El problema del esclarecimiento de la verdad
La tarea orientada al esclarecimiento de la verdad se ha convertido en un propósito de un alto sentido humanitario en pro de la cohesión social. Sin embargo, las acciones desplegadas para la búsqueda y la consolidación de la verdad se enfrentan a dificultades debido a intereses y contradicciones de diverso orden, ya sea de personas o de grupos. Y, claro, no dejan de surgir justificaciones sin razón.
Francisco Caraballo**
Existe una mezcla de verdades, confusiones y mentiras en la valoración de los diferentes conflictos y de los acuerdos firmados. Los acuerdos de paz han sido deficitarios en cuanto a los “acuerdos” y negativos sobre la “paz”. En realidad han obedecido a maniobras unilaterales, han sido sobre todo arreglos convenientes entre élites, con intereses repartidos entre las partes, dejando al margen amplios sectores sociales interesados en cambios justos para sus condiciones políticas, sociales, económicas, de respeto a su vida y a su dignidad.
El contenido de la verdad, por su parte, ha sido devaluado a tal grado, que a menudo se confunde con la mentira, por encima de la razón y de la ética.
Lea también: Colombia, entre el miedo y la esperanza
Es evidente que existen contradictores abiertos y encubiertos de la verdad, que por cierto coinciden con los que se oponen a la paz con justicia social, o sea, la paz verdadera. Vale mencionar la idea de míster Donald Trump sobre las “verdades alternativas” o la del senador José Obdulio Gaviria, según la cual “la mentira es una virtud”.
A la par de vicios culturales, de perversiones políticas o de intereses torcidos, algunos creen que la verdad se puede construir con mentiras maquilladas o con relatos acomodaticios. Por eso no pueden comprender que los llamados procesos de paz y sus resultados concretos se miden con fracasos. Y, conociendo esa historia, al margen de la verdad, insisten en repetirla.
Se habla de la firma del acuerdo de paz cuando no es cierto que la paz se firme, se firma un acuerdo de tregua o una amnistía, pero la paz hay que construirla, y para ello hay que afianzarla en la sociedad.
Un repaso a la historia reciente de Colombia demuestra que el conflicto armado, en sus distintas formas, se ha convertido en un negocio extraordinario, muy lucrativo, por cierto, en especial para las castas dominantes. Por eso, entre otras razones, la paz se ha convertido para estas en una promesa vacía o en un señuelo para cazar incautos.
Le recomendamos: La búsqueda constante de la verdad
El esclarecimiento y la consolidación de la verdad, en las condiciones de una situación de violencia persistente, no deben ser unilaterales; no debe llenarse con una cantidad de relatos dispersos sino adicionales, con algún grado de calidad política; no debe limitarse a los relatos de excombatientes, sino ampliar la participación social y los aportes de personas calificadas en temas relativos a la paz.
* Exdirigente y fundador del Epl. En los años sesenta militó en el movimiento MRL y el PCC, y conformó el PCC-ML. Fue negociador del EPL durante los Diálogos de Tlaxcala, en México, que se dieron entre la administración del presidente César Gaviria y las guerrillas participantes en la Coordinadora Guerrillera. Asumió como comandante del grupo disidente del Epl tras la desmovilización del 80 % del grupo.
*Este texto es producto de “Reflexiones sobre la verdad”, una alianza de Colombia2020 con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición.
Existe una mezcla de verdades, confusiones y mentiras en la valoración de los diferentes conflictos y de los acuerdos firmados. Los acuerdos de paz han sido deficitarios en cuanto a los “acuerdos” y negativos sobre la “paz”. En realidad han obedecido a maniobras unilaterales, han sido sobre todo arreglos convenientes entre élites, con intereses repartidos entre las partes, dejando al margen amplios sectores sociales interesados en cambios justos para sus condiciones políticas, sociales, económicas, de respeto a su vida y a su dignidad.
El contenido de la verdad, por su parte, ha sido devaluado a tal grado, que a menudo se confunde con la mentira, por encima de la razón y de la ética.
Lea también: Colombia, entre el miedo y la esperanza
Es evidente que existen contradictores abiertos y encubiertos de la verdad, que por cierto coinciden con los que se oponen a la paz con justicia social, o sea, la paz verdadera. Vale mencionar la idea de míster Donald Trump sobre las “verdades alternativas” o la del senador José Obdulio Gaviria, según la cual “la mentira es una virtud”.
A la par de vicios culturales, de perversiones políticas o de intereses torcidos, algunos creen que la verdad se puede construir con mentiras maquilladas o con relatos acomodaticios. Por eso no pueden comprender que los llamados procesos de paz y sus resultados concretos se miden con fracasos. Y, conociendo esa historia, al margen de la verdad, insisten en repetirla.
Se habla de la firma del acuerdo de paz cuando no es cierto que la paz se firme, se firma un acuerdo de tregua o una amnistía, pero la paz hay que construirla, y para ello hay que afianzarla en la sociedad.
Un repaso a la historia reciente de Colombia demuestra que el conflicto armado, en sus distintas formas, se ha convertido en un negocio extraordinario, muy lucrativo, por cierto, en especial para las castas dominantes. Por eso, entre otras razones, la paz se ha convertido para estas en una promesa vacía o en un señuelo para cazar incautos.
Le recomendamos: La búsqueda constante de la verdad
El esclarecimiento y la consolidación de la verdad, en las condiciones de una situación de violencia persistente, no deben ser unilaterales; no debe llenarse con una cantidad de relatos dispersos sino adicionales, con algún grado de calidad política; no debe limitarse a los relatos de excombatientes, sino ampliar la participación social y los aportes de personas calificadas en temas relativos a la paz.
* Exdirigente y fundador del Epl. En los años sesenta militó en el movimiento MRL y el PCC, y conformó el PCC-ML. Fue negociador del EPL durante los Diálogos de Tlaxcala, en México, que se dieron entre la administración del presidente César Gaviria y las guerrillas participantes en la Coordinadora Guerrillera. Asumió como comandante del grupo disidente del Epl tras la desmovilización del 80 % del grupo.
*Este texto es producto de “Reflexiones sobre la verdad”, una alianza de Colombia2020 con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición.