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Así como generó revuelo la decisión del gobierno de Juan Manuel Santos, en octubre de 2015, de suspender las fumigaciones aéreas con glifosato, algo parecido sucede hoy tras el anuncio del presidente reelecto hasta el 7 de agosto próximo, de que las aspersiones con el herbicida se reactivarán, pero a través de drones.
Lo que llevó al Gobierno de Santos a inclinarse por esa medida, como ha ocurrido desde 1978, es la presión de Estados Unidos de no certificar a Colombia como un país que aporta en la lucha contra las drogas ilícitas. Así quedó evidenciado la semana pasada, luego de que la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de la Casa Blanca revelara que, en 2017, los cultivos de coca aumentaron en un 11%. Esto es: pasaron de 146.000, en 2016, a 209.000 hectáreas en 2017.
La noticia no fue menor y generó revuelo entre quienes siempre han sido partidarios de que el país fumigue sus tierras para atacar el narcotráfico. No obstante, hay otras cifras alarmantes, como las que reveló esta semana, en medio de este debate, el vicepresidente de la República, Óscar Naranjo: desde 1999 hasta 2015, los gobiernos fumigaron 1’800.000 hectáreas de coca y la medida no acabó con el arbusto.
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Camilo González Posso, quien fuera Ministro de Salud en los años en que apenas empezaban las aspersiones con glifosato en el país, dice hoy que el mapa de Colombia deja ver los rastros de la tierra fumigada y de la que tiene sembrados los nuevos cultivos de coca. Además, como presidente de Indepaz, afirma que los municipios con coca, a lo largo de los años, han sido los mismos, pero que la tierra donde se siembra es distinta.
Así pues, no existen cálculos exactos de cuánta tierra fue fumigada con el herbicida en todo el país, desde 1978. Sin embargo, lo que está claro es que ha sido una historia de acuerdos, desencuentros, incumplimientos, presiones e intereses que hasta hoy siguen vigentes. Los campesinos han protestado a lo largo de los años por no existir una política coherente con el campo colombiano para acabar con las matas de coca. Los ambientalistas también se oponen a las fumigaciones con glifosato, así sea a través de drones, pues, como lo dice el exministro Posso, los nuevos cultivos que se van a fumigar muchos están escondidos entre matas de plátano, yuca y árboles frutales. Con el agravante de que debajo de esas plantas pasan riachuelos o existen nacederos de agua dulce. Esta es la cronología de la fumigación con glifosato, una decisión histórica con poca soberanía nacional.
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