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La viceministra de Asuntos Multilaterales de la Cancillería, Laura Gil, presenta este lunes, desde Quibdó, la hoja de ruta para elaborar el plan de acción de Colombia con miras a cumplir la resolución 1325 de Naciones Unidas, que asegura la participación activa de las mujeres en las agendas de paz y seguridad.
En el evento la acompañarán la vicepresidenta Francia Márquez y la consejera para la Equidad de la Mujer, Clemencia Carabalí, funcionarias que estarán a cargo del proceso de consulta que durará un año y que incluye cinco foros regionales y uno nacional. Además, estará la canciller de Noruega, Anniken Huitfeldt, país que apoyará este proceso consultivo. La diplomática llegó al país específicamente para ratificar este respaldo, justo en momentos en los que se espera la reanudación de los diálogos con el Eln, del que su país también es garante.
¿Por qué es importante implementar la resolución 1325 en Colombia?
En el año 2000 hubo un cambio en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre cómo trataba los temas de conflicto. Antes se concentraba en asuntos geográficos, pero con esta resolución se establecieron reglas para abordar los temas de las mujeres en los conflictos armados, sobre todo, lo que tiene que ver con prevención, participación, protección y lucha contra la impunidad. Después se adoptaron ocho resoluciones más y todas conforman lo que se conoce como la agenda mujeres, paz y seguridad.
Colombia tuvo una importante participación de las mujeres en la negociación del Acuerdo Final en La Habana, ¿qué ha significado ese logro en Naciones Unidas?
Eso fue muy peleado. Hay que recordar la foto del día que se abrieron las negociaciones en Oslo: seis hombres del lado del gobierno colombiano, seis hombres del lado de las Farc y una mujer en la mitad, que era de Noruega. Esa foto mostraba el déficit no solo de la presencia de la mujer en la negociación, sino del enfoque de género en las conversaciones. Colombia nunca tuvo un plan de acción para la resolución 1325, pero el movimiento de mujeres colombiano se apoyó en ella para lograr la presencia de mujeres negociadoras y la visita de las organizaciones de mujeres a La Habana para hablar con las partes. Este es el único acuerdo en el mundo con un enfoque de género transversal. Eso no se hubiera logrado si no hubiese existido este acervo construido por el Consejo de Seguridad en materia de mujer, paz y seguridad.
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¿Por qué Colombia no adoptó un Plan de Acción antes y lo hace 22 años después de expedida la resolución?
Cuando se adoptó la resolución, en Colombia se estaba desarrollando el proceso de diálogo con las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) y hubo un debate dentro el movimiento de mujeres porque se pensó que, al presentar un plan de acción, se legitimaría esa negociación. Luego, durante el gobierno Santos empezó la negociación con las Farc y los esfuerzos se concentraron en hacer incidencia para que se nombraran mujeres plenipotenciarias y se incluyera el enfoque de género en el Acuerdo Final. Recordemos que en 2013 se realizó la primera Cumbre Mujeres Paz y Seguridad y que se hizo sobre la base de la resolución 1325. En ese momento, la movilización de las mujeres se enfocó hacia la aplicación inmediata de la 1325 en La Habana. Después, vino el gobierno de Iván Duque y, para la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez, las consultas con la sociedad civil no fueron una prioridad por lo que el movimiento de mujeres desistió una vez más de pedir el plan de acción. El momento está dado.
Más allá del hito histórico que significó la participación de las mujeres en el Acuerdo de La Habana, ¿qué queda pendiente de esa agenda?
Se habla de un hito histórico, pero eso no quiere decir que todo ha sido ganado y que todas las lecciones han sido aprendidas. Por eso es fundamental que el plan de acción de la 1325 ponga en el papel los compromisos del Estado, sobre todo en este momento que van a emprenderse otras conversaciones de paz, para no cometer los mismos errores. Necesitamos la presencia de mujeres negociadoras de entrada, necesitamos enfoque de género de entrada, y sobre todo un enfoque de interseccionalidad para que no se nos queden por fuera visiones de mujeres diversas, de grupos vulnerables, de diferentes etnias. Hay en el mundo 104 planes de acción y nosotros necesitamos este plan para garantizar que de aquí en adelante los temas de las mujeres serán incorporados en discusiones de seguridad, del conflicto y del posconflicto.
¿Qué más contendría ese plan de acción?
Lo importante aquí es cómo armarlo. Necesitamos un año de consultas territoriales para dar suficiente tiempo para que la gente de los territorios se apropie de la discusión, conozca la importancia de la resolución, haga propuestas y reclame su implementación. Colombia anunció que, en la próxima Asamblea General de la Onu, en septiembre de 2023, llevará el plan adoptado. Esperamos asegurar la participación de la mujer en la prevención de los conflictos armados y en los temas de protección. Las decisiones de los temas de seguridad, en la mayoría de los países, siguen siendo de dominio de los hombres.
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¿Cómo se construirá el plan?
La semana pasada hicimos una reunión con las organizaciones del movimiento de mujeres y acordamos una hoja de ruta, haremos cinco foros regionales, un foro nacional y consultas permanentes virtuales y, a partir de la relatoría de ese trabajo, diseñaremos un plan de acción que tenga metas, indicadores y compromisos de presupuesto. Cuando esté listo, vamos a hacer consultas con el movimiento de mujeres y aprobar la versión final.
¿Lo que se acuerde allí es vinculante para el gobierno colombiano?
El plan de acción en principio no es una Ley, es una decisión política del gobierno nacional. Este gobierno está absolutamente comprometido con una política exterior feminista y este plan de acción es un elemento fundamental de ella.
¿Cómo participarán las mujeres?
Vamos a dejar que la convocatoria la haga el movimiento de mujeres. Desde el gobierno, estará liderado por la consejera para la Equidad de la Mujer, Clemencia Carabalí y estamos trabajando de la mano con la vicepresidenta Francia Márquez. No queremos que se nos queden grupos de mujeres por fuera. Colombia está defendiendo este enfoque de interseccionalidad en todos los escenarios internacionales donde estamos presentes. Ese es un cambio fundamental.
¿Qué podemos aprender de esos 104 planes que existen en otros países?
El principal aprendizaje es atar indicadores y presupuesto a estos planes, porque si no se hace, se queda en una declaración de buenas intenciones. Es la lección aprendida más importante.
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¿Cuál es la meta del plan?
Esperamos tener un plan de tercera generación. Hay países que van en su segundo o tercer plan. Queremos que se incorpore lo que han aprendido los demás países, por ejemplo, en cómo tratar el tema de violencia sexual y para eso contaremos con la asesoría técnica de la Representante Especial del Secretario General sobre Violencia Sexual en el Conflicto Armado y tenemos aprendizajes en la JEP, en la Comisión de la Verdad.
¿Por qué presentar esta consulta para el plan de acción en el Chocó?
Nos parece que es importante que se manifiesten los territorios que son los que han vivido más duramente el conflicto armado. Estaremos con la canciller de Noruega, que es uno de los guardianes del Acuerdo de Paz, y que está comprometido con la formulación de este plan. Cada vez más países se manifiestan complacidos de que nos estemos moviendo en ese sentido.
¿Qué significa que Colombia tenga una política exterior feminista?
Todavía hay muchos países en los que la palabra feminismo es una mala palabra. El gobierno no le tiene miedo a esa palabra. Hay que decir que una política exterior feminista no es contra los hombres, es una política que incorpora el enfoque de género en sus decisiones.
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¿Qué implica frente a otros países que tienen relación con Colombia?
Significa que Colombia tendrá más mujeres en la toma de decisiones de política exterior. Esta es una meta gradual, no tenemos cómo cumplir la paridad de género de manera inmediata en el servicio exterior ni en la toma de decisiones. Toda política exterior feminista termina siendo aspiracional y tenemos la esperanza de que sirva como ejemplo para jalonar el enfoque de género en otras políticas públicas de corte interno. Cuando estemos tomando decisiones a nivel internacional tendremos en cuenta el enfoque de genero en toda su diversidad.
¿Eso en qué se traduce para las mujeres colombianas?
Significa más derechos para las mujeres. Treinta minutos después de tomar juramento, lo primero que hice fue retirar a Colombia de la declaración del Consenso de Ginebra, la plataforma internacional antiaborto y antifamilias diversas. Eso significó que a nivel internacional Colombia se puso del lado de los derechos de las mujeres nuevamente.
Vea nuestro especial Las mujeres escribimos la historia, realizado en coproducción con lideresas de diferentes territorios.