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Este martes se inició en Bogotá el encuentro entre reincoroporados de países como El Salvador, Guatemala, Senegal e Indonesia y Colombia para hablar sobre los aciertos y desafíos en materia de: reincorporación política -con componentes de seguridad, participación y articulación institucional-; reincorporación económica -acceso a tierras, vivienda y proyectos productivos-; y reincorporación social -salud, educación y cultura-.
En el evento estarán presentes los exguerrilleros salvadoreños del extinto Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), Antonio Juan Javier Martínez (hoy en el Instituto de Veteranos de su país) y María Vicenta Montano (lideresa de la comunidad San Carlos Lempa). Por el lado guatemalteco, se destaca la presencia de los excombatientes de la URNG, Miguel Ángel Sandoval (negociador de paz y excandidato presidencial) y Adrián Zapata (antiguo miembro del Comité Ejecutivo Nacional del partido URNG).
El encuentro empezó el domingo pasado en el antiguo espacio de reincorporación -ETCR- Tierra Grata (en el departamento de Cesar), para intercambiar lo que fue, es y será (en el caso colombiano) una transición completa. Allí recorrerieron el espacio de reincorporación y comenzaron sus primeros diálogos. Este encuentro está organizado por la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Embajada de Noruega y el Consejo Nacional de Reincorporación.
Panel de apertura y lecciones aprendidas
El papel de la mujer rural desmovilizada en los procesos de participación, el cómo se tiene que distribuir la tierra en Colombia después de la guerra y de qué manera se debe garantizar la seguridad alimentaria de quienes suscribieron el Acuerdo de Paz hace casi seis años con el Estado colombiano, son tres elementos que parecen básicos en el papel para entender los esfuerzos de reincorporación de los antiguos combatientes de las Farc. En la práctica, muchas veces estos temas se desestiman y generan estigmatización y formas de violencia contra esta población.
Con sus palabras, este contexto lo describió Pastor Alape, excomandante del Bloque Magdalena Medio de las Farc y líder del Consejo Nacional de Reincorporación (CNR). De acuerdo con él, persisten deudas hacia los firmantes de paz frente a seguridad alimentaria plena y hay indicadores en materia de género que preocupan. “Los liderazgos de las mujeres firmantes han sufrido un impacto muy grande porque no se han implementado las acciones de enfoque de género, porque la mayoría han quedado en labores de cuidado”, agregó.
Esta visión también fue compartida por el gobierno, en representación de Gloria Cuartas, directora de la Unidad de Implementación del Acuerdo de Paz, quien fue reiterativa en que la Reforma Rural Integral, a pesar de ser el corazón de buena parte de lo pactado en La Habana y que hay que avanzar en otros indicadores para que los procesos de reincorporación sean más fluidos que en los últimos cuatro años.
“Claro que necesitamos asignar tierra productiva, pero también debemos focalizar el debate sobre temas de vivienda. De nada sirve hablar sobre entrega de terrenos sin pensar en el lugar en el que nuestra población rural, por supuesto incluyendo excombatientes, tendrán un techo. El papel de la mujer es protagónico, entonces acelerar políticas de género también es urgente para revisar esas políticas.”, sostuvo.
De esta manera se iba instalando el panel “El futuro de la reincorporación en Colombia: balances y desafíos”, donde las experiencias adquiridas en el espacio territorial de Tierra Grata (Cesar) se iban aterrizando en casos más concretos.
Algunas recomendaciones internacionales
“Señor Pastor (Alape), señor Rodrigo (Londoño): no abandonen a los exguerrilleros. En El Salvador vimos cómo el ejercicio político de nuestro partido nos consumió y acabó como colectivo”. A lo largo de todo este encuentro internacional, Antonio Amaya -antiguo combatiente del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional- fue una de las personas que más experiencias compartió con los exguerrilleros colombianos.
En Tierra Grata dio frases sobre confianza y unión que por poco replica al pie de la letra en el encuentro en Bogotá: “Es sencillo apoyar la paz y las iniciativas de no violencia cuando están de moda. En muchos departamentos ganamos elecciones de todo tipo, incluso la presidencia. En El Salvador los primeros seis o siete años fueron de respaldo total dentro y fuera del país, pero todo lo borramos de a poco, nos olvidaron y nos olvidamos de nosotros mismos. Esto no es un recetario, pero insistan en seguir adelante”, comentó el exguerrillero.
Una comitiva guatemalteca, encabezada por Elena, una reincorporada de la URNG en 1996, también dio una serie de aprendizajes para replicar en Colombia, sin olvidar la centralidad de las víctimas.
Elena comenzó pidiendo un minuto de aplausos para quienes sufrieron los horrores más grandes en el conflicto de su país y en todos los demás. Promovió el valor de pedir perdón y de tener una voluntad genuina de no repetición. “Muchas madres, hijos, familias enteras y poblaciones sufrieron lo insufrible, como exguerrilleros tenemos el deber de reparar, pero también de estar atentos de ser involucrados en una vida civil en la que estemos bien, contentos y sin más temores”, agregó.
En la instalación de este panel hubo otro paradigma por resolver que dejará preguntas abiertas para otros foros: ¿los exguerrilleros merecen un estatus de veteranos de guerra? Los firmantes de paz salvadoreños crearon una asociación para ese fin hace cuatro años, insistiendo en que era injusto que a los militares se les pudiera llamar veteranos y a ellos no.
“En la guerra sufrimos todos, en la vida civil planteamos nuevas posibilidades, pero clave estar siempre allí desde la igualdad”, comentó Alba Marisol Galindo, excombatiente de la FMLN.