Defender los DD. HH. y resistir a la guerra: relatos desde frontera con Venezuela
Con seis historias diferentes, el libro “Frontera Común” narra experiencias de lucha por la defensa de los derechos humanos en el límite entre Colombia y Venezuela durante la peor crisis migratoria de su historia. Será presentado este 26 de abril en la FilBo.
Carmen García tuvo que ponerle a uno de sus hijos un apellido ajeno después de “pedir prestado un papá” cuando fue a registrarlo, porque al verdadero padre lo había asesinado el Ejército. “Me tocó cambiarle el nombre”, cuenta, “porque se llamaba igual que el papá y más rápido lo conseguían”.
Antes de eso ella estuvo casi un año secuestrada por los paramilitares en un paraje remoto del Catatumbo, donde ahora, pese a las secuelas físicas y psicológicas que le dejó la violencia en su cuerpo, es una importante líder campesina, escritora de poesía y fundadora de la Asociación de Madres del Catatumbo por la Paz.
La historia de Carmen y su organización quedó consignada en uno de los relatos del libro “Frontera Común: luchas por los derechos humanos en Colombia y Venezuela”.
La publicación recoge seis textos realizados por defensores y defensoras de los derechos humanos en ambos países, con un propósito claro de “entender la complejidad de ese territorio tan lleno de tensiones históricas y conflictos latentes, pero también de una sociedad civil vibrante a ambos lados de la frontera, llena de capacidades, llena de energía y de resistencia frente a condiciones muy adversas”, de acuerdo con Mario Zamudio, coordinador editorial del proyecto y oficial de la organización Civil Rights Defenders, que patrocinó su elaboración.
Lea también: ¿Cómo evitar asesinatos de defensores de Derechos Humanos?
Civil Rights Defenders es una organización basada en Estocolmo que se dedica a la promoción de los derechos humanos desde hace cuatro décadas, tras la aprobación del tratado de Helsinki. Aunque su trabajo se ha concentrado en Asia, África y otros países de América Latina, llegó a la frontera entre Colombia y Venezuela en 2020, en el peor momento de la crisis diplomática y migratoria que viven ambos países.
Desde entonces acompañó procesos de los pueblos étnicos, periodistas que denunciaban la corrupción del Gobierno venezolano, activistas de género y disidentes sexuales, agremiaciones campesinas y de víctimas.
Según Zamudio, fue en ese caminar que surgió la idea de plasmarlo todo en un texto. “El libro es un retrato de ese camino, es un retrato de haber caminado los territorios de Táchira, Zulia y Apure, en el lado venezolano, y el territorio U’wa en Arauca y el Catatumbo colombiano, donde nos encontramos con la resistencia de las mujeres, de las personas trans, del movimiento campesino, de las comunidades étnicas, por permanecer en su territorio, por exigir sus derechos y construir paz a ambos lados”, sostiene.
Relatos como el de Loiralith Chirinos y Dayanna Palmar, dos activistas por los derechos humanos en el Zulia, que describen la grave crisis de hambre y carestía vivida en La Guajira venezolana, tan idéntica a La Guajira colombiana:
“Las escuelas no tienen pupitres, mesas, sillas ni baños. Durante la primera época de la pandemia, los centros educativos fueron desvalijados y se llevaron desde los sanitarios hasta los techos. Ahora los pocos niños que asisten deben escuchar sus clases sentados en el suelo, a la intemperie [...] muchos maestros migraron del país o se vieron obligados a dedicarse a otras actividades, dados los bajos salarios recibidos”.
Ambas han denunciado como el hambre es capitalizada en la región por políticos afines al régimen que utilizan subsidios y alimentos para conseguir votos o apoyos, en una región dominada por la Guardia Venezolana en donde hasta los cuadernos son sospechosos: “Una vez, una comunidad nos pidió un aporte de cuadernos y útiles escolares para la donación de una escuela y tuvimos que llevarlo para facilitar el acceso a estas comunidades. Los militares que registraron el contenido del vehículo nos cuestionaron: ‘¿para qué los cuadernos?’, a lo que chofer y guía de la visita contestó con sorna: ‘Para leer y escribir’”
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También están los relatos de organizaciones como el Foro Penal, que defiende a detenidos y perseguidos por el régimen venezolano, la experiencia del periodista venezolano Rafael Hernández, que en primera persona cuenta cómo ha cubierto la expansión de la guerra colombiana entre disidentes hacia el territorio de Apure, en la vecina Venezuela, o las historias de resistencia de las mujeres U’wa que, como ellas mismas afirman, llevan su identidad “desde el vientre hasta el final de nuestras vidas”.
Mujeres en Arauca: bajo todos los fuegos
“Yo era una mujer trans en mi casa, pero afuera tenía que ser un hombre, porque si no, me mataban”.
Este testimonio está consignado en otro capítulo del libro elaborado por la investigadora Alexandra D’Alleman, donde se recogen las luchas feministas en ese departamento, epicentro del conflicto armado y de importantes movilizaciones sociales desde la década del sesenta, cuando la colonización campesina llegó a la región del Sarare.
No obstante, las luchas de las mujeres permanecían ocultas, por eso D’Alleman asegura que la escritura “permitió conectarme con las voces de las mujeres en Arauca, las campesinas, las migrantes, las mujeres trans, que han hecho unos ejercicios de resistencia muy importantes y no han sido reconocidas”.
Narrando las experiencias de organizaciones como la Asociación Amanecer de Mujeres por Arauca o de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Araucanas, la investigadora dio cuenta del rol fundamental que las mujeres han jugado en la conformación del tejido social del departamento, en medio de un contexto complejo incluso para ella durante el ejercicio de entrevistar a las lideresas o recopilar los testimonios.
“Las condiciones de trabajo fueron complejas”, agregó, pues “Arauca pasa por una situación de tensión bastante difícil”. Al final, dice que “cada historia se conectaba, todas las mujeres hablaban de la necesidad de contar lo que estaba pasando, como las mujeres tienen que vivir distintas violencias, en su casa, en el conflicto armado, en la frontera”.
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Una lucha compartida
Mario Zamudio asegura que el principal reto en la elaboración del libro, que además combina los textos con ilustraciones, fue conseguir que los autores y autoras, que suelen provenir del mundo del activismo, se soltaran a la hora de escribir.
“Los defensores y defensoras de derechos humanos están más acostumbrados a escribir textos mucho más técnicos, mucho más políticos. Aquí les dimos una libertad para que exploraran otros formatos y otros caminos”, puntualiza Zamudio.
Además, realizaron un cuidadoso trabajo para plasmar algunos de los relatos orales de la tradición indígena U’wa, que quedaron consignados en otro de los capítulos que da cuenta de su lucha por defender la tierra del extractivismo y la violencia sin límite de los grupos armados.
El libro será lanzado oficialmente miércoles 26 de abril en el marco de la Feria del Libro de Bogotá en el Gran Salón Raíces de Corferias a las cinco de la tarde, sin restricción de público. Durante el lanzamiento dos de las autoras, Dayanna Palmar (venezolana) y Alexandra Dalleman (colombiana) conversarán con Helena Storm, la embajadora de Suecia en Colombia, y Sylvia Aguilar.
“Una gran apuesta del texto es poner en diálogo la sociedad civil de ambos países”, concluye Zamudio, insistiendo que si la crisis diplomática y migratoria es compartida, la lucha por la defensa de los derechos humanos también es compartida, nos une como naciones y ocurre ambos lados de la frontera. Una lucha que como el mismo dice debe ser visible en iniciativas como esta, para que “no nos cueste la vida”.
Carmen García tuvo que ponerle a uno de sus hijos un apellido ajeno después de “pedir prestado un papá” cuando fue a registrarlo, porque al verdadero padre lo había asesinado el Ejército. “Me tocó cambiarle el nombre”, cuenta, “porque se llamaba igual que el papá y más rápido lo conseguían”.
Antes de eso ella estuvo casi un año secuestrada por los paramilitares en un paraje remoto del Catatumbo, donde ahora, pese a las secuelas físicas y psicológicas que le dejó la violencia en su cuerpo, es una importante líder campesina, escritora de poesía y fundadora de la Asociación de Madres del Catatumbo por la Paz.
La historia de Carmen y su organización quedó consignada en uno de los relatos del libro “Frontera Común: luchas por los derechos humanos en Colombia y Venezuela”.
La publicación recoge seis textos realizados por defensores y defensoras de los derechos humanos en ambos países, con un propósito claro de “entender la complejidad de ese territorio tan lleno de tensiones históricas y conflictos latentes, pero también de una sociedad civil vibrante a ambos lados de la frontera, llena de capacidades, llena de energía y de resistencia frente a condiciones muy adversas”, de acuerdo con Mario Zamudio, coordinador editorial del proyecto y oficial de la organización Civil Rights Defenders, que patrocinó su elaboración.
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Civil Rights Defenders es una organización basada en Estocolmo que se dedica a la promoción de los derechos humanos desde hace cuatro décadas, tras la aprobación del tratado de Helsinki. Aunque su trabajo se ha concentrado en Asia, África y otros países de América Latina, llegó a la frontera entre Colombia y Venezuela en 2020, en el peor momento de la crisis diplomática y migratoria que viven ambos países.
Desde entonces acompañó procesos de los pueblos étnicos, periodistas que denunciaban la corrupción del Gobierno venezolano, activistas de género y disidentes sexuales, agremiaciones campesinas y de víctimas.
Según Zamudio, fue en ese caminar que surgió la idea de plasmarlo todo en un texto. “El libro es un retrato de ese camino, es un retrato de haber caminado los territorios de Táchira, Zulia y Apure, en el lado venezolano, y el territorio U’wa en Arauca y el Catatumbo colombiano, donde nos encontramos con la resistencia de las mujeres, de las personas trans, del movimiento campesino, de las comunidades étnicas, por permanecer en su territorio, por exigir sus derechos y construir paz a ambos lados”, sostiene.
Relatos como el de Loiralith Chirinos y Dayanna Palmar, dos activistas por los derechos humanos en el Zulia, que describen la grave crisis de hambre y carestía vivida en La Guajira venezolana, tan idéntica a La Guajira colombiana:
“Las escuelas no tienen pupitres, mesas, sillas ni baños. Durante la primera época de la pandemia, los centros educativos fueron desvalijados y se llevaron desde los sanitarios hasta los techos. Ahora los pocos niños que asisten deben escuchar sus clases sentados en el suelo, a la intemperie [...] muchos maestros migraron del país o se vieron obligados a dedicarse a otras actividades, dados los bajos salarios recibidos”.
Ambas han denunciado como el hambre es capitalizada en la región por políticos afines al régimen que utilizan subsidios y alimentos para conseguir votos o apoyos, en una región dominada por la Guardia Venezolana en donde hasta los cuadernos son sospechosos: “Una vez, una comunidad nos pidió un aporte de cuadernos y útiles escolares para la donación de una escuela y tuvimos que llevarlo para facilitar el acceso a estas comunidades. Los militares que registraron el contenido del vehículo nos cuestionaron: ‘¿para qué los cuadernos?’, a lo que chofer y guía de la visita contestó con sorna: ‘Para leer y escribir’”
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También están los relatos de organizaciones como el Foro Penal, que defiende a detenidos y perseguidos por el régimen venezolano, la experiencia del periodista venezolano Rafael Hernández, que en primera persona cuenta cómo ha cubierto la expansión de la guerra colombiana entre disidentes hacia el territorio de Apure, en la vecina Venezuela, o las historias de resistencia de las mujeres U’wa que, como ellas mismas afirman, llevan su identidad “desde el vientre hasta el final de nuestras vidas”.
Mujeres en Arauca: bajo todos los fuegos
“Yo era una mujer trans en mi casa, pero afuera tenía que ser un hombre, porque si no, me mataban”.
Este testimonio está consignado en otro capítulo del libro elaborado por la investigadora Alexandra D’Alleman, donde se recogen las luchas feministas en ese departamento, epicentro del conflicto armado y de importantes movilizaciones sociales desde la década del sesenta, cuando la colonización campesina llegó a la región del Sarare.
No obstante, las luchas de las mujeres permanecían ocultas, por eso D’Alleman asegura que la escritura “permitió conectarme con las voces de las mujeres en Arauca, las campesinas, las migrantes, las mujeres trans, que han hecho unos ejercicios de resistencia muy importantes y no han sido reconocidas”.
Narrando las experiencias de organizaciones como la Asociación Amanecer de Mujeres por Arauca o de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Araucanas, la investigadora dio cuenta del rol fundamental que las mujeres han jugado en la conformación del tejido social del departamento, en medio de un contexto complejo incluso para ella durante el ejercicio de entrevistar a las lideresas o recopilar los testimonios.
“Las condiciones de trabajo fueron complejas”, agregó, pues “Arauca pasa por una situación de tensión bastante difícil”. Al final, dice que “cada historia se conectaba, todas las mujeres hablaban de la necesidad de contar lo que estaba pasando, como las mujeres tienen que vivir distintas violencias, en su casa, en el conflicto armado, en la frontera”.
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Una lucha compartida
Mario Zamudio asegura que el principal reto en la elaboración del libro, que además combina los textos con ilustraciones, fue conseguir que los autores y autoras, que suelen provenir del mundo del activismo, se soltaran a la hora de escribir.
“Los defensores y defensoras de derechos humanos están más acostumbrados a escribir textos mucho más técnicos, mucho más políticos. Aquí les dimos una libertad para que exploraran otros formatos y otros caminos”, puntualiza Zamudio.
Además, realizaron un cuidadoso trabajo para plasmar algunos de los relatos orales de la tradición indígena U’wa, que quedaron consignados en otro de los capítulos que da cuenta de su lucha por defender la tierra del extractivismo y la violencia sin límite de los grupos armados.
El libro será lanzado oficialmente miércoles 26 de abril en el marco de la Feria del Libro de Bogotá en el Gran Salón Raíces de Corferias a las cinco de la tarde, sin restricción de público. Durante el lanzamiento dos de las autoras, Dayanna Palmar (venezolana) y Alexandra Dalleman (colombiana) conversarán con Helena Storm, la embajadora de Suecia en Colombia, y Sylvia Aguilar.
“Una gran apuesta del texto es poner en diálogo la sociedad civil de ambos países”, concluye Zamudio, insistiendo que si la crisis diplomática y migratoria es compartida, la lucha por la defensa de los derechos humanos también es compartida, nos une como naciones y ocurre ambos lados de la frontera. Una lucha que como el mismo dice debe ser visible en iniciativas como esta, para que “no nos cueste la vida”.