“Espero que no se hayan ido porque creen que la vía es la lucha armada”: Rodrigo Londoño
El jefe del partido FARC habla de la crisis en el interior de la colectividad con la renuncias de personajes notables, como la holandesa Tanja Nijmeijer.
Germán Gómez P / @TresEnMil.
¿Qué lectura hace de las renuncias al partido de personas visibles como Tanja Nijmeijer y "Martín Batalla"?
Ningún dirigente de ningún partido se va a alegrar porque sus militantes se retiren, y más haciendo críticas por fuera. Eso no permite conocer el motivo real de sus retiros, pero esas son las reglas del juego a las que nos sometimos. Este es un partido que apenas está comenzando en la vida política colombiana. Aquí los partidos políticos tradicionales han sufrido fracciones bastante grandes, como Alfonso López Michelsen, con el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL). Luis Carlos Galán, después con el Nuevo Liberalismo. También le pasó al Conservador, con Andrés Pastrana. Ojalá no haya más fracciones, pero cuando los niños empiezan a caminar, se meten golpes duros. Vamos a ver cuántos golpes faltan para ir aprendiendo.
(Lea: ¿Por qué se resquebraja el partido FARC?)
¿Qué fallas tienen en el partido?
Acabamos de tener una reunión con más de 60 dirigentes de todo el país para informar lo que se está haciendo. Hay un problema de comunicación: la gente quedó impresionada de todo lo que se está haciendo, eso no se conoce en las regiones.
¿Ese es un problema de quién?
De la base con la dirección y viceversa. Uno se da cuenta de que en los espacios territoriales están haciendo cosas que la dirección nacional no conoce, o no las sabe en detalle y al revés. Vamos a ver cómo solucionamos eso, porque mire todo lo que genera esa falta de comunicación. Si la gente no está informada, sale con medias verdades. Decir que esto es la maravilla y decir que los que se fueron lo hicieron por capricho, no. Alguna causa habrá. Se fueron y son libres de hacerlo, así como se ha ido mucha gente, lo que pasa es que estos dos son más mediáticos y se siente más, pero en las regiones también hay compañeros que se han ido, incluso dirigentes de la guerra que uno pensaba que iban a jugar un papel protagónico, no tienen una militancia activa, están ahí a un lado. La alegría es que ya no es la guerra, en donde la gente también desertaba.
¿Qué pasaba en ese tiempo con los que se iban?
Eso nos hacía mucho daño en medio de la confrontación. La solución era muy radical: al que desertaba, se le perseguía. Y si se dejaba alcanzar, se le capturaba y se le hacía un consejo de guerra, que de pronto podía terminar en fusilamiento. Afortunadamente, esa etapa ya la pasamos. Tanja y "Martín Batalla" son compañeros que tienen una trayectoria grande y ojalá regresen. Y si se van, que sigan luchando por este sueño común. En lo que he leído, no están renegando de la ilusión de seguir luchando por construir una sociedad más justa. Disentir es un derecho que tiene la gente, que es necesario, sobre todo en los movimientos revolucionarios.
Lo noto bastante democrático, pero ¿hay molestia porque se vaya gente del partido?
No le voy a decir que estoy contento, porque no. Me preocupa, pero es una preocupación desde la introspección, en donde tiene uno que preguntarse cosas. Lo mismo que sucedió durante la confrontación: una vez me tocó ir al Magdalena Medio, en una etapa de crisis muy grande, en la que hubo mucha deserción de la gente, porque el jefe del bloque desertó. Me tocó ir con Pastor Alape a ver cómo resolvíamos eso, y lo resolvimos.
¿Y cómo va a resolver esta crisis en el partido?
Estamos preparando la Asamblea Nacional de los Comunes, que es una especie de congreso, en donde hay unas tesis de discusión. Estamos motivando a que los dirigentes regionales vayan a armar el debate de manera democrática. La idea es elaborar una línea lo más acertada posible y que la gente nombre una nueva dirección que sea capaz de ponerla en práctica.
¿Qué otros problemas tiene con el manejo del partido?
La falta de experiencia. Una cosa es hacer la guerra, pero la política es una cosa distinta en la que toca aprender. Hay que ser realistas, a veces se actúa con los deseos. Hay que ser abiertos a escuchar y no descalificar. Yo he cometido mis errores, por las mismas emociones que lo aceleran a dar opiniones o emitir juicios. Toca ser más calmados, no dejarse provocar de los periodistas. Cualquier palabra mal dicha genera rechazo.
Hubo un hecho que molestó mucho en el partido. Cuando se conoció que la Fuerza Pública había frustrado un atentado en su contra, usted agradeció. ¿Cree que fue un error?
Yo no quiero hablar mucho de ese tema porque esa investigación se ha enredado. Ya estoy, incluso, como parte del proceso y me toca cuidarlas cosas que digo. Estoy preocupado y haciendo un gran esfuerzo para que esa situación se esclarezca con la mayor diafanidad posible ante la opinión, ante el partido y ante la comunidad internacional. Pero creo que no podemos alimentar los odios que vienen de la guerra. Nosotros paramos para hacer un esfuerzo muy grande en la reconciliación. Si no hubiese sido por el esfuerzo institucional de las Fuerzas Armadas y la Policía, no tendríamos proceso en Colombia. Y eso no significa que yo aplauda lo malo que hay. Tenemos unas Fuerzas Armadas que han sido formadas en una doctrina que mira como enemigo a todo aquel que se opone, de eso quedan remanentes. De eso hablamos en La Habana, pero el proceso de paz partió la historia de Colombia en dos.
(Vea acá: Las dudas sobre el frustrado atentado contra “Timochenko”)
O sea, ¿usted cree que hay sectores muy radicales dentro del partido que quieren mantener un discurso en contra de la Fuerza Pública?
Yo los entiendo, a mí también me pasa. Cuando pueda hablar de todo lo que pasó en Quindío, daré más detalles. Yo entré en un momento de angustia, incluso amenacé con publicar en Twitter. Fue al misma desconfianza. Y le dije a la Policía: "Yo voy a sacar este tuit si no me explican qué es lo que está pasando". Bueno, después vino un oficial, me explicó y me convenció de que yo no tenía la razón. Lo mismo les pasa a muchos compañeros que no tiene mucha información o con medias verdades. Como venimos de un pasado, la gente devuelve el cassette y toma posiciones radicales. Pero tenemos que ser cuidadosos y tenemos que ser ejemplo de reconciliación. Ahí está lo de Dimar Torres, ya hay pruebas y acaban de llamar a juicio al coronel que fue el cerebro de todo. Pero no a partir de eso podemos decir que todas las Fuerzas Armadas están en lo mismo, porque ellas han hecho que este proceso sea una realidad.
¿Le preocupa que las renuncias al partido político terminen en las filas que decidieron continuar en la guerra?
Yo tengo la esperanza de que no. No tengo ningún elemento de juicio para decir que van para allá. Yo los entiendo, están inconformes, su decisión es respetable, pero mi esperanza es que no hayan renunciado porque no creen en el proceso, espero que no se hayan ido porque creen que la vía es la lucha armada. Yo sé que son personas inteligentes y capaces, que entienden que es una locura, en las actuales circunstancias de Colombia y América Latina, levantar un proyecto político en armas. Y no es darse contentillo, pero en todos los procesos de paz del mundo ha habido sectores pequeños que continúan en la guerra, pero, hasta ahora, ninguno ha logrado salir adelante y terminan como bandas criminales disputando las economías ilegales.
¿No ha hablado con Iván Márquez, "Santrich" o "el Paisa"?
Desde que se fueron, nunca.
¿Cómo califica el papel del presidente Iván Duque en la implementación del acuerdo de paz?
El presidente Duque es presa de su propio partido, está amarrado. Puede que, en el fondo, como ser humano, se dé cuenta de la realidad y quisiera actuar, pero lo tiene muy limitado un partido que ha estado en contra del proceso. Quieren ver el proceso vuelto trizas. No le queda fácil al presidente, y uno trata de entenderlo, pero hay que decirle que una de las banderas que está levantando la movilización social es que se implemente el acuerdo de paz. Y no seguir en esa política de simular que se están implementando.
Uno de los temas que se va a tratar en la asamblea nacional del partido es el cambio de nombre. ¿Cuál es su posición?
Por lo menos, mi posición, y sé que la de otros camaradas, es que se cambie el nombre. Eso no significa olvidar la historia ni de lo que fuimos. Es crear condiciones para sacar adelante el proyecto. Sabíamos que eso nos iba a afectar, y nos está creando dificultades. Esperemos a ver, pero mantendré mi posición y la voy a argumentar. Tengo la esperanza de que las mayorías del partido tomen la decisión de cambiar de nombre.
¿Qué ideas de nombres hay?
No, esperemos que llegue el momento. Si usted recuerda, yo hice un ejercicio por redes para que la gente opinara y aportara. Muchos dieron distintos nombres.
¿Acudirá a Twitter para elegir un nombre?
De pronto. La creatividad de la gente es inmensa. A veces con las ideas del uno y del otro se construyen cosas bonitas.
¿Cómo le ha parecido la labor de los congresistas de FARC?
Están aprendiendo mucho. Llegaron a un escenario del que no tenían idea y han pasado por novatadas. Están aprendiendo, lo están asimilando y con el tiempo jugarán un papel más protagónico.
No pasó lo que muchos creían. Que se iba a armar Troya cuando se encontraran Uribe y Pablo Catatumbo en el Senado...
Es una realidad que logramos imponer y es hermosa. Ojalá esa realidad se transformara en ese acuerdo que hemos planteado, en un gran acuerdo político nacional para que saquemos la violencia del ejercicio de la política.
¿Por qué cree que no se ha podido evitar muertes de excombatientes?
Ha faltado voluntad política, más decisión del Estado, desde arriba. No se han puesto en práctica los instrumentos acordado en La Habana. Hay una falta de reacción. Si el presidente Duque hiciera consejos de seguridad con las comunidades, seguro encuentra las causas del problema y cómo resolverlas. No hay ese compromiso porque se quiere mantener ese estado de zozobra.
¿Qué opina del más reciente escándalo de chuzadas?
Tengo preocupación porque evidencia la descomposición que hay en el interior de las Fuerzas Armadas. Ojalá eso se resuelva positivamente. A propósito, dijeron que lo del atentado era para ocultar lo de las chuzadas. Para poder callar eso tiene que pasar un terremoto, porque aquí ya no hay facilidad para ocultar ese fenómeno.
¿Qué lectura hace de las renuncias al partido de personas visibles como Tanja Nijmeijer y "Martín Batalla"?
Ningún dirigente de ningún partido se va a alegrar porque sus militantes se retiren, y más haciendo críticas por fuera. Eso no permite conocer el motivo real de sus retiros, pero esas son las reglas del juego a las que nos sometimos. Este es un partido que apenas está comenzando en la vida política colombiana. Aquí los partidos políticos tradicionales han sufrido fracciones bastante grandes, como Alfonso López Michelsen, con el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL). Luis Carlos Galán, después con el Nuevo Liberalismo. También le pasó al Conservador, con Andrés Pastrana. Ojalá no haya más fracciones, pero cuando los niños empiezan a caminar, se meten golpes duros. Vamos a ver cuántos golpes faltan para ir aprendiendo.
(Lea: ¿Por qué se resquebraja el partido FARC?)
¿Qué fallas tienen en el partido?
Acabamos de tener una reunión con más de 60 dirigentes de todo el país para informar lo que se está haciendo. Hay un problema de comunicación: la gente quedó impresionada de todo lo que se está haciendo, eso no se conoce en las regiones.
¿Ese es un problema de quién?
De la base con la dirección y viceversa. Uno se da cuenta de que en los espacios territoriales están haciendo cosas que la dirección nacional no conoce, o no las sabe en detalle y al revés. Vamos a ver cómo solucionamos eso, porque mire todo lo que genera esa falta de comunicación. Si la gente no está informada, sale con medias verdades. Decir que esto es la maravilla y decir que los que se fueron lo hicieron por capricho, no. Alguna causa habrá. Se fueron y son libres de hacerlo, así como se ha ido mucha gente, lo que pasa es que estos dos son más mediáticos y se siente más, pero en las regiones también hay compañeros que se han ido, incluso dirigentes de la guerra que uno pensaba que iban a jugar un papel protagónico, no tienen una militancia activa, están ahí a un lado. La alegría es que ya no es la guerra, en donde la gente también desertaba.
¿Qué pasaba en ese tiempo con los que se iban?
Eso nos hacía mucho daño en medio de la confrontación. La solución era muy radical: al que desertaba, se le perseguía. Y si se dejaba alcanzar, se le capturaba y se le hacía un consejo de guerra, que de pronto podía terminar en fusilamiento. Afortunadamente, esa etapa ya la pasamos. Tanja y "Martín Batalla" son compañeros que tienen una trayectoria grande y ojalá regresen. Y si se van, que sigan luchando por este sueño común. En lo que he leído, no están renegando de la ilusión de seguir luchando por construir una sociedad más justa. Disentir es un derecho que tiene la gente, que es necesario, sobre todo en los movimientos revolucionarios.
Lo noto bastante democrático, pero ¿hay molestia porque se vaya gente del partido?
No le voy a decir que estoy contento, porque no. Me preocupa, pero es una preocupación desde la introspección, en donde tiene uno que preguntarse cosas. Lo mismo que sucedió durante la confrontación: una vez me tocó ir al Magdalena Medio, en una etapa de crisis muy grande, en la que hubo mucha deserción de la gente, porque el jefe del bloque desertó. Me tocó ir con Pastor Alape a ver cómo resolvíamos eso, y lo resolvimos.
¿Y cómo va a resolver esta crisis en el partido?
Estamos preparando la Asamblea Nacional de los Comunes, que es una especie de congreso, en donde hay unas tesis de discusión. Estamos motivando a que los dirigentes regionales vayan a armar el debate de manera democrática. La idea es elaborar una línea lo más acertada posible y que la gente nombre una nueva dirección que sea capaz de ponerla en práctica.
¿Qué otros problemas tiene con el manejo del partido?
La falta de experiencia. Una cosa es hacer la guerra, pero la política es una cosa distinta en la que toca aprender. Hay que ser realistas, a veces se actúa con los deseos. Hay que ser abiertos a escuchar y no descalificar. Yo he cometido mis errores, por las mismas emociones que lo aceleran a dar opiniones o emitir juicios. Toca ser más calmados, no dejarse provocar de los periodistas. Cualquier palabra mal dicha genera rechazo.
Hubo un hecho que molestó mucho en el partido. Cuando se conoció que la Fuerza Pública había frustrado un atentado en su contra, usted agradeció. ¿Cree que fue un error?
Yo no quiero hablar mucho de ese tema porque esa investigación se ha enredado. Ya estoy, incluso, como parte del proceso y me toca cuidarlas cosas que digo. Estoy preocupado y haciendo un gran esfuerzo para que esa situación se esclarezca con la mayor diafanidad posible ante la opinión, ante el partido y ante la comunidad internacional. Pero creo que no podemos alimentar los odios que vienen de la guerra. Nosotros paramos para hacer un esfuerzo muy grande en la reconciliación. Si no hubiese sido por el esfuerzo institucional de las Fuerzas Armadas y la Policía, no tendríamos proceso en Colombia. Y eso no significa que yo aplauda lo malo que hay. Tenemos unas Fuerzas Armadas que han sido formadas en una doctrina que mira como enemigo a todo aquel que se opone, de eso quedan remanentes. De eso hablamos en La Habana, pero el proceso de paz partió la historia de Colombia en dos.
(Vea acá: Las dudas sobre el frustrado atentado contra “Timochenko”)
O sea, ¿usted cree que hay sectores muy radicales dentro del partido que quieren mantener un discurso en contra de la Fuerza Pública?
Yo los entiendo, a mí también me pasa. Cuando pueda hablar de todo lo que pasó en Quindío, daré más detalles. Yo entré en un momento de angustia, incluso amenacé con publicar en Twitter. Fue al misma desconfianza. Y le dije a la Policía: "Yo voy a sacar este tuit si no me explican qué es lo que está pasando". Bueno, después vino un oficial, me explicó y me convenció de que yo no tenía la razón. Lo mismo les pasa a muchos compañeros que no tiene mucha información o con medias verdades. Como venimos de un pasado, la gente devuelve el cassette y toma posiciones radicales. Pero tenemos que ser cuidadosos y tenemos que ser ejemplo de reconciliación. Ahí está lo de Dimar Torres, ya hay pruebas y acaban de llamar a juicio al coronel que fue el cerebro de todo. Pero no a partir de eso podemos decir que todas las Fuerzas Armadas están en lo mismo, porque ellas han hecho que este proceso sea una realidad.
¿Le preocupa que las renuncias al partido político terminen en las filas que decidieron continuar en la guerra?
Yo tengo la esperanza de que no. No tengo ningún elemento de juicio para decir que van para allá. Yo los entiendo, están inconformes, su decisión es respetable, pero mi esperanza es que no hayan renunciado porque no creen en el proceso, espero que no se hayan ido porque creen que la vía es la lucha armada. Yo sé que son personas inteligentes y capaces, que entienden que es una locura, en las actuales circunstancias de Colombia y América Latina, levantar un proyecto político en armas. Y no es darse contentillo, pero en todos los procesos de paz del mundo ha habido sectores pequeños que continúan en la guerra, pero, hasta ahora, ninguno ha logrado salir adelante y terminan como bandas criminales disputando las economías ilegales.
¿No ha hablado con Iván Márquez, "Santrich" o "el Paisa"?
Desde que se fueron, nunca.
¿Cómo califica el papel del presidente Iván Duque en la implementación del acuerdo de paz?
El presidente Duque es presa de su propio partido, está amarrado. Puede que, en el fondo, como ser humano, se dé cuenta de la realidad y quisiera actuar, pero lo tiene muy limitado un partido que ha estado en contra del proceso. Quieren ver el proceso vuelto trizas. No le queda fácil al presidente, y uno trata de entenderlo, pero hay que decirle que una de las banderas que está levantando la movilización social es que se implemente el acuerdo de paz. Y no seguir en esa política de simular que se están implementando.
Uno de los temas que se va a tratar en la asamblea nacional del partido es el cambio de nombre. ¿Cuál es su posición?
Por lo menos, mi posición, y sé que la de otros camaradas, es que se cambie el nombre. Eso no significa olvidar la historia ni de lo que fuimos. Es crear condiciones para sacar adelante el proyecto. Sabíamos que eso nos iba a afectar, y nos está creando dificultades. Esperemos a ver, pero mantendré mi posición y la voy a argumentar. Tengo la esperanza de que las mayorías del partido tomen la decisión de cambiar de nombre.
¿Qué ideas de nombres hay?
No, esperemos que llegue el momento. Si usted recuerda, yo hice un ejercicio por redes para que la gente opinara y aportara. Muchos dieron distintos nombres.
¿Acudirá a Twitter para elegir un nombre?
De pronto. La creatividad de la gente es inmensa. A veces con las ideas del uno y del otro se construyen cosas bonitas.
¿Cómo le ha parecido la labor de los congresistas de FARC?
Están aprendiendo mucho. Llegaron a un escenario del que no tenían idea y han pasado por novatadas. Están aprendiendo, lo están asimilando y con el tiempo jugarán un papel más protagónico.
No pasó lo que muchos creían. Que se iba a armar Troya cuando se encontraran Uribe y Pablo Catatumbo en el Senado...
Es una realidad que logramos imponer y es hermosa. Ojalá esa realidad se transformara en ese acuerdo que hemos planteado, en un gran acuerdo político nacional para que saquemos la violencia del ejercicio de la política.
¿Por qué cree que no se ha podido evitar muertes de excombatientes?
Ha faltado voluntad política, más decisión del Estado, desde arriba. No se han puesto en práctica los instrumentos acordado en La Habana. Hay una falta de reacción. Si el presidente Duque hiciera consejos de seguridad con las comunidades, seguro encuentra las causas del problema y cómo resolverlas. No hay ese compromiso porque se quiere mantener ese estado de zozobra.
¿Qué opina del más reciente escándalo de chuzadas?
Tengo preocupación porque evidencia la descomposición que hay en el interior de las Fuerzas Armadas. Ojalá eso se resuelva positivamente. A propósito, dijeron que lo del atentado era para ocultar lo de las chuzadas. Para poder callar eso tiene que pasar un terremoto, porque aquí ya no hay facilidad para ocultar ese fenómeno.