Excombatientes de Farc empiezan a desminar territorios afectados por el conflicto
Humanicemos DH, la organización de desminado conformada por la exguerrilla, ya encontró y delimitó dos áreas en zona rural de Caquetá donde habría al menos tres minas antipersonal. Su trabajo beneficiaría a 12 familias de dos veredas.
Carolina Ávila Cortés
A lo largo de dos semanas, un grupo de cuatro excombatientes de las Farc se adentró de nuevo en el monte. No fue para regresar a la guerra. Esta vez, en lugar de camuflado y fusiles, vestían un uniforme azul oscuro y cargaban equipos de georreferenciación para buscar las minas que muy seguramente instalaron sus compañeros de armas durante la guerra.
Antes del proceso de paz con las Farc, sobre la cordillera que recorre la inspección de Norcasia, en Caquetá, hizo presencia el Frente Tercero de la extinta guerrilla. Las familias que han habitado por décadas estas veredas cuentan que escuchaban frecuentemente los enfrentamientos que tenían con el Ejército y la detonación de las minas.
“Como en el 2012 por ahí a un vecino se le metió una vaca por el bosque y se le explotó, después ocurrió lo mismo con un becerro. Uno sabía que había minas, pero no dónde exactamente, nos tocó cercar un pedazo grande de bosque”, recuerda José Elí Collazos, líder de la comunidad.
Marcela, Arnovis, Yimer y Rusbel integran uno de los equipos de estudios no técnicos de la organización civil de desminado Humanicemos DH, la primera y única en el mundo conformada por antiguos actores armados ilegales.
Fue una iniciativa de reincorporación que surgió por parte de los excombatientes recién firmaron el acuerdo de paz y luego del éxito que tuvieron los pilotos de desminado humanitario en las veredas El Orejón (Antioquia) y Santa Helena (Meta).
Estos cuatro excombatientes, que regresaron a la selva luego de casi cuatro años de haber retornado a la vida civil, hacen parte del primer grupo de exFarc certificados por el Servicio de Acción contra las Minas de las Naciones Unidas (UNMAS) el pasado 14 de agosto.
(También le puede interesar: Certifican a 24 excombatientes de las Farc para iniciar labores de desminado)
“Sobre un camino real, por donde transitan las comunidades de dos veredas de Norcasia y que los niños usan para ir a la escuela, hay contaminación por minas”, cuenta Marcela Albino, la líder del equipo y excombatiente de las Farc. “Hicimos la visita casa a casa para que nos conocieran, para saber cuáles eran sus preocupaciones y luego nos dijeran por dónde estaban las minas o quién tenía más información. Eran dos personas. Con ellos vinimos el 9 y el 10 de octubre a delimitar las zonas”, agrega mientras señala el largo camino.
Con ayuda de equipos de georreferenciación, como medidores de distancia y GPS delimitaron dos áreas. La primera tiene una extensión de aproximadamente 1.100 metros cuadrados. Allí la comunidad sabe que hay tres minas antipersonal. La segunda es de 905 metros cuadrados, aunque aún no hay claridad de cuántos de estos artefactos están ahí.
El equipo dejó marcadores de peligro en los alrededores, que son estos carteles rojos con una calavera pintada y estacas de punta roja para indicarle a cualquiera el peligro de ingresar a las zonas. Además, con las 12 familias que viven sobre el camino hicieron talleres de educación en el riesgo de minas, es decir, indicaciones de autocuidado para evitar un accidente.
Por seguridad de los equipos de
DH y de las comunidades, nos abstenemos de dar los nombres concretos de las veredas. Sin embargo, llegar a estos lugares requiere de tiempo, esfuerzo físico y una buena inversión de recursos. Desde la vereda Agua Bonita, en La Montañita, donde queda la base de operaciones de Humanicemos DH, hay dos horas de camino en carro. Luego hay que subir la montaña en mula o moto un par de horas más.
Contrario al poco tiempo que toma hacer un artefacto explosivo artesanal y enterrarlo, esta labor tomará meses y el trabajo de al menos diez personas. Según le contó Marcela a Colombia2020, una vez Descontamina, dependencia de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz verifique y apruebe la información, los equipos de despeje volverán a estos territorios a desinstalar la primera mina.
(Lea también: Víctimas de minas antipersonales buscan ser reconocidas ante la JEP)
***
Mientras el equipo de Marcela estaba en territorio, otros excombatientes se capacitaban con UNMAS para ser los líderes de los equipos de despeje. Las clases las toman de lunes a sábado en la base de operaciones, un pedazo de tierra en el poblado de Agua Bonita con seis casas y dos hectáreas despejadas que sirve como área de entrenamiento.
Allí estaban Eiber y Elber, dos excombatientes que operaron en Antioquia y Tolima. Junto a nueve personas más estaban aprendiendo a tomar distancias y sacar coordenadas con brújula y GPS; a elaborar mapas y a manejar adecuadamente el detector de metales.
Humanicemos DH, según nos contaron, además de brindarles un sueldo y la ilusión de comprar una casa para sus familias, es la muestra más palpable de su compromiso con el acuerdo de paz y la reparación a las víctimas.
De acuerdo con Germán Balanta, gerente técnico de terreno de Humanicemos, en la base de operaciones hay 75 exguerrilleros de las Farc de 15 espacios territoriales. La organización, después de casi tres años de capacitación y en medio de la pandemia, se está preparando para desminar 32 veredas de La Montañita, municipio en el que se han reportado 250 víctimas de artefactos explosivos desde 1990, según Descontamina.
Los tres años de capacitación, sostenimiento de la base de operaciones y el despliegue a los territorios ha contado con la financiación de la Unión Europea a través del Fondo Europeo para la Paz y el Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para el posconflicto.
Edwin Correa es otro de los integrantes de Humanicemos DH. Desde sus 13 años aprendió a manipular explosivos y en la guerrilla hacía la instalación de los artefactos improvisados. En 2003 uno de esos artefactos explotó y perdió ambas manos, aunque se las arregló para seguir manejando su fusil y levantar su cambuche.
“Una de las formas de defenderse en el monte en ese tiempo era con las minas. El conflicto iba evolucionando y empezaron a caer bombas desde los aviones, entonces había que buscar otra forma de defenderse”, dice reflexivo. Es consciente como ninguno de sus compañeros de las secuelas de las minas, por eso no quiere ver más víctimas.
“Hay que demostrar las cosas con hechos. Queremos trabajar en estos territorios y entregárselos a las comunidades libres de minas, que puedan disfrutarlos”. Edwin se certificó en agosto como supervisor de estudios no técnicos y más adelante quiere hacer el curso de supervisor de despeje.
Su discapacidad no ha sido una limitante, asegura, pues adecúa algunas herramientas para este trabajo y cuenta con el apoyo de la organización. Para él, dentro del proceso de desminado humanitario en el país, los excombatientes “tenemos el plus del conocimiento de los artefactos y cómo podían ser instalados. Eso nos ayuda mucho ahora que hay que desminar”.
(Lea también: Los excombatientes que dejó “Albeiro Suárez” en La Julia)
Las y los excombatientes seguirán trabajando en las dos áreas delimitadas para desinstalar su primera mina antipersonal, una vez terminen las capacitaciones y sean certificados. Conforme explica Patricia Sánchez, gerente del proyecto Humanicemos por parte de UNMAS el ideal es que en enero del próximo año ya estén listas entre 30 a 35 personas más para estudios no técnicos y labores de despeje.
En el aire hay una inquietud constante: avanzar con el desminado sin miedo a ser asesinados. Mientras hacíamos este reportaje mataron a dos excombatientes, entre ellos a Jesús Monroy, más conocido como Albeiro Suárez, uno de los exguerrilleros que más le apostaba a la paz y a la reincorporación.
A lo largo de dos semanas, un grupo de cuatro excombatientes de las Farc se adentró de nuevo en el monte. No fue para regresar a la guerra. Esta vez, en lugar de camuflado y fusiles, vestían un uniforme azul oscuro y cargaban equipos de georreferenciación para buscar las minas que muy seguramente instalaron sus compañeros de armas durante la guerra.
Antes del proceso de paz con las Farc, sobre la cordillera que recorre la inspección de Norcasia, en Caquetá, hizo presencia el Frente Tercero de la extinta guerrilla. Las familias que han habitado por décadas estas veredas cuentan que escuchaban frecuentemente los enfrentamientos que tenían con el Ejército y la detonación de las minas.
“Como en el 2012 por ahí a un vecino se le metió una vaca por el bosque y se le explotó, después ocurrió lo mismo con un becerro. Uno sabía que había minas, pero no dónde exactamente, nos tocó cercar un pedazo grande de bosque”, recuerda José Elí Collazos, líder de la comunidad.
Marcela, Arnovis, Yimer y Rusbel integran uno de los equipos de estudios no técnicos de la organización civil de desminado Humanicemos DH, la primera y única en el mundo conformada por antiguos actores armados ilegales.
Fue una iniciativa de reincorporación que surgió por parte de los excombatientes recién firmaron el acuerdo de paz y luego del éxito que tuvieron los pilotos de desminado humanitario en las veredas El Orejón (Antioquia) y Santa Helena (Meta).
Estos cuatro excombatientes, que regresaron a la selva luego de casi cuatro años de haber retornado a la vida civil, hacen parte del primer grupo de exFarc certificados por el Servicio de Acción contra las Minas de las Naciones Unidas (UNMAS) el pasado 14 de agosto.
(También le puede interesar: Certifican a 24 excombatientes de las Farc para iniciar labores de desminado)
“Sobre un camino real, por donde transitan las comunidades de dos veredas de Norcasia y que los niños usan para ir a la escuela, hay contaminación por minas”, cuenta Marcela Albino, la líder del equipo y excombatiente de las Farc. “Hicimos la visita casa a casa para que nos conocieran, para saber cuáles eran sus preocupaciones y luego nos dijeran por dónde estaban las minas o quién tenía más información. Eran dos personas. Con ellos vinimos el 9 y el 10 de octubre a delimitar las zonas”, agrega mientras señala el largo camino.
Con ayuda de equipos de georreferenciación, como medidores de distancia y GPS delimitaron dos áreas. La primera tiene una extensión de aproximadamente 1.100 metros cuadrados. Allí la comunidad sabe que hay tres minas antipersonal. La segunda es de 905 metros cuadrados, aunque aún no hay claridad de cuántos de estos artefactos están ahí.
El equipo dejó marcadores de peligro en los alrededores, que son estos carteles rojos con una calavera pintada y estacas de punta roja para indicarle a cualquiera el peligro de ingresar a las zonas. Además, con las 12 familias que viven sobre el camino hicieron talleres de educación en el riesgo de minas, es decir, indicaciones de autocuidado para evitar un accidente.
Por seguridad de los equipos de
DH y de las comunidades, nos abstenemos de dar los nombres concretos de las veredas. Sin embargo, llegar a estos lugares requiere de tiempo, esfuerzo físico y una buena inversión de recursos. Desde la vereda Agua Bonita, en La Montañita, donde queda la base de operaciones de Humanicemos DH, hay dos horas de camino en carro. Luego hay que subir la montaña en mula o moto un par de horas más.
Contrario al poco tiempo que toma hacer un artefacto explosivo artesanal y enterrarlo, esta labor tomará meses y el trabajo de al menos diez personas. Según le contó Marcela a Colombia2020, una vez Descontamina, dependencia de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz verifique y apruebe la información, los equipos de despeje volverán a estos territorios a desinstalar la primera mina.
(Lea también: Víctimas de minas antipersonales buscan ser reconocidas ante la JEP)
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Mientras el equipo de Marcela estaba en territorio, otros excombatientes se capacitaban con UNMAS para ser los líderes de los equipos de despeje. Las clases las toman de lunes a sábado en la base de operaciones, un pedazo de tierra en el poblado de Agua Bonita con seis casas y dos hectáreas despejadas que sirve como área de entrenamiento.
Allí estaban Eiber y Elber, dos excombatientes que operaron en Antioquia y Tolima. Junto a nueve personas más estaban aprendiendo a tomar distancias y sacar coordenadas con brújula y GPS; a elaborar mapas y a manejar adecuadamente el detector de metales.
Humanicemos DH, según nos contaron, además de brindarles un sueldo y la ilusión de comprar una casa para sus familias, es la muestra más palpable de su compromiso con el acuerdo de paz y la reparación a las víctimas.
De acuerdo con Germán Balanta, gerente técnico de terreno de Humanicemos, en la base de operaciones hay 75 exguerrilleros de las Farc de 15 espacios territoriales. La organización, después de casi tres años de capacitación y en medio de la pandemia, se está preparando para desminar 32 veredas de La Montañita, municipio en el que se han reportado 250 víctimas de artefactos explosivos desde 1990, según Descontamina.
Los tres años de capacitación, sostenimiento de la base de operaciones y el despliegue a los territorios ha contado con la financiación de la Unión Europea a través del Fondo Europeo para la Paz y el Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para el posconflicto.
Edwin Correa es otro de los integrantes de Humanicemos DH. Desde sus 13 años aprendió a manipular explosivos y en la guerrilla hacía la instalación de los artefactos improvisados. En 2003 uno de esos artefactos explotó y perdió ambas manos, aunque se las arregló para seguir manejando su fusil y levantar su cambuche.
“Una de las formas de defenderse en el monte en ese tiempo era con las minas. El conflicto iba evolucionando y empezaron a caer bombas desde los aviones, entonces había que buscar otra forma de defenderse”, dice reflexivo. Es consciente como ninguno de sus compañeros de las secuelas de las minas, por eso no quiere ver más víctimas.
“Hay que demostrar las cosas con hechos. Queremos trabajar en estos territorios y entregárselos a las comunidades libres de minas, que puedan disfrutarlos”. Edwin se certificó en agosto como supervisor de estudios no técnicos y más adelante quiere hacer el curso de supervisor de despeje.
Su discapacidad no ha sido una limitante, asegura, pues adecúa algunas herramientas para este trabajo y cuenta con el apoyo de la organización. Para él, dentro del proceso de desminado humanitario en el país, los excombatientes “tenemos el plus del conocimiento de los artefactos y cómo podían ser instalados. Eso nos ayuda mucho ahora que hay que desminar”.
(Lea también: Los excombatientes que dejó “Albeiro Suárez” en La Julia)
Las y los excombatientes seguirán trabajando en las dos áreas delimitadas para desinstalar su primera mina antipersonal, una vez terminen las capacitaciones y sean certificados. Conforme explica Patricia Sánchez, gerente del proyecto Humanicemos por parte de UNMAS el ideal es que en enero del próximo año ya estén listas entre 30 a 35 personas más para estudios no técnicos y labores de despeje.
En el aire hay una inquietud constante: avanzar con el desminado sin miedo a ser asesinados. Mientras hacíamos este reportaje mataron a dos excombatientes, entre ellos a Jesús Monroy, más conocido como Albeiro Suárez, uno de los exguerrilleros que más le apostaba a la paz y a la reincorporación.