Las divisiones dentro de disidencia de Mordisco que se develaron en reunión con el Gobierno
El encuentro extraordinario que tuvieron las delegaciones en San Vicente del Caguán, que llevó a que se anunciara que los diálogos continúan, no contó con la presencia ni de los negociadores del Cauca ni de Arauca. De hecho, algunas voces del Estado Mayor Central afirmaron que esa reunión no tenía el aval de la dirección general. ¿Se configura una fractura?
Cindy A. Morales Castillo
Pese a las acciones violentas de los últimos días, y a enfrentar por lo menos tres semanas agónicas, la negociación de paz que lleva el Gobierno con la mayor disidencia de las antiguas FARC, el Estado Mayor Central (EMC) continúa.
Así lo dieron a conocer el viernes las delegaciones que trabajaron durante dos días en una reunión extraordinaria de la que salió ese acuerdo, en la ue los grandes ausentes fueron los delegados de Cauca y Arauca. En el comunicado las partes afirmaron que tras evaluar las “situaciones críticas”, así como las dificultades con la suspensión parcial del cese al fuego regional, se “acordó continuar con los diálogos”.
Pero mientras discutían desde San Vicente del Caguán, donde se llevó a cabo ese encuentro, si la mesa seguía o no, en Bogotá el presidente Gustavo Petro sostenía una reunión con el ministro de Defensa, Iván Velásquez, que, entre otras cosas, le recomendaba una suspensión total del cese al fuego.
La propuesta, según dijo Velásquez, salió de un consejo de seguridad que se llevó a cabo el jueves en Neiva con varios gobernadores que han visto un incremento en la violencia. Pero, por supuesto, también estuvo motivada por los ataques con explosivos que se dieron entre jueves y viernes contra sedes militares.
La primera explosión ocurrió la noche del jueves. El hecho, en el que se detonó un vehículo cargado con cilindros artesanales, estaba dirigido contra el cantón Nápoles de la Tercera Brigada del Ejército en Cali, donde se ubican las casas fiscales. Además se presentó un ataque en la estación de Policía de Cajibío.
Horas más tarde, sobre la madrugada del viernes, se registró un atentado cuando lanzaron un tatuco y luego hubo un hostigamiento contra la subestación de Policía del corregimiento de Robles, en Jamundí, Valle del Cauca. Y el tercero ocurrió en Tumaco, Nariño, tan solo media hora después de que sucediera la explosión en Cali, cuando estalló una granada a la entrada de la sede del Gaula Militar.
En contexto: Ataque contra el Ejército en Cali sería obra de las disidencias de las Farc
Sobre este tema, el jefe de la delegación del Gobierno en ese proceso, Camilo González Posso, dijo que, sin duda, es una demostración de fuerza del nuevo bloque central, cuya creación anunció esa disidencia y de la distancia que puede haber tomado alguna de esas estructuras del proceso. “Quieren inaugurarse con esta medición de fuerzas, haciendo demostraciones muy propias de frentes como el Jaime Martínez, y creo que por ahora no tienen un compromiso con la negociación, al menos así lo dijeron en el video. Pero eso no invalida lo que estamos haciendo con las otras estructuras”, explicó.
“Las diferencias de todas esas facciones hacen imposible establecer una estructura que pueda responder por los compromisos en el marco de un cese al fuego”
Jorge Restrepo, director del CERAC
Para Elizabeth Dickinson, analista sénior del International Crisis Group, esos ataques por todo el occidente del país son la respuesta del Estado Mayor Central. “Es un mensaje a la mesa de negociación. Si el Gobierno no quiere cese al fuego, entonces es guerra total, aunque sufra la población civil. Hay pesimismo en los equipos porque el comportamiento del Estado Mayor Central no es indicador de voluntad para hacer compromisos en el camino a la paz”, explica.
En las dos zonas del suroccidente de Colombia, donde ocurrieron esos atentados, es donde el presidente Gustavo Petro suspendió el cese al fuego el pasado 17 de marzo (Cauca, Valle del Cauca y Nariño), tras un ataque del EMC contra una comunidad indígena y que fue el inicio de esa serie de hechos que han empezado a mostrar algunas grietas dentro de ese proceso.
¿Fisuras dentro de la disidencia?
Según González Posso, la idea de esa reunión extraordinaria en el Caguán, histórica zona de las antiguas FARC, fue una propuesta conjunta del jefe de la delegación de la disidencia dada la suspensión del cese.
A la cita llegó Alexánder Mendoza, conocido como Calarcá Córdoba, hombre cercano a Mordisco; Andrey Avendaño, exjefe de la delegación del Estado Mayor Central y hombre fuerte del Catatumbo, y representantes de la estructura Carolina Ramírez que opera en Putumayo y que está adscrita al EMC. Calarcá es parte de la dirección general de las FARC y, de hecho, cuando se pensaba que Mordisco estaba muerto se pensó que era su natural sucesor. Sin embargo, otros no estuvieron. Ambos son hombres fuertes dentro de ese grupo armado.
Sobre las ausencias, concretamente se hablaba de los representantes de los bloques y frentes de Cauca -que también tienen incidencia en Nariño- y los Arauca (Willy Romero). González Posso afirmó que al menos el representante de Cauca, Sebastián Martínez, no ha concurrido a las últimas reuniones ni tampoco ha manifestado que quiera adherirse a los compromisos pactados. El hombre es miembro del frente Jaime Martínez, uno de los jefes del Cauca y delegado de la disidencia en la mesa de diálogo.
Además, agregó que, pese a que se envió la comunicación de esa reunión por los canales establecidos, no llegaron. “Ellos (Cauca) consideraron que sin cese al fuego no deberían asistir”, explica el jefe negociador.
Fuentes cercanas al proceso afirman incluso que podría tratarse de una división interna de la disidencia. Desde antes de ese encuentro en Caquetá sonaban con fuerza rumores de una disyuntiva dentro de la disidencia que discutía cómo enfrentar la suspensión del alto al fuego regional. Mientras unos delegados del EMC querían mantener el alto al fuego, la mesa de diálogos e incluso avanzar en más acuerdos parciales, otros querían tomar medidas más radicales.
Fuentes de esa disidencia le dijeron a este diario que le habían informado al Gobierno que esa reunión “no estaba autorizada por la dirección general de las FARC-EP”.
Aunque el comunicado dado a conocer por ambas delegaciones no habla de esas diferencias internas, es diciente que algunos de esos delegados no asistieran a la reunión y que tampoco firmaran ni Martínez, ni Willy Romero ni Fernanda Briceño -de Cauca y Arauca, respectivamente-, lo que podría ser una primera señal de que no hay una unidad de mando y de que sí hay una fuerte pugna entre bloques de esa disidencia.
“Entonces esa ruptura podría tener que ver con los intereses locales de cada frente. Los del Pacífico tienen más dinero e intereses en el narcotráfico y la minería”
Elizabeth Dickinson, analista sénior del International Crisis Group
De hecho, el texto dice: “Este documento compromete a la delegación del Gobierno y a las estructuras que representan los firmantes en el caso del Estado Mayor Central de las FARC-EP y también al frente Carolina Ramírez de Putumayo”. Ese tipo de salvedades no habían aparecido en los documentos anteriores.
Esto vuelve a poner en la mira especialmente a las estructuras de Cauca, que siempre han sido la rueda suelta de la negociación con la que es considerada la mayor disidencia de las extintas FARC y uno de los dos procesos más importantes de la apuesta de paz total del presidente Gustavo Petro. Entre otras cosas, porque uno de los retos de ese diálogo eran justamente los frentes de Cauca que, por un lado, no eran tan proclives a la negociación como otras estructuras, y por el otro porque resguardan el mayor fortín de Mordisco y el punto de honor entre el Gobierno y esa disidencia: el cañón del Micay, el enclave cocalero que concentra el 75 % de la coca que se produce en Cauca.
“Claro que nos preocupa que Cauca no esté en el diálogo. No le puedo afirmar si se está separando de la mesa, pero no concurrió ni ha hecho ninguna manifestación, pero quiero dejar claro que tienen carta abierta para estar y siempre pueden adherirse a los compromisos. Esto no invalida a la mesa para nada. Seguimos adelante y el acuerdo de hoy es la muestra de eso”, dijo González.
Además: Así es la parte más inaccesible del cañón del Micay, epicentro de poder de Mordisco
Y agregó: “La realidad es que los que concurren en la mesa son los que siguen en el proceso y tenemos que ver cómo evoluciona esto. Hay dos caminos: que los que no están retornen a la mesa o que se dé una fractura, pero en ese caso continuaremos la mesa con quienes quieren trabajar por los acuerdos firmados”.
En efecto, Cauca ha hecho varias salvedades sobre los acuerdos que se han alcanzado en ese proceso, como las garantías del cese al fuego, la no presencia armada en ciertas zonas, la intervención del cañón del Micay y el acompañamiento de la Fuerza Pública en los planes de transformación.
“La lógica del EMC es muy local y atomizada. Aunque tiene construida una jerarquía nacional y una línea de mando, hay autonomía por los temas económicos. Entonces esa ruptura podría tener que ver con los intereses locales de cada frente. Los del Pacífico tienen más dinero e intereses en el narcotráfico y la minería. El frente Carolina Ramírez está en modo expansión por el sur del país, y quieren controlar todas las rutas fluviales. En los llanos y en el Magdalena están los frentes más políticos en sus intereses y tienen una relación más estrecha con la comunidad. Esas peleas de intereses, uno contra el otro, las hemos visto en la composición del equipo de negociación que ha cambiado varias veces. Ese es un indicador de que hay discusiones”, señaló la investigadora Dickinson.
Lea también: Viaje a las entrañas del cañón del Micay: así se vive en el mayor fortín de la disidencia de Mordisco
Para Jorge Restrepo, director de Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC) a largo plazo tanto esas divisiones como el actuar autónomo de los distintos bloques y frentes harán “insostenible” el cese al fuego. “Las diferencias de todas esas facciones hacen imposible establecer una estructura que pueda responder por los compromisos en el marco de un cese al fuego. No tienen reglas de comportamiento, no tienen medios de comunicación, no tienen una estructura de responsabilidad. Creo que un cese al fuego con a lo que hoy en día no referimos como EMC es insostenible. Llevamos tres intentos y han fracasado”, afirma.
La gran duda que queda es en cuál de las dos posiciones se ubica Iván Mordisco, comandante de esta disidencia que alberga a unos 3.200 hombres que no firmaron el Acuerdo de Paz de 2016.
Según Restrepo, podría tratar de consolidar una estructura única bajo su mando -y con eso apartarse de quienes siguen en el proceso- o fugarse a Venezuela. “En el caso de Mordisco, espacialmente, hay un ejercicio de consolidarse hacia Venezuela por los ríos de la cuenca del Orinoco. Es una trayectoria que se podría pensar como factor de riesgo”, asegura.
Una negociación que deja por fuera a estructuras de un mismo grupo es lo que llevó a la crisis actual que tiene el Gobierno con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que dijo que con la iniciativa de un diálogo regional con un frente de Nariño se desconocía lo pactado en la mesa. En el caso del EMC, es una parte del grupo la que pareciera apartarse de la negociación, pero podría tener consecuencias más grandes, sobre todo si se tiene en cuenta el poder que tienen los frentes de Cauca.
Pese a las acciones violentas de los últimos días, y a enfrentar por lo menos tres semanas agónicas, la negociación de paz que lleva el Gobierno con la mayor disidencia de las antiguas FARC, el Estado Mayor Central (EMC) continúa.
Así lo dieron a conocer el viernes las delegaciones que trabajaron durante dos días en una reunión extraordinaria de la que salió ese acuerdo, en la ue los grandes ausentes fueron los delegados de Cauca y Arauca. En el comunicado las partes afirmaron que tras evaluar las “situaciones críticas”, así como las dificultades con la suspensión parcial del cese al fuego regional, se “acordó continuar con los diálogos”.
Pero mientras discutían desde San Vicente del Caguán, donde se llevó a cabo ese encuentro, si la mesa seguía o no, en Bogotá el presidente Gustavo Petro sostenía una reunión con el ministro de Defensa, Iván Velásquez, que, entre otras cosas, le recomendaba una suspensión total del cese al fuego.
La propuesta, según dijo Velásquez, salió de un consejo de seguridad que se llevó a cabo el jueves en Neiva con varios gobernadores que han visto un incremento en la violencia. Pero, por supuesto, también estuvo motivada por los ataques con explosivos que se dieron entre jueves y viernes contra sedes militares.
La primera explosión ocurrió la noche del jueves. El hecho, en el que se detonó un vehículo cargado con cilindros artesanales, estaba dirigido contra el cantón Nápoles de la Tercera Brigada del Ejército en Cali, donde se ubican las casas fiscales. Además se presentó un ataque en la estación de Policía de Cajibío.
Horas más tarde, sobre la madrugada del viernes, se registró un atentado cuando lanzaron un tatuco y luego hubo un hostigamiento contra la subestación de Policía del corregimiento de Robles, en Jamundí, Valle del Cauca. Y el tercero ocurrió en Tumaco, Nariño, tan solo media hora después de que sucediera la explosión en Cali, cuando estalló una granada a la entrada de la sede del Gaula Militar.
En contexto: Ataque contra el Ejército en Cali sería obra de las disidencias de las Farc
Sobre este tema, el jefe de la delegación del Gobierno en ese proceso, Camilo González Posso, dijo que, sin duda, es una demostración de fuerza del nuevo bloque central, cuya creación anunció esa disidencia y de la distancia que puede haber tomado alguna de esas estructuras del proceso. “Quieren inaugurarse con esta medición de fuerzas, haciendo demostraciones muy propias de frentes como el Jaime Martínez, y creo que por ahora no tienen un compromiso con la negociación, al menos así lo dijeron en el video. Pero eso no invalida lo que estamos haciendo con las otras estructuras”, explicó.
“Las diferencias de todas esas facciones hacen imposible establecer una estructura que pueda responder por los compromisos en el marco de un cese al fuego”
Jorge Restrepo, director del CERAC
Para Elizabeth Dickinson, analista sénior del International Crisis Group, esos ataques por todo el occidente del país son la respuesta del Estado Mayor Central. “Es un mensaje a la mesa de negociación. Si el Gobierno no quiere cese al fuego, entonces es guerra total, aunque sufra la población civil. Hay pesimismo en los equipos porque el comportamiento del Estado Mayor Central no es indicador de voluntad para hacer compromisos en el camino a la paz”, explica.
En las dos zonas del suroccidente de Colombia, donde ocurrieron esos atentados, es donde el presidente Gustavo Petro suspendió el cese al fuego el pasado 17 de marzo (Cauca, Valle del Cauca y Nariño), tras un ataque del EMC contra una comunidad indígena y que fue el inicio de esa serie de hechos que han empezado a mostrar algunas grietas dentro de ese proceso.
¿Fisuras dentro de la disidencia?
Según González Posso, la idea de esa reunión extraordinaria en el Caguán, histórica zona de las antiguas FARC, fue una propuesta conjunta del jefe de la delegación de la disidencia dada la suspensión del cese.
A la cita llegó Alexánder Mendoza, conocido como Calarcá Córdoba, hombre cercano a Mordisco; Andrey Avendaño, exjefe de la delegación del Estado Mayor Central y hombre fuerte del Catatumbo, y representantes de la estructura Carolina Ramírez que opera en Putumayo y que está adscrita al EMC. Calarcá es parte de la dirección general de las FARC y, de hecho, cuando se pensaba que Mordisco estaba muerto se pensó que era su natural sucesor. Sin embargo, otros no estuvieron. Ambos son hombres fuertes dentro de ese grupo armado.
Sobre las ausencias, concretamente se hablaba de los representantes de los bloques y frentes de Cauca -que también tienen incidencia en Nariño- y los Arauca (Willy Romero). González Posso afirmó que al menos el representante de Cauca, Sebastián Martínez, no ha concurrido a las últimas reuniones ni tampoco ha manifestado que quiera adherirse a los compromisos pactados. El hombre es miembro del frente Jaime Martínez, uno de los jefes del Cauca y delegado de la disidencia en la mesa de diálogo.
Además, agregó que, pese a que se envió la comunicación de esa reunión por los canales establecidos, no llegaron. “Ellos (Cauca) consideraron que sin cese al fuego no deberían asistir”, explica el jefe negociador.
Fuentes cercanas al proceso afirman incluso que podría tratarse de una división interna de la disidencia. Desde antes de ese encuentro en Caquetá sonaban con fuerza rumores de una disyuntiva dentro de la disidencia que discutía cómo enfrentar la suspensión del alto al fuego regional. Mientras unos delegados del EMC querían mantener el alto al fuego, la mesa de diálogos e incluso avanzar en más acuerdos parciales, otros querían tomar medidas más radicales.
Fuentes de esa disidencia le dijeron a este diario que le habían informado al Gobierno que esa reunión “no estaba autorizada por la dirección general de las FARC-EP”.
Aunque el comunicado dado a conocer por ambas delegaciones no habla de esas diferencias internas, es diciente que algunos de esos delegados no asistieran a la reunión y que tampoco firmaran ni Martínez, ni Willy Romero ni Fernanda Briceño -de Cauca y Arauca, respectivamente-, lo que podría ser una primera señal de que no hay una unidad de mando y de que sí hay una fuerte pugna entre bloques de esa disidencia.
“Entonces esa ruptura podría tener que ver con los intereses locales de cada frente. Los del Pacífico tienen más dinero e intereses en el narcotráfico y la minería”
Elizabeth Dickinson, analista sénior del International Crisis Group
De hecho, el texto dice: “Este documento compromete a la delegación del Gobierno y a las estructuras que representan los firmantes en el caso del Estado Mayor Central de las FARC-EP y también al frente Carolina Ramírez de Putumayo”. Ese tipo de salvedades no habían aparecido en los documentos anteriores.
Esto vuelve a poner en la mira especialmente a las estructuras de Cauca, que siempre han sido la rueda suelta de la negociación con la que es considerada la mayor disidencia de las extintas FARC y uno de los dos procesos más importantes de la apuesta de paz total del presidente Gustavo Petro. Entre otras cosas, porque uno de los retos de ese diálogo eran justamente los frentes de Cauca que, por un lado, no eran tan proclives a la negociación como otras estructuras, y por el otro porque resguardan el mayor fortín de Mordisco y el punto de honor entre el Gobierno y esa disidencia: el cañón del Micay, el enclave cocalero que concentra el 75 % de la coca que se produce en Cauca.
“Claro que nos preocupa que Cauca no esté en el diálogo. No le puedo afirmar si se está separando de la mesa, pero no concurrió ni ha hecho ninguna manifestación, pero quiero dejar claro que tienen carta abierta para estar y siempre pueden adherirse a los compromisos. Esto no invalida a la mesa para nada. Seguimos adelante y el acuerdo de hoy es la muestra de eso”, dijo González.
Además: Así es la parte más inaccesible del cañón del Micay, epicentro de poder de Mordisco
Y agregó: “La realidad es que los que concurren en la mesa son los que siguen en el proceso y tenemos que ver cómo evoluciona esto. Hay dos caminos: que los que no están retornen a la mesa o que se dé una fractura, pero en ese caso continuaremos la mesa con quienes quieren trabajar por los acuerdos firmados”.
En efecto, Cauca ha hecho varias salvedades sobre los acuerdos que se han alcanzado en ese proceso, como las garantías del cese al fuego, la no presencia armada en ciertas zonas, la intervención del cañón del Micay y el acompañamiento de la Fuerza Pública en los planes de transformación.
“La lógica del EMC es muy local y atomizada. Aunque tiene construida una jerarquía nacional y una línea de mando, hay autonomía por los temas económicos. Entonces esa ruptura podría tener que ver con los intereses locales de cada frente. Los del Pacífico tienen más dinero e intereses en el narcotráfico y la minería. El frente Carolina Ramírez está en modo expansión por el sur del país, y quieren controlar todas las rutas fluviales. En los llanos y en el Magdalena están los frentes más políticos en sus intereses y tienen una relación más estrecha con la comunidad. Esas peleas de intereses, uno contra el otro, las hemos visto en la composición del equipo de negociación que ha cambiado varias veces. Ese es un indicador de que hay discusiones”, señaló la investigadora Dickinson.
Lea también: Viaje a las entrañas del cañón del Micay: así se vive en el mayor fortín de la disidencia de Mordisco
Para Jorge Restrepo, director de Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC) a largo plazo tanto esas divisiones como el actuar autónomo de los distintos bloques y frentes harán “insostenible” el cese al fuego. “Las diferencias de todas esas facciones hacen imposible establecer una estructura que pueda responder por los compromisos en el marco de un cese al fuego. No tienen reglas de comportamiento, no tienen medios de comunicación, no tienen una estructura de responsabilidad. Creo que un cese al fuego con a lo que hoy en día no referimos como EMC es insostenible. Llevamos tres intentos y han fracasado”, afirma.
La gran duda que queda es en cuál de las dos posiciones se ubica Iván Mordisco, comandante de esta disidencia que alberga a unos 3.200 hombres que no firmaron el Acuerdo de Paz de 2016.
Según Restrepo, podría tratar de consolidar una estructura única bajo su mando -y con eso apartarse de quienes siguen en el proceso- o fugarse a Venezuela. “En el caso de Mordisco, espacialmente, hay un ejercicio de consolidarse hacia Venezuela por los ríos de la cuenca del Orinoco. Es una trayectoria que se podría pensar como factor de riesgo”, asegura.
Una negociación que deja por fuera a estructuras de un mismo grupo es lo que llevó a la crisis actual que tiene el Gobierno con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que dijo que con la iniciativa de un diálogo regional con un frente de Nariño se desconocía lo pactado en la mesa. En el caso del EMC, es una parte del grupo la que pareciera apartarse de la negociación, pero podría tener consecuencias más grandes, sobre todo si se tiene en cuenta el poder que tienen los frentes de Cauca.