Familia Sanjuán, primera del país en recibir grado honorífico de un desaparecido
El 8 de marzo de 1982, agentes del F2 -una estructura de inteligencia de la Policía en los años ochenta- desaparecieron a Alfredo Sanjuán Arévalo, estudiante de Ingeniería Catastral de la Universidad Distrital de Bogotá, junto con su hermano Humberto. 40 años después, sus hermanas Yolanda y Teresa recibieron el grado de Alfredo.
Yolanda y Teresa Sanjuán Arévalo no han descansado un día de sus vidas desde hace 40 años, cuando sus hermanos Alfredo y Humberto fueron desaparecidos en Bogotá el 8 de marzo de 1982. Los han buscado, han denunciado en las instituciones, han hecho más de 15 marchas por los estudiantes desaparecidos en Bogotá y hasta hicieron parte de la creación de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes). En la mañana de este viernes, la Universidad Distrital Francisco José Caldas les otorgó a las hermanas el grado honorífico de Alfredo, quien fue uno de sus estudiantes de Ingeniería Catastral en la década de los ochenta. Se convirtieron en la primera familia en Colombia en recibir el grado de una víctima desaparecida.
Alfredo Rafael Sanjuán Arévalo tenía 34 años, era oriundo de Ocaña (Norte de Santander), hacía apenas cuatro años había llegado hasta la capital junto a su familia para cumplir su sueño de ser profesional egresado de una universidad pública. Cursaba noveno semestre de Ingeniería Catrastral en la Universidad Distrital y había comenzado su carrera de Arquitectura en la Universidad Nacional. Su hermano menor, Humberto Sanjuán Arévalo tenía para la época 23 años y estudiana Antropología, también en la Nacional. Ambos eran líderes juveniles y, de hecho, participaron en la realización de la pintura del Che Guevara en esa institución educativa.
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En la mañana del 8 de marzo de 1982, Alfredo salió camino a clase en la Distrital, pero nunca más regresó. A las 3:00 p.m. de ese mismo día, Humberto salió a llevar hojas de vida para conseguir un empleo mientras terminaba sus estudios, pero tampoco volvió. En esa época el país estaba conmocionado con la desaparición de Zuleika, Yidid y Xounix, tres niños de 7, 6 y 5 años, hijos del narcotraficante José Jader Álvarez. Los tres menores de edad permanecieron secuestrados en la capital y luego los secuestradores se contactaron con el narcotraficante para exigir dinero, a cambio del “rescate”. La familia, que también tenía negocios de ganadería en el Caquetá buscó la liberación de sus hijos con la participación del movimiento MAS (Muerte a Secuestradores), una organización paramilitar financiada por el narcotráfico que tenía como fin hacerle frente a las exguerrillas de las Farc y el M-19.
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Sin embargo, por esa época los agentes policiales del F2 comenzaron una búsqueda de las posibles personas relacionadas con este secuestro y, según arrojaron las investigaciones judiciales, se habrían realizado operativos ilegales en los que resultaron detenidas 13 personas: 11 de ellos estudiantes de universidad pública (entre ellos Alfredo y Humberto), un campesino y un mecánico. Esos 13 hombres que fueron detenidos por agentes del F2 permanecen desaparecidos desde entonces y sin información de su posible paradero. A este proceso judicial han sido vinculados 22 agentes policiales pero ninguno de ellos ha sido hallado responsable.
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Colombia conoció la dimensión de los hechos en septiembre de 1982, cuando se conoció que serían en total 13 las víctimas de desaparición forzada por parte de la Fuerza Pública. En ese momento, las víctimas se unieron para crear lo que hoy se conoce como el Colectivo 82, que son el primer caso colectivo de desaparición forzada documentado en el país. Las familias consolidaron un año después la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes) y nueve años más tarde, en 1991, su caso llegó hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que responsabilizó al Estado por el secuestro y la desaparición de esos 13 hombres.
Teresa Sanjuán, en diálogo con Colombia+20 explicó que “el hecho de convertirnos en la primera familia de un desaparecido que recibe el grado honorífico -no póstumo porque no hay una partida de defunción-, es una alegría inmensa porque sabemos que el sueño de Alfredito era graduarse y ser profesional. No lo logró, pero acá estamos para conmemorarlo”. Doña Teresa, que tiene 71 años, fue quien recibió esta mañana, junto a su hermana Yolanda, el grado de Alfredo. La ceremonia se llevó a cabo en el auditorio que lleva un nombre en homenaje a su familia: Auditorio Hermanos Sanjuán de la Universidad Distrital.
La lucha de la familia por recibir este grado ha sido larga y difícil. La confirmación del grado apenas se dio el pasado martes 15 de marzo, cuando la Universidad emitió una resolución que permitió otorgar este diploma a la familia, como un homenaje por los 40 años de desaparecido del estudiante. “Para nosotros es muy significativo porque sabemos que a él lo desaparecieron por ser estudiante, porque siempre han sido estigmatizados los estudiantes de universidad pública y porque él fue un líder que simplemente luchaba por los derechos de sus compañeros: porque nadie fuera a estudiar sin una agua de panela, por los docentes, por la calidad de la educación en este país”, reclama Teresa.
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Esta tarde, desde las 3:00 p.m .se llevará a cabo una ceremonia de graduación y conmemoración otorgada por el decano de la Facultad de Ciencias y Educación, Omer Calderón, quien conoció a Alfredo Sanjuán como estudiante, y del rector de la institución, el ingeniero Giovanny Mauricio Tazarona. Sobre las 5:00 p.m., las 13 familias del Colectivo 82 emprenderán la ‘Marcha de los Claveles Blancos’ hasta la Torre Colpatria, donde finalmente harán una velatón en homenaje a las familias. Doña Teresa dice que la lucha es colectiva y que aunque este es el primer grado a un desaparecido en el país, esperan no sea el último: “Esperamos que todas las familias de los estudiantes detenidos y desaparecidos puedan tener un acto simbólico tan importante para la memoria de Colombia como este”.
Yolanda y Teresa Sanjuán Arévalo no han descansado un día de sus vidas desde hace 40 años, cuando sus hermanos Alfredo y Humberto fueron desaparecidos en Bogotá el 8 de marzo de 1982. Los han buscado, han denunciado en las instituciones, han hecho más de 15 marchas por los estudiantes desaparecidos en Bogotá y hasta hicieron parte de la creación de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes). En la mañana de este viernes, la Universidad Distrital Francisco José Caldas les otorgó a las hermanas el grado honorífico de Alfredo, quien fue uno de sus estudiantes de Ingeniería Catastral en la década de los ochenta. Se convirtieron en la primera familia en Colombia en recibir el grado de una víctima desaparecida.
Alfredo Rafael Sanjuán Arévalo tenía 34 años, era oriundo de Ocaña (Norte de Santander), hacía apenas cuatro años había llegado hasta la capital junto a su familia para cumplir su sueño de ser profesional egresado de una universidad pública. Cursaba noveno semestre de Ingeniería Catrastral en la Universidad Distrital y había comenzado su carrera de Arquitectura en la Universidad Nacional. Su hermano menor, Humberto Sanjuán Arévalo tenía para la época 23 años y estudiana Antropología, también en la Nacional. Ambos eran líderes juveniles y, de hecho, participaron en la realización de la pintura del Che Guevara en esa institución educativa.
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Sin embargo, por esa época los agentes policiales del F2 comenzaron una búsqueda de las posibles personas relacionadas con este secuestro y, según arrojaron las investigaciones judiciales, se habrían realizado operativos ilegales en los que resultaron detenidas 13 personas: 11 de ellos estudiantes de universidad pública (entre ellos Alfredo y Humberto), un campesino y un mecánico. Esos 13 hombres que fueron detenidos por agentes del F2 permanecen desaparecidos desde entonces y sin información de su posible paradero. A este proceso judicial han sido vinculados 22 agentes policiales pero ninguno de ellos ha sido hallado responsable.
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Teresa Sanjuán, en diálogo con Colombia+20 explicó que “el hecho de convertirnos en la primera familia de un desaparecido que recibe el grado honorífico -no póstumo porque no hay una partida de defunción-, es una alegría inmensa porque sabemos que el sueño de Alfredito era graduarse y ser profesional. No lo logró, pero acá estamos para conmemorarlo”. Doña Teresa, que tiene 71 años, fue quien recibió esta mañana, junto a su hermana Yolanda, el grado de Alfredo. La ceremonia se llevó a cabo en el auditorio que lleva un nombre en homenaje a su familia: Auditorio Hermanos Sanjuán de la Universidad Distrital.
La lucha de la familia por recibir este grado ha sido larga y difícil. La confirmación del grado apenas se dio el pasado martes 15 de marzo, cuando la Universidad emitió una resolución que permitió otorgar este diploma a la familia, como un homenaje por los 40 años de desaparecido del estudiante. “Para nosotros es muy significativo porque sabemos que a él lo desaparecieron por ser estudiante, porque siempre han sido estigmatizados los estudiantes de universidad pública y porque él fue un líder que simplemente luchaba por los derechos de sus compañeros: porque nadie fuera a estudiar sin una agua de panela, por los docentes, por la calidad de la educación en este país”, reclama Teresa.
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