“El Centro Nacional de Memoria está dedicado a las víctimas, no a los victimarios”

María Gaitán, nueva directora de la entidad, responde por lo que encontró al llegar al cargo, revela que el contrato de construcción del Museo de la Memoria fue cancelado por incumplimientos y niega haber cometido censura contra víctimas pertenecientes a las fuerzas militares.

Sebastián Forero Rueda
17 de diciembre de 2022 - 02:00 a. m.
María Gaitán Valencia  - Directora del Centro Nacional de Memoria Histórica
María Gaitán Valencia - Directora del Centro Nacional de Memoria Histórica
Foto: Mauricio Alvarado / El... - Mauricio Alvarado
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El despacho de María Gaitán Valencia lo adorna una enorme fotografía tomada el 20 de septiembre de 1939. Su abuelo, el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, y su abuela, Amparo Jaramillo, llevan de la mano a la hija de los dos, Gloria Gaitán (madre de María), en su segundo cumpleaños, a las afueras de la clínica San Rafael, en Bogotá. El cuadro es la muestra del lugar desde el que la ahora directora del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) se sitúa para iniciar esta nueva labor: los relatos de quienes para ella han quedado excluidos de la construcción de la memoria en esa entidad estatal.

En esta entrevista, la directora responde por lo que encontró tras sus primeras semanas al frente del cargo, por el estado actual del proyecto del Museo de la Memoria y por las denuncias de víctimas militares sobre censura a sus relatos de parte de la nueva directora.

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Acláreme el episodio con los militares víctimas que denunciaron censura a sus trabajos de memoria. ¿Qué pasó con ellos?

Desde que llegamos a la entidad hemos recibido muchas imposiciones por parte de la Fuerza Pública. Todo comenzó por la obligación de hacer el lanzamiento de un documental, que estaba siendo reevaluado por el Comité de Investigación y Procesos Editoriales (CIPE), pero ellos ya tenían absolutamente organizado el lanzamiento, el documental y mi nombre en el documental. Le pedí al equipo revisar el material y entendí muy bien por qué el CIPE no había aceptado lanzarlo como estaba, sino haciéndole modificaciones: están todos los logos de las fuerzas públicas, y el Centro Nacional de Memoria está concentrado y dedicado a las víctimas, y no a los victimarios. La Fuerza Pública (como institución) no puede ser parte de quienes se consideren víctimas del conflicto, porque ellos son actores de este conflicto, mientras que parte de los soldados sí son víctimas. Les dijimos claramente que el documental no podía ser una oda a las Fuerzas Militares, sino que trabajábamos directamente con los soldados.

Pedimos tener un diálogo, pero ahí hay un lenguaje militar que yo no manejo ni comparto, que es a través de amenazas: si usted no lo hace entonces le mando a hacer una investigación; y yo les dije no amenacen, dialoguemos. No fue posible, entonces lo que hicimos fue más bien convocar a los soldados y a los muchachos que han sido víctimas del conflicto y víctimas de las mismas fuerzas por acción u omisión.

Tuvimos esa reunión que empezó muy tensa, muy “aquí mando yo”. Yo les dije que “en este momento el balón está en otro campo”. Poco a poco nos fuimos escuchando. Después nos enteramos de que tenían organizada ya una rueda de prensa para atacarnos desde antes de haber terminado el diálogo. Quedamos en unos acuerdos de construir juntos el micrositio, que se bajó, pero cuyo material sigue disponible en YouTube, eso nunca se ha ocultado, pero que se sepa que no pueden ser odas a las Fuerzas Armadas, no pueden ser odas a los ganaderos, a los paramilitares, a la guerrilla, sino se trata de qué sucede con las personas que terminan siendo víctimas de situaciones del conflicto interno.

¿Y cómo está la relación del CNMH con otros sectores de víctimas que durante la dirección de Darío Acevedo se habían distanciado de la entidad?

Para mí lo más importante es democratizar la memoria, y eso ha sido una situación desde el origen del CNMH: la memoria no ha sido democratizada, porque el CNMH estableció una fecha a partir de la cual hablamos: 1958. Nuestra apuesta de democratizar la memoria implica que nosotros no establecemos una fecha fija, pero sí queremos ir al origen y a las causas del conflicto, porque si no llegamos a eso no vamos a entender qué ha venido sucediendo y en lugar de siempre poner en primer plano el dolor de las víctimas, la sangre de las víctimas, el llanto de las víctimas. ¿Qué ha pasado con los victimarios? La historia en Colombia ha desaparecido a los victimarios, y es importante hablar de ellos. Nosotros no tenemos un papel de jueces, pero sí de ser memoria del olvido y se ha olvidado nombrar a los victimarios. Las víctimas han sido conducidas a palabras como “olvide”, “perdone”, para seguir adelante. Cuando se ha sido víctima del conflicto es imposible olvidar sin verdad. Y la verdad se nos ha ocultado durante muchas décadas y no solamente en la administración pasada, sino desde el origen de la entidad.

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¿A eso es a lo que se refiere cuando habla de memoricidio?

El país político le tiene mucho miedo a la verdad. Y ese miedo a la verdad nos ha llevado a no tener la posibilidad de hablar claramente de las causas, y para eso nos tenemos que remontar en el tiempo. Por eso estamos siendo tan agudos con la posibilidad de no marcar una fecha de inicio, sino de irnos hasta el momento que nos lleve la historia, hasta el momento que nos lleven los relatos, los documentos y la memoria. Para mí las víctimas son todas las personas que han caído en la lucha, en la resistencia, pero quienes han sobrevivido a esa resistencia son custodios de un legado, son resistentes de un olvido y esas luchas son las que han permitido que en este momento nos estemos perfilando en un cambio. Y el cambio es lo que ha sido siempre perseguido por el país político, y esa persecución y esa dificultad de llegar a un cambio es lo que también fomentó el origen del conflicto y de eso tenemos que hablar, a eso no le debemos tener miedo.

¿Cuál es el estado actual del Museo de la Memoria? Se nos había dicho que se iba a inaugurar el gobierno anterior, pero eso no pasó...

Es una obra que ha tenido muchos obstáculos. Estamos pidiendo ser parte mucho más activa de las decisiones del museo, cosa que no había sucedido anteriormente, porque la Agencia Nacional Inmobiliaria Virgilio Barco (ANIM) era la que había cogido toda la responsabilidad de la construcción del museo. Ahora con la ANIM estamos llegando a unos diálogos muy saludables. Vamos en que la ANIM sabiamente canceló un contrato que venía siendo incumplido en varias ocasiones por la constructora española OHLA y ahora están abriendo una nueva licitación para llamar a nuevos constructores. Es un momento providencial, porque también las víctimas nos están pidiendo transformaciones, algunas menores, pero otras de enorme significado de la forma del museo como tal; tenemos que empezar diálogos con el arquitecto, hay una renovación de la licencia de construcción, entonces estamos perfectos, son los tiempos que nos dan y a los que estamos entregándole toda nuestra energía para poder apoyar las propuestas de las víctimas, las necesidades y sobre todo los sentires frente al objeto mismo del museo.

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¿Qué fecha podría dar para la inauguración del museo?

Estamos proyectando la posibilidad de hacer una primera apertura en diciembre de 2023, para la Semana por la Memoria, del primer nivel: el primer nivel de este proyecto tiene la enorme ventaja que es público 100 %, no tiene muros de encierro, eso nos permite intervenirlo con tres salas, en las que estamos en este momento ya coordinando el plan museológico y museográfico. La inauguración del museo en su totalidad quisiéramos que coincida con el 9 de abril de 2025.

Ese guion museológico -la exposición “Voces para transformar a Colombia”- tiene medidas cautelares de la Jurisdicción Especial para la Paz. ¿Qué van a hacer con ello?

La exposición es una de nuestras prioridades y también el legado de la Comisión de la Verdad. Estamos viendo la posibilidad de fusionar el legado, que muchas víctimas hablan de un legado incompleto de la Comisión de la Verdad, y la exposición “Voces para transformar a Colombia”, que también muchas víctimas dicen que está incompleta. Y no solamente incompleta la exposición itinerante en Cali, sino desde su origen. Porque nuevamente: es una exposición que habla desde 1958, y que hay vacíos en hechos y en momentos.

Usted evidentemente se refiere a que el 9 de abril de 1948 quedó por fuera...

No solamente el 9 de abril del 48, sino anterior. La violencia bipartidista es posterior a toda la persecución y el genocidio al movimiento gaitanista. Lo importante es entender que el 9 de abril de 1948, que tantas veces se dice que partió en dos a Colombia, es tal cual; porque si no hubieran asesinado a Gaitán, no hubiera habido gaitanistas que hubieran sido perseguidos por el Estado y hubieran tenido que adentrarse en los montes como un acto de legítima defensa. Poco a poco esas familias y esos líderes gaitanistas se fueron adentrando en el monte como fue Rangel, como fue inclusive tiempo después el llamado Tirofijo... Hay muchos líderes guerrilleros que eran originariamente gaitanistas perseguidos por el Estado que se adentran en el monte y se van organizando en guerrillas. Si no hubieran asesinado Gaitán no existiría la guerrilla en Colombia, no hubiera habido necesidad.

Pero frente a las medidas cautelares, le pidieron a la JEP levantarlas…

Sí, la idea es levantarlas. Pero lo más importante que se estableció con la JEP es que nosotros proponíamos una metodología y un cronograma de revisión de esa exposición y de volver a integrar lo que fue cercenado de la exposición en la itinerancia en Cali. Pero yo le decía al magistrado: yo también le pongo medidas cautelares a esa exposición, porque hay momentos de gran ausencia en la exposición original, entonces nosotros queremos complementarla, queremos ampliarla y será una exposición que nos encantaría poder estar prestos a exponerla en un año cuando abramos el primer nivel del Museo.

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¿Y cómo sería esa fusión que plantea con el legado de la Comisión de la Verdad?

Es una idea que está en borrador. A nosotros por decreto nos encomiendan en 2017 la labor de divulgar un legado, mucho antes del resultado de los informes. Pero desde el resultado de los informes muchas víctimas han lamentado que todo el trabajo que hicieron durante los años de la Comisión de la Verdad no haya sido tenido en cuenta en su informe. Nosotros también vamos a integrar esas voces olvidadas, por eso nos vamos a convertir en la memoria del olvido, y reitero que es fundamental que el país, así como está entrando en una era nueva de democratización, también queremos democratizar la memoria. No solamente serán algunas memorias escogidas que entren en el relato de nuestra memoria histórica, sino que estamos recogiendo las memorias olvidadas.

Durante la dirección de Darío Acevedo al CNMH lo expulsaron de la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia o de la Red Colombiana de lugares de Memoria... ¿Ese diálogo ya se volvió a abrir?

Nosotros estamos abriendo los canales de diálogo con todas las instituciones y las voces y organizaciones y comunidades y pueblos que no han sido cercanos al centro nacional de memoria nunca y que por X o Y razón desistieron de tener cercanía con el CNMH. Estamos firmes en la escucha y en el diálogo con todos los que contribuyan a la memoria del olvido.

Es decir, usted plantea que el distanciamiento con sectores de víctimas no viene solamente de la dirección de Acevedo sino desde que nació el CNMH…

Sí han habido varios olvidos en esta memoria, y me incluyo. Porque el hecho de establecer 1958 como la fecha para la memoria histórica, pues está desconociendo un pasado que se remonta al siglo XVI, qué ha pasado con esta ocupación española que tanto dolor y un genocidio tan profundo nos trajo y que esto ha implicado generaciones y siglos de dolor y de resistencias que no han sido tomadas en cuenta.

Sebastián Forero Rueda

Por Sebastián Forero Rueda

Periodista y politólogo de la Universidad Javeriana, con experiencia en cubrimiento de temas de paz, conflicto armado, derechos humanos y economía de la coca.@SebastianForerrsforero@elespectador.com

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