Empatía radical: escuchar y entender al otro
Una metodología que busca encontrar la capacidad de escucha en cada colombiano.
Beatriz Valdés Correa @beatrijelena
Dialogar para escuchar y entender las razones del otro es el primer paso para la empatía, es decir, para luego participar afectivamente de otros sentimientos o de otra realidad. La empatía por sí misma es radical, dice Laurie Mulvey, Doctora en sociología e impulsora de la metodología que han llamado Empatía radical.
En el marco de los 40 años de la Universidad ECCI se presentó esta iniciativa que busca poner a dialogar a los colombianos en el proceso hacia el posconflicto. Sam Richards y Laurie Mulvey han implementado su herramienta en más de 20 países y, aunque dicen que no es la solución a los conflictos, ayuda a tener una mirada distinta del otro.
En el conflicto colombiano no basta con una sola mirada, la empatía radical empieza por pensar todas las miradas como parte de un todo. “Es tu mirada, más la mía, más la de él, y todas conforman las caras de una misma pieza, en este caso de un mismo conflicto. Por eso hay que comprender lo que el otro piensa y siente, y por qué hace lo que hace”. Esto no significa estar de acuerdo, advierte Mulvey, simplemente es entender que el otro tiene una visión que debe ser escuchada por su calidad de ser humano igual en derechos.
Mulvey identifica otro problema en el diálogo: realmente no escuchamos al otro para entender qué piensa o siente, sino para tomar lo que nos sirve y poder mantener nuestro punto. “Si yo pienso que el otro es mi enemigo, entonces toda mi vida va a girar en torno a él. Pero si digo “él no es mi enemigo, debo entender qué pasó”, algo cambia. Creo que esto es genial, pero es un poco impropio de los humanos cambiar fácilmente la forma en que vemos las cosas”.
No es imposible el cambio, pero depende de las situaciones. Si se piensa en el diálogo en medio de proyectos de reconciliación es menos difícil que empezando de cero, pues ya hay en medio una voluntad para avanzar. También aclara que el proceso de empatía es un poco más sencillo si se logra ponerle rostro humano al perpetrador, en vez de conversar con alguien que representa un grupo: “si el victimario es capaz de aceptar sus crímenes, sus acciones, es menos difícil.”, dice Mulvey.
La metodología de Colombia se escucha, como se llama la iniciativa en el país, funciona precisamente evitando representar algo. Se trata de reuniones en las que se invita a cabezas de organizaciones, empresas e iniciativas, pero una vez se ingresa al salón, únicamente se identifican con sus nombres, sin apellidos. La cuestión es dialogar sobre temas que pueden resultar polémicos si afectan la comodidad o la vida como la llevan. De este diálogo pueden resultar posiciones políticamente incorrectas, pero que vale la pena escuchar y entender; esto a la par que el otro es capaz de escucharte.
Dialogar para escuchar y entender las razones del otro es el primer paso para la empatía, es decir, para luego participar afectivamente de otros sentimientos o de otra realidad. La empatía por sí misma es radical, dice Laurie Mulvey, Doctora en sociología e impulsora de la metodología que han llamado Empatía radical.
En el marco de los 40 años de la Universidad ECCI se presentó esta iniciativa que busca poner a dialogar a los colombianos en el proceso hacia el posconflicto. Sam Richards y Laurie Mulvey han implementado su herramienta en más de 20 países y, aunque dicen que no es la solución a los conflictos, ayuda a tener una mirada distinta del otro.
En el conflicto colombiano no basta con una sola mirada, la empatía radical empieza por pensar todas las miradas como parte de un todo. “Es tu mirada, más la mía, más la de él, y todas conforman las caras de una misma pieza, en este caso de un mismo conflicto. Por eso hay que comprender lo que el otro piensa y siente, y por qué hace lo que hace”. Esto no significa estar de acuerdo, advierte Mulvey, simplemente es entender que el otro tiene una visión que debe ser escuchada por su calidad de ser humano igual en derechos.
Mulvey identifica otro problema en el diálogo: realmente no escuchamos al otro para entender qué piensa o siente, sino para tomar lo que nos sirve y poder mantener nuestro punto. “Si yo pienso que el otro es mi enemigo, entonces toda mi vida va a girar en torno a él. Pero si digo “él no es mi enemigo, debo entender qué pasó”, algo cambia. Creo que esto es genial, pero es un poco impropio de los humanos cambiar fácilmente la forma en que vemos las cosas”.
No es imposible el cambio, pero depende de las situaciones. Si se piensa en el diálogo en medio de proyectos de reconciliación es menos difícil que empezando de cero, pues ya hay en medio una voluntad para avanzar. También aclara que el proceso de empatía es un poco más sencillo si se logra ponerle rostro humano al perpetrador, en vez de conversar con alguien que representa un grupo: “si el victimario es capaz de aceptar sus crímenes, sus acciones, es menos difícil.”, dice Mulvey.
La metodología de Colombia se escucha, como se llama la iniciativa en el país, funciona precisamente evitando representar algo. Se trata de reuniones en las que se invita a cabezas de organizaciones, empresas e iniciativas, pero una vez se ingresa al salón, únicamente se identifican con sus nombres, sin apellidos. La cuestión es dialogar sobre temas que pueden resultar polémicos si afectan la comodidad o la vida como la llevan. De este diálogo pueden resultar posiciones políticamente incorrectas, pero que vale la pena escuchar y entender; esto a la par que el otro es capaz de escucharte.