estupefacientes le permiten asumir el cargo con grandes retos en materia de salud y justicia.
¿Por qué va a ser importante el rol de Asocolcanna en la nueva política de drogas?
Nuestra agenda va de la mano con esa apuesta por redireccionar la política de drogas en, básicamente, tres puntos fundamentales: primero, la apertura de mercados nacionales. En Colombia hay 6 millones de pacientes potenciales del cannabis medicinal que no han podido acceder a medicamentos, a fitomedicamentos (medicamentos extraídos de plantas), ni a dietarios o suplementos con cannabis que ya son permitidos a nivel mundial.
Todavía hay muchas barreras de acceso en materia de salud. El Invima nos está exigiendo unos exámenes de alto nivel como si fuéramos a sacar unos fármacos cuando en realidad deberían ser exigencias para fitomedicamentos. Son distintos. Y claro, el fortalecimiento de la industria. Mi papel como gremio va a ser ampliar la base productiva, apoyar a las familias productoras y lograr que se sumen más personas a esta industria.
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En este momento Asocolcanna se enfoca en el cannabis de uso medicinal, pero si llegaran a pasar esas dos iniciativas en el Congreso sobre cannabis de uso recreativo, ¿qué tan importante va ser ese respaldo para la industria?
Esa es otra de las apuestas en la agenda: apoyar los proyectos de ley que cursan en el Congreso de la República para regular el uso adulto del cannabis. Ese proyecto, por ejemplo, busca que la planta sea vista como una sustancia de uso adulto como el alcohol o el tabaco, para que su comercialización se dé a través de licencias o excepciones de uso. Si eso logra ser aprobado en el legislativo, ratificamos que el cannabis es el tren de aterrizaje de la política de drogas del gobierno Petro. Habría que modificar el artículo de la Constitución que prohíbe el porte de sustancias como el cannabis.
El segundo proyecto en curso es el del senador Gustavo Bolívar que busca reglamentar la cadena de producción, distribución y adquisición del cannabis para uso adulto. La apoyamos completamente y sería un camino valioso para esta industria poder avanzar de lo medicinal a lo recreativo regulado.
¿Usted cree que Colombia está preparada para esta transformación sobre el tema de drogas?
Este es un debate que debe darse un debate a consciencia y ojalá con mucha información, basado en la evidencia, pero entendiendo que el clima mundial sobre el tema. Esto es una tendencia a nivel mundial, Colombia no puede quedar rezagada con las ventajas comparativas que tenemos en el cultivo. Eso es algo que podría generar mucho desarrollo al campo.
Ahora, hay una segunda parte en aspectos regulatorios y es que, al regular la producción, podría aprovecharse otros derivados como el cáñamo, por ejemplo. De ahí se pueden sacar fibras para hacer artesanías, prendas o materiales de construcción. Del cáñamo podemos hacer una utilización industrial que sea rentable para los pequeños productores.
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¿Cuáles son los retos en materia de salud?
Hay que entablar una conversación con el Ministerio de Salud para lograr que el cannabis medicinal se incluya dentro del Plan de Beneficios de Salud para que todas las personas puedan tener acceso a estos medicamentos. La forma como funciona hoy es que a los pacientes les toca ir al médico con una fórmula magistral y con una cantidad de evidencias, entonces el producto sale supremamente costoso y esa es una barrera de acceso.
También debemos regular el tema de suplementos dietarios a base de cannabis para incorporar en alimentos y bebidas. Eso en países como Estados Unidos está completamente regulado. Eso deberíamos facilitarlo acá para que se pueda volver una realidad la materialización de la nueva política de drogas utilizando como conejillo de indias al cannabis.
En este momento, ¿en dónde están ubicadas esas familias que hacen parte del gremio del cannabis medicinal? ¿En qué regiones del país?
Primero decirte que son muy pocas en realidad. Todavía hay muchos obstáculos y la falta de voluntad política del anterior gobierno afectó mucho. En cifras te puedo decir que hay 960 empresas constituidas en Colombia con varias de las licencias, tienen presencia en 401 municipios del país y están en 24 departamentos. La cobertura podría ser casi la totalidad del territorio nacional pero muchas empresas se han ido quebrando o se han salido por la imposibilidad de vender estos productos. Por ejemplo, en el país no hay ninguna empresa que pueda ser catalogada ni siquiera como mediana. Todas son micro o pequeñas empresas.
En otros temas: Emociones entre armas: así trabaja una psicóloga en zonas de conflicto en Colombia
Sobre los cultivos ilícitos se han centrado muchos esfuerzos en la sustitución, pero no se ha incentivado tanto los derivados como el cannabis medicinal. ¿Cómo hacerle frente a eso?
Bueno, hoy en día los programas de sustitución están encaminados sobre todo a reemplazar la hoja de coca. En esos casos están planteando proyectos de sustitución, pero desde mi experiencia en la Agencia Nacional de Tierras, todas las formas de erradicación tienen un índice de reincidencia. Incluso el índice de reincidencia en la sustitución voluntaria de cultivos era del 30 %, siendo un proceso voluntario. En la erradicación forzosa el porcentaje es del 70 %, en la fumigación aérea es del 92%. Casi todos los campesinos volvían a sembrar tres meses después de que pasara la avioneta.
Puede leer: La odisea de recibir atención en salud en la región del Guayabero
La única fórmula que se probó y que es absolutamente efectiva fue entregarles los títulos de propiedad rural a los campesinos que se comprometían a dejar de sembrar coca. Ahí no hubo nunca una reincidencia, era del 0 %. Entonces yo creo que puede llegar a darse una discusión sobre mecanismos de sustitución y el papel que pueda jugar el cannabis ahí. Por ejemplo, llegar a sustituir cultivos de coca, pero esa discusión es posterior.
La discusión sobre los cultivos de coca en este momento, desde mi experiencia, debe centrarse en otorgar títulos de propiedad rural a los campesinos. Eso es lo más efectivo de todo. Más adelante podremos evaluar y conversar sobre si hay condiciones para sustituir la coca por cannabis o por otro producto legal.
Usted ya dijo que una de las alianzas más importantes será en materia de salud. ¿Con qué otras entidades se van a sentar para sacar adelante la política de drogas?
Definitivamente la prioridad y de meridiana urgencia y prioridad es el Ministerio de Salud y el Invima, pero también será interesante tener acercamientos con el Ministerio de Justicia y, por supuesto, con la nueva directora de drogas, Gloria Miranda, con quien ya he entablado conversaciones.
Es muy importante el sector de Agricultura también. La ministra Cecilia López está interesada en ver qué oportunidades hay para la ampliación de la base productiva. También sería valioso negociar con el Ministerio de Comercio para ver de qué manera podemos llegar a mercados internacionales. Esos son, sin duda, los prioritarios, pero también en la agenda está el Ministerio de Educación y el de Ciencia y Tecnología. Como puede ver, casi todos los sectores tienen que ver en la nueva política de drogas del presidente Petro.
Usted decía hace un momento que lograr obtener las licencias en esta industria es difícil y más aún para un campesino. ¿Cómo lograr hacer esos procesos menos engorrosos?
El día del nombramiento yo decía que llevamos seis años de lecciones aprendidas y ahora ponemos a disposición todo ese conocimiento para apoyar a nuevas personas que quieran meterse en esta industria. Es verdad, el proceso de licenciamiento no es sencillo: implica tramites, estudios técnicos y preparaciones, pero la tarea será allanar el camino para que los pequeños productores que hay en este momento puedan llegar a obtener sus licencias y que no queden en manos de los grandes siempre.
El Gobierno ha dicho que tiene la idea de levantar algunas de las licencias que se están exigiendo. Bienvenida esa discusión, aunque teniendo en cuenta que esto es un producto para consumo humano, tenemos que garantizar que haya ciertos estándares mínimos en la producción.
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Con todos los retos que ha enumerado, ¿usted cree que este Gobierno va lograr ese cambio en la política antidrogas?
Las condiciones son perfectas. Esta es la receta perfecta para que la nueva política de drogas sea un éxito empezando por el cannabis. Hay voluntad política, no como en el gobierno anterior, hay disposición a entablar un dialogo técnico basado en la evidencia y hay disposición a dar esta discusión fuera de las barreras de Colombia. Es la receta perfecta para que la nueva política de drogas con el aterrizaje en el cannabis le salga bien al nuevo gobierno.
Hay que entablar conversaciones sobre el estado actual de la industria. En este momento, el estado de esta industria en Colombia es crítico. Si no se avanza en este plan, este gremio se vería gravemente perjudicado y de manera permanente, sin vuelta atrás. Hay que movernos muy rápido y aprovechar los vientos a favor que soplan en este Gobierno.