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La luchada suspensión de los secuestros por parte del ELN, que se logró luego de casi cuatro meses de discusiones entre la delegación de la guerrilla y el Gobierno, llegó a su fin esta semana. La decisión de reactivar las retenciones, anunciada el lunes por la comandancia del grupo, cayó como un baldado de agua fría en medio de una de las crisis más largas del proceso, y generó el rechazo de la ciudadanía, el presidente Gustavo Petro y sus negociadores, quienes reiteraron que “el comercio con seres humanos no tiene ninguna clase de justificación y su eliminación no es objeto de ninguna transacción por parte del Estado”. Incluso, uno de ellos, José Félix Lafaurie, dijo que se levantaría de la mesa si el ELN retoma este crimen.
La guerrilla justificó su decisión escudándose en un supuesto incumplimiento del Gobierno en la creación de un fondo multidonante para el proceso de paz, pese a que desde el comienzo se dejó en claro que de ese instrumento no saldrían recursos para el ELN mientras siguiera en armas.
Además, el hecho de que el anuncio se haya dado en el contexto de crisis por los diálogos paralelos del Ejecutivo con el Frente Comuneros del Sur, en Nariño, sembró varias dudas sobre el proceso de paz: ¿cuál era la verdadera intención del ELN para suspender los secuestros con fines económicos? ¿Hay voluntad real en esa guerrilla para llegar al fin del conflicto? ¿El grupo está dilatando la conversación sobre los asuntos de fondo? ¿El anuncio busca generar presión para que el Gobierno ponga fin a las conversaciones con la estructura de Nariño, como ha exigido la delegación de la guerrilla? ¿Qué posición tomará el Ejecutivo?
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Aunque los analistas y fuentes en la mesa de diálogos de paz consultados por Colombia+20 tienen visiones distintas sobre estas incógnitas, coinciden en dos puntos principales sobre la situación. Por un lado, que el anuncio marca un nuevo golpe a la ya fracturada legitimidad y confianza ciudadana en este proceso de paz; por otro, que es indispensable que el Gobierno se mantenga firme en la exigencia de eliminar el secuestro como condición inamovible para la continuidad de la negociación con el ELN.
El proceso sigue en pie, pero hay fragilidad
En entrevista con este diario, Vera Grabe, jefa de la delegación del Gobierno en la mesa de diálogos, aseguró que esta semana los negociadores se reunieron con el alto comisionado de Paz, Otty Patiño, y ratificaron la postura de que el secuestro es inaceptable. “Esperamos que el ELN entre en razón y tenga sensatez. Deben entender que la decisión que tomaron hace unos meses de parar esta práctica fue muy importante para darle credibilidad al proceso”, dijo Grabe.
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Por ahora, el Ejecutivo espera a que el tema se pueda abordar el 20 de mayo, en el marco del encuentro de las delegaciones en Venezuela para conocer los resultados del proceso de participación de la sociedad civil en los diálogos de paz: “Ratificamos también que no se suspende el proceso ni el cese al fuego, sino que hay que reforzarlo porque está de por medio la vida de las comunidades”, agregó la negociadora.
Sin embargo, para algunos observadores, la posición de la guerrilla sobre la continuidad o suspensión del secuestro puede dificultar que ese encuentro en Caracas llegue a buen puerto.
“El ELN es consciente del peso que tiene el tema del secuestro, pero vuelve a eso para hacer un pulso y medir hasta qué punto el Gobierno será flexible, y hay que considerar que ningún Gobierno había sido tan flexible en una negociación con el ELN. Reactivar las retenciones puede poner el proceso al borde de la ruptura, porque da la impresión de que ninguna de las partes tiene vía de escape: ni el Gobierno ni la comunidad internacional ni la ciudadanía van a aceptarlo, y eso puede llevar a una parálisis hasta que se encuentre una fórmula de salida”, explica Carlos Velandia, quien hizo parte del ELN hasta 2004 y ahora es analista y promotor de paz.
Retrocesos ponen en tela de juicio la voluntad de paz
Una mirada a la cronología de la negociación de paz con el ELN deja ver que los últimos nueve meses han sido de avances lentos y tensiones frecuentes. Luego del cierre del cuarto ciclo de diálogos, el 4 de septiembre, los temas que llegaron a la mesa dieron un giro por cuenta del secuestro de Manuel Díaz (padre del futbolista Lucho Díaz), que marcó la primera gran crisis. El inicio de la quinta ronda de diálogos se postergó hasta diciembre por la exigencia del Gobierno de abandonar este crimen, y luego, durante el sexto ciclo, la discusión se agotó en la prórroga del cese al fuego bilateral. Desde el 20 de febrero el proceso quedó casi congelado por los acercamientos con el Frente Comuneros del Sur, que llevaron a cancelar la séptima ronda de conversaciones.
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De ahí que para varios observadores los ciclos se estén usando más para resolver tensiones que para tocar las discusiones de fondo. Por eso, el hecho de retomar la discusión sobre el secuestro implica un paso atrás.
“Si partimos del peso que tiene el secuestro como crimen en Colombia, plantear este tema de nuevo se puede ver como una repetición, que refuerza la idea de que el ELN no tiene ni ha tenido nunca voluntad de negociar”, dice Kyle Johnson, investigador de la Fundación Conflict Responses (CORE), quien agrega que esta guerrilla, al vincular el cese de la suspensión del secuestro al fondo multidonante, fortalece el argumento de algunos sectores que en su momento indicaron que el ELN veía ese instrumento como una forma de pagarle para dejar de secuestrar, posición que el Gobierno rechazó desde el comienzo. “De ninguna manera el fondo se creó como contraprestación a la suspensión del secuestro o la interrupción de otra acción específica incluida en el cese al fuego”, reiteró esta semana la delegación del Ejecutivo en un comunicado.
“El ELN nunca dejó de secuestrar”
Un tema que ha pasado casi desapercibido en los últimos meses, y dificulta la ecuación, es que esta guerrilla se comprometió exclusivamente a suspender las retenciones con fines económicos, por lo que siguió secuestrando por otras razones.
Según cuenta el investigador Carlos Velandia, quien realiza el monitoreo diario de los presuntos incumplimientos al cese al fuego bilateral, “el ELN se abroga el derecho de retener personas alegando controles de seguridad en territorio, protección de infiltrados o pillos, y muchas de esas retenciones aparentemente no tienen consecuencia porque la gente retorna a sus hogares la mayoría de veces. Sin embargo, en uno de cada cinco casos las víctimas no regresan”.
Para Velandia, algunos de estos casos podrían estas relacionados con hechos de violencia en zonas con un dominio marcado de esta guerrilla, como el departamento de Arauca: “Allá casi todas las semanas aparecen tres o cuatro cadáveres en carreteras, nadie sabe quién es el responsable, pero entre los asesinados pueden estar personas que fueron retenidas”.
Las expectativas del sexto congreso guerrillero
Una de las lecturas de la actitud del ELN en las últimas semanas es que, ante el intento del Gobierno por avanzar aparte con el frente Comuneros del Sur en Nariño, la comandancia de la guerrilla intenta mostrar autoridad en la mesa.
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“Lo de Nariño abrió una caja de pandora porque puso sobre la mesa la cuestión interna de la organización, mostró una seria de problemas y vetas internas y, ante esa herida, ellos regresaron a sus principios más duros. Se podría decir que tomaron una actitud más terca para salvaguardar su centro. Sumando esto con las posiciones tácticas dentro del conflicto en las zonas de confrontación, estamos en un momento en el que el ELN no quiere avanzar en la mesa, entonces pone obstáculos para poder organizar su propia casa”, plantea Elizabeth Dickinson, analista para Colombia del International Crisis Group.
El espacio crucial para que la guerrilla defina estas cuestiones se daría iniciando el segundo semestre del año, en el sexto Congreso Nacional del ELN (ver balcón). En palabras de la negociadora Vera Grabe, ese encuentro es clave “para que la organización tome una decisión frente a la paz: definir sus ritmos, metodologías y, sobre todo, pensar en cómo se ve a sí mismo en este proceso”.
Participación, ¿la salida a las crisis?
Pese a los traspiés de los últimos meses entre las partes, hay un proceso clave para la paz con el ELN que no se detuvo: los encuentros del Comité Nacional de Participación para construir una metodología que acerque a la sociedad civil a la negociación.
De hecho, la reunión de las partes en Venezuela del 20 al 25 de mayo busca socializar algunas de las propuestas recogidas, que marcarán la hoja de ruta del futuro de las conversaciones de paz.
Para Kyle Johnson, en esa estrategia podría estar la salida a las tensiones: “La prioridad debe ser implementar esa metodología de la participación, porque en ese punto las crisis no deberían opacar la negociación, y si las partes se enfocan en eso pueden llegar a empujar la mesa hacia la irreversibilidad”.