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La Semana de la Resiliencia, impulsada por USAID y la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD) culminó su segundo día de paneles en el norte de Bogotá con la seguridad, los enfoques de derechos humanos en los territorios y la transformación policial como los grandes protagonistas.
Las “Estrategias de prevención en el marco de la seguridad ciudadana”, como se llamó el primer panel en el que hablaron expertos como Kyle Johnson, director de Conflicto Responses; Elizabeth Dickinson, analista de Crisis Group; el defensor delegado para la prevención y la transformación de la conflictividad social, Jorge Calero; y la lideresa indígena del pueblo awá, Dayana Bisbicus, fue el espacio elegido para abordar cómo desde las regiones asumen y practican los cuidados en sus comunidades para que sus vidas no giren en torno a una violencia que ha sido desenfrenada en las periferias nacionales incluso desde antes del inicio del conflicto armado.
El defensor Calero instó a devolverle la confianza a la sociedad civil por medio de rigurosidad institucional ante escenarios de alto riesgo, como dinámicas de grupos armados o violencias conexas a este tipo de conductas.
Esto diciendo que “es momento de que las autoridades, bien sean políticas y especialmente de fuerza pública, hagan sus actividades plenas con enfoques en derechos humanos. Que los apliquen cabalmente porque persiste una desconfianza institucional que no tiene más cabida para estigmatización ni estereotipos. Debe haber articulación interinstitucional para atender las necesidades reales de las personas”.
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Su llamado fue un espaldarazo al análisis de Dickinson, a quien la paz territorial le es un sinónimo irrefutable del desarrollo social. Para la experta, todas esas respuestas “están en una pronta y juiciosa implementación plena del Acuerdo de Paz. En ese pacto está todo y el país ya cuenta con ello desde hace siete años”.
El Acuerdo de Paz con las extintas FARC marca estos objetivos desde las directrices sobre la ruralidad en el primer punto (Reforma Rural Integral), hasta los objetivos del tercer punto (Fin del Conflicto), que apelan a la reconstrucción del país a partir de las regiones con ánimos de confianza y seguridad en la no repetición. “¿Creen que la gente en el Cauca quiere seguir haciendo paros para resolver asuntos de paros anteriores que trataron sobre problemas de un paro anterior? La atención de las instituciones debe ser garante para que ese tipo de cosas no pasen más. No hay excusas para que el Estado no alcance a llegar a sus poblaciones como en años pasados más violentos”, recalcó Dickinson.
Johnson, desde una mirada del Acuerdo de la Habana, también rescató la idea de que varios temas para prevenir nuevas violencias se encuentran en ese pacto firmado en 2016, pero siendo realista de su destino y de su mandato.
“El Acuerdo de Paz fue hecho para 15 años, pero seguramente muchas de sus metas se cumplirán en 30. No se puede ser injusto con el acuerdo… sólo busca hacer en poco tiempo todo lo que no se ha hecho en más de 200 años de historia. Esta es una inversión para las comunidades, que necesitan paz y sentirse bien en sus hogares”, acotó.
¿Y la fuerza pública qué?
De hecho, uno de los puntos álgidos que se ha tratado durante el posconficto es qué va a pasar con las reformas que ocupen cuerpos de policía y militares. Se han hablado de ajustes estructurales -incluso de cambio de cartera de Defensa a Interior- y un sinfín de debates legislativos y hasta ciudadanos que poco a poco van tomando forma, dentro y fuera de esas instituciones.
El segundo panel del día, titulado “Hoja de ruta para la transformación de la Policía Nacional” -moderado por Juan Carlos Nieto, director de Seguridad Ciudadana del programa Somos Comunidad de FUPAD-, y con la participación de Alexandra González, jefe de gabinete del Ministerio de Defensa; Alejo Vargas, académico de la Universidad Nacional de Colombia; Diana Torres, coronel de la Policía Nacional, la académica Claudia Patricia Gómez; y el exsecretario de Seguridad de Bogotá, Jairo García, se enfocó justamente en eso: cómo la transformación de la Policía puede estar en línea con la paz de las regiones y el trabajo articulado con la sociedad civil de manera constante.
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La coronel Torres, cabeza en asuntos planeación y de Transformación de Policía, fue enfática sobre eso: “Las comunidades cambian, los temas culturales cambian, la sociedad cambia y por eso está la necesidad de hacer transformaciones en nuestra institución. Pensar en esto responde a un ejercicio de diálogo social. Lo hacemos en municipios PDET con el respaldo muy importante de Somos Comunidad y además de hablar con las comunidades, queremos que las transformaciones giren en torno a trabajar en el policía como ser humano, desde el humanismo; por su bienestar y lo que puede aportarle al país.
El profesor Alejo Vargas, que por años ha escuchado debates sobre transformación policial y es experto en el análisis de dinámicas de grupos armados -especialmente de la guerrilla del ELN-, dio un análisis interesante sobre el panorama que significaría una transformación seria y profunda al interior de la policía: “El tema no es comprar la idea que cambian con un uniforme distinto o con patrullas pintadas… o ni siquiera sacándolos del Ministerio de Defensa, el tema está en adaptarse a las realidades que necesita el país en este momento. Los conflictos no se han acabado, pero se han modificado. También es importante ver la disposición que tenga la institución para ello. Es valioso que trabajen con Somos Comunidad, porque ese programa lo ha pensado desde lo local. Desde esa mirada se puede tantear las posibilidades que tienen los policías de adecuarse a transformaciones”, dijo.
Hay un eje que deja bien parada a la policía colombiana frente a otros cuerpos similares de la región y tiene que ver con la salud mental. La Policía Nacional de Colombia es la primera a nivel de Latinoamérica que cuenta con una política relacionada a este tema y que ve a esta área como algo anticipativo para evitar agravios con las comunidades.
Para la coronel Torres y para la funcionaria Alexandra esto es un gran paso para la gestión territorial de las funciones de la Policía. “Hay que mantener las líneas territoriales de gestión, flexibilizar los sistemas de vigilancia por cuadras y trabajar por la salud mental de policías, al ser este un oficio de alto riesgo”, explicó la jefe de gabinete de Mindefensa.
Las propuestas llovieron en el panel y un punto que llamó la atención fue la insistencia de Jairo García en la simpleza que deben tener las Guías PISCC (Planes Integrales de Seguridad y Convivencia Ciudadana) para que tengan utilidad en la práctica y que aporten a la transformación policial.
“A los que hagan los PISCC toca decirles que son bienvenidas estas guías más sencillas, que no vendan pendejadas, que sean programas sencillos y con recursos concretos. Hay que respetar la planeación y en esta parte, más que en muchas otras, la Policía debe ser cuidadosa e ir en línea con los planes de desarrollo”, relató el exfuncionario distrital en la Alcaldía de Enrique Peñalosa.
“La transformación no es presencia permanente de la Policía”
La Policía Nacional tiene 132 años de historia y a la fecha tiene más de 167.000 uniformados a su servicio. Cerca del 30 % son mujeres y además de los objetivos en enfoque de género para alcanzar un 50 % - 50 % en el pie de fuerza, hay una meta que se proponen desde adentro para que haya una transformación real y coherente de acuerdo con las coyunturas del país: dinamizar vínculos sociales.
A ese punto llegó Claudia Patricia Gómez, quien le pidió al director de la Policía William Salamanca, en presencia de la coronel Torres, que piense en que las transformaciones a la institución deben llegar desde la evaluación concreta y de fondo sobre qué está funcionando y qué no. “La transformación no es presencia permanente de la Policía, van a llegar muchos éxitos cuando nos alejemos de esa idea. Sugeriría que la medición de capacidad de diálogo sea con las autoridades territoriales y de ahí se saquen conclusiones certeras”, resumió.
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El exfuncionario García acompañó la intervención de su colega con la idea de que todas las respuestas que necesita la Policía están en lo local. Que como país debemos quitarnos el velo de no tener diálogo con los territorios y hay que evaluar cómo refinanciar el sector de seguridad y justicia para mantener a la Policía como un cuerpo robusto.
“Son indispensables los inspectores, los comisarios de familia, las decisiones concretas para no tener en Colombia 12.000 homicidios al año… y todo eso llega con transformaciones de fondo. No darle plata a la Policía splo para mantener las nóminas, sino pensar en un beneficio que haga crecer y que la ciudadanía lo note”, concluyó.
La coronel Diana Torres hizo una invitación final aplaudida por el público. La policía manifestó que muchos temas de transformación policial deben ser abordados en los próximos seis meses y que “nada hacemos si no trabajamos en temas conjuntos de educación y en alinearnos con planes de desarrollo que estén para funcionar con defensa y convivencia”.