El exjefe paramilitar detrás de acercamientos del comisionado de Paz con “paras”
Mario Marenco, quien fue segundo jefe político de las AUC en el Atlántico y uno de los principales testimonios en la “parapolítica,” gestiona los acercamientos exploratorios entre Danilo Rueda y grupos herederos del paramilitarismo en la Costa.
Sebastián Forero Rueda
El martes 25 de octubre, Danilo Rueda, alto comisionado para la Paz, llegó a una vereda del corregimiento de Guachaca, en la Sierra Nevada de Santa Marta, para reunirse con las comunidades de la zona de influencia de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra. Ese día, además de monseñor Héctor Fabio Henao y un asesor del despacho del Ministerio de Defensa, al comisionado lo acompañaba de cerca un hombre que le hablaba al oído, andaba de aquí para allá, coordinaba, hacía llamadas y conversaba con los asistentes. Tras culminar el encuentro, asimismo se fue con la comitiva de Rueda.
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Era Mario Marenco Egea, un excomandante paramilitar del Bloque Norte en el Atlántico, quien fue el segundo jefe político del frente José Pablo Díaz, debajo de Carlos Mario García, conocido como el Médico, en la estructura que comandaba Édgar Ignacio Fierro, don Antonio. Marenco se desmovilizó en 2006, pagó su condena en la cárcel hasta 2012 y estuvo en detención domiciliaria hasta 2016, cuando recobró su libertad.
Este exjefe paramilitar es un viejo conocido de Iván Velásquez, ministro de Defensa, porque su testimonio fue una pieza clave en las investigaciones sobre la parapolítica, que lideraba Velásquez cuando era magistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia. Marenco, por su posición de jefe político en el frente José Pablo Díaz, se reunía y coordinaba con un sinnúmero de políticos de la costa, muchos de los cuales terminaron condenados en buena medida por el testimonio de ese exjefe paramilitar. Entre los políticos señalados por Marenco aparecieron los excongresistas Álvaro Ashton, Mario Varón, Álvaro Araújo, Dieb Maloof, Tarquino Pacheco y Jorge Gerlein Echavarría.
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El encuentro de la Sierra Nevada al que fue Danilo Rueda hace parte de varios acercamientos exploratorios que Marenco ha ido gestionando entre el alto comisionado de Paz y grupos herederos de la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) en la costa. Al comisionado lo conocía también de tiempo atrás, cuando Rueda trabajaba con la senadora Piedad Córdoba y en esa época se contactaron con Marenco a causa de su delicada situación de seguridad por su colaboración en la investigación de la parapolítica.
En conversación con Colombia+20, Marenco se declara un “convencido de la paz” y sostiene que la ventana de oportunidad que ha abierto el gobierno Petro puede ser el momento definitivo para acabar con una seguidilla de errores que han estado reciclando viejos conflictos armados en varias regiones, pero en especial con lo que salió mal del proceso de Justicia y Paz con los paramilitares.
Cuando el Gobierno actual resultó electo, envió mensajes y razones para ponerse a disposición de la apuesta de ‘paz total’, hasta que el comisionado de Paz le dio luz verde: expidió una resolución provisional el 15 de septiembre, con una duración de tres meses, que autoriza a Marenco a gestionar esos diálogos, lo que lo blinda de una eventual judicialización por esas relaciones. Consultado sobre el rol de Marenco, Danilo Rueda respondió: “Conocemos su disposición a aportar a la paz total; nadie es excluido en esta gran apuesta de reconstrucción del Estado de derecho”.
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Además de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra, que operan principalmente en el Magdalena, ya hay canales de diálogo abiertos con varios grupos del Atlántico. Entre ellos, Los Costeños, cuyos líderes Jorge Eliécer Díaz Collazos, conocido como Castor, y Digno Palomino, llamado el Viejo, ya manifestaron su voluntad de entrar a la paz total y existe interlocución con ellos.
También entran en la baraja Los Rastrojos Costeños, los Papalópez, Los Pascuales de Barranquilla y Los Peque. Marenco habla de más de 15 grupos en el Atlántico interesados en la apuesta, además de varios clanes en La Guajira. Cuando se le pregunta por la naturaleza de varios de esos grupos, que podría ser netamente criminal, responde: “Tienen que caber todos. Todo el que diga que puede o que tiene voluntad hay que escucharlo”. El comisionado de Paz ha reiterado que quienes quieren entrar a esta apuesta deben comprometerse con cero asesinatos, cero torturas y cero desapariciones.
Explica que la convocatoria debe ser amplia, porque “no estaríamos haciendo nada” si hablan con unos, pero otros grupos entran a copar esos espacios. Además, dice que varias de esas estructuras tienen reservas con entablar diálogos precisamente porque grupos con los que se disputan el territorio podrían percibir eso como debilidad y avanzar en sus acciones armadas. De hecho, una de las preocupaciones que expresaron los líderes sociales que se reunieron con Rueda en la Sierra es que si los Conquistadores de la Sierra entran a un diálogo, la zona quede a merced de las Agc o Clan del Golfo.
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Marenco sostiene que los diálogos se deben buscar aun con grupos que no tengan una estructura política, porque incluso con ellos se puede hablar: “Hay algunos grupos con los cuales se puede sentar a dialogar y hacerles ver que las cosas no van bien sin tener una comandancia política, porque son personas que, como todos nosotros, tienen una familia. Todos queremos ver crecer a nuestros hijos. Esto se puede parar”.
Sin embargo, dice que en este proceso también deben entrar quienes han sido máximos jefes de las estructuras de las que se han derivado los grupos actuales. “Hay personas como Rodrigo Tovar (Jorge 40), Hernán Giraldo o Édgar Ignacio Fierro (don Antonio), que se educaron aun en la cárcel, se prepararon. Ellos están en condiciones de servir en este proceso; mucha de la gente que hoy está en esas bacrim estuvo al mando de ellos. Tenerlos en la mesa es una garantía, ¿quién más que ellos? Hay que vincularlos”.
De hecho, una de las peticiones de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra al Gobierno es que en un eventual diálogo con ellos se vinculen Hernán Giraldo y Fredy Castillo (“Pinocho”) —actualmente detenido en España— como garantes o gestores de paz.
Pese a que sabe que esos nombres generarán resistencia en sus víctimas y en sectores de la población, sostiene que hay que tenerlos allí: “¿Dónde prefieren verlos? ¿Delinquiendo en la Sierra y retomando su poder en las regiones, o sentados ayudando a construir paz? Si vamos a sacrificar, tenemos que sacrificar muchas cosas”, sostiene.
Paralelo a los diálogos exploratorios con los grupos armados del Atlántico, Marenco también ha estado acercando al Gobierno a exmiembros de las Auc desmovilizados en Justicia y Paz, pues dice que tienen reclamos que llevan años sin ser escuchados. “Todavía vemos muchachos que están en las cárceles, después de 15, 17, 18 años, y no se les ha solucionado el problema”. Pero, además, muchos de los desmovilizados aún tienen problemas para abrir una cuenta en un banco o ser contratados en una empresa.
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También ha gestionado reuniones entre los alcaldes de la región y el comisionado de Paz para que la dirigencia política también se vincule en esta apuesta, como la que hubo a finales de octubre con alcaldes de Malambo, Sabanagrande y Galapa. “Porque qué ganamos con sacar muchachos de ellos y tirarlos a la calle o qué ganamos con tenerlos en las cárceles para que sigan dirigiendo por teléfono. A la gente hay que darle herramientas”, sostiene.
El martes 25 de octubre, Danilo Rueda, alto comisionado para la Paz, llegó a una vereda del corregimiento de Guachaca, en la Sierra Nevada de Santa Marta, para reunirse con las comunidades de la zona de influencia de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra. Ese día, además de monseñor Héctor Fabio Henao y un asesor del despacho del Ministerio de Defensa, al comisionado lo acompañaba de cerca un hombre que le hablaba al oído, andaba de aquí para allá, coordinaba, hacía llamadas y conversaba con los asistentes. Tras culminar el encuentro, asimismo se fue con la comitiva de Rueda.
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Era Mario Marenco Egea, un excomandante paramilitar del Bloque Norte en el Atlántico, quien fue el segundo jefe político del frente José Pablo Díaz, debajo de Carlos Mario García, conocido como el Médico, en la estructura que comandaba Édgar Ignacio Fierro, don Antonio. Marenco se desmovilizó en 2006, pagó su condena en la cárcel hasta 2012 y estuvo en detención domiciliaria hasta 2016, cuando recobró su libertad.
Este exjefe paramilitar es un viejo conocido de Iván Velásquez, ministro de Defensa, porque su testimonio fue una pieza clave en las investigaciones sobre la parapolítica, que lideraba Velásquez cuando era magistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia. Marenco, por su posición de jefe político en el frente José Pablo Díaz, se reunía y coordinaba con un sinnúmero de políticos de la costa, muchos de los cuales terminaron condenados en buena medida por el testimonio de ese exjefe paramilitar. Entre los políticos señalados por Marenco aparecieron los excongresistas Álvaro Ashton, Mario Varón, Álvaro Araújo, Dieb Maloof, Tarquino Pacheco y Jorge Gerlein Echavarría.
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El encuentro de la Sierra Nevada al que fue Danilo Rueda hace parte de varios acercamientos exploratorios que Marenco ha ido gestionando entre el alto comisionado de Paz y grupos herederos de la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) en la costa. Al comisionado lo conocía también de tiempo atrás, cuando Rueda trabajaba con la senadora Piedad Córdoba y en esa época se contactaron con Marenco a causa de su delicada situación de seguridad por su colaboración en la investigación de la parapolítica.
En conversación con Colombia+20, Marenco se declara un “convencido de la paz” y sostiene que la ventana de oportunidad que ha abierto el gobierno Petro puede ser el momento definitivo para acabar con una seguidilla de errores que han estado reciclando viejos conflictos armados en varias regiones, pero en especial con lo que salió mal del proceso de Justicia y Paz con los paramilitares.
Cuando el Gobierno actual resultó electo, envió mensajes y razones para ponerse a disposición de la apuesta de ‘paz total’, hasta que el comisionado de Paz le dio luz verde: expidió una resolución provisional el 15 de septiembre, con una duración de tres meses, que autoriza a Marenco a gestionar esos diálogos, lo que lo blinda de una eventual judicialización por esas relaciones. Consultado sobre el rol de Marenco, Danilo Rueda respondió: “Conocemos su disposición a aportar a la paz total; nadie es excluido en esta gran apuesta de reconstrucción del Estado de derecho”.
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Además de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra, que operan principalmente en el Magdalena, ya hay canales de diálogo abiertos con varios grupos del Atlántico. Entre ellos, Los Costeños, cuyos líderes Jorge Eliécer Díaz Collazos, conocido como Castor, y Digno Palomino, llamado el Viejo, ya manifestaron su voluntad de entrar a la paz total y existe interlocución con ellos.
También entran en la baraja Los Rastrojos Costeños, los Papalópez, Los Pascuales de Barranquilla y Los Peque. Marenco habla de más de 15 grupos en el Atlántico interesados en la apuesta, además de varios clanes en La Guajira. Cuando se le pregunta por la naturaleza de varios de esos grupos, que podría ser netamente criminal, responde: “Tienen que caber todos. Todo el que diga que puede o que tiene voluntad hay que escucharlo”. El comisionado de Paz ha reiterado que quienes quieren entrar a esta apuesta deben comprometerse con cero asesinatos, cero torturas y cero desapariciones.
Explica que la convocatoria debe ser amplia, porque “no estaríamos haciendo nada” si hablan con unos, pero otros grupos entran a copar esos espacios. Además, dice que varias de esas estructuras tienen reservas con entablar diálogos precisamente porque grupos con los que se disputan el territorio podrían percibir eso como debilidad y avanzar en sus acciones armadas. De hecho, una de las preocupaciones que expresaron los líderes sociales que se reunieron con Rueda en la Sierra es que si los Conquistadores de la Sierra entran a un diálogo, la zona quede a merced de las Agc o Clan del Golfo.
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Marenco sostiene que los diálogos se deben buscar aun con grupos que no tengan una estructura política, porque incluso con ellos se puede hablar: “Hay algunos grupos con los cuales se puede sentar a dialogar y hacerles ver que las cosas no van bien sin tener una comandancia política, porque son personas que, como todos nosotros, tienen una familia. Todos queremos ver crecer a nuestros hijos. Esto se puede parar”.
Sin embargo, dice que en este proceso también deben entrar quienes han sido máximos jefes de las estructuras de las que se han derivado los grupos actuales. “Hay personas como Rodrigo Tovar (Jorge 40), Hernán Giraldo o Édgar Ignacio Fierro (don Antonio), que se educaron aun en la cárcel, se prepararon. Ellos están en condiciones de servir en este proceso; mucha de la gente que hoy está en esas bacrim estuvo al mando de ellos. Tenerlos en la mesa es una garantía, ¿quién más que ellos? Hay que vincularlos”.
De hecho, una de las peticiones de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra al Gobierno es que en un eventual diálogo con ellos se vinculen Hernán Giraldo y Fredy Castillo (“Pinocho”) —actualmente detenido en España— como garantes o gestores de paz.
Pese a que sabe que esos nombres generarán resistencia en sus víctimas y en sectores de la población, sostiene que hay que tenerlos allí: “¿Dónde prefieren verlos? ¿Delinquiendo en la Sierra y retomando su poder en las regiones, o sentados ayudando a construir paz? Si vamos a sacrificar, tenemos que sacrificar muchas cosas”, sostiene.
Paralelo a los diálogos exploratorios con los grupos armados del Atlántico, Marenco también ha estado acercando al Gobierno a exmiembros de las Auc desmovilizados en Justicia y Paz, pues dice que tienen reclamos que llevan años sin ser escuchados. “Todavía vemos muchachos que están en las cárceles, después de 15, 17, 18 años, y no se les ha solucionado el problema”. Pero, además, muchos de los desmovilizados aún tienen problemas para abrir una cuenta en un banco o ser contratados en una empresa.
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También ha gestionado reuniones entre los alcaldes de la región y el comisionado de Paz para que la dirigencia política también se vincule en esta apuesta, como la que hubo a finales de octubre con alcaldes de Malambo, Sabanagrande y Galapa. “Porque qué ganamos con sacar muchachos de ellos y tirarlos a la calle o qué ganamos con tenerlos en las cárceles para que sigan dirigiendo por teléfono. A la gente hay que darle herramientas”, sostiene.