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El camino de las madres de Soacha para llegar a la resiliencia y al perdón no ha sido fácil. Llevan casi 15 años sorteando procesos judiciales que parecen no acabar, decenas de manifestaciones públicas exigiéndole al Estado colombiano la verdad sobre quienes cometieron las ejecuciones extrajudiciales (falsos positivos) contra sus seres queridos y horas incontables de llanto y rabia por unos crímenes que nunca tuvieron que suceder, en el marco de la “guerra sucia” que se vivió dentro del conflicto armado.
El arte las ha liberado y con muestras itinerantes exitosas se han dado a conocer a nivel internacional. Ellas pusieron ante los pies de la justicia evidencias fehacientes que mostraban que, en medio de tanta violencia, hasta los militares que debían proteger civiles se encargaron de asesinar a miles de ellos de forma arbitraria y con sevicia, para presentarlos como bajas en combate y obtener incentivos. Con el arte que han aprendido con paciencia y horas de práctica, han usado telares, camisetas, murales y tapabocas como lienzos en los que plasman sus memorias y sus mensajes de nunca más.
Ahora, en el marco del Día Internacional de la Mujer (8M), Colombia+20 conoció la historia del colectivo Rinconesarte, un grupo artístico originario de Fresno (Tolima), asentado en el barrio Lisboa de Bogotá, que ha estado tras bambalinas de varias muestras artísticas de las Madres de Falsos Positivos (Mafapo), enseñándoles cómo pueden transformar su dolor en un homenaje a la vida, la esperanza y los colores.
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Transformar desde el arte
Iván Rincón es el director de este grupo, que lleva más de 10 años apostándole a la promoción y difusión de ejercicios propios del arte plástico para hacer transformación social con mensajes sentidos de reconciliación, búsqueda de relatos que aporten a la verdad y deseos fervorosos de no repetición.
Desde hace media década trabajan de cerca con las madres de Soacha y ahora tienen en sus manos un ambicioso proyecto conjunto: “Mujeres con las botas bien puestas”.
Se trata de una obra itinerante en la que por medio de la intervención de botas de caucho (haciendo referencia a las botas que les pusieron a los “falsos positivos”) quiere homenajear la memoria de los hijos y hermanos de las integrantes de Mafapo, mostrando que aún después de tantos años de oscuridad y desesperanza para seguir adelante queda un toque colorido para tomar fuerza y salir adelante.
“La transformación social desde el arte es posible y el país cada vez lo ve más, especialmente con muestras que tengan que ver con la construcción de paz. Con los proyectos, en este caso haciendo referencia al trabajo con las botas, simplemente buscamos que el mundo vea que donde hubo dolor y rencor ahora se comparte alegría y ejemplo para encarar la vida con tenacidad. De hecho, el mensaje reconciliador es tan potente que cuando salgamos a mostrar el trabajo en el marco del 8M en la Plaza de Bolívar, será la primera vez que las mujeres de Mafapo no se identificarán así sino como “Madres sanadoras a través del arte”, dijo Rincón.
Jacqueline Castillo fue el primer enlace de Mafapo para comenzar a trabajar con Rinconesarte. Tanto ella, como el colectivo artístico, definen a la unión entre ambas organizaciones como el gran primer paso para pasar de un arte hecho con dolor y muchas frustraciones a obras que transmitieran el poder sanador de resistir y de pararse aun cuando las adversidades pintan inquebrantables.
“Con los muchachos de Rinconesarte se trabaja desde la sanación. Las botas que hacemos con ellos llegarán a la plaza de Bolívar, esperamos que se tomen instalaciones del Congreso para que estén en las curules de cada senador y en espacios simbólicos, dentro y fuera del país, en los que se pueda mostrar el carácter y la belleza de un trabajo hecho con el corazón”, narró Castillo.
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Además de ubicarse en estos lugares, la obra “Mujeres con las botas bien puestas” tendrá un espacio permanente en el Centro Nacional de Memoria Histórica cuando se abra el Museo de la Memoria.
El renacer de una colcha
Rinconesarte nació en Fresno con el trabajo de Iván Rincón, una persona que se autodefine como un contador de historias territoriales. La transformación social y la diversidad de voces para aportar en las obras es algo innegociable en sus talleres. Con los años, en sus instalaciones y en las calles donde intervienen han visto pasar artistas que aunque sean cercanos o ajenos a las vivencias de la guerra tienen algo en común: jamás quieren volver a escuchar fusiles; no quieren que su arte siempre tenga que ver con armas y desolación.
La intervención de las botas hechas con Mafapo son el producto de meses de experimentación, ensayo-error por doquier, litros de acrílico tipo uno, perfección en el barnizado y cuidados meticulosos para que las manos no dañen el arte hecho por ellas mismas. Pero todo nació con colchas suaves y, en su momento, tal vez insignificantes para ojos necios o prejuiciosos.
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“La especialidad nuestra es trabajar con colchas de retazos. Cuando uno ve el significado de trabajar con esto es muy bello porque las colchas representan unión y el trabajo con ellas es reconstruir desde los pedazos. Tal vez el mismo proceso que vive el corazón y el alma de alguien en un duelo… que pasa el tiempo y se va reponiendo para tomar forma y avanzar. Pedazos como el de las madres de Soacha que se fueron uniendo con fuerza y valentía para resistir por los suyos. Partimos de los simbólico, del poder del perdón y de los colores para enviar mensajes de esperanza que seguramente el mundo verá”, comentó Iván Rincón.
El sueño de “Las mujeres con las botas bien puestas” apenas arranca. Los 30 pares de calzados intervenidos que estarán en el centro de Bogotá este miércoles son una primera muestra de una exposición que quiere alcanzar los 6.402 pares de botas para exhibirlos en Soacha, Bogotá y el mundo entero.
En Rinconesarte se catalogan como hacedores de paz desde el arte. Así también los entienden desde Mafapo, con quienes han encontrado una alianza que no sabe más que de perdones, esperanza y voluntad genuina de dejar las atrocidades de la guerra en un pasado que en su momento solo logró atormentar.
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“Con Mafapo después de tantos años creo que el objetivo está cumpliéndose: cambiar el chip del dolor por el desprendimiento del rencor, el valor de la vida y el simbolismo de creer siempre que no importa cuán angustiosa o grave sea una situación o pérdida, siempre va a haber salida y colores para eso”, concluyó Rincón.