Las mujeres étnicas que construyeron la política de equidad de género de Bojayá
Un grupo de mujeres chocoanas, víctimas del conflicto armado, dieron vida a la política pública con la que buscan mejores oportunidades y cerrar las brechas de género en su comunidad. Luego de casi un año de trabajo, siguen enfocadas en su implementación y soñando por una Bojayá que sane las heridas del conflicto armado.
“La mitad de mi vida ha girado en torno a los procesos organizativos y al compartir con las mujeres, lo que me ha permitido conocer más mi departamento y sus realidades que muchas veces se desconocen. He podido aportar desde la escucha, el consejo y la orientación a otras mujeres”.
Estas son las palabras de Nérvita Moreno López, una mujer chocoana que decidió ser maestra de profesión, siguiendo los pasos de su padre. Su vocación por enseñar la llevó a vivir 16 años en Riosucio, al norte del departamento del Chocó, donde también acompañó procesos organizativos de las mujeres. Esta experiencia generó que “su fibra por trabajar con mujeres”, como ella lo menciona, se convirtiera en una lucha que abarcaría el resto de su vida.
Lea además: La apuesta de los pueblos étnicos para abrirse campo en la implementación de PDET
A su regreso a Quibdó retomó contacto con una amiga que hacía parte de la Red Departamental de Mujeres Chocoanas. Han pasado 27 años desde que integra este grupo liderado por 16 mujeres que trabajan por visibilizar, apoyar y articular espacios de cambio para sus compañeras, motivando a la conformación de otras organizaciones que han permitido que el tejido organizativo crezca y permanezca en el tiempo.
“A nosotras nos hicieron creer tradicionalmente que éramos incapaces, pero resulta que hemos demostrado día a día que la mujer tiene capacidades inmensas, simplemente hay que desarrollarlas y propiciar los espacios para que esto se dé”, explica.
Su trabajo y compromiso con las mujeres del Chocó la llevó a ser la coordinadora del proceso de construcción de la “Política pública para la equidad de género de las mujeres del municipio de Bojayá”. Durante casi un año, Nérvita Moreno estuvo viajando de Quibdó a Bojayá por el río Atrato, única ruta que existe para llegar al municipio. El recorrido toma más de 3 horas y a la orilla del río se ubican diferentes comunidades afrocolombianas e indígenas que viven de la pesca y la agricultura.
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Nérvita Moreno junto a Teresa Ochoa de la Red, fueron articulando organizaciones para la formulación de la Política Pública como la Red de Mujeres Construyendo Paz por Amor a Bojayá; Grupo Guayacán; Mujeres Resistentes de Bellavista (Murebe); la Asociación de Mujeres Dinámicas de Puerto Contado (ASODIP); así como integrantes de las comunidades del Pueblo indígena Embera Dodibá. Para ello, contaron con el apoyo del Programa de Participación y Reparación Colectiva de las Víctimas de USAID, implementado por la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES).
Cerca de 350 mujeres, niñas, adolescentes y adultas mayores aportaron a la construcción de esta política que se entregó a la Alcaldía de Bojayá en marzo del 2022, año en que entró en vigencia y que irá hasta el 2031.
“Podemos considerar la política pública como un caso de éxito porque recoge el sentir de las mujeres bojayaseñas, lo que ellas quieren a futuro y también porque sería como una Carta Magna para que nosotros como institucionalidad podamos avanzar y gestionar para que las mujeres tengan una mejor calidad de vida”, explica Yariza López Mosquera, vocera de la Secretaría de Paz, Reconciliación y Género de la Alcaldía de Bojayá.
Este logro ha significado tanto para las mujeres del municipio que Las Cantaoras de Pogue Voces de Resistencia del Chocó le compusieron algunos versos: “Las mujeres campesinas éramos para la cocina, pero con la ley de género vamos pa’ las oficinas. Hoy vamos a los espacios y cantamos por la paz, estamos en política pública por amor a Bojayá”.
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La adopción de la política pública generó fortalecimiento en las organizaciones de mujeres de Bojayá, quienes han tomado más espacios para socializar este documento y alzar sus peticiones con la realización de un foro con los candidatos a la alcaldía para presentarles la política pública y solicitarles presupuesto coherente para su implementación.
Un tejido étnico: entre afrocolombianas e indígenas
La política de equidad de género de Bojayá parte de un elemento importante y es la integración de las visiones de las mujeres afrocolombianas e indígenas que habitan el territorio. Aunque existen algunas diferencias en sus prácticas y cosmovisiones, trabajando juntas concluyeron que las violencias basadas en género no eran del todo distintas.
“Nos dimos cuenta cuáles eran nuestros derechos y deberes como mujeres. Tanto afrocolombianas como indígenas vivíamos sometidas, nos quedábamos calladas y no sabíamos dónde ni cómo reclamar. Fue algo muy significativo y aprendí mucho”, afirma María Eugenia Velásquez, integrante de Mujeres Resistentes de Bellavista (Murebe).
Elvia Mecha Pipicay, integrante de la comunidad Egoroquera del pueblo Embera Dobidá, habla sobre su experiencia de trabajo y cómo participar en los espacios de construcción de la política pública les permitió romper barreras: “Para los hombres indígenas es difícil entender que la mujer indígena se esté formando y construyendo nuevas ideas. Sin embargo, en la capacitación entendimos que las mujeres indígenas también tenemos derechos. Desde ese momento me siento otra mujer, más acompañada, segura de mí misma y que puedo construir nuevas ideas para las mujeres de mi comunidad”, relata.
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Esta mujer de baja estatura, pelo liso y voz dulce pero contundente también comenta que para las mujeres de su comunidad se abrió un nuevo horizonte de posibilidades para formarse, trabajar en otros lugares y no ser solamente amas de casa.
En uno de sus habituales recorridos por las calles polvorientas que conducen a la zona donde se encuentran la comunidad Egoroquera en Bojayá -a orillas del Atrato-, Elvia Mecha Pipicay le recuerda a un grupo de mujeres, en su lengua embera, lo siguiente: “Las mujeres indígenas también tienen derecho a estar en la política pública, en otros espacios presentando propuestas y opinando. Esto es importante para nosotras, tener una participación adecuada en las entidades y alcaldías”.
En la construcción de la política pública también se integraron voces de niños, niñas, adolescentes y jóvenes de la Institución Educativa César Conto de Bojayá. Para Nérvita Moreno fue un espacio clave para recolectar las experiencias, visiones y sueños de los estudiantes de noveno, décimo y once.
¿Qué tiene la política de equidad de género de Bojayá?
Las mujeres bojayaseñas construyeron un documento de 49 páginas que integra siete ejes temáticos claves para mejorar sus condiciones en el territorio: autonomía económica; derecho a una vida libre de violencias; derecho a la paz; derecho a la participación y representación política; derecho a la salud plena; derecho a la educación y cultura con enfoque de género; y fortalecimiento institucional.
La Secretaría de Paz, Reconciliación y Equidad de Género -como espacio articulador desde la administración municipal- es la encargada del seguimiento y monitoreo del cumplimiento de la política. Su vocera explica que se ha avanzado de forma significativa en el eje de una vida libre de violencias, a través de actividades lúdicas, formación en derechos humanos y socialización de la ruta de atención frente a casos de violencias basadas en género.
Han realizado jornadas de atención y prevención de embarazo en adolescentes y apoyo psicosocial a la población por los casos de suicidio que se han presentado, especialmente de jóvenes indígenas. De enero a mayo de 2023, el Sistema de Salud Pública del Chocó registró 32 intentos de suicidio en el departamento y la Defensoría del Pueblo documentó 15 suicidios de población indígena, de los cuales, 10 corresponden a mujeres.
Dentro de las causas se ha documentado la violencia generada por los grupos armados ilegales que aún hacen presencia y se disputan los territorios, tales como el ELN y el Clan del Golfo o AGC.
Además, este municipio en particular aún sigue sanando las heridas que dejó la masacre perpetrada el 2 de mayo del 2002 por las disputas entre el Bloque José María Córdoba de las FARC y paramilitares del Bloque Élmer Cárdenas.
Se documentó que más de 100 personas perdieron la vida -de los cuales 48 eran menores de edad- y 159 personas lesionadas físicamente, de las cuales, 19 han muerto. Este hecho histórico junto a otros actos de violencia siguen marcando la vida de la población sobreviviente, quienes aquejan que el Estado colombiano voltea a verlos solo en las conmemoraciones de los hechos, dejando promesas sin cumplir.
Lea: Una charla sobre el impacto de una estrategia clave para la reparación de víctimas
Varios funcionarios del municipio han recibido formación en temas de género para dar una atención integral y no revictimizar a las mujeres que puedan acudir a las diferentes instancias. La apuesta es por fortalecer y cumplir los ejes de participación y representación política; el derecho a la paz y una vida libre de violencia. El reto principal está en la voluntad política del próximo mandatario que llegue a Bojayá, luego de las elecciones territoriales del 29 de octubre, y la destinación de recursos para que se cumpla. “Nosotras no podemos seguir siendo convidadas de piedra en los procesos, tenemos que estar presentes, incomodar de ser posible y que se puedan hacer alianzas para que esto avance”, sentencia Nérvita Moreno.
“La mitad de mi vida ha girado en torno a los procesos organizativos y al compartir con las mujeres, lo que me ha permitido conocer más mi departamento y sus realidades que muchas veces se desconocen. He podido aportar desde la escucha, el consejo y la orientación a otras mujeres”.
Estas son las palabras de Nérvita Moreno López, una mujer chocoana que decidió ser maestra de profesión, siguiendo los pasos de su padre. Su vocación por enseñar la llevó a vivir 16 años en Riosucio, al norte del departamento del Chocó, donde también acompañó procesos organizativos de las mujeres. Esta experiencia generó que “su fibra por trabajar con mujeres”, como ella lo menciona, se convirtiera en una lucha que abarcaría el resto de su vida.
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A su regreso a Quibdó retomó contacto con una amiga que hacía parte de la Red Departamental de Mujeres Chocoanas. Han pasado 27 años desde que integra este grupo liderado por 16 mujeres que trabajan por visibilizar, apoyar y articular espacios de cambio para sus compañeras, motivando a la conformación de otras organizaciones que han permitido que el tejido organizativo crezca y permanezca en el tiempo.
“A nosotras nos hicieron creer tradicionalmente que éramos incapaces, pero resulta que hemos demostrado día a día que la mujer tiene capacidades inmensas, simplemente hay que desarrollarlas y propiciar los espacios para que esto se dé”, explica.
Su trabajo y compromiso con las mujeres del Chocó la llevó a ser la coordinadora del proceso de construcción de la “Política pública para la equidad de género de las mujeres del municipio de Bojayá”. Durante casi un año, Nérvita Moreno estuvo viajando de Quibdó a Bojayá por el río Atrato, única ruta que existe para llegar al municipio. El recorrido toma más de 3 horas y a la orilla del río se ubican diferentes comunidades afrocolombianas e indígenas que viven de la pesca y la agricultura.
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Nérvita Moreno junto a Teresa Ochoa de la Red, fueron articulando organizaciones para la formulación de la Política Pública como la Red de Mujeres Construyendo Paz por Amor a Bojayá; Grupo Guayacán; Mujeres Resistentes de Bellavista (Murebe); la Asociación de Mujeres Dinámicas de Puerto Contado (ASODIP); así como integrantes de las comunidades del Pueblo indígena Embera Dodibá. Para ello, contaron con el apoyo del Programa de Participación y Reparación Colectiva de las Víctimas de USAID, implementado por la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES).
Cerca de 350 mujeres, niñas, adolescentes y adultas mayores aportaron a la construcción de esta política que se entregó a la Alcaldía de Bojayá en marzo del 2022, año en que entró en vigencia y que irá hasta el 2031.
“Podemos considerar la política pública como un caso de éxito porque recoge el sentir de las mujeres bojayaseñas, lo que ellas quieren a futuro y también porque sería como una Carta Magna para que nosotros como institucionalidad podamos avanzar y gestionar para que las mujeres tengan una mejor calidad de vida”, explica Yariza López Mosquera, vocera de la Secretaría de Paz, Reconciliación y Género de la Alcaldía de Bojayá.
Este logro ha significado tanto para las mujeres del municipio que Las Cantaoras de Pogue Voces de Resistencia del Chocó le compusieron algunos versos: “Las mujeres campesinas éramos para la cocina, pero con la ley de género vamos pa’ las oficinas. Hoy vamos a los espacios y cantamos por la paz, estamos en política pública por amor a Bojayá”.
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La adopción de la política pública generó fortalecimiento en las organizaciones de mujeres de Bojayá, quienes han tomado más espacios para socializar este documento y alzar sus peticiones con la realización de un foro con los candidatos a la alcaldía para presentarles la política pública y solicitarles presupuesto coherente para su implementación.
Un tejido étnico: entre afrocolombianas e indígenas
La política de equidad de género de Bojayá parte de un elemento importante y es la integración de las visiones de las mujeres afrocolombianas e indígenas que habitan el territorio. Aunque existen algunas diferencias en sus prácticas y cosmovisiones, trabajando juntas concluyeron que las violencias basadas en género no eran del todo distintas.
“Nos dimos cuenta cuáles eran nuestros derechos y deberes como mujeres. Tanto afrocolombianas como indígenas vivíamos sometidas, nos quedábamos calladas y no sabíamos dónde ni cómo reclamar. Fue algo muy significativo y aprendí mucho”, afirma María Eugenia Velásquez, integrante de Mujeres Resistentes de Bellavista (Murebe).
Elvia Mecha Pipicay, integrante de la comunidad Egoroquera del pueblo Embera Dobidá, habla sobre su experiencia de trabajo y cómo participar en los espacios de construcción de la política pública les permitió romper barreras: “Para los hombres indígenas es difícil entender que la mujer indígena se esté formando y construyendo nuevas ideas. Sin embargo, en la capacitación entendimos que las mujeres indígenas también tenemos derechos. Desde ese momento me siento otra mujer, más acompañada, segura de mí misma y que puedo construir nuevas ideas para las mujeres de mi comunidad”, relata.
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Esta mujer de baja estatura, pelo liso y voz dulce pero contundente también comenta que para las mujeres de su comunidad se abrió un nuevo horizonte de posibilidades para formarse, trabajar en otros lugares y no ser solamente amas de casa.
En uno de sus habituales recorridos por las calles polvorientas que conducen a la zona donde se encuentran la comunidad Egoroquera en Bojayá -a orillas del Atrato-, Elvia Mecha Pipicay le recuerda a un grupo de mujeres, en su lengua embera, lo siguiente: “Las mujeres indígenas también tienen derecho a estar en la política pública, en otros espacios presentando propuestas y opinando. Esto es importante para nosotras, tener una participación adecuada en las entidades y alcaldías”.
En la construcción de la política pública también se integraron voces de niños, niñas, adolescentes y jóvenes de la Institución Educativa César Conto de Bojayá. Para Nérvita Moreno fue un espacio clave para recolectar las experiencias, visiones y sueños de los estudiantes de noveno, décimo y once.
¿Qué tiene la política de equidad de género de Bojayá?
Las mujeres bojayaseñas construyeron un documento de 49 páginas que integra siete ejes temáticos claves para mejorar sus condiciones en el territorio: autonomía económica; derecho a una vida libre de violencias; derecho a la paz; derecho a la participación y representación política; derecho a la salud plena; derecho a la educación y cultura con enfoque de género; y fortalecimiento institucional.
La Secretaría de Paz, Reconciliación y Equidad de Género -como espacio articulador desde la administración municipal- es la encargada del seguimiento y monitoreo del cumplimiento de la política. Su vocera explica que se ha avanzado de forma significativa en el eje de una vida libre de violencias, a través de actividades lúdicas, formación en derechos humanos y socialización de la ruta de atención frente a casos de violencias basadas en género.
Han realizado jornadas de atención y prevención de embarazo en adolescentes y apoyo psicosocial a la población por los casos de suicidio que se han presentado, especialmente de jóvenes indígenas. De enero a mayo de 2023, el Sistema de Salud Pública del Chocó registró 32 intentos de suicidio en el departamento y la Defensoría del Pueblo documentó 15 suicidios de población indígena, de los cuales, 10 corresponden a mujeres.
Dentro de las causas se ha documentado la violencia generada por los grupos armados ilegales que aún hacen presencia y se disputan los territorios, tales como el ELN y el Clan del Golfo o AGC.
Además, este municipio en particular aún sigue sanando las heridas que dejó la masacre perpetrada el 2 de mayo del 2002 por las disputas entre el Bloque José María Córdoba de las FARC y paramilitares del Bloque Élmer Cárdenas.
Se documentó que más de 100 personas perdieron la vida -de los cuales 48 eran menores de edad- y 159 personas lesionadas físicamente, de las cuales, 19 han muerto. Este hecho histórico junto a otros actos de violencia siguen marcando la vida de la población sobreviviente, quienes aquejan que el Estado colombiano voltea a verlos solo en las conmemoraciones de los hechos, dejando promesas sin cumplir.
Lea: Una charla sobre el impacto de una estrategia clave para la reparación de víctimas
Varios funcionarios del municipio han recibido formación en temas de género para dar una atención integral y no revictimizar a las mujeres que puedan acudir a las diferentes instancias. La apuesta es por fortalecer y cumplir los ejes de participación y representación política; el derecho a la paz y una vida libre de violencia. El reto principal está en la voluntad política del próximo mandatario que llegue a Bojayá, luego de las elecciones territoriales del 29 de octubre, y la destinación de recursos para que se cumpla. “Nosotras no podemos seguir siendo convidadas de piedra en los procesos, tenemos que estar presentes, incomodar de ser posible y que se puedan hacer alianzas para que esto avance”, sentencia Nérvita Moreno.