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                                                                                                                                De Guatemala a Guatepeor, otro ejemplo del No a un plebiscito

                                                                                                                                Analistas coinciden en que, pese a que la guerrilla del URNG se desmovilizó, las reformas que minaban las razones del conflicto cayeron en el olvido.

                                                                                                                                Juan David Torres Duarte

                                                                                                                                Álvaro Arzú, entonces presidente de Guatemala, durante un discurso público en 1998, por los años en que se planeaba el referendo. / / EFE
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Habría que cambiar muy poco en ese párrafo para trasplantarlo a los hechos del domingo pasado: Álvaro Arzú por Juan Manuel Santos, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca por las Farc, la nación centroamericana por la nación sudamericana. La historia no es una línea, sino una rueda viva. Aunque han pasado 17 años de aquel fracaso, los optimistas abusaron de nuevo de su optimismo; las encuestas se afincaron de nuevo en la confianza de la victoria; los votantes se ausentaron de nuevo de las urnas; los votantes decidieron de nuevo sin estar informados.

                                                                                                                                Existen diferencias visibles entre el proceso de paz que se realizó en Guatemala y el que inauguró el gobierno de Santos en 2012. En Guatemala, la sociedad civil quedó en el medio de una estrategia contrainsurgente que degeneró en sendas masacres tanto por parte de los militares como de los guerrilleros. El proceso de paz era una suma de violencias: tanto el Estado, que reprimía y mataba, como la guerrilla, que atacaba sin cesar, tenían que detenerse. Los diálogos también contaban con un componente étnico con una carga diciente en los acuerdos.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Las similitudes entre ambos procesos, entonces, se multiplican. Arzú tenía una baja popularidad y los entusiastas del sí carecían de bases populares para ganar el referendo. Eran más numerosos y persistentes los miembros de la derecha conservadora, apoyada también en las Fuerzas Militares. Las mentiras eran rezos: corrió el rumor de que las Fuerzas Militares se iban a acabar si ganaba el sí. En Guatemala, votó el 18% de los ciudadanos que podían hacerlo; en Colombia, votó el 37%. El analista Jerónimo Ríos Sierra escribió en The HuffingtonPost: “En aquella ocasión, en Guatemala participó menos del 20%. En Colombia ayer lo hizo el 37%. Es decir, casi dos de cada tres personas con derecho a voto prefirieron no votar. La abstención debe entenderse en clave de desafección y de falta de respaldo al proceso de paz, y a ello se une que una mayoría de votos exigua está en contra del diálogo”.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Álvaro Arzú, entonces presidente de Guatemala, durante un discurso público en 1998, por los años en que se planeaba el referendo. / / EFE
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Habría que cambiar muy poco en ese párrafo para trasplantarlo a los hechos del domingo pasado: Álvaro Arzú por Juan Manuel Santos, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca por las Farc, la nación centroamericana por la nación sudamericana. La historia no es una línea, sino una rueda viva. Aunque han pasado 17 años de aquel fracaso, los optimistas abusaron de nuevo de su optimismo; las encuestas se afincaron de nuevo en la confianza de la victoria; los votantes se ausentaron de nuevo de las urnas; los votantes decidieron de nuevo sin estar informados.

                                                                                                                                Existen diferencias visibles entre el proceso de paz que se realizó en Guatemala y el que inauguró el gobierno de Santos en 2012. En Guatemala, la sociedad civil quedó en el medio de una estrategia contrainsurgente que degeneró en sendas masacres tanto por parte de los militares como de los guerrilleros. El proceso de paz era una suma de violencias: tanto el Estado, que reprimía y mataba, como la guerrilla, que atacaba sin cesar, tenían que detenerse. Los diálogos también contaban con un componente étnico con una carga diciente en los acuerdos.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Las similitudes entre ambos procesos, entonces, se multiplican. Arzú tenía una baja popularidad y los entusiastas del sí carecían de bases populares para ganar el referendo. Eran más numerosos y persistentes los miembros de la derecha conservadora, apoyada también en las Fuerzas Militares. Las mentiras eran rezos: corrió el rumor de que las Fuerzas Militares se iban a acabar si ganaba el sí. En Guatemala, votó el 18% de los ciudadanos que podían hacerlo; en Colombia, votó el 37%. El analista Jerónimo Ríos Sierra escribió en The HuffingtonPost: “En aquella ocasión, en Guatemala participó menos del 20%. En Colombia ayer lo hizo el 37%. Es decir, casi dos de cada tres personas con derecho a voto prefirieron no votar. La abstención debe entenderse en clave de desafección y de falta de respaldo al proceso de paz, y a ello se une que una mayoría de votos exigua está en contra del diálogo”.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Por Juan David Torres Duarte

                                                                                                                                Temas recomendados:

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