Paz con ELN: cuatro claves para entender la crisis que llevó a suspender el proceso
Aunque el detonante fue el atentado a una base militar en Arauca, la tensión comenzó a cocinarse hace casi un año y se escaló en febrero. Le contamos las preocupaciones, escenarios y posibilidades de retomar estos diálogos que, pese a lo ocurrido, llegaron a un punto de avance histórico.
Julián Ríos Monroy
Luego de 22 meses de negociación y tras conseguir los mayores avances en tres décadas de intentos de paz con la guerrilla del ELN, el Gobierno Nacional suspendió el proceso de diálogos con este grupo armado. La decisión, anunciada este 18 de septiembre por la delegación de paz del Ejecutivo, se tomó como respuesta al atentado terrorista contra la base militar de Puerto Jordán, Arauca, que dejó tres uniformados muertos y más de 25 heridos.
Aunque no se trata de una ruptura definitiva ―como reiteraron el presidente Gustavo Petro y el senador Iván Cepeda, negociador en este proceso―, la decisión del Gobierno sí marca un precedente en su postura tras casi dos años en los que se le ha criticado por no trazar suficientes líneas rojas y ceder más de la cuenta a las pretensiones del ELN, la guerrilla más vieja del continente.
La suspensión es, de lejos, el mayor golpe de autoridad del Ejecutivo al que hasta hace unos meses era el “proceso estrella” de las nueve negociaciones de la paz total del Gobierno Petro. Y, de retomarse las conversaciones, en la práctica hay varios desafíos para que puedan avanzar y dar resultados concretos. Vale recordar que desde hace siete meses la mesa de diálogos con el ELN estaba congelada, y varios expertos advertían que el proceso no llegaría a buen puerto en el tiempo que le resta a Petro en el poder.
¿Cómo se gestó la crisis que llevó a la suspensión y qué escenarios se prevén para el futuro? Le contamos los hechos y datos claves.
1. Del secuestro al proceso con Comuneros del Sur: la crisis que se convirtió en bola de nieve
La instalación del proceso de paz con el ELN, en noviembre de 2022, llegó en un momento clave para el presidente Petro. Eran los primeros meses de su mandato, las expectativas iban en aumento y la paz, una de sus banderas de campaña, tomó oxígeno con el inicio de una mesa de diálogos con el grupo armado ilegal más antiguo de Colombia.
Salvo por unas tensiones menores debido a cruces de señalamientos entre Petro y los comandantes del ELN, los primeros meses fueron fructíferos: ciclos frecuentes, reuniones en los territorios, recolección de propuestas y una serie de actividades que llevaron al jefe de Estado a aventurar que en mayo de 2025 el proceso estaría casi culminado.
Lea también: Gobierno Petro suspende proceso de paz con ELN: “su viabilidad está lesionada”
Todo dio un giro en octubre de 2023, cuando una unidad de esta guerrilla secuestró a Luis Manuel Díaz, padre del futbolista Lucho Díaz, hecho que desató la primera gran crisis de la negociación, que había alcanzado un cese al fuego bilateral dos meses antes.
El hombre fue liberado 13 días después del rapto, pero el hecho sepultó la confianza de buena parte de la sociedad en este proceso y creó una tensión que llevó al Gobierno a exigirle al ELN acabar definitivamente con los secuestros económicos.
Desde entonces, los ciclos de conversación subsiguientes cambiaron su agenda y se centraron en revisar incumplimientos al alto al fuego, redefinir acuerdos, entre otras actividades que complicaron el ambiente en la mesa de diálogos.
Pero el gran descalabro se conoció el 20 de febrero de 2024. Ese día, la delegación del ELN dio por abierta una crisis y declaró el congelamiento de la mesa por una serie de “incumplimientos”, que incluían los acercamientos del Gobierno con Comuneros del Sur, uno de sus frentes de Nariño.
Lea: ELN advierte crisis en diálogos con Gobierno y dice que entrarían en congelamiento
Desde entonces, la guerrilla le exigió a Petro finalizar esos contactos para retomar los diálogos, pero no ocurrió. De hecho, el 7 de mayo, el frente se separó oficialmente del ELN y echó a andar un proceso de paz independiente que, hoy por hoy, está dando frutos: ya tiene un programa de desminado humanitario sobre ruedas y el plan del Ejecutivo es llegar a una desmovilización antes de 2026.
Con esa tensión de frente, la mesa quedó quieta desde hace siete meses, y el ELN dejó de responder las comunicaciones del Gobierno. Incluso, ad portas del vencimiento del acuerdo de cese al fuego, (el pasado 3 de agosto), el Ejecutivo le envió ocho comunicaciones a la guerrilla para sentarse en la mesa y extender esta medida, pero no hubo respuesta.
Con el cese vencido, el ELN le exigió al Gobierno una condición para sentarse a hablar: sacarlo de la lista de Grupos Armados Organizados (GAO), una pretensión que el Ejecutivo rechazó. En parte, la ola de atentados que empezó hace un mes estaría relacionada con no haber cedido ante esa solicitud.
2. Los diálogos fueron suspendidos, pero el Gobierno no descarta retomarlos
Fuentes cercanas al proceso le explicaron a este diario que la delegación de Gobierno espera un gesto de voluntad de paz contundente de parte del ELN para evaluar la reactivación de la mesa y todas las demás actividades alrededor de la negociación. Según ha trascendido, la expectativa sobre ese gesto podría ser un cese unilateral al fuego por parte del ELN.
No obstante, esa posibilidad depende netamente de la guerrilla, que en los últimos meses no ha cedido ante las invitaciones a retomar los diálogos. Sin embargo, este jueves el comandante del ELN, Antonio García, dijo que “aún en medio de las operaciones militares pueden continuarse los procesos de paz, eso han hecho en varios momentos diferentes gobiernos, ahora no puede ser la excepción”.
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En respuesta, el presidente Petro invitó al ELN a decir con franqueza si está dispuesto a sentarse a hablar.
3. ¿Qué viene tras la suspensión y por qué hay dudas sobre los resultados futuros del proceso?
El reciente ataque contra la unidad militar en Arauca despertó críticas de varios sectores del país, que salieron a reclamarle al Gobierno una acción de peso en respuesta al atentado.
“El país y la sociedad ya no aguantan que un grupo armado ilegal como el ELN presione al gobierno con estos métodos y con estas acciones terroristas para la continuidad de una mesa. Este era un tablero que se había consolidado, al que se le había invertido mucho capital político, muchos recursos, mucho tiempo como para que el ELN salga con este tipo de cosas”, explicó el investigador Gerson Arias, de la Fundación Ideas para la Paz (FIP).
De hecho, algunos expertos han planteado dudas sobre la voluntad de paz del grupo, que ya consiguió varios acuerdos clave en esta administración y podría echar mano de los mismos en 2026, con el mandatario que suceda a Petro.
“El ELN tiene la metodología de la convención nacional (el congreso guerrillero que desarrolló en julio) y un lugar estratégico consolidado en Venezuela desde el cual pueden seguir conduciendo sus acciones en suelo colombiano y esperar los resultados electorales de 2026. La guerrilla puede ya haber percibido que el Gobierno Petro desgastó su capital político y eso en la práctica hace que no exista ninguna posibilidad de garantizar el cumplimiento de lo acordado”, planteó el profesor Luis Fernando Trejos, de la Universidad del Norte.
Un punto que hay que tener en cuenta con esta suspensión es que, nuevamente, mina la confianza en la apuesta de paz total del Gobierno, que en su momento fue la principal apuesta de largo plazo del proyecto político del presidente Petro, pero ahora está estancada en casi todos sus tableros de negociación y tiene escasos resultados de fondo para mostrar.
En ese sentido, la suspensión a esta mesa también se ha interpretado como una apuesta del Ejecutivo por mostrar un discurso más fuerte frente a los actores armados. “El Gobierno también está haciendo un cálculo hacia el año 2026 sobre los réditos que implica colocar líneas rojas y establecer límites a una negociación que, como estaba, pareciera que no iba a tener un punto de llegada”, dijo el investigador Gerson Arias.
4. Hay preocupación en los territorios de influencia de la guerrilla
Una de las principales dudas tras la suspensión del proceso de paz es qué va a pasar en regiones como Arauca, Chocó, el sur de Bolívar y Antioquia donde el ELN mantiene presencia. Desde que se rompió el cese al fuego bilateral, el pasado 3 de agosto, las comunidades han alertado su preocupación por los escenarios de violencia (que incluyeron un paro armado en Chocó) y los combates con grupos como el Clan del Golfo y las disidencias de las FARC.
Por ahora, el ministro de Defensa, Iván Velázquez, anunció que se fortalecerá la estrategia ofensiva contra la guerrilla.
Tras la acción más certera del Ejecutivo en casi dos años de negociaciones, se espera que el grupo deje en claro si tiene voluntad de continuar o no con el proceso de paz.
Luego de 22 meses de negociación y tras conseguir los mayores avances en tres décadas de intentos de paz con la guerrilla del ELN, el Gobierno Nacional suspendió el proceso de diálogos con este grupo armado. La decisión, anunciada este 18 de septiembre por la delegación de paz del Ejecutivo, se tomó como respuesta al atentado terrorista contra la base militar de Puerto Jordán, Arauca, que dejó tres uniformados muertos y más de 25 heridos.
Aunque no se trata de una ruptura definitiva ―como reiteraron el presidente Gustavo Petro y el senador Iván Cepeda, negociador en este proceso―, la decisión del Gobierno sí marca un precedente en su postura tras casi dos años en los que se le ha criticado por no trazar suficientes líneas rojas y ceder más de la cuenta a las pretensiones del ELN, la guerrilla más vieja del continente.
La suspensión es, de lejos, el mayor golpe de autoridad del Ejecutivo al que hasta hace unos meses era el “proceso estrella” de las nueve negociaciones de la paz total del Gobierno Petro. Y, de retomarse las conversaciones, en la práctica hay varios desafíos para que puedan avanzar y dar resultados concretos. Vale recordar que desde hace siete meses la mesa de diálogos con el ELN estaba congelada, y varios expertos advertían que el proceso no llegaría a buen puerto en el tiempo que le resta a Petro en el poder.
¿Cómo se gestó la crisis que llevó a la suspensión y qué escenarios se prevén para el futuro? Le contamos los hechos y datos claves.
1. Del secuestro al proceso con Comuneros del Sur: la crisis que se convirtió en bola de nieve
La instalación del proceso de paz con el ELN, en noviembre de 2022, llegó en un momento clave para el presidente Petro. Eran los primeros meses de su mandato, las expectativas iban en aumento y la paz, una de sus banderas de campaña, tomó oxígeno con el inicio de una mesa de diálogos con el grupo armado ilegal más antiguo de Colombia.
Salvo por unas tensiones menores debido a cruces de señalamientos entre Petro y los comandantes del ELN, los primeros meses fueron fructíferos: ciclos frecuentes, reuniones en los territorios, recolección de propuestas y una serie de actividades que llevaron al jefe de Estado a aventurar que en mayo de 2025 el proceso estaría casi culminado.
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Todo dio un giro en octubre de 2023, cuando una unidad de esta guerrilla secuestró a Luis Manuel Díaz, padre del futbolista Lucho Díaz, hecho que desató la primera gran crisis de la negociación, que había alcanzado un cese al fuego bilateral dos meses antes.
El hombre fue liberado 13 días después del rapto, pero el hecho sepultó la confianza de buena parte de la sociedad en este proceso y creó una tensión que llevó al Gobierno a exigirle al ELN acabar definitivamente con los secuestros económicos.
Desde entonces, los ciclos de conversación subsiguientes cambiaron su agenda y se centraron en revisar incumplimientos al alto al fuego, redefinir acuerdos, entre otras actividades que complicaron el ambiente en la mesa de diálogos.
Pero el gran descalabro se conoció el 20 de febrero de 2024. Ese día, la delegación del ELN dio por abierta una crisis y declaró el congelamiento de la mesa por una serie de “incumplimientos”, que incluían los acercamientos del Gobierno con Comuneros del Sur, uno de sus frentes de Nariño.
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Desde entonces, la guerrilla le exigió a Petro finalizar esos contactos para retomar los diálogos, pero no ocurrió. De hecho, el 7 de mayo, el frente se separó oficialmente del ELN y echó a andar un proceso de paz independiente que, hoy por hoy, está dando frutos: ya tiene un programa de desminado humanitario sobre ruedas y el plan del Ejecutivo es llegar a una desmovilización antes de 2026.
Con esa tensión de frente, la mesa quedó quieta desde hace siete meses, y el ELN dejó de responder las comunicaciones del Gobierno. Incluso, ad portas del vencimiento del acuerdo de cese al fuego, (el pasado 3 de agosto), el Ejecutivo le envió ocho comunicaciones a la guerrilla para sentarse en la mesa y extender esta medida, pero no hubo respuesta.
Con el cese vencido, el ELN le exigió al Gobierno una condición para sentarse a hablar: sacarlo de la lista de Grupos Armados Organizados (GAO), una pretensión que el Ejecutivo rechazó. En parte, la ola de atentados que empezó hace un mes estaría relacionada con no haber cedido ante esa solicitud.
2. Los diálogos fueron suspendidos, pero el Gobierno no descarta retomarlos
Fuentes cercanas al proceso le explicaron a este diario que la delegación de Gobierno espera un gesto de voluntad de paz contundente de parte del ELN para evaluar la reactivación de la mesa y todas las demás actividades alrededor de la negociación. Según ha trascendido, la expectativa sobre ese gesto podría ser un cese unilateral al fuego por parte del ELN.
No obstante, esa posibilidad depende netamente de la guerrilla, que en los últimos meses no ha cedido ante las invitaciones a retomar los diálogos. Sin embargo, este jueves el comandante del ELN, Antonio García, dijo que “aún en medio de las operaciones militares pueden continuarse los procesos de paz, eso han hecho en varios momentos diferentes gobiernos, ahora no puede ser la excepción”.
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En respuesta, el presidente Petro invitó al ELN a decir con franqueza si está dispuesto a sentarse a hablar.
3. ¿Qué viene tras la suspensión y por qué hay dudas sobre los resultados futuros del proceso?
El reciente ataque contra la unidad militar en Arauca despertó críticas de varios sectores del país, que salieron a reclamarle al Gobierno una acción de peso en respuesta al atentado.
“El país y la sociedad ya no aguantan que un grupo armado ilegal como el ELN presione al gobierno con estos métodos y con estas acciones terroristas para la continuidad de una mesa. Este era un tablero que se había consolidado, al que se le había invertido mucho capital político, muchos recursos, mucho tiempo como para que el ELN salga con este tipo de cosas”, explicó el investigador Gerson Arias, de la Fundación Ideas para la Paz (FIP).
De hecho, algunos expertos han planteado dudas sobre la voluntad de paz del grupo, que ya consiguió varios acuerdos clave en esta administración y podría echar mano de los mismos en 2026, con el mandatario que suceda a Petro.
“El ELN tiene la metodología de la convención nacional (el congreso guerrillero que desarrolló en julio) y un lugar estratégico consolidado en Venezuela desde el cual pueden seguir conduciendo sus acciones en suelo colombiano y esperar los resultados electorales de 2026. La guerrilla puede ya haber percibido que el Gobierno Petro desgastó su capital político y eso en la práctica hace que no exista ninguna posibilidad de garantizar el cumplimiento de lo acordado”, planteó el profesor Luis Fernando Trejos, de la Universidad del Norte.
Un punto que hay que tener en cuenta con esta suspensión es que, nuevamente, mina la confianza en la apuesta de paz total del Gobierno, que en su momento fue la principal apuesta de largo plazo del proyecto político del presidente Petro, pero ahora está estancada en casi todos sus tableros de negociación y tiene escasos resultados de fondo para mostrar.
En ese sentido, la suspensión a esta mesa también se ha interpretado como una apuesta del Ejecutivo por mostrar un discurso más fuerte frente a los actores armados. “El Gobierno también está haciendo un cálculo hacia el año 2026 sobre los réditos que implica colocar líneas rojas y establecer límites a una negociación que, como estaba, pareciera que no iba a tener un punto de llegada”, dijo el investigador Gerson Arias.
4. Hay preocupación en los territorios de influencia de la guerrilla
Una de las principales dudas tras la suspensión del proceso de paz es qué va a pasar en regiones como Arauca, Chocó, el sur de Bolívar y Antioquia donde el ELN mantiene presencia. Desde que se rompió el cese al fuego bilateral, el pasado 3 de agosto, las comunidades han alertado su preocupación por los escenarios de violencia (que incluyeron un paro armado en Chocó) y los combates con grupos como el Clan del Golfo y las disidencias de las FARC.
Por ahora, el ministro de Defensa, Iván Velázquez, anunció que se fortalecerá la estrategia ofensiva contra la guerrilla.
Tras la acción más certera del Ejecutivo en casi dos años de negociaciones, se espera que el grupo deje en claro si tiene voluntad de continuar o no con el proceso de paz.