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Cuando Álex Llinás, de 44 años, siente la brisa fresca y alborotada del mar en su rostro, justo antes de sumergirse en la profundidad para hacer sus prácticas de apnea o para practicar windsurf, se le vienen a la cabeza su niñez y su adolescencia de la mano de su padre Alejandro Llinás Suárez, un líder ambientalista, deportista, pero sobre todo el gran maestro y guía de Álex, su único hijo. Él fue quien le enseñó a amar y recorrer los misteriosos caminos del mar Caribe en Barranquilla y en el Parque Tayrona de Santa Marta. Esas playas lo vieron crecer.
De su infancia, Álex recuerda todo. Vivió en Barranquilla, de donde es oriundo, pero también en Medellín, San Andrés y Guarne (Antioquia). En 1994, cuando tenía 16 años, su padre Alejandro se lo llevó a vivir a Estados Unidos en busca de un mejor futuro para él y su hijo. Eran solo ellos dos, porque la madre no pudo responder por él desde sus 2 años. Se mudaron a Carolina del Norte y allí terminó sus estudios luego de haber pasado por 12 colegios distintos.
Pero su pasión siempre estuvo lejos de las convencionales aulas de clase, a pesar de que luego se decidió por estudiar ingeniería mecánica. Lo que siempre lo ha hecho vibrar es el agua. Casi aprendió a nadar al tiempo que a hablar, y el primer deporte que su papá le enseñó fue el windsurf, una disciplina que consiste en desplazarse sobre el agua en una tabla y con una vela. “Ese deporte fue el primer amor de mi vida”, dice y sonríe.
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No lo ha dejado de practicar, de hecho, es el deporte que hace cada vez que quiere conectarse y hablar con su papá. Lo dice como si a ese líder social, ambiental y militante de la Colombia Humana no lo hubieran asesinado a tiros el 23 de abril de 2020 en su finca, en la zona de Guachaca (Sierra Nevada de Santa Marta), luego de que denunciara que en la entrada de los corregimientos Palmor y San Pedro estaban instalados peajes comunitarios cuyos rubros podrían terminar en las arcas paramilitares.
Pero la labor más grande de Alejandro Llinás no era política, sino en defensa del territorio. Era uno de los guardaparques de la Sierra Nevada, una joya ambiental que históricamente ha sido acechada por grupos armados y a donde la paz no llegó por completo. Por ese crimen fue judicializado Adán Romero Pérez, un presunto integrante de las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada y quien aceptó los cargos por homicidio agravado y concierto para delinquir.
Del proceso judicial por ese crimen, Álex prefiere no hablar mucho. Se le corta la voz cada vez que piensa en su papá y reafirma que su amor y respeto por el mar, los deportes acuáticos y por la naturaleza son la más grande herencia y legado que le dejó. “Cuando siento el agua, cuando me pega la brisa en la cara, cuando estoy meditando antes de hacer apnea, cuando siento la naturaleza son los momentos en los que más pienso en él”, dice con la voz bajita y entrecortada. “Éramos él y yo en el mundo”.
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Su vida ha sido más bien la de un nómada: así la describe. Además de Colombia y Estados Unidos ha vivido en Puerto Rico, Bali, Turquía y ahora mismo está en Egipto. Su hogar es “donde caiga la meta”, como él mismo lo dice, pero sobre todo donde esté el mar en el que las aguas profundas le permitan sumergirse hasta por 70 metros en la disciplina de apnea sin aletas, que es su récord personal y ahora récord continental.
Su difícil comienzo en la apnea de alto rendimiento
Álex ha logrado mucho en poco tiempo. Comenzó a practicar este deporte hace apenas una década, a sus 34 años, luego de haber tomado un curso de apnea para pesca submarina. Sus bases, por supuesto, eran la natación, un deporte que lleva en la sangre y que ha practicado en nivel de alto rendimiento desde pequeño. Su primer acercamiento a las profundidades del mar fue como buzo profesional, pero además luego se especializó como buzo de seguridad, que es cuando acompañan las competencias de buceo para garantizar que los participantes logren ascender a la superficie de forma segura. Es como un salvavidas, pero en grandes profundidades.
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Cuando apenas comenzaba en este deporte en la disciplina de apnea sin aletas, vivió uno de los momentos más difíciles de su vida. En 2018 se enfrentó a un linfoma folicular, que es un tipo de cáncer que afecta los ganglios. Estuvo en distintos tratamientos médicos y luego pasó seis meses en quimioterapias. En ese tiempo no pudo volver al agua y muchos de sus proyectos personales se postergaron un tiempo.
Después llegó la pandemia y, luego, el día más difícil de su vida, que es como se refiere al 23 de abril de 2020, cuando asesinaron a su padre. “Todavía me acuerdo de ese día y de todo lo que vino después, y lo siento como si hubiese ocurrido ayer. Fue un año muy difícil en todo sentido, porque fue una enfermedad muy dura, pero además perdí a la persona más importante de mi vida”.
Sus conocimientos han sido casi empíricos. La primera vez que practicó apnea de competencia fue en Bahamas en 2017, y apenas había hecho cuatro entrenamientos previos. Esa vez logró descender 58 metros sin aletas en poco más de dos minutos. “Ahí me di cuenta de que, si empezaba a entrenar con juicio, tenía un potencial enorme en esta disciplina”. Y así ha sido. Ha representado a Colombia en dos competencias mundiales rompiendo récords nacionales en la disciplina de apnea sin aletas, aun sin ser parte de la Federación Colombiana de Actividades Subacuáticas y sin tener patrocinio.
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Álex no recibe apoyos económicos del Gobierno Nacional y tampoco de alguna empresa privada que lo patrocine para ir a sus competencias. Muestra su trabajo en sus redes sociales, en las que aparece como @saltyfreediver. Ahora mismo, los recursos que pone para viajar por el mundo son propios y son producto de ahorros de muchos años y de varios trabajos que ha hecho para grandes productoras de cine en las que ha participado, precisamente, como buzo de seguridad. Su más reciente trabajo lo hizo en 2021, cuando grabó por ocho meses para una producción de Marvel. Compite en las grandes ligas no solo bajo el agua, sino también ante las cámaras de la pantalla grande. “Pero los recursos son limitados y ahora mismo tengo ahorros solo para lo que queda del año, pero si quiero seguir en este camino, tendré que lograr algún patrocinio para seguir compitiendo”, señala.
Su sueño es recorrer el mundo en competencias internacionales. La próxima será en agosto en Roatán (Honduras), en el Campeonato Mundial de Apnea que organiza la Asociación Internacional para el Desarrollo de la Apnea (AIDA) 2022, una de las competencias más importantes del mundo en este deporte y en la que llevará la bandera tricolor. Sin embargo, competirá por su cuenta, ya que es afiliado a AIDA Colombia, pero no tiene apoyo oficial ni patrocinio particular, a diferencia de otros colombianos que sí pertenecen a la Federación Colombiana de Actividades Subacuáticas.
Luego espera llegar a Colombia para vivir y entrenar por un tiempo en la isla de San Andrés, uno de los destinos ideales para los apneístas, junto a la Sierra Nevada de Santa Marta, aunque este último lugar lo descarta de forma tajante. “No quiero volver a Santa Marta ni a Taganga o al Parque Tayrona. No tengo deseos de visitar esa área y creo que nunca volveré a la finca de mi papá donde esa gente lo asesinó a sangre fría. Eso me trastornó para siempre”.