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Nicolás Rodríguez Bautista, conocido en la guerra como Gabino, nació en San Vicente de Chucurí, en Santander, en 1950. Entró a la guerrilla del Eln a los 14 años con una herencia que parecía haberle trazado el camino de lo que llama “la revolución”. Su padre, Pedro Rodríguez “Comején”, que tuvo al menos unos 14 hijos, participó en la única insurrección de los bolcheviques que se realizó en Colombia el 29 de abril de 1929, llamada por algunos historiadores como la primera sublevación comunista armada en América Latina. La insurrección venía inspirada en la Revolución de Octubre - segunda fase de la Revolución Rusa de 1917- que empezó como una serie de movilizaciones de la clase obrera contra la opresión del régimen zarista.
En Colombia, esa revuelta tuvo lugar en Líbano (Tolima) y en San Vicente de Chucurí. Allí estuvo Pedro. “Mi papá era un mal hablado, dicharachero, jodedor, siempre echándonos carreta de política. Que Gaitán, que los comu nistas, que Bolívar, que Hitler, que Franco... Nos reunía a todos o se ponía a hablar con sus amigos. Yo crecí escuchándolo. Yo digo que el viejo se propondría hacer de nos otros gente con su pensamiento y que por eso nos habla tanto” dice el propio Gabino en el libro Camilo Camina Colombia de María López Vigil.
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“Ellos se criaron todos en una vereda que se llama El Cuarenta. Pedro fue un hombre muy activista y muy presentes en los movimientos de las guerrillas liberales. La familia Rodríguez era muy popular en esta zona y no cabe duda que esa herencia de Pedro le pasó por la sangre a Nicolás”, dice a Colombia+20 Jaime Ardila, director del periódico El Yariguí de San Vicente de Chucurí.
Nicolás Rodríguez apenas llegó a tercero de primaria y, aupado por Pedro Gordillo, conocido como capitán Parmenio, y quien además era su cuñado, y por Fabio Vásquez Castaño, uno de los fundadores de ese grupo armado, se unió a la primera marcha guerillera que conformó el Eln en ese 4 de julio de 1964. “Un día hablé con Fabio y con Pedro y les dije: Cuenten conmigo. Desde ese día nunca he dado un paso atrás. Toda mi vida ya fue toda en la guerrilla. Una nochecita de julio, como a las 6 y media de la noche nos pusimos un punto de reunión en un potrero de un ranchito (...) y empezó la marcha”, explica Gabino en el mismo texto.
La marcha duró un montón en el caso de Gabino que llegó a ser el máximo comandante del Eln. De hecho, tuvo contacto con otro histórico para esa guerrilla: el cura Camilo Torres. El mismo Gabino presenció el ingreso de Torres a la insurgencia y, aún siendo un niño, fue quien le dio la instrucción militar.
Gabino asumió el mando del Eln tras la muerte de Manuel Pérez, en febrero de 1998 y durante más de dos década fue la cabeza de la guerrilla. En los procesos de paz contemporáneos siempre dijo que la base para construir un proceso de paz estaba en reclamar la participación de los diversos sectores populares. En 2021, por quebrantos de salud dejó ese puesto que hoy ocupa Antonio García. Aún sin el cargo, Gabino estará presente en la negociación de paz con el Eln cuya mesa se instaló este lunes 21 de noviembre en Caracas como asesor de esa guerrilla.
Gabino es con seguridad uno de los negociadores del Eln que más conoce las entrañas de este grupo armado. Asumió a temprana edad varias responsabilidades militares, en las que vio cómo su guerrilla estuvo a punto de desaparecer y, posteriormente, cómo se las ingeniaron para convertirse en uno de los actores armados más importantes del conflicto armado colombiano.
La Operación Anorí (1973), en la que el Ejército Nacional acabó con las estructuras rurales del Eln, el hito que puso fin a una hegemonía de esta guerrilla en el noroccidente antioqueño y suceso que dejó agonizando a quienes quedaron vivos y huérfanos de liderazgos militares, significó para Gabino tomar las riendas de este grupo a la sombra de las instrucciones de Manuel Pérez.
Relatos de Pablo Beltrán, Gabino y otros comandantes del Eln aseguran que tardaron casi cinco años en reponerse de esa operación para entrar de nuevo en el mapa de la guerra en Colombia. Era el inicio del boom petrolero en el oriente colombiano, y la guerrilla lo sabía y lo quería aprovechar.
Con extorsiones y otros delitos hacia diferentes multinacionales en la Orinoquía, el Eln se convirtió en un grupo armado con un brazo financiero robusto, como para hacerle frente a la fuerza pública, a los narcotraficantes y a otras guerrillas. Independientemente de la independencia y autonomía operacional de los frentes del Eln, al final quien controlaba muchos de las lógicas de poder era Gabino, un ‘pez gordo’ con quien el Estado quiso comenzar a dialogar, a buscar paces que nunca llegaron. Además, es uno de los más férreo opositores a que el Eln se vincule con el narcotráfico, una relación que, sin mebargo, se da en varios territorios donde el grupo hace presencia.
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No fue negociador, pero sí estuvo presente como líder guerrillero en los intentos de procesos de paz con Betancur y Samper; y ahora en Caracas, con dudas que rodean su figura en medio del inicio de un diálogo que trae esperanza a todas las regiones en Colombia, se verá la genuina -ojalá no volátil- voluntad de paz que guarde.
Como jefe absoluto del Eln, Gabino afrontó dos procesos de paz fallidos. Uno efímero con el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, en 2005, en Cuba, y el ya referido con Juan Manuel Santos, con el que hasta ahora se avanzó más, pero que no llegó a buen puerto. El gobierno quería que los ‘elenos’ dejaran de secuestrar para sentarse a dialogar -algo que no sucedió)- y desde el seno del Comando Central pervivía un recelo y una marcada desconfianza hacia el modelo de justicia que los iba tratar cuando dejaran las armas. Al igual que las Farc, para ellos era absurdo ingresar a la vida civil y que tuvieran que pagar por condenas vigentes; en eso y poco más se quedaron unas intermitentes comunicaciones con el Estado que no acabaron en nada.
El 18 de abril de 2018, Ecuador dejó de ser garante del proceso de paz con el Eln. Desde entonces Interpol expidió una circular roja contra Gabino por homicidio agravado y reclutamiento ilícito. La Fiscalía, en ese entonces al mando de Néstor Humberto Martínez, sintió esa decisión como un espaldarazo, mientras que para el líder guerrillero fue otra razón más para desconfiar de un modelo de justicia incierto al que podría acceder.
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Las conversaciones fracasaron en enero de 2019, ya con Iván Duque como presidente tras el atentado en la Escuela General Santander perpetrado por el Eln en el que murieron 22 cadetes de la Policía Nacional. El desprestigio y repulsión social hacia ese grupo armado alcanzó sus picos más altos y llegar a la paz no era una opción viable en ese momento.
A pesar de los intentos de diálogo, expertos califican a Gabino como un hombre de poco abierto al diálogo, terco y escurridizo. En ausencia ha sido juzgado por su participación en múltiples crímenes, incluida la masacre de Machuca en 1998, en la que el Eln bombardeó un oleoducto en Antioquia y que dejó 84 personas muertas, y el secuestro en la iglesia La María en Cali en 1999, considerado el más grande cometido en el país.
Nicolás Rodríguez lleva cuatro años residiendo en Cuba y frente a él está una oportunidad con garantías internacionales y una veeduría alentadora que lo confrontarán con su realidad, su pasado, su potencial para reconciliar y reparar y, si se quiere, su deseo de no cargar ni hacer cargar más armas. Aunque claro, esto es algo que su carácter indescifrable y hermético le tendrán que permitir.