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                                                                                                                                Cuando la guerra fue por la esperanza, así resistieron las iglesias

                                                                                                                                La fe y la iglesia mantuvieron unidas a dos comunidades que vivieron el horror de las masacres y del desplazamiento forzado. Su historia cuenta cómo el conflicto también se ensañó con los sectores religiosos.

                                                                                                                                Beatriz Valdés Correa - @beatrijelena

                                                                                                                                Ruinas de la iglesia de la vereda la Zarza en Montes de María, con marcas de bombardeos entre la fuerza publica y las FARC. Foto: Daniel Sarmiento
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En Tierralta fue el 20 de septiembre de 2000, en la vereda La Resbalosa. Un grupo de paramilitares del Bloque Héroes de Tolová de las ACCU (Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá) asesinó a 11 personas, varias de ellas eran líderes religiosos de iglesias evangélicas. A los días, 50 familias, el 80% cristianas, salieron desplazadas. Lo único que las unía era su pastor, quien organizó el recorrido.

                                                                                                                                En Macayepo la historia se repitió apenas un mes después de lo ocurrido en Tierralta. El 16 de octubre del mismo año, paramilitares del Bloque Héroes de los Montes de María entró al corregimiento con piedras, palos y machetes. Iban comandados por Rodrigo Mercado Pelufo, “Cadena”, precisamente un hijo de este territorio, que, en una cadena de odio contra la guerrilla, se volvió paramilitar y fue responsable de la barbarie de su pueblo. Ese día 12 campesinos fueron asesinados cruelmente porque los señalaban de ser guerrilleros. Apenas una semana después más de doscientas familias abandonaron todo lo que tenían y salieron del pueblo. Cuatro años después retornaron de la mano de sus líderes religiosos.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Descargue aquí la publicación

                                                                                                                                Santiago Espitia, coordinador de esta investigación, explica que la idea de hacer memoria histórica sobre lo que le ha pasado en la guerra a los sacerdotes, pastores, líderes y lideresas nació de varias reuniones con la Iglesia Menonita de Colombia, Justapaz y otras organizaciones de fe que trabajan por la reconciliación. La idea era recordar los casos en los que la iglesia y la fe habían sido factores determinantes de la violencia, como un modo de desarticular una comunidad o eliminando a quienes hacían procesos contra la guerra, pero donde las comunidades habían resistido pacíficamente. “Quisimos ver distintos casos, por ejemplo, casos en los que hubiese guerrilla, paramilitares, pero también fuerza del Estado. También distintos tipos de comunidades, como las campesinas e indígenas, donde la fe y la espiritualidad tuviera algún papel clave en el desarrollo de lo que pasara con estas comunidades”, dice Espitia.

                                                                                                                                Foto: Juan Arredondo
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                ¿Por qué las iglesias? Este párrafo, de la crónica de lo ocurrido en Tierralta, lo resume: “Atacar a las iglesias y a sus líderes tiene una intención simbólica clara. Violentarlas es violentar el corazón mismo de los habitantes, diezmar sus esperanzas, asesinar un pedazo de todos ellos. Los sacerdotes y pastores de comunidades pequeñas no son solo guías espirituales, sino que son además ciudadanos activos, líderes de transformación. No cabe duda por qué para los ejércitos al margen de la ley, para quienes el asesinato es una manera de solucionar problemas, acabar a balazos con estas personas es una clara estrategia de amedrentamiento”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Consiguieron los recursos para comprar los terrenos en los que las familias se asentaron y para comprar la madera con la que la comunidad construyó sus nuevos hogares. Villa Luz, se llamó la primera vereda. Luego vinieron Villa Madeira y Nueva Esperanza.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                En Macayepo, después de la masacre (ordenada por el entonces senador Álvaro García Romero) las familias no se reubicaron definitivamente en ningún lugar. Sí se apoyaron y algunas familias vivieron juntas en los primeros momentos del despojo, pero la fe les sirvió para mantenerse juntas. Muchas de ellas eran adventistas y siguieron congregándose.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Llegaron, encontraron ruinas, terrenos sin frutos y una vaga realidad de lo que recordaban. Empezaron la difícil tarea de reconstruir.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “Él se encuentra con quienes asesinaron a su hermano, los ve en una tienda y, como ya ha pasado por un proceso, los invita a la iglesia, los abraza. Eso lo encontramos en todos los casos. El perdón lo asumen ellos de una manera trascendental, pero que no es de labios para afuera o político o por quedar bien, es muy sincero”, dice Espitia.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Ruinas de la iglesia de la vereda la Zarza en Montes de María, con marcas de bombardeos entre la fuerza publica y las FARC. Foto: Daniel Sarmiento
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En Tierralta fue el 20 de septiembre de 2000, en la vereda La Resbalosa. Un grupo de paramilitares del Bloque Héroes de Tolová de las ACCU (Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá) asesinó a 11 personas, varias de ellas eran líderes religiosos de iglesias evangélicas. A los días, 50 familias, el 80% cristianas, salieron desplazadas. Lo único que las unía era su pastor, quien organizó el recorrido.

                                                                                                                                En Macayepo la historia se repitió apenas un mes después de lo ocurrido en Tierralta. El 16 de octubre del mismo año, paramilitares del Bloque Héroes de los Montes de María entró al corregimiento con piedras, palos y machetes. Iban comandados por Rodrigo Mercado Pelufo, “Cadena”, precisamente un hijo de este territorio, que, en una cadena de odio contra la guerrilla, se volvió paramilitar y fue responsable de la barbarie de su pueblo. Ese día 12 campesinos fueron asesinados cruelmente porque los señalaban de ser guerrilleros. Apenas una semana después más de doscientas familias abandonaron todo lo que tenían y salieron del pueblo. Cuatro años después retornaron de la mano de sus líderes religiosos.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Descargue aquí la publicación

                                                                                                                                Santiago Espitia, coordinador de esta investigación, explica que la idea de hacer memoria histórica sobre lo que le ha pasado en la guerra a los sacerdotes, pastores, líderes y lideresas nació de varias reuniones con la Iglesia Menonita de Colombia, Justapaz y otras organizaciones de fe que trabajan por la reconciliación. La idea era recordar los casos en los que la iglesia y la fe habían sido factores determinantes de la violencia, como un modo de desarticular una comunidad o eliminando a quienes hacían procesos contra la guerra, pero donde las comunidades habían resistido pacíficamente. “Quisimos ver distintos casos, por ejemplo, casos en los que hubiese guerrilla, paramilitares, pero también fuerza del Estado. También distintos tipos de comunidades, como las campesinas e indígenas, donde la fe y la espiritualidad tuviera algún papel clave en el desarrollo de lo que pasara con estas comunidades”, dice Espitia.

                                                                                                                                Foto: Juan Arredondo
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                ¿Por qué las iglesias? Este párrafo, de la crónica de lo ocurrido en Tierralta, lo resume: “Atacar a las iglesias y a sus líderes tiene una intención simbólica clara. Violentarlas es violentar el corazón mismo de los habitantes, diezmar sus esperanzas, asesinar un pedazo de todos ellos. Los sacerdotes y pastores de comunidades pequeñas no son solo guías espirituales, sino que son además ciudadanos activos, líderes de transformación. No cabe duda por qué para los ejércitos al margen de la ley, para quienes el asesinato es una manera de solucionar problemas, acabar a balazos con estas personas es una clara estrategia de amedrentamiento”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Consiguieron los recursos para comprar los terrenos en los que las familias se asentaron y para comprar la madera con la que la comunidad construyó sus nuevos hogares. Villa Luz, se llamó la primera vereda. Luego vinieron Villa Madeira y Nueva Esperanza.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Esta crónica la cuenta el hermano del líder religioso que gestionó la reubicación, el pastor no habla porque fue asesinado dos años después de la masacre, cuando había retornado a sus labores de fe en las comunidades que ayudó a construir. Lo acribillaron el 5 de mayo de 2002 en medio de un servicio dominical, en su iglesia, donde había alrededor de 300 personas. “El asesinato del pastor vuelve a generar desconfianza y ruptura, el hermano se va y la gente deja de ir al templo”, explica Santiago Espitia. Una vez más, la comunidad fue atacada mediante su líder.

                                                                                                                                En Macayepo, después de la masacre (ordenada por el entonces senador Álvaro García Romero) las familias no se reubicaron definitivamente en ningún lugar. Sí se apoyaron y algunas familias vivieron juntas en los primeros momentos del despojo, pero la fe les sirvió para mantenerse juntas. Muchas de ellas eran adventistas y siguieron congregándose.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En 2004 siete líderes religiosos y varios habitantes de Macayepo iniciaron una campaña para retornar al corregimiento. Pero no fue fácil. “Una de las últimas estrategias de las AUC para asegurar el terreno a los usurpadores fue minar las cercanías de Macayepo. Muchos de los campesinos fueron víctimas de estos artefactos diseñados para mutilar a quien les ponga un pie encima”, explica la crónica. Un habitante, Aroldo, reconoció el apoyo que recibieron de parte de las fuerzas militares para poder volver “Ellos iban adelante, como abriendo trocha, para detectar la presencia de minas antipersonal, y nosotros íbamos detrás”.

                                                                                                                                Llegaron, encontraron ruinas, terrenos sin frutos y una vaga realidad de lo que recordaban. Empezaron la difícil tarea de reconstruir.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Espitia, el investigador, destaca que una de las enseñanzas más importantes de estos casos es el uso de la noviolencia. Es decir, la resistencia pacífica desde los preceptos de la fe y la religión. No devolver la cachetada, no armarse, esperar, de donde viene la esperanza. Un caso es el del hermano del pastor asesinado en Tierralta, que tuvo que irse porque amenazaron a toda la familia. Otro líder logró explicarles a los paramilitares que él no era guerrillero, entonces pudo volver. Además, lo hizo para vivir todo un proceso de perdón.

                                                                                                                                “Él se encuentra con quienes asesinaron a su hermano, los ve en una tienda y, como ya ha pasado por un proceso, los invita a la iglesia, los abraza. Eso lo encontramos en todos los casos. El perdón lo asumen ellos de una manera trascendental, pero que no es de labios para afuera o político o por quedar bien, es muy sincero”, dice Espitia.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La comunidad adopta una máxima, "Dios los perdonó a ustedes, a todos, yo también los perdono". En Macayepo, que víctima de uno de sus hijos, de “Cadena”, que fue testigo de cómo la guerrilla torturó y asesinó a una prima suya por tener una relación con un soldado, también hablaron de cerrar el ciclo de la violencia. Ellos dicen "Hasta aquí llega esto, no vamos a tomar venganza".

                                                                                                                                Por Beatriz Valdés Correa - @beatrijelena

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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