El 15 de octubre de 2020, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), en cabeza de Darío Acevedo, suscribió un contrato con la Facultad de Artes de la Universidad Nacional, en cabeza de su decano, Carlos Eduardo Naranjo, con el objeto de “elaborar el diseño organizacional y la arquitectura empresarial del Museo de Memoria de Colombia”. Ese contrato trazará el rumbo de una discusión que viene dándose hace meses, pero con sigilo: el futuro del CNMH, creado por la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras de 2011.
El pasado 8 de enero, el presidente Duque sancionó la prórroga de esa ley, que inicialmente vencía en 2021, y prolongó su mandato hasta 2031. Con esa prórroga, la Unidad para las Víctimas y la Unidad de Restitución de Tierras tienen una década más para cumplir con sus funciones y nadie puso en duda la necesidad de extender ese período, porque las deudas, por ejemplo, con las indemnizaciones a las víctimas y la restitución de los predios a los campesinos que les fueron despojados son todavía enormes. Al extender la vigencia de la ley tal cual estaba, también se extendió el CNMH. Sin embargo, su horizonte no es claro, pues la puesta en marcha del Museo de la Memoria podría transformar definitivamente el curso del Centro.
En el contrato con la Universidad Nacional, el CNMH le pide que presente alternativas institucionales para la creación de la nueva entidad con cuatro posibles escenarios: la transformación del CNMH en el Museo de la Memoria, recogiendo las actividades que hoy desarrolla el Centro; una nueva entidad como museo y archivo de derechos humanos; la creación del Museo con independencia del Centro, pero manteniendo el Centro, o la creación de una nueva entidad y supresión completa del CNMH.
En el panorama, además del arranque del museo, hay otro elemento: la Comisión de la Verdad (CEV). “En la parte final de las negociaciones de La Habana, cuando se estaban pensando las adecuaciones de la nueva institucionalidad, hubo mucha discusión alrededor de la pregunta, si hay una Comisión de la Verdad, ¿tiene sentido prorrogar el Centro de Memoria Histórica? Se iban a superponer las tareas”, explica Gonzalo Sánchez, quien fue director del CNMH desde su creación hasta 2018.
El debate interno en el CNMH nunca se cerró y finalmente se puso en marcha la CEV y continuó funcionando el Centro en paralelo. Según Sánchez, el elemento que hizo que la discusión se decantara hacia la continuidad del Centro fue el Museo. De hecho, en el Acuerdo Final de La Habana la única mención explícita que se hace a alguna tarea del Centro es al Museo: “En todo caso, las conclusiones de la Comisión deberán ser tenidas en cuenta por el Museo Nacional de la Memoria”, se lee en el apartado que fija los lineamientos de la Comisión de la Verdad.
Para María Emma Wills, quien fue asesora de la dirección general del CNMH entre 2012 y 2018, en este momento hay una discusión que “más que normativa, es política: bajo la dirección actual del CNMH, la lectura de contexto que se hace del conflicto armado va a ser distinta a la que va a producir la Comisión de la Verdad. Va a haber dos lecturas del pasado reciente de Colombia. ¿Eso le ayuda al país o lo confunde? ¿El Centro de Memoria se va a alinear con lo que diga la Comisión y va a apoyar su trabajo o va a ser un francotirador de la Comisión de la Verdad? Esa es una pregunta política”.
En igual sentido habló Andrés Suárez, investigador del CNMH y relator de una de las primeras investigaciones que produjo el entonces Grupo de Memoria Histórica: “El Salado: esa guerra no era nuestra”. “El problema a largo plazo es que la Comisión puede dejar un resultado investigativo planteado, que genere polémica, pero como el Centro tendría diez años más, a partir de investigaciones puede erosionar o fortalecer lo que la Comisión haya dicho”. Ello porque, además, el director del CNMH es nombrado directamente por el presidente, lo cual deja el curso de esa entidad al vaivén del gobierno de turno.
¿Pero cuál es el panorama del CNMH hoy? Además del Museo de la Memoria, el Centro tiene otras tres direcciones técnicas de trabajo. Por un lado, el Archivo de Derechos Humanos, que cuenta con 388.458 documentos de archivo o colecciones documentales acopiadas. Un espacio en el que cientos de organizaciones sociales y plataformas de derechos humanos han depositado sus registros sobre las vulneraciones a derechos humanos y victimizaciones en el marco del conflicto, entre otros datos. Por otro, tiene la dirección de Construcción de Memoria, desde donde se han producido más de 130 informes de esclarecimiento del conflicto, bien sea de carácter regional, temático o transversales, contando con lo producido desde 2008, por el entonces Grupo de Memoria Histórica. Además, realiza el acompañamiento a iniciativas de memoria histórica promovidas por las víctimas del conflicto desde sus territorios, de las cuales, con corte a 2019, había apoyado 137. Asimismo, responde a las medidas de reparación simbólica ordenadas por los jueces en las sentencias que se emiten en el marco de la Ley de Víctimas; pero además tiene un capítulo específico dedicado a esclarecer el fenómeno paramilitar: la Dirección de Acuerdos de la Verdad, que por mandato de la Ley 1424 de 2010 tiene la tarea de tomar masivamente los testimonios de los exparamilitares de base que no cobija la Ley de Justicia y Paz. El objetivo era que contribuyeran con la verdad para recibir la libertad al no haber cometido delitos graves. Con base en esas revelaciones, de alrededor de 16.000 exparamilitares que firmaron acuerdos de la verdad con el Centro, esa entidad ha publicado siete informes sobre diferentes bloques paramilitares en el país y al menos otras ocho investigaciones de esa naturaleza están en camino.
Varias de las voces consultadas coincidieron en que buena parte de esas tareas que hoy tiene el Centro pueden ser asumidas por el Museo de la Memoria. Además, teniendo en cuenta que la Dirección de Acuerdos de la Verdad finaliza este año, por sustracción de materia, pues ya cumplió con el mandato de entrevistar a los exparamilitares y le quedaría solo la publicación de los informes pendientes.
“En el mundo contemporáneo, el museo no es un barco vetusto, lleno de archivos viejos que nadie usa. Hoy esa función cambió y los museos generan conversación, tienen un sentido pedagógico de entablar diálogos con las nuevas generaciones, proponen muestras que interrogan a las sociedades. Los museos están inventando continuamente y para eso necesitan archivos que se renuevan; los museos hacen investigación. El museo puede absorber las funciones pedagógicas, de investigación y de archivo”, resumió María Emma Wills. Por su parte, Andrés Suárez aseguró que, además del archivo y el énfasis en lo pedagógico, el Museo debe continuar con el acompañamiento a las iniciativas de memoria en todo el país. En cambio, fue más crítico con la investigación: “El Museo tal vez no debería producir investigación si ya pasó una Comisión de la Verdad, si ya hay un acumulado de investigación”.
Gonzalo Sánchez sostuvo que durante su dirección “visualizábamos el Museo como la unidad integradora de lo que se había hecho y de los pendientes. La figura del Centro tiende a desaparecer, mientras el Museo se fortalece en el horizonte temporal, absorbiendo las tareas que tenía el Centro”.
El planteamiento del director, Darío Acevedo
El jueves 28 de enero, el director del CNMH, Darío Acevedo, se reunió en privado y sin resonancia en medios de comunicación con el presidente de la Comisión de la Verdad, Francisco de Roux, y la comisionada Lucía González. El objetivo del encuentro, dijo Acevedo, fue explorar cómo va a ser el entendimiento entre el Centro y la Comisión cuando esta última entregue, a finales de este año, su informe final sobre lo que ocurrió durante más de cincuenta años de guerra. “El Centro tiene que recibir el informe y una vez lo conozca tomará decisiones, por ahora no podemos decir mayor cosa; pero con ellos ya tuve esa reunión en donde estuvimos explorando caminos”, dijo Acevedo.
En respuesta a la incertidumbre que rodea al CNMH, el director dijo que están a la espera de que la Universidad Nacional entregue la propuesta, en la que se revisarán los temas jurídico, administrativo, financiero y otros. Eso ocurrirá en el primer semestre de este año. “En este momento, lo que es a futuro no tenemos una claridad de cómo van a ser las cosas”, sostuvo. Sin embargo, añadió, “lo ideal es que se mantengan, más allá de los aparatos, las funciones”.
En su balance, el Archivo de DD. HH. estará listo, junto con el Museo de la Memoria, a mediados de 2022. La Dirección de Acuerdos de la Verdad culmina este año y podría liquidarse, aunque Acevedo tiene una propuesta. “Que ese mecanismo se les aplique también a exguerrilleros de diferentes grupos, desmovilizados por fuera de acuerdos de paz, con el fin de quedar completamente sanos, que puedan declarar sus verdades, como lo hicieron los exparamilitares de base. Estamos hablando de gente ya desmovilizada, incluso ya muchos pagaron condena, pero quieren decir algo, entonces se les plantea. Ahí se puede encontrar una buena mina de información”.
Sobre la investigación que realiza la dirección de Construcción de Memoria, lo que está pendiente es el análisis de la situación de violencia en dos macrorregiones: Montes de María y el Urabá antioqueño. Pero su gran apuesta es la convocatoria que hizo junto con el Ministerio de Ciencia para que universidades del país hicieran investigación financiada por el CNMH. Producto de esa convocatoria, fueron seleccionados 17 proyectos de investigación de universidades de Bogotá, Barranquilla, Bucaramanga, Manizales, Medellín y Pereira, clasificados en tres líneas temáticas (ver infografía). Los resultados de esos proyectos entregarán resultados a mediados de 2022. Según dijo Acevedo, “lo que se piensa es realizar, mientras dure la ley, convocatorias bianuales como esa”.
Una propuesta conciliadora
Álvaro Villarraga estuvo al frente de la dirección de Acuerdos de la Verdad durante la administración anterior. Según su lectura, al haberse cumplido buena parte del mandato original del CNMH, podría continuar existiendo, pero con un nuevo horizonte. El Decreto 588 de 2017, que creó la CEV, estipula la creación de un Comité de Seguimiento y Monitoreo que se debe poner en marcha una vez se haya publicado el informe final con la tarea de verificar la implementación de las recomendaciones que la comisión incluirá en su informe.
“Dentro de esas recomendaciones habrán de prolongarse acciones de memoria, reconocimiento, acompañamiento y esclarecimiento con las víctimas. A futuro, pensando después del informe de la Comisión, puede pensarse que el CNMH coordine su acción, aporte y le sirva mucho a las recomendaciones, que serán un eje de actuación importantísimo a partir de 2022, cuando deje de existir la CEV”, explicó.
Ese comité, según el decreto, estará integrado por representantes de varios sectores de la sociedad, incluyendo organizaciones de víctimas y derechos humanos, y tendrá que elaborar informes periódicos de seguimiento a las recomendaciones, que deberán tener un enfoque territorial, diferencial y de género. Allí el papel del CNMH, dice Villarraga, puede ser fundamental.
Por ahora, la discusión está abierta pero para varias voces la tarea de memoria sigue siendo inacabable. “Cuanto más se escarba en el subsuelo del conflicto, más necesidades de esclarecimiento aparecen. El Acuerdo de Paz creó unas exigencias y unas posibilidades nuevas de verdad: nosotros, como Centro, no teníamos, por ejemplo, el acceso a los perpetradores en su momento. Por más Centro de Memoria Histórica que haya habido, por más Comisión de la Verdad, por más tareas de construcción de memoria de las comunidades, la tarea pareciera cada vez más grande. El reprimido de memoria que hay en el país es demasiado grande. El Centro de Memoria tiene que seguir cumpliendo esa tarea de esclarecimiento y de memoria, que va a dejar inconclusa la CEV por más espectacular que pueda ser el informe, que no va poder ser un informe de cierre, porque no hay un informe de cierre. Acá hay conflicto para rato y tareas de la memoria y la verdad para rato”, concluye Gonzalo Sánchez.
*Nota de la editora: La primera infografía fue com
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