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                                                                                                                                Viaje al Yarí, zona dominada por la disidencia de FARC que comanda Calarcá Córdoba

                                                                                                                                Colombia+20 recorrió la zona rural de San Vicente del Caguán, donde el abandono estatal abrió un boquete para que grupos ilegales instauren su orden. En medio del proceso de paz que lleva el Gobierno Petro con la disidencia de Calarcá Córdoba, el grupo reparte tierras y avanza en la construcción de obras que generan debate.

                                                                                                                                Julián Ríos Monroy

                                                                                                                                Periodista de Colombia +20
                                                                                                                                Un miembro del Estado Mayor de Bloques sostiene una ametralladora en una finca en el Yarí.
                                                                                                                                Foto: Julián Ríos Monroy
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Son las 12:30 p. m. del último sábado de noviembre y la temperatura está en 32 grados en las sabanas del Yarí, otrora zona de retaguardia del Bloque Oriental de las extintas FARC que firmaron la paz con el Estado en 2016. Recorremos la misma carretera que cientos de antiguos combatientes de esa guerrilla caminaron para asistir a la Décima Conferencia, en la que socializaron ese Acuerdo de Paz y decidieron entregar las armas. Poco después de que el conductor se pone en marcha, Argemiro empieza a deshacerse de sus curiosidades.

                                                                                                                                ¿Y qué dicen de la guerrilla allá en la ciudad? Me imagino que nos tienen miedo…

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                —Alguna gente sí.

                                                                                                                                —Es que han metido muchos cuentos de nosotros. Acá estamos es luchando por los pobres y contra la oligarquía —me dice con el ceño fruncido y esa voz grave que no conoce de decibeles bajos.

                                                                                                                                La conversación continúa mientras nos movemos de regreso a El Diamante, el caserío donde nos recibieron los miembros del Estado Mayor de Bloques y Frentes (EMBF), la mayor disidencia de las FARC que se mantiene en un proceso de paz con el Gobierno Petro. Para llegar hasta allá hay que recorrer durante cuatro horas una trocha de casi 200 kilómetros en la que solo hay permiso de transitar de 6 de la mañana a 6 de la tarde.

                                                                                                                                No hay forma de llegar sin comer del polvo rojo del camino. Los vehículos que serpentean por estas llanuras (habitadas por más vacas que personas) deben andar con los vidrios abajo, y los motociclistas tienen prohibido usar casco, para identificar quién se mueve por la región.

                                                                                                                                Son medidas que se tomaron hacia mitad de año, cuando se dividió el Estado Mayor Central (EMC) e inició la guerra entre sus dos comandantes: Iván Mordisco y Calarcá Córdoba (que continúa en la mesa de diálogos junto a las estructuras del EMBF).

                                                                                                                                “Esto es como un sándwich. Nosotros, la población, somos la carne, estamos en la mitad de esos grupos. No son solo Mordisco y Calarcá, sino también la Segunda Marquetalia (creda por Iván Márquez)”, dice el sacerdote Emilio Chancí, quien llegó a esta región hace 21 años.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La norma, por supuesto, no la impuso la Registraduría, la Alcaldía ni ninguna institución del Estado. Acá, en medio de las sabanas del Yarí, nadie sabe qué es eso. El abandono es tan latente que ni siquiera tenemos certeza del municipio o departamento al que pertenecen estas tierras, que llevan décadas en litigio entre La Macarena (Meta) y San Vicente del Caguán (Caquetá).

                                                                                                                                Tan latente, que la vía por la que nos movemos fue construida entre la comunidad y la guerrilla, que las casas de material son un lujo de pocos, que los servicios públicos básicos todavía son una ilusión, que los niños ven casi imposible llegar a una universidad, cuando viven a siete horas por tierra de Florencia, 12 de Villavicencio y 15 de Bogotá.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Lea también: La preocupación por “expansión paramilitar” en cinco regiones durante Gobierno Petro

                                                                                                                                Por eso, en parte, es que ingresar al grupo armado ilegal que tiene el poder del territorio se convierte en una opción para los jóvenes, así hayan crecido viendo cómo esa misma organización rebelde cobra extorsiones y es responsable de desplazamiento forzado y amenaza a líderes sociales y firmantes de paz, entre otros hechos.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Por eso, en parte, es que los pobladores de las 300.000 hectáreas de selvas y sabanas del Yarí han pedido que en esta nueva negociación de paz (la segunda que tiene como epicentro su región) se priorice una transformación de verdad en su territorio, para que de una vez por todas puedan vivir tranquilos e impulsar sus alternativas de desarrollo con la seguridad de que no llegará una nueva estructura armada, con otro brazalete, a ejercer el dominio y arrebatarles a más jóvenes para la misma guerra sinfín, que ha dejado al menos 62.473 víctimas en San Vicente del Caguán.

                                                                                                                                Campesinos trabajan en la planta de producción de arroz en El Diamante, San Vicente del Caguán.
                                                                                                                                Foto: Julián Ríos Monroy

                                                                                                                                La disidencia llena los vacíos ante la mirada del Estado

                                                                                                                                En la década de 1970, el periodista Germán Castro Caycedo recorrió estas tierras para rastrear la historia de su libro Mi alma se la dejo al diablo.

                                                                                                                                “En los llanos del Yarí todos éramos pobres. Todos luchábamos mucho. Los hatos eran muy grandes: miles de hectáreas de tierra virgen que teníamos que dominar”, relata uno de los personajes. “Tierra fértil, pero alejada de todo, sin carreteras, sin un puesto de salud, sin una droga. Tierra dura, señor. Tierra brava”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Cincuenta años después, sus palabras siguen vigentes casi en toda esta región, excepto en El Diamante.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En medio de la llanura, frente a las casas de paredes de tabla y techo de zinc, se levanta un colegio hecho de ladrillo y cemento, con 11 salones, dormitorios para internado, baños enchapados en baldosa, sala de reuniones, biblioteca, laboratorios, parque infantil y cancha de baloncesto. A menos de 500 metros se ven tractores y una cosechadora frente a tres graneros gigantes con toda la infraestructura agroindustrial necesaria para procesar arroz y emplear a medio centenar de personas: ascensor, limpiador, rodillo, separador, molino y una máquina de empacado.

                                                                                                                                Más allá, junto a una finca extensa cultivada con caña, sorgo, maíz y frijol, se construye un trapiche de panela, y seis kilómetros en dirección oriente aparece una construcción en concreto, de casi 20 metros de altura: el acueducto para abastecer a todas esas obras.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                La disidencia conocida como EMBF impulsó la construcción de un acueducto como parte de su estrategia para consolidarse como un sustituto del Estado en la región del Yarí.
                                                                                                                                Foto: Julián Ríos Monroy

                                                                                                                                Ese caserío moderno enterrado en el Yarí podría parecer el milagro de la presencia estatal que las comunidades han reclamado gobierno tras gobierno, pero un mural en lo alto del acueducto, con el rostro pintado de un viejo conocido en esta zona, delata quién está detrás de la construcción: el Bloque Jorge Suárez Briceño del EMBF.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Sí, esto lo construimos las FARC, yo no puedo negarlo, pero eso no es de nosotros, eso es de los campesinos. La lucha de nosotros es porque haya herramientas, tierra, transformaciones. Estamos implementando las transformaciones nosotros, que somos proletarios”, nos dice Calarcá unas horas más tarde, durante una extensa entrevista que se publicó el sábado pasado en este periódico y en la que, entre otros temas, hablaba del futuro de los diálogos de paz y su negativa a entregar las armas.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Kyle Jhonson, investigador de la Fundación Conflict Responses, asegura que hay que hacer una lectura más amplia de esas obras: “Claramente, es un intento de construir legitimidad. No es que hagan todo porque tienen un gran corazón; eso tiene una ganancia, una inversión en construcción de poder en lo local, y de alguna forma es un gana gana: sirve para negociar y sirve para la guerra”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “Hay muchas acciones que vienen haciendo grupos guerrilleros desde hace tiempo. Ha sido parte de la relación con las comunidades. En este caso estamos considerando unas iniciativas del Bloque Suárez Briceño en el Yarí, pero la idea es que eso entre a ser parte de un funcionamiento institucional que se vaya a regularizando y vaya transitando a la institucionalidad”, explicó.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                De hecho, las organizaciones sociales, campesinas y étnicas de esta región de la Orinoquia, que llevan más de cuatro décadas consolidando sus apuestas, han debatido de fondo al respecto.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Un líder campesino que pidió no citar su nombre resume así la situación: “Ha habido tensiones leves y muchas reflexiones, porque mientras algunos ven esas obras del grupo como una forma de ‘echarse al bolsillo’ a las comunidades, otros plantean que es un proyecto importante, porque han hecho puentes, vías, escuelas, han entregado tierras. Se lo digo sencillo: lo que debería hacer el Estado lo está haciendo la guerrilla”.

                                                                                                                                La tierra y el debate por la deforestación

                                                                                                                                Las sabanas del Yarí han sido testigo del reciclaje de la guerra en Colombia y podrían ser un modelo a escala de la historia del país. En los años 50, algunos comandantes de las guerrillas liberales de Guadalupe Salcedo que no se desmovilizaron resultaron en el Yarí.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Calarcá Córdoba, el jefe de la disidencia Estado Mayor de los Bloques y Frente (EMBF).
                                                                                                                                Foto: Terumoto Fukuda

                                                                                                                                Una de las personas que se ha dedicado a estudiar los líos de estas tierras es Pedro Arenas, cofundador de la corporación Viso Mutop y delegado del Gobierno en los diálogos de paz con el EMBF. Según explica, además de la falta de un proceso de zonificación ambiental, los desafíos del ordenamiento territorial están atados a que parte de los predios pertenecen a zonas especiales de manejo, colindan con zonas de reserva forestal o Parques Nacionales Naturales.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Hay una diversidad de figuras de ordenamiento que necesitan armonizarse y actualizarse, sobre todo en cuanto a ocupación humana, y todo eso debe atender a desafíos y compromisos que tenemos para proteger los ecosistemas”, dice Arenas.

                                                                                                                                El tema ha sido una de las principales trabas en la mesa de diálogos de paz, pues requiere compromisos del Ministerio de Ambiente, la Agencia Nacional de Tierras y el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, entre otras instituciones.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Y, al igual que con las obras, el tema de las tierras ha sido capitalizado por el Estado Mayor de Frentes y Bloques, que en sus zonas de dominio está entregando predios a campesinos y recientemente prohibió la deforestación. En otras regiones, el grupo ha adelantado una suerte de censos, que incluyen mediciones de las fincas, para cobrar extorsiones (que ellos llaman “impuestos”) a los propietarios.

                                                                                                                                “Lo que todo esto muestra es que estamos ante grupos más pragmáticos, que no van tras revoluciones nacionales sino locales o, incluso, veredales. Usan como telón de fondo la ausencia estatal para mostrar que lo que hacen sí funciona”, dice Luis Fernando Trejos, profesor de la Universidad del Norte.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                *Esta pieza periodística hace parte de la iniciativa “Comunidades que Transforman” de El Espectador, el Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ por su sigla en inglés) y la Embajada de la Unión Europea. Esta es una alianza para producir contenidos que narran los esfuerzos de las organizaciones comunitarias, las autoridades y el sector privado en la construcción de paz.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Un miembro del Estado Mayor de Bloques sostiene una ametralladora en una finca en el Yarí.
                                                                                                                                Foto: Julián Ríos Monroy
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Son las 12:30 p. m. del último sábado de noviembre y la temperatura está en 32 grados en las sabanas del Yarí, otrora zona de retaguardia del Bloque Oriental de las extintas FARC que firmaron la paz con el Estado en 2016. Recorremos la misma carretera que cientos de antiguos combatientes de esa guerrilla caminaron para asistir a la Décima Conferencia, en la que socializaron ese Acuerdo de Paz y decidieron entregar las armas. Poco después de que el conductor se pone en marcha, Argemiro empieza a deshacerse de sus curiosidades.

                                                                                                                                ¿Y qué dicen de la guerrilla allá en la ciudad? Me imagino que nos tienen miedo…

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                —Es que han metido muchos cuentos de nosotros. Acá estamos es luchando por los pobres y contra la oligarquía —me dice con el ceño fruncido y esa voz grave que no conoce de decibeles bajos.

                                                                                                                                La conversación continúa mientras nos movemos de regreso a El Diamante, el caserío donde nos recibieron los miembros del Estado Mayor de Bloques y Frentes (EMBF), la mayor disidencia de las FARC que se mantiene en un proceso de paz con el Gobierno Petro. Para llegar hasta allá hay que recorrer durante cuatro horas una trocha de casi 200 kilómetros en la que solo hay permiso de transitar de 6 de la mañana a 6 de la tarde.

                                                                                                                                No hay forma de llegar sin comer del polvo rojo del camino. Los vehículos que serpentean por estas llanuras (habitadas por más vacas que personas) deben andar con los vidrios abajo, y los motociclistas tienen prohibido usar casco, para identificar quién se mueve por la región.

                                                                                                                                Son medidas que se tomaron hacia mitad de año, cuando se dividió el Estado Mayor Central (EMC) e inició la guerra entre sus dos comandantes: Iván Mordisco y Calarcá Córdoba (que continúa en la mesa de diálogos junto a las estructuras del EMBF).

                                                                                                                                “Esto es como un sándwich. Nosotros, la población, somos la carne, estamos en la mitad de esos grupos. No son solo Mordisco y Calarcá, sino también la Segunda Marquetalia (creda por Iván Márquez)”, dice el sacerdote Emilio Chancí, quien llegó a esta región hace 21 años.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Tan latente, que la vía por la que nos movemos fue construida entre la comunidad y la guerrilla, que las casas de material son un lujo de pocos, que los servicios públicos básicos todavía son una ilusión, que los niños ven casi imposible llegar a una universidad, cuando viven a siete horas por tierra de Florencia, 12 de Villavicencio y 15 de Bogotá.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Por eso, en parte, es que ingresar al grupo armado ilegal que tiene el poder del territorio se convierte en una opción para los jóvenes, así hayan crecido viendo cómo esa misma organización rebelde cobra extorsiones y es responsable de desplazamiento forzado y amenaza a líderes sociales y firmantes de paz, entre otros hechos.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Campesinos trabajan en la planta de producción de arroz en El Diamante, San Vicente del Caguán.
                                                                                                                                Foto: Julián Ríos Monroy

                                                                                                                                La disidencia llena los vacíos ante la mirada del Estado

                                                                                                                                En la década de 1970, el periodista Germán Castro Caycedo recorrió estas tierras para rastrear la historia de su libro Mi alma se la dejo al diablo.

                                                                                                                                “En los llanos del Yarí todos éramos pobres. Todos luchábamos mucho. Los hatos eran muy grandes: miles de hectáreas de tierra virgen que teníamos que dominar”, relata uno de los personajes. “Tierra fértil, pero alejada de todo, sin carreteras, sin un puesto de salud, sin una droga. Tierra dura, señor. Tierra brava”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Cincuenta años después, sus palabras siguen vigentes casi en toda esta región, excepto en El Diamante.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En medio de la llanura, frente a las casas de paredes de tabla y techo de zinc, se levanta un colegio hecho de ladrillo y cemento, con 11 salones, dormitorios para internado, baños enchapados en baldosa, sala de reuniones, biblioteca, laboratorios, parque infantil y cancha de baloncesto. A menos de 500 metros se ven tractores y una cosechadora frente a tres graneros gigantes con toda la infraestructura agroindustrial necesaria para procesar arroz y emplear a medio centenar de personas: ascensor, limpiador, rodillo, separador, molino y una máquina de empacado.

                                                                                                                                Más allá, junto a una finca extensa cultivada con caña, sorgo, maíz y frijol, se construye un trapiche de panela, y seis kilómetros en dirección oriente aparece una construcción en concreto, de casi 20 metros de altura: el acueducto para abastecer a todas esas obras.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Le puede interesar: Así nació el grupo que se separó de Mordisco y que ahora negocia la paz con Petro

                                                                                                                                La disidencia conocida como EMBF impulsó la construcción de un acueducto como parte de su estrategia para consolidarse como un sustituto del Estado en la región del Yarí.
                                                                                                                                Foto: Julián Ríos Monroy

                                                                                                                                Ese caserío moderno enterrado en el Yarí podría parecer el milagro de la presencia estatal que las comunidades han reclamado gobierno tras gobierno, pero un mural en lo alto del acueducto, con el rostro pintado de un viejo conocido en esta zona, delata quién está detrás de la construcción: el Bloque Jorge Suárez Briceño del EMBF.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El boquete que abrió el abandono del Estado acá es de tal magnitud, que el grupo pudo construir todas esas obras desde hace más de dos años sin cuestionamiento alguno, con todas las ventajas que eso representa para legitimarse ante la población.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Con la ventana que le ha dado el proceso de paz, el jefe del grupo disidente, Alexánder Díaz Mendoza (Calarcá), recorre las construcciones y las enseña sin modestia. Ha traído a los negociadores del Gobierno, a los representantes de las Naciones Unidas y los países garantes y acompañantes, a las cabezas de las entidades encargadas de formalizar el funcionamiento del colegio (el que más trabas ha tenido, especialmente porque en un primer momento se le llamó Gentil Duarte, como uno de los primeros disidentes del Acuerdo de 2016).

                                                                                                                                Sí, esto lo construimos las FARC, yo no puedo negarlo, pero eso no es de nosotros, eso es de los campesinos. La lucha de nosotros es porque haya herramientas, tierra, transformaciones. Estamos implementando las transformaciones nosotros, que somos proletarios”, nos dice Calarcá unas horas más tarde, durante una extensa entrevista que se publicó el sábado pasado en este periódico y en la que, entre otros temas, hablaba del futuro de los diálogos de paz y su negativa a entregar las armas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Además: Gobierno revoca nombramiento de siete disidentes de FARC como gestores de paz

                                                                                                                                Kyle Jhonson, investigador de la Fundación Conflict Responses, asegura que hay que hacer una lectura más amplia de esas obras: “Claramente, es un intento de construir legitimidad. No es que hagan todo porque tienen un gran corazón; eso tiene una ganancia, una inversión en construcción de poder en lo local, y de alguna forma es un gana gana: sirve para negociar y sirve para la guerra”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En diálogo con Colombia+20, Camilo González Posso, jefe de la delegación de Gobierno en los diálogos con la disidencia de Calarcá, habló sobre algunos de los proyectos que se están adelantando en esa región, como el colegio.

                                                                                                                                “Hay muchas acciones que vienen haciendo grupos guerrilleros desde hace tiempo. Ha sido parte de la relación con las comunidades. En este caso estamos considerando unas iniciativas del Bloque Suárez Briceño en el Yarí, pero la idea es que eso entre a ser parte de un funcionamiento institucional que se vaya a regularizando y vaya transitando a la institucionalidad”, explicó.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                De hecho, las organizaciones sociales, campesinas y étnicas de esta región de la Orinoquia, que llevan más de cuatro décadas consolidando sus apuestas, han debatido de fondo al respecto.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Un líder campesino que pidió no citar su nombre resume así la situación: “Ha habido tensiones leves y muchas reflexiones, porque mientras algunos ven esas obras del grupo como una forma de ‘echarse al bolsillo’ a las comunidades, otros plantean que es un proyecto importante, porque han hecho puentes, vías, escuelas, han entregado tierras. Se lo digo sencillo: lo que debería hacer el Estado lo está haciendo la guerrilla”.

                                                                                                                                La tierra y el debate por la deforestación

                                                                                                                                Las sabanas del Yarí han sido testigo del reciclaje de la guerra en Colombia y podrían ser un modelo a escala de la historia del país. En los años 50, algunos comandantes de las guerrillas liberales de Guadalupe Salcedo que no se desmovilizaron resultaron en el Yarí.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Luego, estas llanuras fueron el destino de miles de campesinos que huían de la época de La Violencia y buscaban un pedazo de tierra. Como documentó la Comisión de la Verdad, los rumores sobre esos terrenos extensos, fértiles y sin control del Estado llegaron a oídos de los narcos del cartel de Medellín, que compraron haciendas, promovieron los cultivos de coca y construyeron Tranquilanda, un complejo de producción de cocaína con 19 laboratorios y nueve pistas de aterrizaje que fue descubierto y desmantelado en 1984. Las FARC se encargaron de sacar a los narcos del territorio, que tras el bombardeo a Casa Verde, en 1991, se convertiría en su zona de retaguardia estratégica.

                                                                                                                                Calarcá Córdoba, el jefe de la disidencia Estado Mayor de los Bloques y Frente (EMBF).
                                                                                                                                Foto: Terumoto Fukuda

                                                                                                                                Una de las personas que se ha dedicado a estudiar los líos de estas tierras es Pedro Arenas, cofundador de la corporación Viso Mutop y delegado del Gobierno en los diálogos de paz con el EMBF. Según explica, además de la falta de un proceso de zonificación ambiental, los desafíos del ordenamiento territorial están atados a que parte de los predios pertenecen a zonas especiales de manejo, colindan con zonas de reserva forestal o Parques Nacionales Naturales.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                El tema ha sido una de las principales trabas en la mesa de diálogos de paz, pues requiere compromisos del Ministerio de Ambiente, la Agencia Nacional de Tierras y el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, entre otras instituciones.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “Lo que todo esto muestra es que estamos ante grupos más pragmáticos, que no van tras revoluciones nacionales sino locales o, incluso, veredales. Usan como telón de fondo la ausencia estatal para mostrar que lo que hacen sí funciona”, dice Luis Fernando Trejos, profesor de la Universidad del Norte.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                *Esta pieza periodística hace parte de la iniciativa “Comunidades que Transforman” de El Espectador, el Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ por su sigla en inglés) y la Embajada de la Unión Europea. Esta es una alianza para producir contenidos que narran los esfuerzos de las organizaciones comunitarias, las autoridades y el sector privado en la construcción de paz.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Por Julián Ríos Monroy

                                                                                                                                Periodista y fotógrafo. Es subeditor de Colombia+20 y profesor de cátedra en la Universidad del Rosario.@julianrios_mjrios@elespectador.com

                                                                                                                                Temas recomendados:

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