Colombia necesita resolver conflictos sin violencia y desde abajo
Expertos que visitaron Colombia en el XII Congreso Nacional de Mediación dan recomendaciones y estrategias para resolver conflictos de forma pacífica. Explican que aprender a dialogar es vital para acabar la violencia.
Susana Noguera*/@011Noguera
Lograr una solución pacífica a los conflictos de sociales, comunitarios, ambientales y políticos es uno de los mayores retos que enfrenta Colombia en la coyuntura actual. Esa fue una de las conclusiones del XII Congreso Mundial de Medicación y Cultura de Paz que organizó la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB), evento que terminó justo un día antes de que el triunfo demasiado ajustado del NO en el plebiscito le revelara al mundo la necesidad de unir a un país polarizado. En plena renegociación de un acuerdo de paz con las Farc, ad portas de la instalación el próximo 27 de octubre de una mesa de diálogo con el ELN, y ante una creciente movilización de la sociedad civil en las capitales y en las regiones del país, Colombia enfrenta la necesidad de resolver conflictos sin violencia y desde abajo, entre los ciudadanos, en los territorios.
A lo largo de 52 años de conflicto armado, Colombia ha creado numerosas y creativas prácticas de solución de conflictos y justicia local en comunidades rurales y urbanas: los conciliadores en equidad, los jueces de paz, los líderes comunitarios y los palabreros han prevenido que los conflictos pasen a mayores. Pero hace falta mucha más mediación para acabar con la cultura de guerra en el país.
John Paul Lederach, uno de los académicos más reconocidos en materia de mediación de conflictos y construcción de paz en el mundo, participó en el encuentro y dice que no es fácil pasar de la guerra a la paz y por eso la mediación social es tan importante para Colombia. “Necesitamos recrear una política que permita participación sin violencia y sin manipulaciones que vienen detrás de la violencia”.
Lea aquí: “No es fácil pasar de la guerra a la paz”: John Paul Lederach
Lederach añade que en Colombia diversos movimientos campesinos ya tienen claras sus necesidades concretas, saben qué necesita la comunidad. Por eso “la reivindicación más certera descansa en la idea de que se les reconozca como actores claves en la vida cotidiana de las regiones, en esa búsqueda constante por el bienestar de sus habitantes”.
Pero además de mediar entre el Gobierno y las comunidades, también hace falta resolver conflictos entre vecinos, familias, escuelas, instituciones penitenciarias, policías, juntas de acción comunal y muchos otros grupos que deben resolver problemas a diario.
Lea aquí: La cátedra de Perú en la resolución de conflictos
Resolver diferencias cotidianas y culturales es algo que el senegalés El Hadji Ahmadou ha hecho por más de 15 años. Aplacando conflictos entre refugiados y europeos aprendió que una sociedad donde la injusticia social está banalizada genera todo tipo de conflictos. Para resolver el problema “la única solución es dialogar. El primer paso es crear espacios y tener el proyecto común de la construcción de la paz. No se va a hablar solamente de la paz, se va a hablar también de la construcción de una sociedad nueva porque todo va a cambiar a partir de ahora”, afirma.
Lea también al mediador senegalés El Hadji Ahmadou
Gran parte de este cambio, opina la psicóloga Florencia Brandoni, empieza en los colegios. La experta en mediación escolar explica que la escuela puede impactar favorablemente a los niños y enseñar a gestionar los conflictos de una mejor manera. “También se debe tener en cuenta que si la conflictividad disminuye en el campo social en general la violencia también descenderá en el campo escolar”.
Algunos de los conflictos sociales que se pueden agudizar en un eventual posacuerdo son los que se dan entre las comunidades y las empresas extractivas en los territorios. Christopher Moore, experto mundialmente reconocido en resolución de conflictos, afirma que esto pasa con frecuencia en países que, cuando solucionan un conflicto armado de larga data, otros conflictos secundarios cobran relevancia. “Es importante prever estos desacuerdos y crear un sistema de resolución de conflictos que sea eficiente y que tenga la confianza de la comunidad. Lo más importante es cultivar una relación de confianza y respeto. Esto es vital para que los pequeños conflictos no escalen”, explica.
Lea también: “En Colombia hay espacio para la reconciliación”: Christopher Moore
De ahora en adelante se van a necesitar las habilidades de muchos constructores de paz para evitar que la violencia se recicle o que el espacio dejado por las guerrillas sea ocupado por otro tipo de violencia. Los mediadores y conciliadores serán vitales para lograr pactos de convivencia comunitaria, tanto en la intervención interpersonal como la colectiva.
Lograr una solución pacífica a los conflictos de sociales, comunitarios, ambientales y políticos es uno de los mayores retos que enfrenta Colombia en la coyuntura actual. Esa fue una de las conclusiones del XII Congreso Mundial de Medicación y Cultura de Paz que organizó la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB), evento que terminó justo un día antes de que el triunfo demasiado ajustado del NO en el plebiscito le revelara al mundo la necesidad de unir a un país polarizado. En plena renegociación de un acuerdo de paz con las Farc, ad portas de la instalación el próximo 27 de octubre de una mesa de diálogo con el ELN, y ante una creciente movilización de la sociedad civil en las capitales y en las regiones del país, Colombia enfrenta la necesidad de resolver conflictos sin violencia y desde abajo, entre los ciudadanos, en los territorios.
A lo largo de 52 años de conflicto armado, Colombia ha creado numerosas y creativas prácticas de solución de conflictos y justicia local en comunidades rurales y urbanas: los conciliadores en equidad, los jueces de paz, los líderes comunitarios y los palabreros han prevenido que los conflictos pasen a mayores. Pero hace falta mucha más mediación para acabar con la cultura de guerra en el país.
John Paul Lederach, uno de los académicos más reconocidos en materia de mediación de conflictos y construcción de paz en el mundo, participó en el encuentro y dice que no es fácil pasar de la guerra a la paz y por eso la mediación social es tan importante para Colombia. “Necesitamos recrear una política que permita participación sin violencia y sin manipulaciones que vienen detrás de la violencia”.
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Lederach añade que en Colombia diversos movimientos campesinos ya tienen claras sus necesidades concretas, saben qué necesita la comunidad. Por eso “la reivindicación más certera descansa en la idea de que se les reconozca como actores claves en la vida cotidiana de las regiones, en esa búsqueda constante por el bienestar de sus habitantes”.
Pero además de mediar entre el Gobierno y las comunidades, también hace falta resolver conflictos entre vecinos, familias, escuelas, instituciones penitenciarias, policías, juntas de acción comunal y muchos otros grupos que deben resolver problemas a diario.
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Resolver diferencias cotidianas y culturales es algo que el senegalés El Hadji Ahmadou ha hecho por más de 15 años. Aplacando conflictos entre refugiados y europeos aprendió que una sociedad donde la injusticia social está banalizada genera todo tipo de conflictos. Para resolver el problema “la única solución es dialogar. El primer paso es crear espacios y tener el proyecto común de la construcción de la paz. No se va a hablar solamente de la paz, se va a hablar también de la construcción de una sociedad nueva porque todo va a cambiar a partir de ahora”, afirma.
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Gran parte de este cambio, opina la psicóloga Florencia Brandoni, empieza en los colegios. La experta en mediación escolar explica que la escuela puede impactar favorablemente a los niños y enseñar a gestionar los conflictos de una mejor manera. “También se debe tener en cuenta que si la conflictividad disminuye en el campo social en general la violencia también descenderá en el campo escolar”.
Algunos de los conflictos sociales que se pueden agudizar en un eventual posacuerdo son los que se dan entre las comunidades y las empresas extractivas en los territorios. Christopher Moore, experto mundialmente reconocido en resolución de conflictos, afirma que esto pasa con frecuencia en países que, cuando solucionan un conflicto armado de larga data, otros conflictos secundarios cobran relevancia. “Es importante prever estos desacuerdos y crear un sistema de resolución de conflictos que sea eficiente y que tenga la confianza de la comunidad. Lo más importante es cultivar una relación de confianza y respeto. Esto es vital para que los pequeños conflictos no escalen”, explica.
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De ahora en adelante se van a necesitar las habilidades de muchos constructores de paz para evitar que la violencia se recicle o que el espacio dejado por las guerrillas sea ocupado por otro tipo de violencia. Los mediadores y conciliadores serán vitales para lograr pactos de convivencia comunitaria, tanto en la intervención interpersonal como la colectiva.