‘Catarsis’: libro de militares víctimas que renacieron gracias al deporte

Varios militares retirados víctimas del conflicto hallaron en el deporte y la competencia paralímpica una manera de sanar sus heridas. Sus relatos integran el libro “Catarsis, el valor de trascender”, publicado por la Editorial Ibáñez.

Camilo Alzate González
20 de mayo de 2022 - 02:00 a. m.
Equipo integrado por ex militares víctimas del conflicto armado.
Equipo integrado por ex militares víctimas del conflicto armado.
Foto: Cortesía
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Camilo Castellanos puede contar con naturalidad qué se siente con la explosión de una mina antipersonal bajo los pies. Puede describir al detalle el golpe en el pecho y el olor a pólvora seguido por un zumbido que lo aturdía mientras la visión se nublaba entre pedazos de tierra y esquirlas. Castellanos cayó en un campo minado siendo comandante de un grupo del Ejército que perseguía a las Farc en las montañas del Cauca. Su mayor temor era que alguno de sus hombres fuera a pisar uno de esos artefactos. Al final la mala suerte lo tocó a él.

Él cuenta lo que preguntó su hijo pequeño cuando se reencontraron en un hospital meses después del incidente, mientras el niño exploraba por debajo la silla de ruedas: “Papá, ¿dónde tiene las piernas, por qué las escondió?”.

El relato del teniente Castellanos está incluido en Catarsis: el valor de trascender, un libro con nueve testimonios de militares víctimas del conflicto armado, que narran sus historias de vida marcadas por la guerra. Mutilaciones, heridas en combate y momentos al filo de la muerte señalan las narraciones de quienes junto a su entrenador encontraron en diferentes disciplinas deportivas una forma de renacer y dignificar la condición de víctimas, un asunto del que no se hablaba mucho en el Ejército, pero que ahora ha tomado relevancia con el impulso a la transición de un país en paz.

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El libro fue elaborado con apoyo de la Dirección de Apoyo a la Transición, una dependencia del Departamento Jurídico Integral del Ejército Nacional. “Queremos rescatar la condición humana detrás del uniforme”, asegura Mateo Rubiano, un internacionalista que no pertenece al Ejército, pero quien como coautor ayudó a recopilar y escribir los testimonios. “Los ejércitos están compuestos por personas, y para mantener la cohesión de fuerza la vida del compañero vale más que la mía: esa moral combativa es necesaria y estaba amparada bajo la idea del héroe, los héroes si existen”, prosigue Rubiano.

La narrativa del héroe, tan extendida entre las Fuerzas Militares durante los años más difíciles del conflicto, trajo como consecuencia una “normalización de la afectación”, según Rubiano, quien agrega: “Ellos decían ‘a mí me pasó esto, pero yo soy un héroe’. Y uno no puede normalizar esas situaciones”.

Dagoberto Mata, también coautor, explica el cambio en la manera de afrontar ese concepto: “Antes no éramos conscientes y no aceptábamos que éramos víctimas”. De hecho, afirma, el término común era “heridos en combate”, que nunca se ha entendido como una condición denigrante, sino todo lo contrario: “Para el militar eso era un orgullo haber sobrevivido a una mina, hay un respeto en la institución hacia los militares víctimas”, asevera. Dagoberto tiene su propia historia: una mina le destrozó la pierna derecha en el Catatumbo cuando apenas cumplía cuatro años en el Ejército.

A la pregunta inevitable de si perdonaría a quien instaló el artefacto explosivo, Dagoberto responde conciso y certero: “Sí, ya estoy preparado para perdonarlo”.

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La instalación de minas antipersonal es una práctica prohibida por la Convención de Ottawa. Su uso es violatorio del Derecho Internacional Humanitario, por ello los militares que han resultado heridos o muertos por estos artefactos son víctimas del conflicto a pesar del estatus de combatientes.

Las minas fueron la estrategia de las guerrillas para detener el avance de las Fuerzas Militares durante el Plan Colombia y la llamada Seguridad Democrática. Su utilización aún es generalizada en varias regiones del país. Esta es la única categoría victimizante en la que el número de miembros de la Fuerza Pública supera al de la población civil. Según datos de la Presidencia de la República, con corte al 30 de abril de 2022, había registro de 12.189 víctimas de minas antipersonal en el país, y entre ellas 7.299 son integrantes de la Fuerza Pública.

“La guerra sigue, la dinámica de la guerra va a toda marcha y parar un momento para ver qué está pasando con aquellos que les tocó salir es un toque al corazón mismo de la fuerza”, señala María José Molano, periodista coautora del libro. No existe una sociedad sin conflicto, añade Fabio Alejandro Jiménez, otro de los autores: “Las particularidades del conflicto en Colombia son tan específicas, que no podemos hablar de ningún conflicto armado igual en otra parte o en otros momentos de la historia”, dice.

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El propósito del libro es ir más allá del hecho victimizante. Lo importante no es la herida que dejó la guerra, sino la vida que volvió después. Allí, apunta Rubiano, se evidencia el “potencial del deporte para reorientar proyectos de vida y para narrar el conflicto desde un lenguaje más informal. Todos los protagonistas pasaron por momentos difíciles, pero el libro no se queda en eso”.

No hay juicios morales, ni acusaciones políticas o ideológicas a lo largo de las 200 páginas, solo el relato de sus protagonistas. “Son historias de vida (...) cuando narramos el hecho no damos responsabilidades, sólo contamos lo que pasó”, agrega Molano.

Por ejemplo, el testimonio de Euclides Feria, desplazado con su familia en el Urabá por los paramilitares de Éver Veloza y con varios familiares desaparecidos por las Autodefensas. Euclides se enlistó en la Infantería de Marina, donde alcanzó el rango de cabo. El 9 de agosto de 2016 un compañero manipuló mal su pistola y disparó un tiro por error que le dio en el pecho, rompiéndole un pulmón, el hígado y la médula.

Después del accidente Euclides hizo su rehabilitación con la práctica de la natación paralímpica y ha ganado medallas en competencias como el Marine Corp Trial en los Estados Unidos.

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O la historia del cabo Daniel Ignacio Urbina, ganador de la primera medalla de oro para Colombia en los Juegos Mundiales Militares, aunque estuvo a punto de caerse durante la premiación pues por la emoción le temblaba su prótesis en la pierna mutilada. “¿Tengo los dos pies?”, cuenta Urbina que preguntó a un soldado después de la explosión que lo dejó lisiado porque no era capaz de mirarse.

O la frase paradójica del infante de marina Manuel Martínez: “una mina me llevó al triatlón”.

“En el Ejército hay viudas, hay huérfanos, hay mutilados”, dice Mateo Rubiano, “merecen atención y reparación, un proceso integral en el que estamos desde el 2016″. ‘Catarsis’ es un libro de testimonios estremecedores para recordar que no todo en la guerra está permitido, pero también que hay mucha vida después del combate, a pesar de las heridas, y también gracias a ellas.

Camilo Alzate González

Por Camilo Alzate González

Licenciado en literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira. Cubre temas relacionados con paz, derechos humanos y conflicto armado.@camilagrosocalzate@elespectador.com

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