Excombatientes de las Farc se capacitan en salud mental
Dos expertos alemanes en psicoterapia han venido trabajando con exguerrilleros para enseñarles a diagnosticar las enfermedades psicológicas de sus compañeros. El fin es que apoyen el tratamiento de problemas como la ansiedad y la depresión ahora que se están reincorporando a la vida civil.
Carolina Ávila y Santiago Martínez
Toda una vida en la guerra puede desembocar en diferentes enfermedades mentales para los excombatientes. Entre las más recurrentes está el estrés postraumático, la depresión y la ansiedad. Estos dos últimos desórdenes se manifiestan ahora que los exguerrilleros de las Farc están en tránsito hacia la vida civil. Esto lo evidenciaron los expertos en medicina psicosomática y psicoterapia, (Dipl.-Psych.) Anne-Maria Müller, y el profesor y doctor Michael Wirsching, de la clínica de la Universidad de Freiburg, que llegaron en marzo del año pasado a Valledupar (César).
Su propósito inicial era capacitar a profesionales de la Secretaría de Salud de esa ciudad en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades mentales de víctimas del conflicto armado. En el camino, vieron la necesidad de acercarse a los excombatientes de las Farc quienes, en medio de su proceso de reincorporación, se están enfrentando a nuevos desafíos como procesos de alfabetización, la inserción laboral y la formación en nuevas áreas de conocimiento.
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Por esto, se acercaron al Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación ubicado en La Paz (César) para trabajar con los exguerrilleros que anteriormente habían integrado los equipos médicos de las Farc. El proyecto comenzó en marzo del año pasado y proyectan implementarlo durante de cuatro años. El objetivo es realizar talleres tanto con la Secretaría de Salud como con las Farc para que manejen problemas mentales y psicosociales que el conflicto dejó en las víctimas y en los excombatientes. Después de las capacitaciones, lo que pretenden es que de aquí a dos años sean “sus colegas” y repliquen las capacitaciones en todo el país.
Además de Valledupar, a finales del año pasado el grupo dirigido por los dos expertos comenzaron talleres en Riohacha (La Guajira) y firmaron con la Secretaría de Salud de Bogotá un acuerdo para implementar el proyecto en la capital..
¿Por qué empezaron su trabajo en el César?
AM: Porque trabajamos con el departamento de Salud Pública de la Universidad Javeriana y ellos ya habían establecido su trabajo en esta área, así que eso nos abrió las puertas para ir allá. También llegamos con el apoyo del Instituto Colombo-Alemán para la Paz - Capaz. En marzo fuimos a conocer la Secretaría de Salud, les explicamos lo que podemos ofrecer y qué tipo de capacitaciones hacemos. Estuvieron interesados.
MW: Con los excombatientes fue distinto. Al principio no conseguimos acercarnos a ellos, no confiaban en nosotros. El grupo de las Farc nos dijo: “no los queremos y no queremos ser estigmatizados como enfermos mentales”. Así que nuestro acercamiento fue trabajar con los que ya habían hecho de doctores y enfermeras, ayudarlos a incrementar su conocimiento y mejorar sus capacidades para que atendieran a sus compañeros.
¿Cuándo empezaron a confiar en ustedes?
AM: La primera vez que fuimos nos preguntaban cuál era nuestro propósito, por qué estábamos allí, quiénes éramos y quién pagaba el proyecto. Hablamos con ellos y con los jefes de la zona veredal por cerca de dos horas. Después de esto, nos dijeron que hiciéramos un curso experimental de un día. Eso lo hicimos en junio y funcionó bien.
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¿En qué consistían estas capacitaciones?
Hacemos lo mismo con el grupo de la Secretaría y con el de las Farc. Tenemos un currículo, una ruta general en la que enseñamos el modelo psicosocial para mirar cuáles son los problemas que tiene la gente, que no son enfermedades estigmatizantes sino también que están dentro del contexto de la persona. Por supuesto, miramos no solo la parte biológica sino también la dimensión psicológica y social.
Dentro de esta ruta les enseñamos a mejorar la comunicación entre doctor/enfermera y paciente, y a establecer relaciones de trasfondo. Después los capacitamos a nivel específico, con las enfermedades más comunes como depresión, ansiedad y estrés postraumático. Empezamos la jornada con una introducción teórica en la que explicamos los criterios para dar el diagnóstico y las terapias, y luego hacemos mucho trabajo práctico.
¿En las capacitaciones hacen alguna división entre la atención a víctimas y a excombatientes?
MW: No hay diferencias en el tratamiento. Los problemas son los mismos. Probablemente su origen no, pero sí las enfermedades, que pueden ser comunes en sus síntomas. Por ejemplo, con la depresión hay preocupación, tristeza, insomnio, inclinaciones suicidas. Este tipo de cosas se van desarrollando a través de su ambiente: en la situación en la que están y el apoyo que están recibiendo. En este caso no hay diferencias, así que las intervenciones no son diferentes.
¿Por qué es importante que los excombatientes, no solo los profesionales, estén preparados para atender casos de desorden psicológico?
MW: Ellos han tenido su propio sistema de salud por muchos años: sus propios doctores, sus propias enfermeras. Por eso la estrategia es primero usar lo que ya existe y luego, superar la desconfianza y acercar el sistema de salud de los excombatientes en el que ya existe de la Secretaría de Salud. Las Farc están muy poco entrenadas y en cierto punto, también para los casos de salud mental, ellos también necesitan "reincorporarse". Esperamos que en el 2018 podamos empezar a mejorar la integración de los excombatientes y la comunidad.
¿Qué están haciendo los excombatientes que ya tuvieron estas capacitaciones?
AM: Esta es una capacitación básica. Enseñamos los casos de desórdenes psicológicos más comunes con el nivel elemental de intervención como la comunicación, el establecer relaciones confiables y la incorporación con otros esquemas de salud mental existentes.
Hay alrededor de 200 personas en ese campamento. Nosotros entrenamos alrededor de 15 personas que actuaban como enfermeras anteriormente y que tienen gran confianza dentro de su grupo, así que las capacitamos para que, cuando alguien vaya con ellas, puedan reconocer que tal vez tiene cuestiones psicosociales por resolver. Los ayudan de manera básica, pero a su vez clave para que, si es necesario, puedan referirlos y trabajar en conjunto con la Secretaría de Salud.
Vea: SOS: Tumaco y Buenaventura necesitan clínicas y psicólogos
¿Cuáles han sido los resultados y qué conclusiones pueden sacar del trabajo con las Farc?
AM: Vimos que ellos están realmente preocupados por su futuro. Están mirando cómo pueden crear ese buen futuro para encajar en la sociedad, así que están buscando distintas maneras de capacitarse, como recibir educación formal para tener el certificado y encontrar algo en lo que puedan trabajar. Realmente es un problema porque en estos momentos ellos no saben dónde pueden encajar.
¿Cómo fue el trabajo con mujeres y niños?
MW: Algo que fue muy interesante es que al principio, en el grupo de las Farc, solo habían mujeres. Éramos solo tres hombres dentro del grupo. Pero la última vez que fuimos, había hombres entre los 40 y los 50 años. Con niños es distinto porque en esta zona solo hay dos niños. Aunque con ellos hay dos aspectos. Primero, ellos necesitan especial atención y tratamiento, pero aún no hemos llegado a esta parte, sino que lo estamos trabajando a nivel familiar. Lo otro es que sabemos que, si la madre sufrió un trauma, es alto el riesgo de que a nivel genético y psicológico también lo sufra el hijo. Por eso también trabajamos con ellas.
¿Por qué es importante que los médicos generales también tengan capacitaciones en desórdenes mentales para la atención de víctimas y excombatientes?
Dr. Michael Wirsching: El asunto es que los pacientes con problemas de salud mental no van primero al psicólogo o al psiquiatra. Van con un médico general por los síntomas físicos: dolor, mareo, insomnio, por ejemplo. Así que, si este doctor o enfermera no ha tenido una buena formación, no va a reconocer el cuadro de depresión o ansiedad. Esta es una de las razones por las cuales capacitamos y entrenamos doctores, enfermeras y trabajadores sociales, para que reconozcan los problemas.
¿Qué percepción les dejó el tratamiento de la salud mental en Colombia?
Anne-Maria Muller: Que hay mucha presión sobre la gente que trabaja en servicios de salud, especialmente cuando estaban muy envueltos en los casos. Es mucha la presión sobre ellos para tratar de lidiar con esta situación y en hacer lo mejor posible en las comunidades.
La gente que conocimos realmente quería ayudar a su comunidad, pero a veces no había los suficientes recursos o herramientas. De hecho, tenían un alto nivel de entrenamiento, incluso más alto que la mayoría de los países en los que trabajamos como Irán, Afganistán o algunos países en Latinoamérica, pero necesitaban más apoyo respecto a cómo lidiar en un largo plazo con este tipo de casos difíciles, con terribles historias, o con pacientes que llegaban con complicadas situaciones económicas. Lo primero que nos contaban es que los pacientes llegaban con inclinaciones suicidas o problemas con el alcohol. A menudo, no había los suficientes recursos humanos ni siquiera.
Toda una vida en la guerra puede desembocar en diferentes enfermedades mentales para los excombatientes. Entre las más recurrentes está el estrés postraumático, la depresión y la ansiedad. Estos dos últimos desórdenes se manifiestan ahora que los exguerrilleros de las Farc están en tránsito hacia la vida civil. Esto lo evidenciaron los expertos en medicina psicosomática y psicoterapia, (Dipl.-Psych.) Anne-Maria Müller, y el profesor y doctor Michael Wirsching, de la clínica de la Universidad de Freiburg, que llegaron en marzo del año pasado a Valledupar (César).
Su propósito inicial era capacitar a profesionales de la Secretaría de Salud de esa ciudad en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades mentales de víctimas del conflicto armado. En el camino, vieron la necesidad de acercarse a los excombatientes de las Farc quienes, en medio de su proceso de reincorporación, se están enfrentando a nuevos desafíos como procesos de alfabetización, la inserción laboral y la formación en nuevas áreas de conocimiento.
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Por esto, se acercaron al Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación ubicado en La Paz (César) para trabajar con los exguerrilleros que anteriormente habían integrado los equipos médicos de las Farc. El proyecto comenzó en marzo del año pasado y proyectan implementarlo durante de cuatro años. El objetivo es realizar talleres tanto con la Secretaría de Salud como con las Farc para que manejen problemas mentales y psicosociales que el conflicto dejó en las víctimas y en los excombatientes. Después de las capacitaciones, lo que pretenden es que de aquí a dos años sean “sus colegas” y repliquen las capacitaciones en todo el país.
Además de Valledupar, a finales del año pasado el grupo dirigido por los dos expertos comenzaron talleres en Riohacha (La Guajira) y firmaron con la Secretaría de Salud de Bogotá un acuerdo para implementar el proyecto en la capital..
¿Por qué empezaron su trabajo en el César?
AM: Porque trabajamos con el departamento de Salud Pública de la Universidad Javeriana y ellos ya habían establecido su trabajo en esta área, así que eso nos abrió las puertas para ir allá. También llegamos con el apoyo del Instituto Colombo-Alemán para la Paz - Capaz. En marzo fuimos a conocer la Secretaría de Salud, les explicamos lo que podemos ofrecer y qué tipo de capacitaciones hacemos. Estuvieron interesados.
MW: Con los excombatientes fue distinto. Al principio no conseguimos acercarnos a ellos, no confiaban en nosotros. El grupo de las Farc nos dijo: “no los queremos y no queremos ser estigmatizados como enfermos mentales”. Así que nuestro acercamiento fue trabajar con los que ya habían hecho de doctores y enfermeras, ayudarlos a incrementar su conocimiento y mejorar sus capacidades para que atendieran a sus compañeros.
¿Cuándo empezaron a confiar en ustedes?
AM: La primera vez que fuimos nos preguntaban cuál era nuestro propósito, por qué estábamos allí, quiénes éramos y quién pagaba el proyecto. Hablamos con ellos y con los jefes de la zona veredal por cerca de dos horas. Después de esto, nos dijeron que hiciéramos un curso experimental de un día. Eso lo hicimos en junio y funcionó bien.
Lea también: ¿Cómo está la salud mental de la población afectada por el conflicto armado?
¿En qué consistían estas capacitaciones?
Hacemos lo mismo con el grupo de la Secretaría y con el de las Farc. Tenemos un currículo, una ruta general en la que enseñamos el modelo psicosocial para mirar cuáles son los problemas que tiene la gente, que no son enfermedades estigmatizantes sino también que están dentro del contexto de la persona. Por supuesto, miramos no solo la parte biológica sino también la dimensión psicológica y social.
Dentro de esta ruta les enseñamos a mejorar la comunicación entre doctor/enfermera y paciente, y a establecer relaciones de trasfondo. Después los capacitamos a nivel específico, con las enfermedades más comunes como depresión, ansiedad y estrés postraumático. Empezamos la jornada con una introducción teórica en la que explicamos los criterios para dar el diagnóstico y las terapias, y luego hacemos mucho trabajo práctico.
¿En las capacitaciones hacen alguna división entre la atención a víctimas y a excombatientes?
MW: No hay diferencias en el tratamiento. Los problemas son los mismos. Probablemente su origen no, pero sí las enfermedades, que pueden ser comunes en sus síntomas. Por ejemplo, con la depresión hay preocupación, tristeza, insomnio, inclinaciones suicidas. Este tipo de cosas se van desarrollando a través de su ambiente: en la situación en la que están y el apoyo que están recibiendo. En este caso no hay diferencias, así que las intervenciones no son diferentes.
¿Por qué es importante que los excombatientes, no solo los profesionales, estén preparados para atender casos de desorden psicológico?
MW: Ellos han tenido su propio sistema de salud por muchos años: sus propios doctores, sus propias enfermeras. Por eso la estrategia es primero usar lo que ya existe y luego, superar la desconfianza y acercar el sistema de salud de los excombatientes en el que ya existe de la Secretaría de Salud. Las Farc están muy poco entrenadas y en cierto punto, también para los casos de salud mental, ellos también necesitan "reincorporarse". Esperamos que en el 2018 podamos empezar a mejorar la integración de los excombatientes y la comunidad.
¿Qué están haciendo los excombatientes que ya tuvieron estas capacitaciones?
AM: Esta es una capacitación básica. Enseñamos los casos de desórdenes psicológicos más comunes con el nivel elemental de intervención como la comunicación, el establecer relaciones confiables y la incorporación con otros esquemas de salud mental existentes.
Hay alrededor de 200 personas en ese campamento. Nosotros entrenamos alrededor de 15 personas que actuaban como enfermeras anteriormente y que tienen gran confianza dentro de su grupo, así que las capacitamos para que, cuando alguien vaya con ellas, puedan reconocer que tal vez tiene cuestiones psicosociales por resolver. Los ayudan de manera básica, pero a su vez clave para que, si es necesario, puedan referirlos y trabajar en conjunto con la Secretaría de Salud.
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¿Cuáles han sido los resultados y qué conclusiones pueden sacar del trabajo con las Farc?
AM: Vimos que ellos están realmente preocupados por su futuro. Están mirando cómo pueden crear ese buen futuro para encajar en la sociedad, así que están buscando distintas maneras de capacitarse, como recibir educación formal para tener el certificado y encontrar algo en lo que puedan trabajar. Realmente es un problema porque en estos momentos ellos no saben dónde pueden encajar.
¿Cómo fue el trabajo con mujeres y niños?
MW: Algo que fue muy interesante es que al principio, en el grupo de las Farc, solo habían mujeres. Éramos solo tres hombres dentro del grupo. Pero la última vez que fuimos, había hombres entre los 40 y los 50 años. Con niños es distinto porque en esta zona solo hay dos niños. Aunque con ellos hay dos aspectos. Primero, ellos necesitan especial atención y tratamiento, pero aún no hemos llegado a esta parte, sino que lo estamos trabajando a nivel familiar. Lo otro es que sabemos que, si la madre sufrió un trauma, es alto el riesgo de que a nivel genético y psicológico también lo sufra el hijo. Por eso también trabajamos con ellas.
¿Por qué es importante que los médicos generales también tengan capacitaciones en desórdenes mentales para la atención de víctimas y excombatientes?
Dr. Michael Wirsching: El asunto es que los pacientes con problemas de salud mental no van primero al psicólogo o al psiquiatra. Van con un médico general por los síntomas físicos: dolor, mareo, insomnio, por ejemplo. Así que, si este doctor o enfermera no ha tenido una buena formación, no va a reconocer el cuadro de depresión o ansiedad. Esta es una de las razones por las cuales capacitamos y entrenamos doctores, enfermeras y trabajadores sociales, para que reconozcan los problemas.
¿Qué percepción les dejó el tratamiento de la salud mental en Colombia?
Anne-Maria Muller: Que hay mucha presión sobre la gente que trabaja en servicios de salud, especialmente cuando estaban muy envueltos en los casos. Es mucha la presión sobre ellos para tratar de lidiar con esta situación y en hacer lo mejor posible en las comunidades.
La gente que conocimos realmente quería ayudar a su comunidad, pero a veces no había los suficientes recursos o herramientas. De hecho, tenían un alto nivel de entrenamiento, incluso más alto que la mayoría de los países en los que trabajamos como Irán, Afganistán o algunos países en Latinoamérica, pero necesitaban más apoyo respecto a cómo lidiar en un largo plazo con este tipo de casos difíciles, con terribles historias, o con pacientes que llegaban con complicadas situaciones económicas. Lo primero que nos contaban es que los pacientes llegaban con inclinaciones suicidas o problemas con el alcohol. A menudo, no había los suficientes recursos humanos ni siquiera.