“El posconflicto no ha aterrizado”: Leyner Palacios
El líder del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá (Chocó), este año recibió el Premio Mundial por el Pluralismo, por su trabajo en la lucha por los derechos de las víctimas del conflicto.
Leyner Palacios
“A pesar de la firma del Acuerdo de Paz, hoy nuestra lucha como líderes sociales se sigue desarrollando en territorios donde aún continúa el abandono institucional y persiste el conflicto. Y esas luchas tienen su justificación en la medida en que estas dos situaciones estén ahí latentes y amenazando la vida de las comunidades. Si bien para uno es gratificante que haya el reconocimiento de nuestra labor, a la vez es lamentable que, por el otro lado, haya una arremetida violenta contra la vida de los líderes y defensores de derechos humanos, sobre todo en el Pacífico colombiano. Una situación triste y preocupante, pues estamos hablando de que cada tres o cuatro días se está asesinado a uno o dos de esos líderes o a quienes son autoridades étnico-territoriales.
(Vea el especial de los líderes sociales considerados personajes del año)
La realidad es que el Acuerdo no se tradujo en el fin de la guerra en Chocó, porque aquí tenemos actores que existían antes, como el Eln, pero también han surgido otros, como los llamados grupos sucesores del paramilitarismo. En muchos sitios sigue el confinamiento, los asesinatos, la confrontación armada. La verdad, para la región, el posconflicto no ha aterrizado todavía, así hayan disminuido las acciones violentas en cuanto a la confrontación entre la Fuerza Pública y las Farc. Y es hora de entender que el fin del conflicto tiene que ver con respuesta en temas de materialización de derechos, algo que no ha sido posible a pesar de haber transitado por un pacto de paz.
(Puede leer: “Insistir, persistir y nunca desistir”: Pastora Mira)
A los líderes en las regiones nos toca sortear muchas situaciones complejas, estar expuestos, rezar todos los días para que no nos pase nada malo, sobrevivir con la angustia, manejar los temores y los miedos. Con voluntad se pueden hacer las cosas, pero aquí lo que falta es que se tomen decisiones. Se priorizaron unos municipios —los más afectados por la guerra— y me aterra creer que el Estado no sea capaz de resolver problemas como el de la seguridad. Eso da vergüenza cuando se habla que estamos en un Estado de Derecho.
(Lea: "La herencia de una comunicadora indígena silenciada": Jesús Melenje)
Así nunca vamos a superar la guerra y, ante esa zozobra, son muchos los líderes que están abandonando la lucha. Otros persistimos en seguir trabajando con las comunidades porque creemos que el diálogo es la única salida para este conflicto de más de 50 años y le apostamos a ello porque estamos convencidos de que es la esperanza de una mejor vida para nuestros hijos y para las futuras generaciones. Tengo claro que los habitantes de Bojayá no queremos que hechos como los que se vivieron ese 2 de mayo de 2002 se repitan. Por eso nos aferramos a lo que estamos haciendo para contribuir a una solución real y concreta de la guerra”.
(Le puede interesar: “Perseverar a pesar del dolor”: Socorro Aceros)
“A pesar de la firma del Acuerdo de Paz, hoy nuestra lucha como líderes sociales se sigue desarrollando en territorios donde aún continúa el abandono institucional y persiste el conflicto. Y esas luchas tienen su justificación en la medida en que estas dos situaciones estén ahí latentes y amenazando la vida de las comunidades. Si bien para uno es gratificante que haya el reconocimiento de nuestra labor, a la vez es lamentable que, por el otro lado, haya una arremetida violenta contra la vida de los líderes y defensores de derechos humanos, sobre todo en el Pacífico colombiano. Una situación triste y preocupante, pues estamos hablando de que cada tres o cuatro días se está asesinado a uno o dos de esos líderes o a quienes son autoridades étnico-territoriales.
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