Salud mental, indispensable para la paz en Colombia
En el país, menos del 50 % de las víctimas del conflicto armado que padecen un trastorno mental solicitan apoyos psicosociales. La falta de recursos, la desconfianza y el desconocimiento son algunas de sus causas.
“Si nosotros no tenemos salud mental, no tenemos paz, convivencia, nada bueno en nuestras vidas. Esa es la base principal para poder vivir y gozar de nuestras vidas, porque el conflicto armado nos dejó una huella imborrable”, así de contundente fue Pedro Rodríguez, gaitero y líder del corregimiento Las Mercedes de San Jacinto (Bolívar), durante su intervención en el evento “Salud mental y bienestar social: herramientas para la paz en Colombia”, organizado por Colombia+20 de El Espectador, la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) y Usaid en Bogotá.
En Colombia se registran más de 9 millones de víctimas del conflicto armado y menos del 50% de las personas que padecen un trastorno mental como consecuencia de alguna afectación en el marco del conflicto, solicitan atención o apoyo psicológico, según el Instituto Nacional de Salud (INS).
El INS también registró que los trastornos de ansiedad, los sentimientos de angustia, depresión e infelicidad, los trastornos neuróticos y relacionados con el estrés, son algunos de los más presentes en población que ha vivido un evento traumático relacionado con el conflicto armado.
Le recomendamos: Suicidio y uso excesivo de sustancias: impacto en la salud mental de las víctimas.
Muchas de las víctimas no acceden a servicios psicosociales por desconocimiento a cómo acceder a ellos, a la desconfianza del tratamiento a seguir y porque muchas de las víctimas están alejadas de los centros urbanos, dificultando los desplazamientos hasta allá por tiempo y dinero. Sin embargo, el Ministerio de Salud reportó que entre los años 2018 y 2022, un poco más de un millón de víctimas recibieron atención psicosocial como una medida de reparación.
Aún quedan muchos retos para llegar de forma integral a solventar estas necesidades y hablar de salud mental, en especial, en las zonas rurales donde los accesos son reducidos. Para poner el tema sobre la mesa y brindar herramientas a las instituciones y víctimas para atención, este martes se realizó el encuentro nacional Salud mental y bienestar social: herramientas para la paz en Colombia.
Reviva la transmisión en vivo del evento aquí:
“La paz debe tener a las víctimas en su centro y nuestro programa ‘Hilando vidas y esperanza’, las tiene en su corazón. Buscamos su bienestar de forma integral, su empoderamiento económico y el servicio psicosocial. Además, de promover una cultura de paz donde sea posible convivir en la diferencia”, mencionó Camila Gómez, Consejera Principal de USAID en Colombia en la apertura del evento.
Por su parte, Salvador Gutiérrez, director de programas de paz OIM, resaltó las vulneraciones en la salud mental y psicosocial que se afianzaron tras la pandemia por el nuevo coronavirus. “Vivimos en un contexto de post-pandemia por Covid-19, en un contexto en el que vemos un aumento de la desigualdades social, de impactos muy significativos relacionados con el género, sabemos de mujeres que han tenido que dejar sus trabajos y todo ello la situación de vulnerabilidad de las personas y la salud mental y psicosocial. Las organizaciones debemos actuar”, señaló Gutiérrez.
Con la intervención musical del grupo de gaitas femenino Flor de Cerezo, ganadoras del Festival de Gaitas de San Jacinto 2022, de Las Mercedes, San Jacinto, se introdujo la conversación sobre “Cultura, tradición y salud mental”.
En el evento también habló Abir Aldhalimi, asesora Senior en Desarrollo Inclusivo-USAID, explica la importancia de plantear programas en atención psicosocial que tengan en cuenta las tradiciones y las prácticas culturales de cada una de las comunidades.
¿Por qué es importante hablar de salud mental?
“No se concibe la paz en el territorio, sino se concibe el tema de salud mental”, señaló Gerardo Montenegro, director ejecutivo del Comité de Cafeteros del Cauca, para iniciar la discusión sobre la importancia de hablar de este tema y llevarlo a los territorios. A este llamado, se sumó Pedro Rodríguez, gaitero y líder del corregimiento Las Mercedes de San Jacinto (Bolívar). “El conflicto armado nos dejó una huella imborrable”, narró con la voz quebrada.
“A nosotros se nos afectó la tradición de los gaiteros por cuenta del conflicto armado. Se nos estancó la esperanza de seguir adelante, el futuro que queríamos encontrar en la cultura. Yo tengo dos hermanos ganadores de Grammy Latino, pero si mi hermano no hubiera tenido sus cultivos, no hubiera podido sobrevivir a costa de la música de gaita porque eso se estancó por el conflicto. Nadie buscaba un grupo para que se ganara un peso ni a nivel regional ni nacional. Eso tuvo un impacto que yo no quisiera que sucediera de nuevo. Nosotros amamos mucho esa cultura porque nos ha dado algo que ni nosotros mismos alcanzamos a entender. Nuestra comunidad necesita un acompañamiento en esa parte”, agregó el líder.
Claudia Tovar, del Colegio Colombiano de Psicólogos, afirmó que la salud mental es un tema que nos afecta y compete como país, que a pesar de ocurrir principalmente en las áreas rurales, hay que prestarle atención porque debilita más áreas a nivel social. “Uno de los efectos de la guerra que han sido sumamente complicados ha sido la reducción y el miedo a ser activos en nuestras comunidades, de hecho, hay un patrón de persecución al liderazgo social. Las personas se aíslan unas de otras, generamos profundas desconfianzas y afectamos la posibilidad de empujar a nuestro país hacia lo que llaman ‘el desarrollo’”, enfatizó Tovar.
Lea también: La guía del CICR para acompañar a familiares que buscan a sus desaparecidos.
En la discusión, Tovar rescató la importancia de integrar los elementos culturales de las comunidades víctimas del conflicto armado en el abordaje de la salud mental, para trabajarlo de forma integral. “La salud mental y el apoyo psicosocial pasa también por entender los procesos de las culturas y comunidades, cómo celebran las transiciones de la vida, la muerte, los matrimonios. No se puede desligar eso”, señaló la integrante del Colegio Colombiano de Psicólogos.
Hacia el final del panel, Montenegro señaló la importancia del perdón como un camino para la paz y sanar las heridas del pasado. “Nunca se podrá olvidar a las personas que sufrieron desaparición forzosa, que fueron asesinadas, pero si nos detenemos a mirar atrás, lo que hacemos es anclarnos al pasado, generar muchos más resentimientos y debe llegar un límite para poder ver con esperanza el futuro”, comentó Montenegro.
¿Cuáles son los retos en salud mental?
La falta de voluntad política, la desfinanciación y el difícil acceso de las comunidades a las herramientas psicosociales son parte de los retos en los que se debe trabajar de forma articulada entre las instituciones estatales, las organizaciones sociales, el sector salud y las víctimas. Para ello se deben seguir sumando esfuerzos para “cuidar la salud mental”, como lo comentó Gómez.
La vocera del Colegio Colombiano de Psicólogos Claudia Tovar hizo un llamado a que realmente exista voluntad política y se den apoyos económicos no solo a los programas de apoyo psicosocial, sino también a los profesionales de estas áreas que trabajan en los territorios. “Muchas veces las personas pueden conocer la ruta, pero no van a acceder jamás si tienen que desplazarse dos horas y pagarlo. Además, hay una sistemática desfinanciación, un abandono absoluto de los profesionales que están subcontratados, y esta precarización hace que los profesionales que acompañan a las víctimas no sean los más experimentados, porque tampoco reciben capacitación”.
Por su parte, la subdirectora de enfermedades no transmisibles del Ministerio de Salud enfatizó en que no se debe realizar un apoyo exclusivamente, sino también psicosocial, que se acomode a las necesidades de las comunidades, como el programa “Hilando vidas y esperanza”. Las nociones de bienestar y felicidad no siempre encajarán en las establecidas por la institucionalidad. Según Gerardo Montenegro, para un hombre campesino del Cauca las claves para vivir feliz son: “Comer bien, dormir bien y tener a alguien por quién vivir”.
El programa que busca mejorar la calidad de vida de las víctimas
El programa “Hilando vidas y esperanza”, de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), implementado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), busca mejorar la salud mental y calidad de vida de los sobrevivientes del conflicto armado y de las comunidades afectadas por la violencia. Esto a través de acciones enfocadas a ampliar el acceso a los servicios de atención psicosocial, promover la autonomía económica con el fortalecimiento de iniciativas productivas y potenciar las habilidades comunicativas para construir una cultura de paz.
Desde 2021, este programa está trabajando en 15 municipios que son parte de las zonas donde se desarrollan los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET).Las regiones que integran son Montes de María (Sucre y Bolívar), Bajo Cauca y nordeste antioqueño, y Pacífico Medio, Alto Patía y norte del Cauca (Valle del Cauca y Cauca).
“Si nosotros no tenemos salud mental, no tenemos paz, convivencia, nada bueno en nuestras vidas. Esa es la base principal para poder vivir y gozar de nuestras vidas, porque el conflicto armado nos dejó una huella imborrable”, así de contundente fue Pedro Rodríguez, gaitero y líder del corregimiento Las Mercedes de San Jacinto (Bolívar), durante su intervención en el evento “Salud mental y bienestar social: herramientas para la paz en Colombia”, organizado por Colombia+20 de El Espectador, la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) y Usaid en Bogotá.
En Colombia se registran más de 9 millones de víctimas del conflicto armado y menos del 50% de las personas que padecen un trastorno mental como consecuencia de alguna afectación en el marco del conflicto, solicitan atención o apoyo psicológico, según el Instituto Nacional de Salud (INS).
El INS también registró que los trastornos de ansiedad, los sentimientos de angustia, depresión e infelicidad, los trastornos neuróticos y relacionados con el estrés, son algunos de los más presentes en población que ha vivido un evento traumático relacionado con el conflicto armado.
Le recomendamos: Suicidio y uso excesivo de sustancias: impacto en la salud mental de las víctimas.
Muchas de las víctimas no acceden a servicios psicosociales por desconocimiento a cómo acceder a ellos, a la desconfianza del tratamiento a seguir y porque muchas de las víctimas están alejadas de los centros urbanos, dificultando los desplazamientos hasta allá por tiempo y dinero. Sin embargo, el Ministerio de Salud reportó que entre los años 2018 y 2022, un poco más de un millón de víctimas recibieron atención psicosocial como una medida de reparación.
Aún quedan muchos retos para llegar de forma integral a solventar estas necesidades y hablar de salud mental, en especial, en las zonas rurales donde los accesos son reducidos. Para poner el tema sobre la mesa y brindar herramientas a las instituciones y víctimas para atención, este martes se realizó el encuentro nacional Salud mental y bienestar social: herramientas para la paz en Colombia.
Reviva la transmisión en vivo del evento aquí:
“La paz debe tener a las víctimas en su centro y nuestro programa ‘Hilando vidas y esperanza’, las tiene en su corazón. Buscamos su bienestar de forma integral, su empoderamiento económico y el servicio psicosocial. Además, de promover una cultura de paz donde sea posible convivir en la diferencia”, mencionó Camila Gómez, Consejera Principal de USAID en Colombia en la apertura del evento.
Por su parte, Salvador Gutiérrez, director de programas de paz OIM, resaltó las vulneraciones en la salud mental y psicosocial que se afianzaron tras la pandemia por el nuevo coronavirus. “Vivimos en un contexto de post-pandemia por Covid-19, en un contexto en el que vemos un aumento de la desigualdades social, de impactos muy significativos relacionados con el género, sabemos de mujeres que han tenido que dejar sus trabajos y todo ello la situación de vulnerabilidad de las personas y la salud mental y psicosocial. Las organizaciones debemos actuar”, señaló Gutiérrez.
Con la intervención musical del grupo de gaitas femenino Flor de Cerezo, ganadoras del Festival de Gaitas de San Jacinto 2022, de Las Mercedes, San Jacinto, se introdujo la conversación sobre “Cultura, tradición y salud mental”.
En el evento también habló Abir Aldhalimi, asesora Senior en Desarrollo Inclusivo-USAID, explica la importancia de plantear programas en atención psicosocial que tengan en cuenta las tradiciones y las prácticas culturales de cada una de las comunidades.
¿Por qué es importante hablar de salud mental?
“No se concibe la paz en el territorio, sino se concibe el tema de salud mental”, señaló Gerardo Montenegro, director ejecutivo del Comité de Cafeteros del Cauca, para iniciar la discusión sobre la importancia de hablar de este tema y llevarlo a los territorios. A este llamado, se sumó Pedro Rodríguez, gaitero y líder del corregimiento Las Mercedes de San Jacinto (Bolívar). “El conflicto armado nos dejó una huella imborrable”, narró con la voz quebrada.
“A nosotros se nos afectó la tradición de los gaiteros por cuenta del conflicto armado. Se nos estancó la esperanza de seguir adelante, el futuro que queríamos encontrar en la cultura. Yo tengo dos hermanos ganadores de Grammy Latino, pero si mi hermano no hubiera tenido sus cultivos, no hubiera podido sobrevivir a costa de la música de gaita porque eso se estancó por el conflicto. Nadie buscaba un grupo para que se ganara un peso ni a nivel regional ni nacional. Eso tuvo un impacto que yo no quisiera que sucediera de nuevo. Nosotros amamos mucho esa cultura porque nos ha dado algo que ni nosotros mismos alcanzamos a entender. Nuestra comunidad necesita un acompañamiento en esa parte”, agregó el líder.
Claudia Tovar, del Colegio Colombiano de Psicólogos, afirmó que la salud mental es un tema que nos afecta y compete como país, que a pesar de ocurrir principalmente en las áreas rurales, hay que prestarle atención porque debilita más áreas a nivel social. “Uno de los efectos de la guerra que han sido sumamente complicados ha sido la reducción y el miedo a ser activos en nuestras comunidades, de hecho, hay un patrón de persecución al liderazgo social. Las personas se aíslan unas de otras, generamos profundas desconfianzas y afectamos la posibilidad de empujar a nuestro país hacia lo que llaman ‘el desarrollo’”, enfatizó Tovar.
Lea también: La guía del CICR para acompañar a familiares que buscan a sus desaparecidos.
En la discusión, Tovar rescató la importancia de integrar los elementos culturales de las comunidades víctimas del conflicto armado en el abordaje de la salud mental, para trabajarlo de forma integral. “La salud mental y el apoyo psicosocial pasa también por entender los procesos de las culturas y comunidades, cómo celebran las transiciones de la vida, la muerte, los matrimonios. No se puede desligar eso”, señaló la integrante del Colegio Colombiano de Psicólogos.
Hacia el final del panel, Montenegro señaló la importancia del perdón como un camino para la paz y sanar las heridas del pasado. “Nunca se podrá olvidar a las personas que sufrieron desaparición forzosa, que fueron asesinadas, pero si nos detenemos a mirar atrás, lo que hacemos es anclarnos al pasado, generar muchos más resentimientos y debe llegar un límite para poder ver con esperanza el futuro”, comentó Montenegro.
¿Cuáles son los retos en salud mental?
La falta de voluntad política, la desfinanciación y el difícil acceso de las comunidades a las herramientas psicosociales son parte de los retos en los que se debe trabajar de forma articulada entre las instituciones estatales, las organizaciones sociales, el sector salud y las víctimas. Para ello se deben seguir sumando esfuerzos para “cuidar la salud mental”, como lo comentó Gómez.
La vocera del Colegio Colombiano de Psicólogos Claudia Tovar hizo un llamado a que realmente exista voluntad política y se den apoyos económicos no solo a los programas de apoyo psicosocial, sino también a los profesionales de estas áreas que trabajan en los territorios. “Muchas veces las personas pueden conocer la ruta, pero no van a acceder jamás si tienen que desplazarse dos horas y pagarlo. Además, hay una sistemática desfinanciación, un abandono absoluto de los profesionales que están subcontratados, y esta precarización hace que los profesionales que acompañan a las víctimas no sean los más experimentados, porque tampoco reciben capacitación”.
Por su parte, la subdirectora de enfermedades no transmisibles del Ministerio de Salud enfatizó en que no se debe realizar un apoyo exclusivamente, sino también psicosocial, que se acomode a las necesidades de las comunidades, como el programa “Hilando vidas y esperanza”. Las nociones de bienestar y felicidad no siempre encajarán en las establecidas por la institucionalidad. Según Gerardo Montenegro, para un hombre campesino del Cauca las claves para vivir feliz son: “Comer bien, dormir bien y tener a alguien por quién vivir”.
El programa que busca mejorar la calidad de vida de las víctimas
El programa “Hilando vidas y esperanza”, de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), implementado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), busca mejorar la salud mental y calidad de vida de los sobrevivientes del conflicto armado y de las comunidades afectadas por la violencia. Esto a través de acciones enfocadas a ampliar el acceso a los servicios de atención psicosocial, promover la autonomía económica con el fortalecimiento de iniciativas productivas y potenciar las habilidades comunicativas para construir una cultura de paz.
Desde 2021, este programa está trabajando en 15 municipios que son parte de las zonas donde se desarrollan los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET).Las regiones que integran son Montes de María (Sucre y Bolívar), Bajo Cauca y nordeste antioqueño, y Pacífico Medio, Alto Patía y norte del Cauca (Valle del Cauca y Cauca).