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"Mi nombre es Johan Steven Martínez Tulcán, el hijo del sargento del Ejército Libio José Martínez Estrada. Mi padre fue secuestrado en la base de Patascoy (Nariño) en el año de 1997, el 21 de diciembre. Mi padre estuvo secuestrado por casi 14 años. Fue uno de los secuestrados más antiguos que ha tenido Colombia.
Mi madre quedó de seis meses de embarazo en el momento que mi padre fue secuestrado por la guerrilla. Es decir, mi padre y yo no pudimos conocernos personalmente, pero nos comunicábamos a través de las cartas que la guerrilla le dejó enviar a mi padre desde las selvas. Y yo me comunicaba con él a través de mensajes de radio que le podía enviar a través de los medios de comunicación.
Yo nací el 24 de marzo del año 1998 y para mi familia fue alegría porque no solo se produjo mi nacimiento, sino que también llegó la primera prueba de supervivencia de mi padre, en donde mi padre envío una carta y unas fotos en las que nos manifestaba que se encontraba bien de salud, que lo tenía la guerrilla, pero que estaba con la moral arriba para afrontar la situación, en ese momento.
A través del tiempo mi padre pudo enviar cartas, fotos y videos que la guerrilla le permitía enviar como pruebas de supervivencia a nosotros sus familiares. Esa fue la comunicación que mi padre hizo con nosotros, su familia.
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Por otra parte, yo desde muy niño empecé una lucha incansable por la liberación de mi padre y de todos los secuestrados. Desde aproximadamente mis ocho años yo estaba realizando manifestaciones, marchas por la paz, estaba acudiendo a más eventos con más víctimas del conflicto armados, con más víctimas familiares de militares que exigían la libertad de nuestros seres queridos.
Nunca esperé que mi padre fuera asesinado pro la guerrilla. Siempre confié y tuve la esperanza de poder conocerlo, abrazarlo, de poder compartir con él. Desde muy niño yo pensaba que no importaba cuánto tiempo más podría estar mi padre en cautiverio, secuestrado por la guerrilla de las Farc, pero que íbamos a soportar los dos, mi padre y yo, para podernos conocer al final. Desafortunadamente eso no fue así, porque la guerrilla de las Farc asesinó a mi padre el 26 de noviembre del año 2011 en las selvas del Caquetá. Mi padre fue asesinado por la guerrilla.
Ese día se perdió mi esperanza y perdí la ilusión y el sueño de poder conocerlo personalmente, de poder abrazarlo, de poder ir al parque con él. Tristemente mi padre fue asesinado por las Farc. Con el tiempo entendí que mi padre por fin recuperó su libertad, que ya no estaba solo, que ya no aguantaba hambre, ya no estaba siendo maltratado por las Farc, sus captores. Que mi padre no estaba sola, de pronto encadenado, porque eso se decía. Las personas que fueron liberadas y rescatadas decían que ellos eran encadenados por la guerrilla, les daban malos tratos. Y eso a mí como su hijo me partía el alma porque era muy duro escuchar eso y pensar en mi padre, que él de pronto se encontraría enfermo, encadenado. Ya al final, con su muerte, entendí que mi padre había recuperado su libertad, era un hombre libre.
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En donde se encuentra ya no tiene frío, no tiene hambre, ya no se siente humillado por sus captores.
Tristemente no nos pudimos conocer en persona, pero sí creamos un vínculo muy fuerte a través de los mensajes que yo le pude enviar por la radio, le enviaba mensajes por la emisora La Carrilera, y mi padre a su vez me enviaba cartas cuando la guerrilla lo permitía.
Hoy en día estoy a punto de terminar mi carrera profesional. Estudié Derecho. He podido avanzar, pero siempre guardando esa ilusión de poder ver a mi país tranquilo, en paz, que podamos salir todos adelante, que podamos sacar este país adelante. Por eso mi mensaje a los colombianos es no desfallecer, no retroceder a esas épocas de violencia. No queremos más sufrimiento y más derramamiento de sangre. Tenemos que avanzar como país y seguir luchando porque este país se lo merece y no podemos repetir la historia. Al contrario, debemos salir adelante.
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También mi mensaje para la guerrilla de las Farc es que cumplan lo acordado. Ya estamos en este proceso de paz, no podemos retroceder. Al contrario, debemos avanzar cada día más para recuperar la paz y la tranquilidad que se ha perdido en este territorio.
También quisiera manifestarle a la JEP que sea tenido en cuenta el caso de mi padre. Pues ya se van a cumplir 9 años de su muerte en los cuales no hemos tenido a ciencia cierta la verdad. Como familiares y en especial yo, como su hijo, exijo que se me cuente la verdad de lo ocurrido. Queremos saber quién lo asesinó, qué grupo lo tuvo cautivo tanto tiempo, por qué no escucharon mis súplicas cuando les rogué y les imploré que liberaran a mi padre, que le respetaran la vida".