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                                                                                                                                El restaurante que busca salvar el Amazonas

                                                                                                                                Con sabores y saberes ancestrales, el chef Juan Santiago Gallego busca visibilizar una región olvidada. 

                                                                                                                                Paulina Tejada Tirado / @PauliTejadaT

                                                                                                                                Juan Santiago Gallego y Antonio Bolívar, protagonista de "El abrazo de la serpiente". /Archivo particular
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                                                                                                                                El Amazonas. Verde, imponente, en peligro, húmedo, relegado. El sueño de Juan Santiago Gallego. Su tema preferido en los libros y documentales que devoraba como loco cuando era niño, su destino predilecto y su sentido de vida, luego de descubrir que a través de la gastronomía podía hablar de él. Y por él.

                                                                                                                                Hace ocho años llegó a la selva como un explorador. Se enamoró de ella y nunca dejó de volver. Descubrió su sazón, sus ingredientes mágicos, pero también fue testigo de su deforestación, del tráfico de su fauna, de la contaminación de sus aguas y de la peste del olvido que invade a sus habitantes. Entonces se puso el uniforme de cocinero y, con todo un arsenal de recetas milenarias, se fue a la lucha por visibilizar y proteger a la región amazónica. Con comida.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Aprendió, entonces, a combatir las sequías y los inviernos de la región, después de darse cuenta de que la disponibilidad de los frutos, tubérculos y plantas durante el año es tan indomable como la jungla misma. Reconoció con humildad que las comunidades indígenas tenían que ser sus principales aliadas y proveedoras imprescindibles, sus amigas y únicas maestras. También entendió que ellas no conocían el afán ni un ritmo de vida distinto a la calma, luego de haberles hecho grandes pedidos y recibir despreocupadas sonrisas en lugar de productos. Estuvo al borde de la quiebra dos veces, algo usual en un planeta donde lo más cómodo es hacer y comer hamburguesas. Y, a pesar de todo lo que implicó querer traer la selva a la ciudad en un platillo, su desafío más grande estuvo, precisamente, entre edificios, calles, trajes y gustos homogéneos, cocacolizados. Para Gallego, lo más difícil fue encontrar bocas y mentes abiertas a probar el Amazonas.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Puede leer: El Amazonas, “sujeto de derechos”, agoniza

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Juan Santiago Gallego y Antonio Bolívar, protagonista de "El abrazo de la serpiente". /Archivo particular
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El Amazonas. Verde, imponente, en peligro, húmedo, relegado. El sueño de Juan Santiago Gallego. Su tema preferido en los libros y documentales que devoraba como loco cuando era niño, su destino predilecto y su sentido de vida, luego de descubrir que a través de la gastronomía podía hablar de él. Y por él.

                                                                                                                                Hace ocho años llegó a la selva como un explorador. Se enamoró de ella y nunca dejó de volver. Descubrió su sazón, sus ingredientes mágicos, pero también fue testigo de su deforestación, del tráfico de su fauna, de la contaminación de sus aguas y de la peste del olvido que invade a sus habitantes. Entonces se puso el uniforme de cocinero y, con todo un arsenal de recetas milenarias, se fue a la lucha por visibilizar y proteger a la región amazónica. Con comida.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Aprendió, entonces, a combatir las sequías y los inviernos de la región, después de darse cuenta de que la disponibilidad de los frutos, tubérculos y plantas durante el año es tan indomable como la jungla misma. Reconoció con humildad que las comunidades indígenas tenían que ser sus principales aliadas y proveedoras imprescindibles, sus amigas y únicas maestras. También entendió que ellas no conocían el afán ni un ritmo de vida distinto a la calma, luego de haberles hecho grandes pedidos y recibir despreocupadas sonrisas en lugar de productos. Estuvo al borde de la quiebra dos veces, algo usual en un planeta donde lo más cómodo es hacer y comer hamburguesas. Y, a pesar de todo lo que implicó querer traer la selva a la ciudad en un platillo, su desafío más grande estuvo, precisamente, entre edificios, calles, trajes y gustos homogéneos, cocacolizados. Para Gallego, lo más difícil fue encontrar bocas y mentes abiertas a probar el Amazonas.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Por Paulina Tejada Tirado / @PauliTejadaT

                                                                                                                                Temas recomendados:

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