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En pleno corazón de la selva amazónica de Putumayo, excombatientes de las antiguas FARC lideran un proyecto con el que quieren restaurar los bosques de esa zona del país y será presentado ante el mundo en la COP16, que se iniciará oficialmente este lunes en Cali y lleva por lema “paz con la naturaleza”.
Cerca de 30 firmantes trabajan en la granja de Comuccom, en el municipio de Puerto Guzmán, donde empezaron a crear desde el 2018 un vivero de árboles amazónicos. Allí recogen semillas de especies deforestadas para poder sembrar árboles nativos en Meta, Caquetá, Putumayo y Guaviare. Su proyecto se une al de toda la Red de Viverismo Comunitario de la Amazonía.
“Vamos a llevar a la COP 16 14 especies de árboles frutales para mostrarle al mundo qué es lo que hacemos y cómo ha sido nuestro proceso para volver a la sociedad. Desde que nosotros dejamos las armas dijimos que nos íbamos a comprometer con el proyecto y lo hemos logrado”, aseguró a Colombia+20 Armando Aroca, representante legal de la cooperativa Comuccom.
El proceso de producción comienza con la preparación de la tierra, en la que mezclan suelo natural, cascarilla de arroz y abono orgánico en unas carretillas que son transportadas hasta la puerta del vivero, que, aunque parece solo una gran carpa, en realidad alberga un bosque que crece adentro.
Una de las tareas diarias es repartir la tierra en bolsas individuales y con rigurosidad dejar la semilla en el punto exacto para que pueda empezar a crecer. Además, deben distribuir las especies de árboles dependiendo de su naturaleza y de la cantidad de luz que necesitan recibir para su germinación.
El grupo se encarga también de que el agua llegue cuando las plantas lo necesiten y desde entonces solo les resta esperar la cuenta regresiva para que las hojas verdes empiecen a aparecer en medio de la tierra. Es un período de paciencia. Hay árboles, según Aroca, que pueden durar hasta dos años en proceso de germinación.
Cuando la planta ya está lista, se saca el cultivo del vivero y se lleva hasta la zona del departamento que han escogido para restaurar. Allí agradecen una vez más a la tierra por sus cuidados durante el conflicto y reiteran su compromiso con el cuidado del medio ambiente.
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La dura experiencia que les dio estar tantos años en la guerra monte adentro les dio el conocimiento para saber cómo y dónde cultivar plantas que han encontrado tras adentrarse en los bosques del bajo Putumayo, en donde, según ellos, “está la vida”.
Esta tarea también les ha permitido reincorporarse socialmente con el resto de la comunidad vecina. Toda una red de campesinos se han unido a su labor para trabajar en el cuidado del medio ambiente. El proyecto ya ha dejado como resultado la conservación y preservación de más de 84.000 hectáreas de bosque.
El proyecto de restauración ha representado, no solo para Armando, sino para los otros excombatientes, una manera de regresar a la sociedad civil y cumplirle al Acuerdo de Paz firmado en 2016, cuando decidieron dejar las armas.
La comunidad en la granja Comuccom
Pero el proyecto de viverismo comunitario no es la única iniciativa en la que trabajan los excombatientes que viven en la cooperativa de Comuccon. En el terreno de 12 hectáreas también se unen esfuerzos para sacar adelante un proyecto de piscicultura.
La venta de cachamas y mojarras que están en los 16 pozos también representa un ingreso económico para las 29 familias que viven en la comunidad.
Estas iniciativas hacen parte de la red de proyectos que apoya la Agencia para la Reincorporación y Normalización (ARN) en la búsqueda de programas para que la población firmante del Acuerdo de Paz tenga oportunidades dentro de la sociedad. “Tenemos que hacer procesos de transformación territorial para que no se retomen las armas. Sabemos que las comunidades defienden este tipo de proyectos para proteger la vida de los firmantes”, aseguró Alejandra Miller, directora de la entidad.
La iniciativa también ha contado con el apoyo del Ministerio de Medio Ambiente y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud).
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Y aunque el trabajo en el vivero y en los pozos ha sido un cambio de vida para los excombatientes, hay muchos que aún temen por su vida, ya que aseguran estar en medio de un conflicto armado en que podrían caer en cualquier momento.
En esa zona del país hay fuerte presencia de las disidencias del Estado Mayor Central (EMC) y de la Segunda Marquetalia, en un intento desmesurado por tener el control de la frontera y apropiarse de las rutas para la salida del narcotráfico y otras economías ilícitas.
“Ya hemos visto cómo han asesinado a firmantes de nuestra comunidad. En esta misma finca mataron a Jorge Santofimio, quien fue como nuestro padre y la persona que nos impulsó a formar la cooperativa”, dijo uno de los reincorporados que trabaja en predio.
La muerte de Santofimio marcó un momento duro para la cooperativa, pues hombres armados llegaron hasta una de las juntas en las que estaban hablando los excombatientes y abrieron fuego contra ellos. Jorge murió y otros cuatro firmantes quedaron heridos.
Según la ARN, 36 firmantes de paz han sido asesinados en Putumayo y 465 en todo el país desde la firma del Acuerdo, lo que ha representado una de las mayores dificultades en términos de reincorporación. De hecho, el ETCR de La Carmelita, en ese mismo departamento, está en los planes de reubicación de la ARN, pues la amenaza es latente para las 60 familias que aún viven en el predio.
Los excombatientes de Comuccon dicen que su compromiso con la paz es inquebrantable y que seguirán recorriendo los bosques del bajo Putumayo en busca de ecosistemas que necesiten ser reconstruidos. Desean nunca volver a la guerra y en sus rostros se ve la tranquilidad con la que viven tras dejar las armas y comenzar un proceso de reconciliación con Colombia.
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